La prostitución, expresión de la violencia de género

La prostitución, expresión de la violencia de género

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29/11/2015 00:00
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Actualizado: 29/11/2015 00:00
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Yolanda Díez Herrero, CNP; experta en ciberdelincuencia

En el análisis y al reflexión sobre el problema de la prostitución en España, debemos partir de un dato objetivo, pero al mismo tiempo ciertamente alarmante: ocho de cada diez mujeres que ejercen la prostitución en nuestro país lo hacen contra su voluntad, según la ONG ANESVAD.

Al empezar a estudiar el fenómeno de la prostitución Armendariz y otros autores han señaldo que nuevamente nos encontramos con una palabra que en la mayoría de las ocasiones se encuentra vinculada a la prostitución: marginación.

La marginación, queramos o no, es la causa directa en la mayoría de los casos de prostitución y la consecuencia inmediata en todos ellos.

Las personas que acaban ejerciendo este «oficio» lo hacen empujadas por problemas sociales o psico-sanitarios que les han llevado previamente a situaciones de desamparo social y de marginalidad en las cuales, desde su punto de vista, la prostitución es la única salida, que les conduce, inexorablemente, a agravar sus circunstancias personales entrando en un mundo donde, sin duda, van a tener aún más difícil el poder solucionar los problemas que les han llevado a prostituirse.

Aplicando esto a la práctica encontramos cómo hace no mucho tiempo las causas que llevaban a este mundo eran la pobreza y la drogadicción; estos eran los actores principales de las escenas que hace algunas décadas podíamos observar.

Hoy en día, a ellos, se le ha sumado uno nuevo: la inmigración ilegal. Todos agentes creadores de marginalidad social y prueba evidente de la existencia de problemas sociales que no podemos o no sabemos abordar con soluciones reales.

Llevamos siglos tratándolos de la misma forma, aplicando en unos casos (especialmente en lo referente a la droga) medidas exclusivamente prohibicionistas y en otros (inmigración) medidas restrictivas, en cualquier caso sin éxito aparente.

Sin embargo, en el caso de la prostitución existe un factor a tener en cuenta, diferenciador respecto de otros problemas sociales, que supone una evidente responsabilidad social. Para crear y mantener este mundo es necesaria la existencia de una demanda, es obligatorio el hecho de que miembros de nuestro entorno social quieran pagar y busquen hacerlo.

Al contrario que en fenómenos como la droga, es la propia sociedad quien alimenta la creación del problema con una demanda a la cual se «agarran» aquellos que, como hemos indicado, debido a estar inmersos dentro de redes de marginalidad social (a su vez no tratadas correctamente por el poder público) ven como única salida el ejercicio de la prostitución. Es decir, como sociedad, somos doblemente responsables ya que por un lado creamos la demanda y por otro, en cuanto no solucionamos correctamente nuestros problemas sociales, les empujamos a aprovecharse de ella.

En este sentido, cabe destacar lo afirmado por el inspector jefe del Centro de Inteligencia de Análisis de Riesgo (CIAR) de la Policía Nacional, José Nieto, quien ha señalado a Europapress.es que hay identificadas aproximadamente unas 16.000 personas en «zonas de riesgo», que son lugares «en los que en algún momento u otro se han identificado a víctimas de trata de personas», pero esto no significa que todas estas personas ejerzan la prostitución forzadas, y de hecho estima que este número representa «un tercio aproximadamente» del número total de prostitutas que puede haber en España. Debe tenerse en cuenta, que en nuestro país hay unos 1.400 locales en los que se practica la prostitución, aunque este número no incluye los pisos de citas, que cada vez hay más y además son sin lugar a dudas, incontrolables.

A su vez, a nivel Europeo, los datos del Eurostat entre 2010 y 2012, señalan quen fueron identificadas un total de 30.000 personas como víctimas de dicha trata, lo que supone un incremento del 28% respecto al periodo 2008-2010. La explotación sexual es una de las modalidades de explotación personal más extendida y común en todo el planeta.

De hecho, las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cifra en, aproximadamente, 4,5 millones de personas el número de víctimas de explotación sexual forzosa en el mundo, la mayoría de las cuales (90%) son mujeres y niñas. Pero se cree que, en realidad son muchas más las mujeres objeto de dicha explotación, pero es difícil cuantificar la dimensión de un negocio ilegal y clandestino como es este tipo de trata, tal como asegura ANESVAD.

Hoy en día la prostitución constituye un fenómeno que «afecta prácticamente a todas las naciones del mundo» en alguna de las fases que componen el proceso por el que una persona llega a caer en manos de las redes de explotación, que básicamente esta compuesto por: (i) su reclutamiento, (ii) el traslado, y (iii) la recepción de las víctimas.

De hecho la OIT indicaba que las investigaciones habían hallado personas del género femenino, víctimas de trata, con fines de explotación sexual, procedentes de al menos 152 países distintos que habían sido trasladadas a un total de 124 países.

ANESVAD ha puesto de relieve, las consecuencias de todo tipo que tiene la prostitución para las personas que se encuentran atrapadas por dicha situación, y de manera muy especial las secuelas físicas y psíquicas que se producen para las mismas. En el presente caso el término“prostitución” se debe hacer extensivo a la explotación sexual sea cual sea su forma, y a cualquier manifestación de abuso sobre las personas, que finalmente se materializa en el sufrimiento derivado siempre del maltrato y de la esclavitud.

Así, en un informe elaborado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), señala que prácticamente la mitad de las víctimas de trata (48%) han sufrido violencia física o sexual, así como amenazas, vejaciones y encierros, y que un porcentaje elevado (42,8%) sufre trastornos por ansiedad, por depresión (61,2%) y estrés post traumático el (14,9%). Y aunque parezca terrible, una de cada seis víctimas liberadas sufre pensamientos suicidas.

Por ello cabe cuestionarse, ¿cuál es la solución a la prostitución y su consecuencia de la explotación sexual?

El fenómeno de la prostitución es complejo y tal como afirma Lourdes Muñoz, debemos analizarlo teniendo en cuenta todos los factores que intervienen en él: las migraciones, la feminización de la pobreza, el consumismo generalizado, las personas en situación de prostitución -generalmente mujeres-, las organizaciones que se lucran de la prostitución y quienes consumen prostitución, generalmente hombres.

La gran mayoría de las mujeres en situación de prostitución (más del 90 por ciento) son extranjeras en situación irregular y son víctimas de las redes.

Su realidad es que la mayor parte de ellas se encuentran en la semi esclavitud: sufren extorsiones, amenazas, privación de libertad y padecen una fuerte dependencia de las organizaciones que las explotan.

Al mismo tiempo, la falta de información y su aislamiento les impide acceder a los recursos para poder ejercer sus derechos, lo que agudiza su vulnerabilidad.

Ni siquiera disfrutan de condiciones básicas, ya que muchas malviven hacinadas en pisos o en los mismos locales donde son explotadas sexualmente.

En un mar de siglas y de eslóganes se dice que «siempre existirá la prostitución», pero hay que tener en cuenta que hay soluciones para erradicar esta lacra social. En este sentido es necesario desatacar el éxito producido por las medidas adoptadas por Suecia, donde en  apenas cinco años, ha disminuido drásticamente la cifra de mujeres dedicadas a esta actividad.

En las calles de Estocolmo, el número de mujeres que se dedican a la prostitución se ha reducido aproximadamente en dos tercios, y al mismo tiempo, el número de clientes en un 80% aproximadamente. En las calles de otras grandes ciudades suecas, el comercio sexual prácticamente ha desaparecido.

Y en buena medida también ha ocurrido esto con los famosos burdeles y salas de masaje que proliferaron en el país durante las últimas tres décadas del siglo XX, cuando la actividad de la prostitución era legal.

Del mismo modo, hoy en día no es relevante el número de mujeres extranjeras que están siendo llevadas a Suecia para su explotación sexual.

El Gobierno Sueco estima que en los últimos años entre 200 y 400 mujeres y niñas han sido traficadas cada año hacia este país, cifras que aunque siguen siendo dramáticas, no son tan significativas si las comparamos con las entre 15.000 a 17.000 mujeres traficadas anualmente hacia la vecina Finlandia. Por ello puede afirmarse que ningún otro país o experimento social se acerca a los prometedores resultados que están siendo observados en Suecia.

¿Cuál es la fórmula que ha utilizado Suecia para lograr estos resultados?

Sorprendentemente, su estrategia no es en absoluto compleja. De hecho, los principios en que se basan las soluciones adoptadas son esencialmente simples y sobre todo, se encuentran inspirados en la más absoluta racionalidad y el sentido común. Este proceso nace en 1.999, después de años de investigación y estudios, en los que se procedió a aprobar una Ley que se caracterizaba por adoptar las siguientes pautas: (i) penalizaba la compra de servicios sexuales y (ii) al mismo tiempo, despenalizaba la venta de dichos servicios.

La novedosa lógica existente detrás de esta legislación se basaba en el hecho de que en Suecia, la prostitución era considerada como un aspecto de violencia masculina contra las mujeres, y por ello, se ha reconocido públicamente que constituye una forma de explotación de dichas mujeres y un problema social significativo. Por ello, se piensa que la igualdad entre ambos sexos y la erradicación de la violencia de género continuará existiendo y siendo inabordable, mientras los hombres compren, vendan y exploten a las mujeres prostituyéndolas.

Además de la estrategia legal, un tercer elemento esencial asumido por dicho modelo consiste en proveer amplios fondos para servicios sociales integrales, y que los mismos se encuentren destinados y dirigidos a cualquier mujer que desee dejar esta ocupación.

Del mismo modo, también se presta una especial atención a la educación ciudadana, para concienciar sobre todo a los hombres que deben abandonar este tipo de prácticas, al constituir una aberración social, que es hoy en día inasumible e injustificable por una sociedad que quiere ser igualitaria y avanzada, que lucha contra la marginación social, contra la violencia de género, y que proteje de manera decida a la mujer.

Por ello, es importante considerar que la prostitución constituye un anacronismo de nuestros tiempos, que representa una forma de violencia contra las mujeres en la cual se hace necesario penalizar y castigar a los hombres que de cualquier forma las exploten o compren servicios sexuales sean estos cuales sean.

En definitiva este modelo trata a la mujer prostituta, como víctima que requiere y necesita ayuda, y se educa a la ciudadanía para contrarrestar el histórico sesgo masculino que por tanto tiempo ha embrutecido el pensamiento acerca de la prostitución, y que ha traido como una de sus consecuencias el hecho de poder erradicar el crimen organizado dedicado a este tipo de actividad, que constituye un problema social y jurídico en los países en los que la prostitución ha sido legalizada o regulada.

Finalmente debe tenerse en cuenta que la adopción de estas medidas produce simultáneamente otros efectos colaterales muy importantes, como pueden ser: la drástica reducción de la explotación sexual y la violencia infantil, la propia trata de blancas, y como ha quedado dicho, de manera muy fundamental la disminución de la violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones.

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