Firmas

20 años del CERMI, el encanto de los números redondos

20 años del CERMI, el encanto de los números redondos
Luis Cayo Pérez Bueno presidente del CERMI.
18/4/2017 04:59
|
Actualizado: 17/4/2017 20:10
|

Algún día habrá que investigar de dónde surge el encanto de los números redondos y más si estos números se ponen en relación con la medida del tiempo. La cronometría más que lineal es circular. Investigar, por ejemplo, qué arcano cabalístico hace que fijemos nuestra atención y hasta que celebremos los 20, los 50, los 100 años de alguien o de algo.

¿Vendrá dado este encanto por la característica de redondos, esto es, por aproximarse a la figura perfecta que, según los antiguos, era la esfera? ¿Vendrá acaso porque nos revela, así, como sin quererlo, la auténtica naturaleza del tiempo: su carácter cíclico, su repetición, su eterno retorno? ¿Vendrá, en fin, de la sugestión del número “0”, que solo es la nada y detrás de otro expande y multiplica?

Hasta tanto resolvamos esas perplejidades, quedémonos por de pronto, conformémonos, que no es poco, con lo que nos ofrecen inmediatamente: con el encanto.

Este año 2017, es el del 20 aniversario del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), la expresión de la sociedad civil española para la incidencia política, para llegar allí donde se toman las decisiones relevantes para que la realidad de las personas con discapacidad y sus familias, su inclusión, sus derechos y su bienestar, la mejora de sus condiciones de vida y ciudadanía, esté presente.

Dos décadas en las que una minoría social, discreta y aislada, colocada históricamente en las periferias de la vida colectiva, como cuestión marginal y marginada, a través de la agregación inteligente de su interminable articulación asociativa, ha tratado de hacerse presente, de ser y también de estar, ganando posiciones en la agenda política y en la conciencia y en la visibilidad sociales.

No se trata de celebrar, no hemos planteado así este aniversario, que se presta en tantas ocasiones a ser solo ese fuego fatuo, que flamea pero no calienta. No es cuestión de complacerse en la propia identidad, de ceder al fácil halago de la vanidad, de las evoluciones del peligroso afecto a uno mismo, tan humano, tan demasiado humano. CERMI no trabaja para su propia marca, no busca la mera reputación, ni el nombre eufónico, que suene bien a la audiencia amplia del país; como seña de cultura corporativa ha escogido la discreción, prefiriendo siempre la eficacia al conocimiento y al reconocimiento.

Ser un instrumento de generación de cambio social, a favor de las personas con discapacidad y sus familias que mida sus resultados por la cantidad y calidad de transformación lograda, y no por la herramienta en sí misma, cuya justificación y valor está solo en el buen uso que se le dé. Ese ha sido nuestro modelo corporativo, hacer emerger y operar un grupo de interés y presión, como actor cívico relevante, en el páramo de nuestra vida civil, tan enteca.

Pero si este aniversario no es deliberadamente ocasión para el alarde  de las conmemoraciones intransitivas, sí puede invitar a realizar balance sinóptico de lo que estos 20 años han significado para la discapacidad en España, en términos de avance como comunidad y como país.

La respuesta a la pregunta, pertinente y oportuna, de en qué medida España es o no una mejor Nación para las personas con discapacidad en el transcurso de las dos últimas décadas y si estos hipotéticos progresos han obedecido a movilización y a la militancia consciente y activa de la sociedad civil articulada en torno a esta dimensión de la diversidad humana y de la pluralidad social.

Y sí, ha habido progresos, morales y materiales, económicos, políticos y legislativos, y de cariz más cualitativos que cuantitativos, que a la postre son siempre preferibles, pues la discapacidad si es algo primeramente es una carencia, una omisión mental, la negación o la depreciación, por parte de una comunidad canónica, con tendencia a la clausura, renuente e inepta para gestionar la diversidad social, para abrirse a la alteridad de las diferencias enriquecedoras.

De la clausura mental a la apertura social 

Los cambios de índole cualitativa producidos en los últimos años en materia de discapacidad en España son, como consignaba, preferibles pues contienen mayor carga transformadora y encierran más potencial para desencadenar espirales de innovación creciente. Todo es antes mental y luego se proyecta y se despliega en lo real.

Y a no dudar, en esta estela hay que inscribir lo que deseo anotar como contribuciones primordiales del movimiento social de la discapacidad en estas dos últimas décadas, y que ha tenido al CERMI como decantación, como cifra y suma de algo más extenso y más valioso.

La primera ha de ver con la propia conciencia, con el progresivo proceso de que las personas con discapacidad, a título individual y grupal, nos sintamos y nos percibamos como parte inherente de la familia humana, como miembros tan valiosos como los demás, poseedores de una dignidad intangible, llamados no a ser meramente aceptados sino a ser corresponsables y coprotagonistas de una vida en comunidad decente.

Esta toma conciencia del propio valor personal y colectivo, ha comportado parejamente una operación política-jurídica de enorme alcance, ha traído consigo el aporte indiscutible de considerar la discapacidad como una cuestión, no resuelta aún, de derechos humanos, que condiciona inderogablemente toda acción pública y normativa que se lleve a cabo por la comunidad política organizada. Somos un movimiento social de derechos humanos, los cuales son la base que informa y orienta la agenda política y cualquier tarea de incidencia.

La toma de conciencia y asunción del propio valor; el enfoque, único admisible, de derechos humanos, cuando se aborda esta realidad ha determinado una activación política de crecida magnitud que sería el tercer aporte de estas últimos 20 años.

No son los otros -los gobiernos, las leyes, las políticas, ni siquiera esa cosa difusa y confusa llamada sociedad- los que traerán la emancipación a este grupo social colocado en posición forzosa de exclusión, sino las propias personas con discapacidad, activas y comprometidas, las que generarán, las que estamos generando, las condiciones de ese irreversible e inaplazable cambio.

Otras Columnas por Luis Cayo Pérez:
Últimas Firmas
  • Opinión | Sostenibilidad: un suma y sigue para las empresas
    Opinión | Sostenibilidad: un suma y sigue para las empresas
  • Opinión | Mocro Maffia y micro justicia
    Opinión | Mocro Maffia y micro justicia
  • Opinión | CDL: El pleito de M&A más complejo y largo de la Historia: La compra de Autonomy por Hewlett-Packard (V)
    Opinión | CDL: El pleito de M&A más complejo y largo de la Historia: La compra de Autonomy por Hewlett-Packard (V)
  • Opinión | Entidades especializadas en las ejecuciones civiles: la eficiencia de exportar un modelo de éxito
    Opinión | Entidades especializadas en las ejecuciones civiles: la eficiencia de exportar un modelo de éxito
  • Opinión | Un abogado civil en la corte militar: el caso de Cerro Muriano
    Opinión | Un abogado civil en la corte militar: el caso de Cerro Muriano