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La identidad digital: Un reto de presente con proyección futura

La identidad digital: Un reto de presente con proyección futura
Javier Puyol es el socio director de Puyol Abogados, una boutique legal especializada en el mundo de las nuevas tecnologías y el cumplimiento normativo. Confilegal.
21/1/2018 06:10
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Actualizado: 17/4/2023 16:03
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Por el concepto de “identidad digital” se considera lo que habitualmente somos para otros en la Red. O, mejor dicho, lo que la Red dice que nosotros somos a los demás, y para los demás.

Y se puede definir, como “la gestión de la identidad digital se define como la habilidad de gestionar con éxito la propia visibilidad, reputación y privacidad en la red”, debiéndose tener presente que la misma se puede configurar de muchas maneras y una misma persona puede tener diferentes identidades utilizando herramientas diversas o tener sólo una[i].

Debemos tener presente, que la misma no se encuentra definida a priori, y, que dicha identidad se va conformando con la participación de cada uno, directa o indirecta, presente o diferida en un momento ulterior en las diferentes comunidades y servicios que conforman hoy en día, Internet.

Lo que conocemos como identidad está compuesta de muy diversos factores, tanto jurídicos como fisiológicos, genéticos, históricos, psicológicos e incluso hasta espirituales o religiosos, pero todos estos elementos nos individualizan y nos identifican diferenciándonos de otros en la sociedad en la que nos desenvolvemos. En este concepto de identidad, confluyen diversos elementos, características, credenciales, documentos, información, datos personales, hábitos, contraseñas, que nos dan acceso a un sinnúmero de derechos, privilegios, actividades, lugares, etc. Nuestra identidad de alguna manera marca y define nuestro lugar en el mundo[ii].

Se puede afirmar, igualmente, que la identidad digital constituye la huella que cada usuario de Internet deja en la red, como fruto del resultado de su relación con otros usuarios también conectados en la propia red, o mediante la generación de contenidos en cualquiera de sus modalidades.

La identidad digital es una paradoja de elementos que pueden a su vez servir como identificadores y herramientas para anonimizar; es decir, que mientras algunas personas físicas o morales aprovechan estos elementos de individualización para ser reconocidas como tal, o bien, trasladar su identidad real o corporativa a un entorno digital, otras personas, sobre todo físicas, aprovecharan estos elementos para distraerlos de su identidad habitual y de alguna manera gozar de un cierto nivel de anonimato.

En la misma, convergen muchos aspectos de carácter sociológico, cultural e incluso psicológico. A veces esta identidad digital no se corresponde con la real, simplemente porque cada cual quiere mostrar lo mejor de sí mismo, con lo que se conoce como self-presentation. Y de aquí surge lo que se ha venido a denominar e-reputación.

La reputación es asociada a una nube de palabras convergentes como notoriedad, popularidad, renombre, celebridad, reconocimiento, influencia, autoridad y credibilidad. Es también el conjunto huellas que dejamos en internet, explotado principalmente por empresas como Google, Amazon, Facebook y Apple.

Desde el crecimiento de las redes sociales, la reputación es estudiada tanto en sociología como en marketing. Se construye a partir del conjunto de percepciones que tienen las personas del objeto y todo tipo de información asociada que circula en la web.

La e-reputación es lo que una persona piensa de otra tercera. Remite a la información disponible en la web para que nos hagamos una opinión sobre una persona o una organización.

Pasa por la evaluación del sujeto, un juicio. La reputación tiene dos componentes: la imagen de la persona, pero también el conjunto de las informaciones que terceros hacen circular para influenciar nuestro juicio[iii].

La e-reputación, es un concepto que tiene una naturaleza sociológica pero también mercadológica, a lo largo de nuestro paso por Internet y todas las plataformas sociales que viven en esta gran red, vamos dejando huella, una huella por desgracia, prácticamente imborrable, que puede dejar antecedente de todos los éxitos laborales de una persona, pero también de errores del pasado, las fotografías poco afortunadas, las amistades no gratas, y cualquier otra información o dato de carácter personal vinculado a una persona concreta y determinada, etc.

La complejidad más grande que representa la e-reputación, es que se basa no sólo en lo que cada persona puede decir o mostrar de frente a los demás, de nuestra vida o de nuestra carrera, sino que también se construye de las opiniones, fotografías, videos y recuerdos de los demás, esos cohabitantes del ciberespacio que no siempre pertenecen al grupo de los amigos o de la familia, ya que a veces son los maestros, los alumnos, los colegas, los clientes o incluso los detractores que nos denigran.

No existe una regulación sobre la «identidad digital»

No existe una regulación positiva ex profeso sobre lo que constituye el concepto legal de la “identidad digital”, por ello, y considerando la velocidad con la que hoy en día interactúan los seres humanos, gracias al uso de la misma, ello está obligando a los juristas y autoridades de todo el mundo, a proponer soluciones creativas, mediante la utilización de los elementos existentes en la actualidad.

Es cierto, el derecho es materia viva y obedece a las necesidades humanas, sin embargo, en la mayoría de los casos, no hay problema jurídico, que no pueda resolverse gracias a la correcta aplicación de los principios generales del derecho, e incluso las propias bases del derecho civil, por lo que debe ponerse en cuestión la auténtica necesidad de crear nuevas leyes adaptadas al mundo digital, o bien, simplemente apostar por saber utilizar más certera y correctamente los criterios legales consolidados ya existentes.

No obstante, ello, nuevos y diferentes problemas están surgiendo en cada momento, vinculados, en este caso, al uso de la figura de la identidad digital. Por ejemplo, hay que constatar los problemas derivados de la usurpación de identidad digital, el cual representa un problema que está cobrando cada vez más importancia y trascendencia de manera globalizada en todas las sociedades conectadas, así como las cifras económicas de los daños causados hasta el momento por ilícitos cometidos en contra de dicha identidad digital.

Por ello, es procedente profundizar en el concepto de tal identidad, como pieza fundamental que es de la persona física; comprendida no sólo como un ente biológico y natural, sino como un ente social, dotado de diversos elementos que constituyen su personalidad, teniendo en cuenta que el conjunto de factores que integran dicha “personalidad”, el cual está conformado con múltiples elementos que lo componen, y que comprenden los datos o cualquier clase de información personal asociada a una persona concreta y determinada, dependiendo de ciertos factores inherentes a la misma, como su cargo, fama, posición social.

Consecuentemente con ello, su divulgación y las consecuencias de todo orden derivadas de este hecho, debe llevar consigo que se produzca el empoderamiento de cada individuo, como titular de su derecho fundamental a su propia personalidad y a su intimidad, de tal manera, que se logre determinar y evaluar su identidad, en función de los elementos particulares que la componen, y cada vez se tome más conciencia de los riesgos que conlleva la divulgación de cierta información, y por ello, se proceda a gestionar la misma de forma más equilibrada.

En qué consiste la «identidad digital»

Este rastro que conforma habitualmente la llamada “identidad digital” está formado por una serie de impactos de distinta procedencia. Algunos de ellos son los siguientes[iv]:

Los denominados “perfiles personales”

Compuestos fundamentalmente por las redes sociales  generales (Facebook, Tuenti, Twitter, Myspace…) y profesionales (Xing, Viadeo, Linkedin…) y portales de búsqueda de empleo.

Los comentarios

Entre otros, los vertidos a través de foros, blogs, portales de información, redes sociales, Youtube, etc.

Los contenidos digitales

En este caso, se deben mencionar las fotos publicadas en las redes sociales, videos en Vimeo, presentaciones en Slideshare, o cualquier otra clase de documentos publicados en webs, o en una web personal, o en un blog, etc.

Los contactos

Bien de los amigos, la familia, los contactos profesionales, de seguidores, y también de aquellas otras personas a quienes seguimos por medio de los diferentes instrumentos contenidos en la red.

Las direcciones de correo electrónico

Bien sean personales o de carácter profesional. Constituye un fenómeno cada vez más común, que cada persona tenga más de una dirección de e-mail.

La mensajería instantánea

En sus diversas modalidades, tales como: Messenger, Irc, Whatsapp, etc.

También, es importante resaltar la importancia que ha cobrado el concepto de la “identidad digital” en las redes sociales, bajo la óptica actual de la sociedad, donde la posición que cualquier persona ocupe en el “ente social o la comunicación 2.0” en ocasiones tiene un valor mayor, que el de su propio rol o la posición que dicha persona ocupe en la sociedad.

Hoy en día puede afirmarse, a modo de conclusión que las redes sociales son una especie de “super organismo” humano. Tienen vida propia. Pueden crecer y evolucionar.

Por lo tanto, el estudio de este fenómeno de identidad en las redes sociales en Internet y nuestra interacción en ese mundo virtual, merece una especial atención y profundo estudio, ya que ahora son parte de la vida de cada individuo, de nuestro día a día, ya que, por medio de las mismas, creamos relaciones afectivas y sentimientos de pertenencia y comunidad y, sorprendentemente, seguimos obedeciendo a un mismo principio social, buscarnos en aquellos en los que encontramos semejanzas[v].

Finalmente, se debe tenerse en cuenta que para gestionar eficazmente la identidad digital hay que tener presente una serie de factores que ejercen una gran influencia sobre la misma, teniendo presente que la gestión de la identidad digital constituye una nueva habilidad de carácter informacional y de naturaleza digital, que presenta sus propios condicionamientos, entre los que se encuentran los que se citan a continuación, y que son los siguientes[vi]:

Una identidad digital personal es una representación virtual

Nos permite interactuar en el ciberespacio, proyectar una personalidad y difundir una trayectoria personal o profesional para aprender y compartir información, como noticias, webs, aficiones, opiniones, etc.

Es posible no querer tener una identidad digital

Y no participar activamente en la nueva cultura digital. Esta es una opción personal, no obstante, que no garantiza que otras personas hablen o publiquen material de un individuo determinado, o bien suplante su identidad en Internet.

El entorno virtual scenario idóneo para diversas actividades

Si bien es cierto que la propia identidad digital debería ser totalmente coherente con la identidad analógica, también es verdad que el entorno virtual puede ser el escenario idóneo para realizar algunas actividades concretas, como desarrollar una afición o encontrar contactos estratégicos para a una determinada actividad profesional. También cabe destacar que la generación digital ya no diferencia entre la identidad digital y la analógica y, probablemente tampoco esta disrtinción tendrá trascendencia para el futuro.

Lo que se publica en Internet queda en la Red

Todo lo que se publica en Internet queda para la posteridad, hecho que puede tener consecuencias futuras en la imagen y la reputación personal. Lo que se difunde sobre uno mismo y lo que nos rodea contribuye a escribir una memoria colectiva y perenne en la red. Son numerosas las quejas de los ciudadanos del peligro que puede llevar que un documento quede en la red a lo largo de los años.

Hay entender de tecnología y participar de ella

Crear una identidad digital significa entender la tecnología y participar de ella. Es una oportunidad para demostrar quiénes somos realmente y acercarnos a la gente con intereses o aficiones similares.

Utilizar seudónimos y avatares es un riesgo

Al igual que ocurre en el mundo analógico, hay buenas razones para tener varias identidades digitales en contextos diferentes. Pero experimentar otras identidades, a través de seudónimos y avatares, es también un riesgo, del mismo modo que alguien puede engañar, también puede ser engañado.

La credibilidad y la onfianza, en el mundo virtual, también se gestionan aportando información responsable y ética.

[i] Cfr.: Identidad Digital.

[ii] Cfr.: SOLIS, Cynthia. “Usurpación de identidad Digital: un estudio comparativo de soluciones francesas, mexicanas y norteamericanas”. Universidad Paris-Sarclay y Universidad Panamericana. Ciudad de México y Paris 2.018.

[iii] Cfr.: MKT Capacitación. ¿Qué es la e-reputación?. 4 de abril de 2017.

[iv] En este sentido, cfr. CARBELLIDO MONZO, Carlos. “Identidad digital, reputación online, el derecho al olvido y cómo borrar contenido de internet”. Un Community Manager. 23 de septiembre de 2010.

[v] Cfr.: CHRISTAKIS, Nicholas y FOWLER, James. “Conectados, el sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan”. Editorial Taurus. México 2013.

[vi] Cfr.: GIONES-VALLS, Aina y SERRAT-BRUSTENGA, Marta. “La gestión de la identidad digital: una nueva habilidad informacional y digital” Bid. Facultad de Biblioteconomía. Universitat de Barcelona.

 

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