Antonio Garrigues: «Tenemos que generar una cultura de la mediación en España»
El presidente de la Fundación Garrigues, Antonio Garrigues, forma parte del Jurado del Primer Premio al Impulso de la Mediación Empresarial que el pxóximo 19 de septiembre tiene que decidir quiénes son los galardonados. En esta entrevista habla, precisamente, de la importancia de la mediación. Foto: Confilegal.

Antonio Garrigues: «Tenemos que generar una cultura de la mediación en España»

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16/9/2023 06:31
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Actualizado: 16/9/2023 08:44
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Encontrar en España, en el mundo legal, una persona con una “auctoritas” como la que posee Antonio Garrigues, presidente de la Fundación que lleva su apellido, se antoja cosa difícil. Sin embargo, la experiencia, su experiencia, lejos de alejarlo del resto de los mortales le hace mucho más cercano.

Su curiosidad por el mundo que nos rodea, su interés por hallar soluciones a los problemas a los que tenemos que hacer frente, su actitud abierta y franca en la conversación, cuasi socrática –“yo solo sé que no sé nada”–, le lleva uno a concluir que ese es precisamente el signo de la sabiduría.

Antonio Garrigues es uno de esos gigantes de nuestra historia sobre cuyos hombros se han elevado los que han venido después. Toca hablar de mediación empresarial y su opinión es clara.

Usted forma parte del jurado del Primer Premio al Impulso de la Mediación Empresarial. Como usted sabe, las empresas cuando se han visto en problemas con otras empresas, y tienen prisa, apelan al arbitraje, un sucedáneo de la jurisdicción. Sin embargo, la mediación es diferente. No hay buenos ni malos. Es otro espíritu distinto lo que la anima. ¿Cuál es su punto de vista?

La distinción entre mediación y arbitraje es una vieja distinción que antes se limitaba a los aspectos de eficacia legal. El arbitraje tiene la ventaja de que se puede realmente llevar ante los tribunales y hacerlo efectivo.

En cambio, la mediación es una conversación voluntaria entre dos personas que intentan llegar a un acuerdo para evitar justamente el conflicto. Mi opinión es que en España la mediación es difícil.

«Un país en el que la mediación funciona es un signo inequívoco de país civilizado»

¿Por qué?

Pues porque, bueno, la gente prefiere muchas veces llevarlo a otro terreno.

En parte porque, no nos engañemos, en este tipo de temas puede haber intereses contrarios entre unos y otros. En el caso de deudas, al deudor le interesa pagar lo menos claro posible, claro.

En cambio, al otro le interesa cobrar cuanto antes.

Y ahí es donde está la clave. Y ahí es donde, en definitiva, en la abogacía española en su conjunto, tendríamos que empezar a pensar por qué la mediación se emplea mucho menos que en otros países europeos.

Y desde luego, mucho menos que en otros países latinoamericanos. Es curioso, porque en Latinoamérica la mediación es un concepto bastante generalizado.

La mediación requiere un espíritu de diálogo y de pragmatismo que en España no se suele tener.

La mediación es, o puede ser -no digo que lo sea siempre– más barata, más rápida y más eficaz que el arbitraje.

Lo que pasa es que las consecuencias jurídicas de la mediación no tienen la fuerza que tiene el arbitraje. Esa es la diferencia. En eso estamos trabajando.

Un país en el que la mediación funciona es un signo inequívoco de país civilizado.

En el mundo anglosajón está muy extendida la mediación. ¿Quizá porque son más pragmáticos que nosotros, los españoles?

En efecto, en el mundo anglosajón hay ese tipo de sentimiento pragmático.  

El pragmatismo en el mundo latino es muy pequeño. No lo tenemos. A veces tenemos sentimientos muy inmediatos, como de odio. A este le voy a ganar. Hay más agresividad.

Yo creo que en España la mediación debería estudiarse en las universidades de una mucho más profunda, de una manera más intensa.

Por lo que yo sé, la mediación como tal no se estudia en las carreras de derecho.

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Una de las características de la personalidad de Antonio Garrigues es su gran curiosidad por todo. Foto: Confilegal.

Se hacen cursos, másteres…

Una cosa importante sería crear en España la cultura de la mediación y eso lo tienen que hacer los colegios de abogados y las universidades.

«La mediación es, o puede ser -no digo que lo sea siempre– más barata, más rápida y más eficaz que el arbitraje»

¿Este primer premio el emprendimiento al Impulso de la Mediación Empresarial es una semilla, una importante semilla, para la creación de esa cultura?

Yo espero que sí, pero obviamente no es suficiente. Tendremos que hacer mucho más y darle una difusión mayor, porque la verdad es que hay mucha gente que no sabe ni que existe.

La convocatoria de elecciones generales ha abortado las 63 leyes que estaban en proceso de elaboración en el Parlamento. Entre ellos los proyectos de ley de eficiencia organizativa, procesal y digital. La organizativa contenía hacer la mediación obligatoria. ¿Cree usted que será una medida eficaz?

Personalmente creo que no. Si se convierte en una obligación fingirán que se han puesto de acuerdo y se acabó el tema.

Es una cuestión de promover esa cultura en las universidades, en los colegios, incluso en la televisión. En todo.

Es decir, que no todo es ganar y derrotar al otro, que es como lo entendemos a día de hoy.

Me temo que no.

¿Por qué aceptó formar parte de este jurado?

Porque el tema me interesa. Es un tema jurídico puro. En este despacho, cuando hablo con los jóvenes, les hablo de la importancia que tienen los acuerdos negociados.

La vía judicial tiene que ser realmente el último recurso.

Antes de llegar a esa vía hay que hacer todo lo que haya que hacer para evitarla.

El sistema judicial lo agradecería de una manera especial. Y sería bueno como cultura de país.

El que una profesión como la nuestra aceptara la mediación como una especie de obligación natural, no obligación legal, sino una obligación natural pues me parece que sería muy bueno.

«En el proceso de generar una cultura de la mediación la gente tendría que saber que es un oficio y una profesión muy importante, sana, rentable y eficaz»

La sensación que tienen muchos de sus compañeros es que ellos no ingresan tanto con la mediación como cuando lo hacen ante los tribunales.

Le aseguro que en este despacho intentamos que esa cultura no sea la adecuada, sino la contraria. Pero comprendo que haya gente que piense así.

Sin darse cuenta de que al final y al cabo de que una mediación eficaz también produce recursos económicos significativos. Los clientes lo pagan con más facilidad.

De acuerdo con estimaciones independientes, el Tribunal Supremo tiene bloqueados alrededor de 15.000 millones de euros en espera de sentencias definitivas.

Eso lo he mencionado yo muchas veces. No sé cuánto representa eso para PIB, pero da mucho que pensar, ¿verdad?

El otro día la presidenta de FIDE, Cristina Jiménez Savurido, hacía hincapié en algo que no se conoce demasiado y es que la mediación aporta algo que la justicia no hace. Y es que el mediador puede ser un especialista en aquello que uno quiera. Puede ser un ingeniero, un médico, lo que se necesite.

Tiene toda la razón. El mediador no tiene por qué ser obligatoriamente un jurista.

El mediador tiene que tener una cierta profesionalidad. Tiene que saber exactamente cuál es su papel y qué es lo que puede hacer.

En esto España tiene que mejorar.

No hemos hablado del factor humano y me gustaría saber su opinión. Hay personas que tienen un don para la mediación, para promover y provocar el diálogo. Es una técnica que se aprende, también. Pero para que eche raíces sería necesario que los buenos mediadores sean conocidos, lo que no ocurre con los jueces. Aunque sí con los árbitros. ¿Qué opina?  

En el proceso de generar una cultura de la mediación la gente tendría que saber que es un oficio y una profesión muy importante, sana, rentable y eficaz.

La cultura de mediación tendría que estar incorporada de una manera natural. No por el tema económico, que tiene su importancia sino por la generación de una civilidad en el país, de una educación de la sociedad civil.

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