Divulgación | La Vendée, el primer genocidio moderno cometido bajo la Revolución Francesa y su lema «Libertad, igualdad, fraternidad o muerte»
“Libertad, igualdad y fraternidad” es el conocido lema que identifica a la Revolución que estalló en Francia en 1789 y que es también el motivo gracias al cual existen la mayoría derechos individuales actuales.
Lo que no resulta tan conocido es que el lema es algo más largo: “Libertad, igualdad, fraternidad o muerte”, y que precisamente esa última característica de la Revolución provocó el primer genocidio de la historia moderna.
Se reconoce como un genocidio “la aniquilación sistemática y deliberada de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos”. En este caso, fueron las dos últimas causas las que motivaron la masacre.
El pueblo se levantó contra “la revolución del pueblo”
En el año 1793, tras la ejecución del Rey Luis XVI, la región campesina de la Vendée, al noroeste del país, se alzó contra la Revolución. Sus habitantes consideraron que era demasiada radical y antirreligiosa. La rebelión se convirtió en una guerra civil que duró tres años.
Entre los motivos más destacables se encuentran la instauración de la República y la Constitución Civil del Clero (que había convertido a los sacerdotes católicos en funcionarios eclesiásticos del Estado y les obligaba a jurar lealtad a la Revolución).
Lo que está claro es que, a pesar de las carencias del Antiguo Régimen, los campesinos vandeanos se mostraban fieles a este, tradicionales y monárquicos.
Esto se debe, principalmente, a que los nobles habían permanecido en la región; a diferencia de los de la mayoría del resto de Francia, que habían preferido trasladarse a los lujos de Versalles décadas atrás, con Luis XIV.
En marzo de 1793, ya guillotinado el Rey, se ordenó desde París una leva de 300.000 hombres para engrosar las tropas revolucionarias, pues se habían iniciado guerras contra otras monarquías europeas como la española.
Los vandeanos, adheridos a su rey y a su religión rechazaron unirse a las tropas y cumplir con las medidas impuestas y a las autoridades revolucionarias. Se inició así un levantamiento contra las directrices estatales.
El gobierno revolucionario entendió que la oposición vendeana podría extenderse por todo el país, dado que algunos de los departamentos vecinos comenzaron también a levantarse. Por ello se ordenó el exterminio y total destrucción de la región. Sin matices.
Dio comienzo así una guerra civil que se alargó durante tres años y pasó a convertirse en el primer genocidio moderno.
Los vandeanos estaban dirigidos por un grupo de líderes carismáticos, entre los que se encontraban Henri de La Rochejacquelein, Charles de Bonchamps y François Athanase Charette de La Contrie. Representaron una fuerza formidable que, en un principio, consiguió derrotar a las fuerzas revolucionarias.
París decretó el exterminio total: 200.000 muertos
La idea del exterminio total no fue tomada de primeras. Fue en agosto de 1793, tras haber sufrido varias derrotas. Entonces se enviaron enormes cantidades de materiales combustibles a la zona y se le prendió fuego.
La guerra civil duró tres años. Al final las «columnas infernales» de la Revolución se impusieron a sangre y fuego.
De esto dio fe en una carta que dirigió al Comité de Salud Pública François-Joseph Westermann, general de Brigada del ejército revolucionario o ejército azul, llamado así porque los uniformes de los soldados eran de olor azul celeste. Este color fue elegido por la Asamblea Nacional Constituyente en 1791, como símbolo de la unidad y la libertad de la nación francesa. El azul celeste también era un color popular en la época, y se asociaba con la esperanza y la renovación.
En dicha carta escribió de su puño y letra: “No tengo prisionero que reprocharme. He exterminado todo”.
Existió un propósito firme de arrasar aquella región que se negó a acatar la nueva legislación.
El ejército azul cumplió a la perfección las órdenes de París, y no distinguió entre hombres en edad de combatir, mujeres, niños, ancianos o enfermos.
Las crónicas de la época y las cartas que se conservan de los generales azules narran sucesos realmente terribles, que denotan la crueldad del genocidio; como que en muchos casos se curtía y vendía la piel de las víctimas.
Lo peculiar del caso es que, tanto verdugos como víctimas, fueron ciudadanos franceses.
La represión se llevó por delante más de 200.000 vidas de un grupo social determinado, el cual además se intentó exterminar por completo; de ahí que hoy esa guerra civil dentro de la Revolución francesa sea considerada como el primer genocidio moderno de la historia.
El papel de la mujer: de vital importancia
Cabe destacar también el importante papel de las vendeanas, pues fueron ellas las cronistas de todo lo que sucedió allí desde la perspectiva de los insurrectos.Entre ellas destaca Victoire Donnissan, gracias a la cual se conoció el levantamiento en toda Europa.
Surge así la figura de “las memorialistas”, escritoras que se hicieron famosas por narrar sus autobiografías o crónicas de la guerra en primera persona.
Eran supervivientes. También espías, enfermeras en la retaguardia, viudas de soldados, prisioneras y hasta excombatientes.
Una masacre silenciada y condenada al olvido
La Guerra de la Vendée ha supuesto un problema que se ha tratado de silenciar para la Francia de la Libertad (al igual que Turquía ha intentado hacer con el que fue el primer genocidio del siglo pasado, el genocidio armenio).
Tal es así, que incluso provocó que una obra que Julio Verne trató de publicar en 1865, El conde de Chanteleine, donde trataba el tema del alzamiento con simpatía, permaneciera inédita por más de un siglo, lo que la convirtió en su novela más desconocida.
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