Una magistrada emérita del Tribunal Supremo USA, fundadora de una ONG que hace videojuegos en red para educar en justicia y en democracia
Sandra Day O’Connor, de 86 años, la primera mujer de la historia de los Estados Unidos en convertirse en magistrada del Tribunal Supremo, en 1981, fundó, tras jubilarse -en 2006-, iCivics, una organización no gubernamental (ONG) que produce videojuegos interactivos “on line” dirigidos a profesores y estudiantes.
El objetivo de tales videojuegos es educar en justicia y en democracia, promoviendo los valores cívicos y la importancia de la participación ciudadana en el gobierno de la nación.
Uno de los primeros 19 videojuegos creados fue, precisamente, “Supreme Decision” (Decisión suprema), en el que se que explica, de forma interactiva, cómo funciona el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el cual opera como Tribunal Constitucional.
En «Supreme Decisión» cada joven usuario tiene que asumir el papel de un juez imaginario del alto tribunal que tiene que emitir el voto decisivo en un caso.
Allí sirvió la magistrada durante 25 años.
iCivics también ha elaborado 120 planes de lecciones digitales que están disponibles gratis, al igual que los mencionados videojuegos, en Internet.
En la actualidad, más de 100.000 profesores de los Estados Unidos utilizan los recursos de iCivics, entre los que se incluyen el 50 por ciento de los profesores de lo que en España llamaríamos educación para la ciudadanía, y el 24 por ciento de los maestros de historia del equivalente a nuestra ESO.
Más de 3 millones de estudiantes norteamericanos jugaron con los videojuegos de icivicd en 2015, un año en el que esta ONG recibió el Premio MacArthur a Instituciones Creativas y Eficaces.
El último producto de iCivics ha sido “Win the White House” (Gana la Casa Blanca), recientemente estrenado, al que más de 250.000 estudiantes ya han jugado.
El videojuego, nacido en plena contienda electoral, permite a cada estudiante asumir el rol de un candidato presidencial y aprender cómo competir contra rivales que tienen puntos de vista divergentes en temas como la inmigración o el control de armas.
El prestigio de iCivics se vio recientemente reforzado con el anuncio de que Sonia Sotomayor, magistrada del Tribunal Supremo (de origen puertorriqueño), había pasado a formar parte de la junta directiva de la ONG con el visto bueno de éste órgano judicial.
CÓMO NACIÓ ICIVICS
La jueza O’Connor creó iCivics en 2009, preocupada por la certeza de que en muchos colegios e institutos se había abandonado la idea de enseñar a los estudiantes como convertirse en ciudadanos comprometidos.
Por encima de todo –y esa fue la chispa que inició iCivics -, le inquietaba la desconexión de los jóvenes con el sistema democrático, al no entender la importancia de una justicia independiente o el derecho a un proceso justo.
“Una cuarta parte de los estudiantes no pueden mostrar conocimientos de cómo funciona nuestro gobierno mientras que sus conocimientos sobre programas de televisión, como ‘Ídolo Americano’, es completo”, explicó a NYT.
La magistrada emérita O’Connor se internó en el mundo de los videojuegos educativos tras consultar con James Gee, profesor de literatura en la Universidad de Arizona y autor del libro “Lo que los videojuegos tienen que enseñarnos sobre el aprendizaje y la literatura”.
Gee le explicó a la magistrada que los videojuegos no iban sobre disparar a gente sino que podían resolver problemas. O’Connor quedó convencida y creó esta ONG.
iCivics tiene su sede en Cambridge, estado de Massachussets, pero los videojuegos son elaborados por Filament Games, una empresa de videojuegos de enseñanza con base en Madison, Wisconsin. Uno de sus fundadores es un antiguo estudiante del profesor Gee.
Otro de los videojuegos más populares de iCivics es el titulado “Do I have a right?» (¿Tengo derecho?), en el que los estudiantes tienen que dirigir un bufete de abogados ficticio especializado en derechos constitucional, contratando clientes, e imaginando que derecho hay que aplicar a cada caso y cómo tiene que ser argumentado.
En palabras de la juez O’Connor, «el sistema democrático de gobierno no se transmite a través de los genes. Tiene que ser enseñado a todas las generaciones.»
Ese es el espíritu que la empujó, en el invierno de su vida, a iniciar esta última aventura, aplaudida por todos.
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