En la vida hay cuatro tipos de personalidades: favorecedores, cuestionadores, complacientes y rebeldes
¿Cómo reaccionamos ante las expectativas? Aunque parece una pregunta sencilla, esta cuestión revela mucho sobre quiénes somos.
La autora Gretchen Rubin, conocida escritora de “Best Sellers”, en su libro “Las cuatro tendencias. Los perfiles básicos de pesonalidad que te enseñan a mejorar tu vida (y la de los demás)», propone un modelo de autoconocimiento y comprensión de los demás basado en cómo cada tipo responde a las expectativas, tanto las que nos fijamos a nosotros mismos como las que otros esperan de nosotros.
Y esto es muy importante.
Gretchen, antes de convertirse en escritora, estudió Derecho en la Universidad de Yale, donde fue redactora jefe del Yale Law Journal. Después fue asistente legal de la jueza del Tribunal Supremo de los Estados Unidos Sandra Day O’Connor, hasta que decidió cambiar su destino para hacer realidad su pasión por escribir y explorar temas relacionados con la psicología y el bienestar.
De acuerdo con Rubin, las cuatro tendencias, o cuatro personalidades –que también pueden denominarse así–, son los favorecedores, los cuestionadores, los complacientes y los rebeldes.
Cada una de ellas explica cómo una persona responde a las expectativas internas y externas.
Este modelo, de acuerdo con la escritora, no busca encasillar, sino ofrecer una guía para entendernos mejor y encontrar estrategias para ser más efectivos, tanto en la vida personal como profesional.
Los favorecedores: cumplidores incansables de expectativas
Los favorecedores destacan por cumplir tanto las expectativas internas como las externas. Son personas que se sienten satisfechas cuando logran tanto sus propias metas como las que otros les imponen.
Este tipo de personalidad es altamente confiable y disciplinado. Su lema, según Rubin, es: «La disciplina da libertad».
Un ejemplo claro es una persona que llega puntual al trabajo, cumple con todas las asignaciones y, además, sigue una rutina de ejercicio sin excusas.
Los favorecedores suelen llevar listas de tareas y organizarse para no dejar nada pendiente. Sin embargo, esa misma rigidez puede hacerlos vulnerables a la frustración cuando no logran cumplir con las expectativas, lo que puede afectar su equilibrio emocional.
Suelen tener éxito en roles que requieren organización y disciplina, pero su necesidad de seguir normas y cumplir expectativas puede hacer que acepten instrucciones sin cuestionarlas.
En contextos que demandan creatividad o flexibilidad, pueden sentirse desafiados.
Sus fortalezas: Fiabilidad, organización y disciplina. Los favorecedores prosperan en ambientes donde las expectativas y metas están bien definidas y se valora la constancia en el cumplimiento.
Roles ideales:
• Gestión de proyectos: La necesidad de organización, planificación y cumplimiento de plazos convierte a los favorecedores en excelentes gestores de proyectos.
• Recursos humanos: En esta área, los favorecedores aplican su capacidad de seguir reglas y procedimientos, siendo eficaces en la administración de políticas y en la gestión del bienestar del personal.
• Consultoría de cumplimiento normativo: En áreas como compliance o auditoría, los favorecedores sobresalen por su compromiso con las normas y su capacidad para mantener estándares altos.
• Servicios financieros y contabilidad: Los roles donde se necesita disciplina para cumplir con regulaciones y precisión en los detalles, como en la contabilidad y la auditoría financiera, son una excelente opción.
Los favorecedores, al ser organizados y metódicos, suelen encajar bien en organizaciones estructuradas, donde encuentran satisfacción en cumplir con las expectativas internas y externas.
Los cuestionadores: pensadores independientes y críticos
Los cuestionadores, en cambio, cumplen únicamente las expectativas internas; se sienten cómodos cuando responden a su propio juicio y sus propias reglas. Desconfían de las normas establecidas y de la autoridad si no perciben una razón lógica detrás de ellas.
Su lema podría ser: «Hago lo que tiene sentido».
Para el cuestionador, la lógica es lo primordial. Necesitan saber el «por qué» de cada cosa y solo actuarán si consideran que la acción tiene sentido.
Esto los convierte en excelentes analistas y solucionadores de problemas, pero pueden ralentizarse ante la «parálisis del análisis,» analizando cada detalle hasta el cansancio.
Este perfil es ideal en roles donde se valore la precisión y el análisis profundo, como investigación o auditoría.
Pese a ello, su naturaleza cuestionadora puede resultar problemática en situaciones que requieren una acción rápida o un estricto seguimiento de normas.
Sus fortalezas: Pensamiento analítico, independencia y enfoque en la lógica. Los cuestionadores necesitan entender el propósito de las reglas para seguirlas y sobresalen en roles que exigen revisión, investigación y mejora continua.
Roles ideales:
• Investigación y desarrollo (I+D): La investigación científica y técnica se beneficia de la curiosidad natural de los cuestionadores, quienes analizan en profundidad para innovar y mejorar procesos o productos.
• Consultoría estratégica: En la consultoría, los cuestionadores encuentran el entorno perfecto para aplicar su capacidad crítica, analizando problemas complejos y proponiendo soluciones fundamentadas en datos y evidencia.
• Análisis de datos: La precisión y el enfoque analítico de los cuestionadores los hace idóneos para roles de análisis de datos, donde pueden cuestionar y reinterpretar patrones para obtener conclusiones de alto valor.
• Control de calidad y auditoría interna: En estas áreas, los cuestionadores son efectivos para detectar ineficiencias o fallos, mejorando los procesos y evitando errores mediante un análisis crítico de los procedimientos existentes.
Los cuestionadores son ideales para entornos donde la toma de decisiones debe estar basada en datos y donde el pensamiento crítico sea necesario para desafiar el status quo y mejorar la eficiencia.
Los complacientes: responsables con otros, menos con ellos mismos
Los complacientes son aquellos que cumplen principalmente las expectativas externas, pero les cuesta satisfacer las internas.
Su lema podría ser: «Para cuidar de mí, necesito cuidar de ti».
Son personas dispuestas a ayudar y apoyar a los demás, pero encuentran difícil priorizarse a sí mismas. Según Rubin, para ellos es esencial convertir sus metas personales en compromisos externos para motivarse.
Como los complacientes constituyen el grupo más grande de los cuatro tipos, son los cimientos de la sociedad. Aún así, deben hacer un enorme esfuerzo para tenerse a sí mismos el mismo respeto que les tienen a los demás. Pero hay una manera confiable de corregir este desequilibrio enfermizo. Convertir las expectativas internas en externas.
Los complacientes necesitan fuentes externas de responsabilidad para motivarse a actuar, ya que su sentido de obligación hacia otros es más fuerte que hacia ellos mismos. Pueden invitar a alguien a casa para motivarse a limpiar o evitar multas por faltar al gimnasio. La amenaza de decepcionar a una persona real resulta más efectiva que la de una penalización monetaria.
Suelen recurrir a estrategias creativas, como compartir equipo de ejercicio con alguien más, para asegurarse de cumplir sus compromisos.
Esta tendencia puede ser frustrante para ellos, ya que sienten dificultad para dedicarse tiempo y cuidar de sí mismos. Muchas veces, sufren de baja autoestima y enfrentan críticas de personas que los consideran perezosos, lo cual puede desencadenar una “rebelión complaciente” en la que, hartos de ser tomados por dados, renuncian o terminan relaciones.
Aunque algunos intentan pequeños actos de desafío, como llegar tarde al trabajo, estos suelen convertirse en autosabotaje.
Sus fortalezas son la empatía, el apoyo y la capacidad para trabajar en equipo. Los complacientes sobresalen en roles donde se requiere trabajar en función de los objetivos de los demás y fomentar un ambiente colaborativo.
Roles ideales:
• Atención al cliente y soporte: Los complacientes disfrutan ayudando a los demás y suelen hacer que los clientes se sientan bien atendidos. Son empáticos y dispuestos a resolver problemas de manera rápida y eficiente.
• Enseñanza y educación: Como educadores, los complacientes encuentran satisfacción al responder a las necesidades de sus alumnos y apoyar su aprendizaje. Su disposición a ayudar se traduce en una experiencia educativa enriquecedora.
•Administración de equipos y asistente ejecutivo: Los roles que requieren apoyar a líderes o equipos son adecuados para los complacientes, quienes se aseguran de que el trabajo fluya y que los detalles estén cubiertos para el éxito de todos.
• Trabajos comunitarios y roles en organizaciones sin fines de lucro: Los complacientes encuentran satisfacción en roles donde pueden aportar y tener un impacto positivo en la vida de otras personas, ya que se motivan al ayudar a los demás y trabajar en pro de una causa.
Los complacientes destacan en trabajos en equipo y en entornos colaborativos, donde pueden desempeñar un papel de apoyo esencial para el éxito de la organización.
Los rebeldes: individualistas y desafiantes de las expectativas
Finalmente, los rebeldes se resisten tanto a las expectativas externas como a las internas. Para ellos, la libertad y la autenticidad son valores fundamentales.
Hacen lo que sienten que refleja su individualidad, y cualquier expectativa, incluso autoimpuesta, puede ser vista como una limitación.
Su lema sería: «No puedes obligarme, y yo tampoco«.
Los rebeldes valoran la independencia y tienden a rechazar los compromisos y normas. En lugar de aceptar instrucciones, se sienten más motivados si pueden decidir y diseñar su propio camino, a su ritmo. Si sienten que están siendo controlados, reaccionarán con resistencia.
Los rebeldes encajan bien en roles donde la innovación y la libertad son clave, como el arte, el emprendimiento o el trabajo autónomo. Sin embargo, pueden tener dificultades en ambientes corporativos estructurados, donde la colaboración y la disciplina son esenciales.
Sus fortalezas: Independencia, creatividad y autenticidad. Los rebeldes prosperan en entornos que les permiten expresarse libremente y desafiar las expectativas, destacando en roles con alto grado de flexibilidad y autonomía.
Roles ideales:
• Emprendimiento y creación de empresas: Los rebeldes suelen ser emprendedores natos, ya que buscan independencia y libertad para innovar sin estar sujetos a normas o estructuras rígidas.
• Diseño, arte y creatividad: En roles creativos, como diseño gráfico, escritura o arte, los rebeldes encuentran la libertad de expresión y el espacio para explorar nuevas ideas y estilos.
• Marketing y publicidad: En esta área, los rebeldes pueden experimentar y desafiar las normas, creando campañas disruptivas que atraigan la atención y rompan con los esquemas tradicionales.
• Tecnología y desarrollo de software: La innovación y el pensamiento «fuera de la caja» son bien valorados en la tecnología, donde los rebeldes pueden encontrar la flexibilidad y la creatividad para proponer soluciones novedosas y revolucionarias.
Los rebeldes encajan mejor en ambientes flexibles y dinámicos que les permitan trabajar a su manera, sin imposiciones. Prefieren trabajos que valoren la independencia y la innovación.
Rubin destaca que no hay una tendencia mejor que otra. Todas tienen algo positivo que ofrecer y, si bien los favorecedores pueden ser organizados y confiables, los cuestionadores traen un espíritu crítico que impulsa la mejora; los complacientes aportan colaboración y armonía, y los rebeldes promueven la innovación y la independencia.
El mensaje de la escritora es claro: la clave de la felicidad y la efectividad radica en conocernos mejor. Al entender nuestras aptitudes y limitaciones, podemos adaptarnos y compensar nuestros puntos débiles.
Evitaremos dificultades y aprovecharemos nuestras cualidades, mejorando así nuestras relaciones y logros. Las cuatro tendencias son un mapa de nuestra personalidad, que no solo explica cómo respondemos al mundo, sino cómo el mundo puede responder a nosotros.
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