Tomás Cobo Castro, presidente de Unión Profesional: «La colegiación es un seguro y una garantía para la sociedad»
El presidente de Unión Profesional, Tomás Cobo Castro, afirma que la obligación de los colegiados es "ser ejemplares, amarrados a nuestros códigos de deontología, promocionando la formación, y siendo útiles en todos los ámbitos. El ejemplo es el principio de la autoridad, todos deberíamos tenerlo presente. Para que la ciudadanía sienta respeto". Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Tomás Cobo Castro, presidente de Unión Profesional: «La colegiación es un seguro y una garantía para la sociedad»

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04/7/2025 05:40
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Actualizado: 03/7/2025 23:04
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En tiempos de desafección y descrédito institucional, Tomás Cobo Castro, presidente de Unión Profesional y de la Organización Médica Colegial, levanta la voz del profesionalismo como antídoto.

Médico anestesista de vocación (lunes y martes ejerce su profesión), Cobo defiende con convicción que los profesionales —desde abogados a ingenieros, desde médicos a economistas— comparten un compromiso irrenunciable: el de servir con ejemplaridad.

En esta entrevista, Cobo Castro, un hombre positivo, abierto y gran comunicador, repasa los retos de liderar una organización que agrupa actualmente 36 Consejos Generales y Colegios Profesionales de ámbito nacional, que representan a casi 1.200 colegios territoriales y delegaciones y a más de 1,7 millones de colegiados.

Y lanza un mensaje claro: sin ética, formación ni utilidad social, no hay profesión que se sostenga.

Por eso considera muy importante la colegiación, a la que considera un seguro para la propia sociedad.

¿Qué significado tiene para usted ser presidente del ámbito sanitario y estar al frente de Unión Profesional, una organización que reúne a colectivos muy dispares, colectivos jurídicos, económicos, técnicos, sociales, sanitarios….? Como se suele decir, cada uno es de su padre y de su madre. Todo un desafío.

También una oportunidad. Porque aunque cada uno seamos de nuestro padre, nuestra madre, todos somos profesionales. Lo que nos une es el código de deontología. Los diferentes códigos de deontología que expresan el compromiso social que tenemos con los ciudadanos. Y yo creo que los profesionales jugamos un papel esencial en la sociedad civil.

Creo que precisamente por eso, por ese compromiso social que tenemos en cada uno de nuestros códigos de deontología nos exige una serie de cosas, como el compromiso, la honestidad, la confidencialidad, la necesidad de establecer una relación adecuada con el cliente, con el paciente…

También el compromiso de la investigación, de que esté libre de conflicto de intereses, el compromiso de la docencia, el compromiso de las competencias.

Todos esos compromisos son iguales para todos. A cambio eso la ciudadanía nos entrega su confianza. En el caso de los médicos, su ilimitada confianza.

Sin embargo, hoy vivimos una desconfianza generalizada hacia las instituciones. ¿Cómo puede el profesionalismo colegiado contribuir justamente a recuperar esa confianza?

Es cierto que existe esa desafección hacia las instituciones, en la generalidad. Pero aquí hay un sustantivo femenino que es central, que es la ejemplaridad. En la vida es absolutamente clave. De chavales tenemos el ejemplo de nuestros mayores que es el que seguimos. Hoy no podemos decir que la clase política sea ejemplar.

Nuestra obligación es ser ejemplares, amarrados a nuestros códigos de deontología, promocionando la formación, y siendo útiles en todos los ámbitos.

El ejemplo es el principio de la autoridad, todos deberíamos tenerlo presente. Para que la ciudadanía sienta respeto.

Lo ideal sería que cualquier profesional, antes de emitir una opinión, dijera, ¿y qué es lo que dice mi colegio acerca de esto.

«Es cierto que existe esa desafección hacia las instituciones, en la generalidad. Pero aquí hay un sustantivo femenino que es central, que es la ejemplaridad. En la vida es absolutamente clave. De chavales tenemos el ejemplo de nuestros mayores que es el que seguimos».

¿La colegiación es un seguro para la sociedad?

La colegiación es un seguro y una garantía para la sociedad.

¿Qué estrategias propone desde Unión Profesional para fomentar una cultura común del profesionalismo entre sectores tan diversos? ¿Es posible construir un ethos profesional entre todos ellos?

Lo más importante es tener claro qué es una Unión Profesional. A mí me gusta explicarlo con dos palabras clave: un verbo y un sustantivo femenino. El verbo es ayudar, ayudar a nuestros colegiados. Y el sustantivo es utilidad, ser útiles.

Nuestro objetivo principal debe ser ayudar a los profesionales colegiados en todo lo que necesiten. Por ejemplo, si atraviesan una situación de quiebra emocional, debemos contar con un programa de apoyo. Si están pasando por un problema económico, tenemos que tener disponible un sistema de ayudas o subvenciones.

Y, en cuanto a ser útiles, la herramienta fundamental es la formación. De la manera más intuitiva. Debe ser continua, fácil, accesible, práctica y adaptada al día a día de los profesionales. En este sentido, estamos trabajando en un curso sobre competencias digitales en colaboración con el Fondo de Gestión de Red.

Nuestro reto es promover y facilitar la formación de forma sencilla e intuitiva, alejándonos de esos cursos largos y teóricos que muchas veces se olvidan. Se trata de impulsar un aprendizaje útil y real para el día a día profesional.

¿Cómo pueden las profesiones colegiadas reforzar su vocación de servicio público en un contexto de mercantilización?

Cada profesión tiene su propio ámbito de actuación claramente definido. Nuestra función no es regular precios ni entrar en cuestiones comerciales.

Nuestra responsabilidad es asegurarnos de que las personas colegiadas cumplen con dos cosas fundamentales: que tienen la formación y las competencias necesarias, y que respetan el Código Deontológico, es decir, las normas éticas de la profesión.

Una de las aspiraciones del presidente de Unión Profesional es la aprobación del Proyecto de Ley de Colegios Profesionales. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Qué profesión ejercía su padre?

Mi padre era ingeniero.

¿Y por qué quiso usted ser medico?

Desde pequeño quise ser médico. Recuerdo que, cuando me rompí la muñeca, me atendió un doctor llamado don Julio Becedonis, un hombre amable y cercano. Mientras esperaba para que me viera, lo observaba. Me impresionó tanto que decidí seguir ese camino.

Además, aunque mi padre era ingeniero, siempre quiso ser médico y no tuvo la oportunidad. Aun así, me transmitió ese interés y reforzó mi vocación.

¿Y su interés por la cosa organizativa colegial…?

Fue una casualidad. Me fui a Inglaterra en 1989, no por una «fuga de cerebros», sino porque en aquel entonces era muy difícil acceder a una especialidad en España: nos presentábamos más de 20.000 personas al MIR para muy pocas plazas. Yo terminé la carrera, hice la mili y me fui.

Allí empecé a formarme como anestesista, una especialidad con mucha demanda en ese momento. Yo quería hacer algo relacionado con la cirugía y me ofrecieron trabajar en un hospital. Me gustó tanto la experiencia que me quedé hasta el año 2000.

¿Y el regreso?

También fue por casualidad. Porque me había planteado no volver España. Había quemado las naves. Volví a Santander, mi tierra, porque se produjo una oportunidad: la inauguración de un hospital comarcal en Torrelavega, que es donde he trabajado durante 20 años. Con el tiempo se abrió una clínica privada, a la que me llamaron para montar el servicio de anestesia.

Estando trabajando en la pública y en la privada en Cantabria, el que entonces era el presidente del Colegio de Médicos de Cantabria, Pablo del Corral, me llamó para que asumiera la vocalía de hospitales en 2007.

Más adelante, Pablo dejó su cargo y, casi sin buscarlo, terminé presentándome como presidente del Colegio. Lo hice con dudas al principio, pero fue una gran decisión que tomé en 2011.

¿Qué le dijo su mujer?

María me ha apoyado siempre. Como ocurrió con Inglaterra. Me dijo que hiciera lo que quisiera.

Así me convertí en presidente del Colegio de Médicos de Cantabria. A partir de ahí, establecí una buena relación con el entonces presidente de la Organización Médica Colegial –el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos–, Juan José Rodríguez Sendín, y con el secretario general, Serafín Romero, que después fue vicepresidente.

Un día de 2017, casi sin esperarlo, me propusieron ser vicepresidente de la OMS. Acepté y trabajé junto a Serafín durante sus cuatro años de mandato. Las instituciones, con su peso y su historia, no son fáciles de mover, pero mi intención siempre fue impulsar cambios y hacer que avanzaran.

Cuando Serafín no terminó de tomar su decisión de presentarse yo sí lo hice y bueno, salí presidente. Fue en 2021.

«El gran reto es este proyecto Red.es. Por primera vez en la historia de España el Gobierno ha decidido confiar en la sociedad civil —en este caso representada por Unión Profesional— para llevar a cabo una acción de esta magnitud. El objetivo es mejorar las competencias digitales de todos los profesionales, un área clave hoy en día».

Usted es presidente de Unión Profesional desde octubre de 2024. La organización que usted capitanea nació nació el 23 de abril de 1980, hace 45 años. Y es la primera vez que una persona que pertenece al sector sanitario ocupa esta responsabilidad, en vez de ser del sector legal, que era lo común, hasta ahora.

Unión Profesional fue clave en la puesta en marcha de un curso sobre competencias digitales. Por primera vez, el Gobierno de España decidió confiar en una organización que no era ni la patronal (CEOE) ni los sindicatos para gestionar parte del fondo Next Generation. 200 millones de euros, en concreto, que destinó a la formación en competencias digitales de profesionales.

En ese momento, yo tenía buena relación con Victoria Ortega, la entonces presidenta de Unión Profesional a nivel nacional —aunque no era cántabra, como si lo fuera—. Yo era vicepresidente por rotación. Ya antes, en unas elecciones internas, Victoria había vencido a Serafín, que representaba a los médicos. Ella y yo hablábamos mucho sobre la posibilidad de que Unión Profesional liderara este proyecto, y coincidimos en que era una gran oportunidad.

Sin embargo, Victoria abandonó la Presidencia del Consejo General de la Abogacía Española y también de Unión Profesional y eso quedó un poco en el aire.

Y le sucedió Salvador González en el CGAE.

Así es. Salvador González tomó el relevo de Victoria en el CGAE. Dentro del ámbito sanitario había cierto malestar, por la sensación de que los abogados controlaban todo lo de Unión Profesional.

Hablé con Salvador sobre cómo enfocar la situación. Aquí hay cierto grado de desafección por estas razones, le dije. Ahora nos vamos a meter en esto. Los dos pensamos que tenía sentido que la parte ejecutiva de desarrollo de este proyecto financiado con los Next Generation lo llevaran ellos, como CGAE. Que quedara en manos de los abogados. Pero que la parte institucional, para equilibrar las cosas, sería buena idea que alguien del ámbito sanitario asumiera un papel relevante.

Eso fue lo que hicimos. Salvador no se presentó. Se presentó José Galdón, que estaba de presidente en funciones, un ingeniero técnico y me presenté yo. Celebramos elecciones y ganamos. Y desde entonces estamos trabajando en ello.

¿Cuáles son los objetivos de Unión Profesional?

El gran reto es este proyecto Red.es. Por primera vez en la historia de España el Gobierno ha decidido confiar en la sociedad civil —en este caso representada por Unión Profesional— para llevar a cabo una acción de esta magnitud. El objetivo es mejorar las competencias digitales de todos los profesionales, un área clave hoy en día.

Aunque es una oportunidad enorme, le confieso que también nos estamos encontrando infinitas dificultades para su implementación.

«Las instituciones que formamos Unión Profesional formamos parte del tejido democrático, del sistema. Es cierto que la cosa política, tal como está, con este nivel de crispación, no ayuda. Porque están normalizando modos de vida que no son normales», afirma Tomás Cobo. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

El gobierno también necesita este éxito. Porque de los 163.000 millones de euros de los fondos Next Generation solo se han invertido 53.000 millones, un tercio. Y tenemos un año por delante para ejecutar el resto.

Pues acompáñeme a una reunión que tengo dentro de un par de horas con ellos. Porque cada vez nos ponen más trabas. Yo he venido con toda la ilusión, las ganas y la honestidad, pero si lo que hacen es frenarlo constantemente con una pila de requisitos…

No es culpa de ellos. Es de la Ley de contratos del Estado. Es tan anticorrupción y tan burocrática que es un freno auténtico. En este 45 aniversario de Unión Profesional, ¿qué mensaje trasladaría al 1.700.000 profesionales colegiados?

El mensaje es claro y siempre vigente: los profesionales tenemos una gran responsabilidad, guiada por nuestro código deontológico. No hay nada —ni una ideología política, ni una creencia religiosa o filosófica— que puede estar por encima del cuidado de la dignidad humana.

Ese debe ser nuestro compromiso principal. Trabajamos con personas, muchas veces en situaciones de vulnerabilidad. En el caso de los médicos, con pacientes; en el de otros profesionales, con clientes que acuden buscando ayuda o asesoramiento. Sea cual sea nuestra especialidad, lo primero debe ser siempre cuidar y respetar la dignidad del otro.

Las instituciones que formamos Unión Profesional formamos parte del tejido democrático, del sistema. Es cierto que la cosa política, tal como está, con este nivel de crispación, no ayuda. Porque están normalizando modos de vida que no son normales.

«No hay nada —ni una ideología política, ni una creencia religiosa o filosófica— que puede estar por encima del cuidado de la dignidad humana».

Cuando habla de la dignidad humana supongo que lo que viene sucediendo en el Congreso de los Diputados, a apenas 25 metros de aquí, no responde a lo que debería ser, ¿no?

Hoy en día se han normalizado comportamientos que no deberían ser aceptables: la falta de respeto, los gritos, los insultos, incluso en espacios como el Parlamento. Actitudes agresivas que parecen parte del espectáculo, pero que no deberían formar parte de lo que entendemos como convivencia.

Lo que quiero transmitir es muy sencillo: los profesionales debemos dar ejemplo de lo que es normal y respetuoso. Recientemente lo comentaba en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo: nuestro trabajo, como en las sesiones clínicas que hacemos cada semana, consiste en escuchar, debatir y tomar decisiones con honestidad y calma.

En esas reuniones participa un equipo diverso —anestesistas, cirujanos, enfermeras, radiólogos, oncólogos—, cada uno con su punto de vista, pero todos con un objetivo común: hacer lo mejor por el paciente. No hay gritos ni gestos agresivos. Y ese espíritu de respeto y colaboración es el que deberíamos trasladar al conjunto de la sociedad. Eso es lo que debería ser lo normal.

¿Hay algún ministro, a su juicio, que queda fuera de esa dinámica de la confrontación política?

Quiero romper una lanza a favor del Ministerio de Sanidad. La ministra Mónica García ha sido quien más veces ha reunido al Consejo Interterritorial, y también quien más consenso ha logrado en ese espacio, lo cual no es fácil.

Es cierto que ahora hay tensiones por temas como el Estatuto Marco y la Ley de Medicamentos. Es una lástima que no se haya conseguido un acuerdo dentro del propio Consejo Interterritorial en estos asuntos.

Aun así, hay noticias positivas. No hace mucho, se presentó el Plan Estratégico de Salud Mental, impulsado desde Presidencia del Gobierno. Es el primero de su tipo en Europa y muestra que, por fin, se está tomando en serio el problema de salud mental, no solo en España, sino a nivel europeo. Y eso, sin duda, es un avance importante.

El presidente de Unión Profesional posando ante una de las placas que flanquean la entrada al Consejo General de Colegios de Médicos que dice: «Esta es la casa de los médicos. Algunos ya han muerto. Otros todavía vivimos. Pero la mayoría, aún no han nacido». Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

En España se producen en 4300 suicidios al año.

Sí, y el consumo de ansiolíticos se ha vuelto algo tan común que casi se ha normalizado como una forma de lidiar con el malestar, incluso con pensamientos suicidas.

En ese contexto, la reciente aprobación de la Agencia Estatal de Salud Pública es un paso muy importante, aunque algunos lo hayan criticado llamándolo un «chiringuito». No lo es en absoluto: detrás está el Instituto de Salud Carlos III, una institución muy seria.

También se presentó el documento en el Ministerio de Sanidad. Quise estar allí porque realmente es un trabajo muy bien hecho sobre salud mental y su relación con el trabajo.

La realidad es que, para muchas personas, el empleo se ha convertido en una fuente de sufrimiento, lo que provoca ansiedad, y esa ansiedad acaba generando bajas laborales. Es un problema que debe abordarse con seriedad, y este documento lo hace bien.

Nosotros, desde Unión Profesional, y desde las presidencias de los diferentes consejos, tenemos que tener buenas relaciones con la Administración. Porque si con esa desafección que dice usted que existe hacia los colegios profesionales nuestra actitud es de combate y no de comunicación, la clase política puede dar un carpetazo al Proyecto de Ley de Colegios Profesionales, otro de nuestros objetivos centrales.

Lo que pretendemos con este Proyecto de ley es unificar en uno los códigos de deontología existentes, quitándonos el mantra de corporativismo. Lo que nos alienta es nuestra responsabilidad y compromiso social.

Hoy por hoy el proyecto de ley está metido en el quinto cajón, pero en cualquier momento puede salir. Y va para unos y para otros [en referencia a la clase política]. Nuestra función se puede resumir en dos conceptos: identificar problemas y buscar soluciones. Nada más.

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