¿De qué forma hay que dirigirse a los jueces y magistrados de un modo formal?
El tratamiento a utilizar con la magistrada del Tribunal Supremo, Ana María Ferrer, es el excelentísima señora; también se puede utilizar el vocablo vuecencia. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿De qué forma hay que dirigirse a los jueces y magistrados de un modo formal?

Para empezar, el tuteo prohibido para siempre. Lo formal, ya sea un juez, un magistrado o un magistrado del Supremo –lo mismo que al fiscal, al letrado de la Administración de Justicia, al colega abogado y a todos los que vayan a declarar– el tratamiento a utilizar es el usted, o «usteo».

Obligatorio. No hay excepciones de ningún tipo.

SEÑORÍA, PARA JUECES

Sin embargo, cada categoría tiene un tratamiento diferente. Para el primer escalón, el de los jueces, el tratamiento a utilizar es el de Señoría o Usía (en abreviado, cuando va sobre papel V.S., o Vuestra Señoría).

Los jueces que inician su andadura en la carrera judicial, tras su paso por la Escuela judicial, lo hacen con este categoría, que mantienen por un espacio aproximado de cinco años.

También se les da este trato, el de Señoría, a los jueces de paz, a los secretarios de Gobierno de los Tribunales Superiores de Justicia y Audiencias Provinciales y a los letrados de la Administración de Justicia (hasta hace poco secretarios judiciales) destinados en Juzgados de Primera Instancia servidos por magistrados.

ILUSTRÍSIMO SEÑOR, PARA MAGISTRADOS

Ilmo. Sr., en abreviado (también Ilustrísima, Señoría Ilustrísima o Ilustrísimo Señor) se confiere a los magistrados de los Juzgados de Primera Instancia y a los de Instrucción, a los magistrados de los Juzgados de lo Penal y también de lo Social, a los magistrados jueces de Menores, a los magistrados de las Audiencias Provinciales, de la jurisdicción de menores, de Vigilancia Penitenciaria, a los magistrados de los 17 Tribunales Superiores de Justicia, a los presidentes y a los fiscales de las 52 Audiencias Provinciales, al secretario de Gobierno del Tribunal Supremo y a los abogados del Estado.

En ocasiones se ha escuchado como un abogado de parte llama «compañero» a un abogado del Estado.

No es apropiado, porque, desde el punto de vista protocolario, el abogado del Estado representa al Estado. Lo normal, dada su naturaleza funcionarial, es que sea tratado como Ilustrísimo Señor.

EXCELENTÍSIMO SEÑOR, PARA MAGISTRADOS DEL SUPREMO, ENTRE OTROS

Excmo. Sr., en abreviado, o Vuecencia (Vuestra Excelencia). Este tratamiento corresponde al presidente del Tribunal Supremo (TS) y del Consejo General del Poder Judicial, al vicepresidente del Alto Tribunal, a los vocales del órgano de gobierno de los jueces, a los cinco presidentes de Sala del TS y los magistrados del Alto Tribunal, al fiscal general del Estado, a los fiscales del Tribunal Supremo, al presidente de la Audiencia Nacional, a los presidentes y los fiscales superiores de los 17 Tribunales Superiores de Justicia, además de a los decanos de los Colegios de Abogados.

Esto lo explica muy bien Purificación Pujol, abogada del despacho Montero-Aramburu y exjuez sustituta, en su libro «Guía de comportamiento en las actuaciones judiciales. Modos y formas ante los Tribunales», publicado por la editorial La Ley-Wolters Klüwer.

En el mismo recuerda que el 18 de febrero de 2005 el Consejo de Ministros -bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero– aprobó el «Código de Buen Gobierno de los miembros del Gobierno y de los altos cargos de la Administración General del Estado».

Este Código supuso una «tabla rasa» para los altos cargos. Porque a partir de su publicación en el Boletín Oficial del Estado -el 7 de marzo de ese año- se dejaron de utilizar todos los tratamientos reseñados arriba, que se unificaron en uno: señor o señora.

«El tratamiento oficial de carácter protocolario de los miembros del Gobierno y de los altos cargos será el de señor/señora, seguido de la denominación del cargo, empleo o rango correspondiente», dice el Código.

Pero eso es para el Gobierno.

El planeta «Poder Judicial» es otra cosa y tiene otras reglas, como hemos visto.

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