Por qué Obama quiere restringir el derecho constitucional a poseer armas
Obama durante el acto en el que anunció la orden ejecutiva para controlar la venta de armas en la que llegó a llorar al recordar a los niños muertos por la violencia producida por dichas armas. EP.

Por qué Obama quiere restringir el derecho constitucional a poseer armas

La historia de las naciones condiciona el presente y el futuro de los pueblos. Nada es más verdad en el caso de Estados Unidos y el derecho consagrado en la  Constitución a llevar armas. ¿De dónde nace este derecho? ¿Y porqué Obama quiere restringirlo? Aquí encontrarán todas las respuestas.

Como todos ustedes saben, en España está prohibido la posesión de armas sin autorización.

Y esa autorización sólo la puede conceder la Guardia Civil. Es algo normal.

Por eso nos choca cuando vemos, a través de los medios audiovisuales, cómo en el primer país del mundo, Estados Unidos, sus ciudadanos pueden comprar, guardar y llevar armas libremente, a pesar de que regularmente se producen matanzas por parte de desequilibrados, ofuscados y terroristas. Todo tiene su explicación. Y en este caso, es histórica.

Las armas eran, por lo tanto, vitalmente necesarias.

Y siguieron siéndolas cuando los Estados Unidos libraron su guerra por la independencia contra el Reino Unido de la Gran Bretaña -con una importante ayuda española canalizada a través de Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana.

Los padres fundadores, los hombres que dieron la luz a la Constitución, estimaron que la mejor protección frente a la tentación de la dictadura o de la aristocracia era que la población pudiera armarse libremente.

Thomas Jefferson, uno de los principales autores de la Constitución estadounidense, escribió a finales del siglo XVIII, que “ningún hombre libre deberá jamás verse impedido de usar armas en sus propias tierras”.

Jefferson consideraba que la vigilancia armada de la ciudadanía permitiría un equilibrio de poderes mejor.

El derecho de los ciudadanos estadounidenses a llevar armas fue legalmente consagrado en 1791, cuando se aprobó la llamada Segunda Enmienda de la Constitución norteamericana, que dice: «Siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho a tener la responsabilidad de un arma no debe ser vulnerado».

Para dos de los padres fundadores, James Madison y Alexander Hamilton, el fin de ese derecho era precisamente garantizar al ciudadano su propia defensa en caso de que el Estado se extralimitara.

O lo que es lo mismo, los ciudadanos debían disponer de medios para hacer frente a un Ejército, al Ejército propio, se entiende, que en un momento dado pudiera amenazar la libertad de la nación e imponer una dictadura.

Madison, además, señaló, para dar más peso a esta argumentación, cómo los estados europeos de entonces restringían a los civiles su acceso a las armas para asegurarse, precisamente eso, seguir controlando el poder.

Hamilton, por su parte, argumentó que ya que en Estados Unidos no podía haber más ejército que el Federal, el derecho a usar armas podía permitir a los gobiernos locales formar milicias con los ciudadanos mejor preparados y armados.

De esa forma, si el Ejército Federal no pudiera actuar en algún estado, el gobierno local podría tomar la iniciativa.

Y así ha seguido desde entonces.

Hasta nuestros días.

Y de aquellos polvos, los actuales lodos. Porque las condiciones sociales han cambiado. Nada tienen que ver con aquellos tiempos.

El presidente Barack Obama ha tratado, desde el comienzo de su Presidencia, de restringir el acceso de los ciudadanos a las armas, pero se ha encontrado ante el potente «lobby armamentístico» de la Asociación del Rifle, que cuenta con grandes apoyos en el Partido Republicano, formación que controla tanto el Congreso como el Senado y que vetó una ley impulsada por el presidente para controlar y restringir las ventas de armas a los ciudadanos.

Cada año mueren en Estados Unidos más de 30.000 personas por armas de fuego, según cifras oficiales.

Ante ese estado de cosas, Obama tomó el toro por los cuernos y decidió, el pasado martes, hacer uso de uno de sus poderes: la orden ejecutiva -una de las prerrogativas que tiene el presidente-, para reducir la violencia producida por las armas.

Obama hizo pública esa decisión en la Casa Blanca, en un acto en el que se rodeó de familiares de las víctimas de los numerosos tiroteos mortales sufridos en ese país en los pasados años, durante un discurso televisado que duró 30 minutos.

El presidente estadounidense recordó varios tiroteos acaecidos durante sus dos mandatos presidenciales. Hizo especial hincapié en la masacre de la escuela primaria de Sandy Hook, en el Estado de Connecticut, que acabó con la vida de 20 niños y seis adultos en diciembre de 2012.

Obama desgranó el contenido de su orden, que obliga a las empresas y negocios que vendan armas a tener  «licencias y hacer revisiones de antecedentes a los compradores». De no hacerlo, podrían verse ante la Justicia.

El máximo mandatario norteamericano llegó a llorar, en ese acto, al recordar a «los  niños muertos» entre tanta violencia sin sentido.

Desde su punto de vista del presidente estadounidense, la razón primigenia del derecho a poseer armas se ha desenfocado por completo. Y lo que es peor, lo están pagando los más inocentes. Una visión que comparte la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, que se postula como candidata a la sucesión de Obama en la Presidencia.

Noticias Relacionadas:
Lo último en Divulgación