Porqué salió Sebastián Moralo y no Mari Luz García Paredes, intrahistoria de un nombramiento fallido

Porqué salió Sebastián Moralo y no Mari Luz García Paredes, intrahistoria de un nombramiento fallido

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27/11/2015 00:00
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Actualizado: 27/11/2015 00:00
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Sebastián Moralo es lo que en el Reino Unido se conoce como un “caballo negro”. El caballo desconocido que, inesperadamente, gana la carrera en los metros finales, arrebatándole la victoria al rival favorito, en este caso Mari Luz García Paredes. Nadie apostaba por Moralo. Ni él mismo. 30 horas antes todo parecía cerrado. ¿Qué ocurrió? Esta es la historia.

CARLOS BERBELL.

Mari Luz García Paredes, magistrada de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, contaba, en un principio, con todos los parabienes para ocupar el puesto de magistrada de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo que había dejado vacante Jordi Agustí Juliá por jubilación.

Le apoyaba, aparentemente, el presidente Lesmes, el presidente de la Sala, Jesús Gullón –su exmarido-, al menos una parte importante del grupo conservador, otra buena parte del grupo progresista y el vocal del PNV.

En total, con las sumas y restas, parecía que podía conseguir, holgadamente una mayoría suficiente de un total de 21 votos.

Gerardo Martínez Tristán, uno de los hombres del presidente –miembro de la Comisión Permanente-, se había encargado de promocionar la candidatura de García Paredes desde meses atrás. Y parecía tener todo atado y bien atado.

Eso pensaba.

Con lo que no contaba Martínez Tristán era con que parte del grupo progresista había cambiado de opinión desde el pasado mes de octubre. La asociación Jueces para la Democracia (JpD), de la que es miembro Ricardo Bodas, presidente de la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional, ejerció su músculo sobre sus representantes en el CGPJ. Y de forma efectiva.

“Es Bodas o Bodas”, no hay elección, fue la consigna clara, con lo que los cálculos de Martínez Tristán se fueron al traste.

Bodas, de hecho, tenía serias posibilidades de ocupar el puesto de Juliá –igualmente progresista-. Con los siete votos del grupo progresista y el de Enrique Lucas (PNV), el magistrado sumó un total de ocho votos.

Concepción Sáez, la vocal por IU, decidió votar en blanco, desde el principio, por razones personales.

Desde el grupo progresista consideraban que ya era hora que un presidente de la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional llegara al Supremo, como ya había sucedido con Eduardo Calvo, José María Álvarez-Cienfuegos, Diego Córdoba y el propio Carlos Lesmes, que habían sido presidentes de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional antes de ser elegidos por el CGPJ magistrados del Tribunal Supremo.

Bodas podía salir con esos ocho votos –o nueve, si Sáez al final se avenía a darle el voto.

Y así lo reconocieron en el grupo conservador. “Vimos con claridad que Bodas podía salir si dividíamos nuestro voto”, explicaron fuentes de ese grupo a Confilegal.

Ante sí tenían cuatro candidatos: la citada Mari Luz García Paredes –no asociada-, Ana María Orellana, magistrada de la Sala de lo Social del Tribunal Superior Justicia de Andalucía y Rubén Jiménez, presidente de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, ambos de la APM, y Sebastián Moralo, magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, de la Francisco de Vitoria, quien “había echado la instancia” por echar porque no contaba con salir.

La reunión que mantuvo este grupo el día anterior por la tarde –bastante acalorada, por cierto-, dejó claro que García Paredes no iba a contar con el consenso necesario.

El hecho de que fuera patrocinada por Martínez Tristán resultó un serio handicap entre algunos de los suyos, como Carmen Llombart y Wenceslao Olea, con el que las sensaciones personales no están bien afinadas.

También cayó Ana Orellana. Rubén Jiménez pareció concitar alguna unanimidad. Hasta que “el otro hombre fuerte” del presidente, José María Macías, puso sobre la mesa al “caballo negro”, Sebastián Moralo, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. 

Moralo era el “caballo negro”, aunque algunos de los vocales creen firmemente que era “el Plan B” del presidente Lesmes, por si fallaba lo de García de Paredes.

Un candidato que no concitaba tensión personal alguna entre los vocales, reconocido por unos y por otros como un buen profesional, exportavoz de la Francisco de Vitoria.

Y fue el que salió.

Moralo –el primer sorprendido fue él, según ha podido saber Confilegal- consiguió 11 votos del grupo conservador frente a Bodas, que recibió 7 votos, Juan Carlos Iturri se llevó el voto de Lucas –al ver que Bodas no salía-. Rubén Jiménez obtuvo otro voto. Concepción Sáez votó en blanco.

Mari Luz García Paredes, al igual que Ana Orellana, no obtuvieron ningún voto.

Orellana, que conoció esa noche lo ocurrido a través de compañeros del Consejo, sintió la perplejidad más absoluta. No entendía por qué no se la había apoyado, siendo un «peso pesado» de la APM y amiga del anterior presidente de la asociación, Pablo Llarena. Lo mismo que Macías.

«¿Por qué se apoyó a un desconocido?». Ninguno supo explicárselo con claridad.

De esta forma, la favorita pasó, en 30 horas, de ser la «apuesta segura» a la insignificancia más absoluta.

 

PARA SABER MÁS:

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