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Carlos Lesmes en su partida de Mus

Carlos Lesmes en su partida de Mus
Carlos Lesmes, en una instantánea del acto de apertura de tribunales en la que envidó a la grande, de forma pública, en la consecución de influir al PSOE y al PP para que renueven el Consejo, que lleva tres años y nueve meses caducado. Foto: Confilegal.
08/9/2022 06:50
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Actualizado: 08/9/2022 07:58
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El presidente en funciones del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes Serrano, envidó ayer a la grande en su discurso de apertura de tribunales, celebrado en el Salón de Plenos del Alto Tribunal, cuando sugirió que podría pensar en presentar próximamente su dimisión para romper el bloqueo de la renovacion del órgano de gobierno de los jueces, caducado hace tres años y nueve meses.

La culpa, lo dijo, sin nombrarlos, es del Gobierno socialista y del PP, el principal partido de la oposición, porque juntos suman los votos precisos para elegir a los 20 nuevos vocales del órgano de gobierno de los jueces.

Lesmes se puso duro. Muy bravo, dirían en algunos países hispanoamericanos. Porque se estaba jugando su prestigio personal y profesional. Su reputación.

La pregunta clave a hacerse es la siguiente: ¿De verdad está dispuesto a convertirse en el segundo presidente de la historia del CGPJ en renunciar a su cargo, como ya hiciera Carlos Dívar en 2012? Si algo tienen muy claro los que conocen a Lesmes es la gran opinión que tiene de sí mismo. No va a permitir que eso ocurra.

Para evitar ese escenario «sugerido», Lesmes tiene que conseguir, primero, que el pleno convocado para hoy consiga aprobar el nombramiento de los dos magistrados del Tribunal Constitucional que, por ley, le corresponde elegir al CGPJ.

Cosa que, en principio, no va a ocurrir.

El núcleo de 8 vocales del lado conservador –José Antonio Ballestero Pascual, Gerardo Martínez Tristán, Juan Martínez Moya, Nuria Díaz Abad, Carmen Llombart Pérez, Juan Manuel Fernández Martínez, José María Macías Castaño y María Ángeles Carmona Vergara– no van a cumplir con el mandato de elegir a los dos nuevos magistrados del TC.

Ni hoy ni el martes, 12, cuando Lesmes podría convocar otro nuevo Pleno.

Los ocho ven como una agresión directa al poder judicial la reciente reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) que ha desbloqueado la capacidad de hacer los nombramientos de los dos magistrados del TC a un Consejo en funciones, como este. Lo que aprobó el Parlamento en otra reforma anterior, esta de 29 de marzo de 2021, mediante la Ley 4/2021.

«Facultades como la de proponer el nombramiento del Presidente del Tribunal Supremo, de los Presidentes de las Audiencias, de los Tribunales Superiores de Justicia y la Audiencia Nacional, de los Presidentes de Sala y los Magistrados del Tribunal Supremo o de los Magistrados del Tribunal Constitucional, deben quedar excluidas del ámbito competencial del Consejo cuando este se encuentra en funciones«, dice el preámbulo de esa Ley.

De ahí que no vayan a cumplir con lo que se espera de ellos.

«Ellos» reclamaron al Congreso de los Diputados poder informar la reforma de la LOPJ para la elección de los dos magistrados del TC, de lo que desde «el legislativo» hicieron caso omiso.

LESMES NECESITA 12 VOTOS PARA CUMPLIR

Lesmes es un firme partidario de nombrar en tiempo y forma. Cuenta con los 8 votos del bloque progresista, formado por Clara Martínez de Careaga García, Álvaro Cuesta Martínez, Roser Bach Fabregó, Enrique Lucas Murillo de la Cueva, Rafael Mozo Muelas, Pilar Sepúlveda García de la Torre, María Concepción Sáez y María del Mar Cabrejas Castaño.

El presidente en funciones del Consejo cuenta con el apoyo de sus incondicionales Wenceslao Francisco Olea Godoy y de Vicente Guilarte.

Con lo que suman 11.

Lesmes necesita un voto más para conseguir los 12, que es la cifra «mágica» para conseguir la aprobación de los elegidos que vendrían a sustituir al actual vicepresidente del TC, Juan Antonio Xiol –progresista– y a Santiago Martínez Vares –conservador–.

Los nombres que se han barajado, como candidatos por el lado progresista, han sido Pablo Lucas Murillo de la Cueva –el juez del CNI–, Pilar Teso, los dos de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, y Ana Ferrer, de la Sala de lo Penal.

Por el lado conservador los que se han barajado han sido los de Manuel Marchena, Pablo Llarena y Antonio del Moral, de la Sala de lo Penal, e Ignacio Sancho Gargallo, de la Sala de lo Civil. Pero no parecen estar por labor. Algunos de ellos han confirmado directamente a Confilegal que no lo aceptarían si se produjera.

Lesmes necesita tiempo para cuadrar este círculo aparente.

No importa que la reforma tuviera fecha de caducidad para los nombramientos y que se terminara el 12 de septiembre. Fuentes jurídicas consultadas confirman que la ventana de oportunidad seguirá abierta gracias a su deficiente redacción.

El actual presidente en funciones se juega su prestigio ante el Gobierno, consciente de que su «aterrizaje» en el TC –lo que más desea– no se producirá por ahora.

Tiene que conseguir que se lleve a cabo la renovación, que dará al grupo progresista en el TC una mayoría de 7 votos frente a 4 del grupo conservador.

Al Gobierno le corresponde nombrar a dos nuevos magistrados para sustituir al actual presidente, Pedro González-Trevijano, y a Antonio Narváez, que, con toda seguridad, serán de la cuerda progresista.

Con ello el Ejecutivo recuperará «la tranquilidad». Ningún decreto o ley importante del Gobierno será declarada inconstitucional, como sucedió con los dos decretos de estado de alarma.

La amenaza velada de su dimisión –su órdago a la grande– pronunciada ayer por Lesmes en su discurso de la apertura de tribunales, persigue evidentemente presionar al Gobierno, representado por la ministra de Justicia, Pilar Llop, y al PP, cuyo líder, Alberto Núñez Feijóo, asistió a este acto.

Pretende poner las cosas difíciles en la línea de si me voy, mi vacío va a crear un carajal. Mejor por las buenas, ¿no?

Una amenaza que también opera sobre los ocho vocales del núcleo conservador, si bien con efectos diferentes. Porque se conocen todos. No creen que Lesmes vaya a dimitir. Ocho años y medio compartiendo techo hace que la gente se conozca hasta en sus mínimos detalles.

Todos tienen muy claro que el objetivo de Lesmes es hacer mus.

Pero para eso todavía queda tiempo. Por ahora, parece que no.

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