Las horas no facturables pasan factura económica y mental a los abogados
La abogacía de los negocios es uno de los sectores que mejor ha aguantado a la pandemia del coronavirus en el 2020.

Las horas no facturables pasan factura económica y mental a los abogados

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03/9/2021 06:47
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Actualizado: 03/9/2021 06:47
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José Manuel Caballero Bonald tituló su obra poética completa «Somos el tiempo que nos queda». Este verso, tan evocador en los tiempos que corren, puede sonar especialmente revelador para la profesión jurídica, donde los letrados cuentan su tiempo en interminables jornadas de trabajo.

La norma no escrita que justifica muchas veces la ausencia de horarios en la abogacía es el sistema de las horas facturables. Por la sencilla fórmula de a más horas contabilizadas, más horas cobradas al cliente.

Pero aunque este método sigue siendo el más utilizado por la mayoría de despachos, los críticos sostienen que es poco eficiente. Consideran que una cosa es que interese sacar los asuntos con mayor o menos tranquilidad para vender más tiempo, y otra muy distinta dedicarlo a tareas no facturables.

Principalmente, porque no todo el trabajo que realizan a diario los abogados puede repercutirse sobre los clientes. Especialmente aquel que no guarda relación directa con la práctica del derecho.

Es el caso de ciertas labores administrativas o relacionadas con la gestión de la firma, en las cuales se va una parte importante del tiempo de los profesionales del derecho, impidiendo que puedan dedicar mayores esfuerzos en su labor cotidiana a tareas que aportan un valor directo.

Según un análisis elaborado por la plataforma Zero Systems, los abogados pierden más del 20% de su jornada semanal en la revisión de documentos y contratos, redacción de escritos o gestión de correos electrónicos, por ejemplo.

Labores que, al margen de que puedan considerarse de bajo valor, difícilmente se puede justificar en una factura.

CAUSA DE ESTRÉS Y PÉRDIDA PRODUCTIVA

La encuesta internacional, que tiene pendiente de revelar el tamaño de la muestra, pone de manifiesto que el 41,2% de los profesionales que trabajan en bufetes ocupan más de un tercio de su tiempo a estas actividades extra.

En gran medida, estas acciones suelen ir dirigidas al desarrollo de negocio y captación de clientes, cuyos resultados no siempre se ven reflejados. Además de generar una mayor carga de trabajo, aumenta la frustración y sensación de estrés entre la profesión.

Porcentaje de tiempo empleado en tareas no facturables.

Prueba de ello es que dos tercios de los encuestados sienten que ya trabajan «demasiadas horas», frente al escaso 8,8% que considera que podría aumentar su tiempo laboral.

Si ir más lejos, a lo largo de su jornada semanal los abogados dedican más de 15 horas a mantener comunicaciones con los clientes, ya sea en reuniones, llamadas telefónicas o por correo electrónico.

A este respecto, según una reciente encuesta de la International Bar Association (IBA) a partir de la opinión de más de 3.000 abogados de todo el mundo, las largas jornadas son la segunda causa de estrés para el 63% de los letrados, sólo por detrás de las horas facturables.

Más allá de la mella que causan estas jornadas maratonianas en la salud mental de los empleados, hay una pérdida de productividad evidente. Y es que el exceso de horas no facturables también pasa una factura económica a los despachos.

Basándose en una tarifa de facturación modesta, Zero calcula que las cerca de 700 horas anuales invertidas en tareas administrativas hace que se incurra en una pérdida potencial de unos 168.493 euros (200.000  dólares) por abogado.  Extrapolado al conjunto de una firma con más cien empleados, la merma ascendería a cifras millonarias.

Como posible solución a esta realidad, la encuesta plantea reforzar la inversión en automatización.

No obstante, la falta de financiación en proyectos representa una de las principales barreras a la hora de impulsar la digitalización de los despachos, de acuerdo con el informe ‘Tecnología e Innovación en los Servicios Legales’, elaborado por la Universidad de Oxford.

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