13 cosas que a los fiscales no les gustan de los jueces y 13 cosas que a los jueces no les gustan de los fiscales
Los autores de este artículo: Fernando Germán Portillo Rodrigo es juez decano de Melilla y magistrado del Juzgado de lo Contencioso-administrativo nº 3 de esa ciudad, y Fernando Germán Benítez Pérez-Fajardo, quien es fiscal delegado de Medio Ambiente y Urbanismo de la Fiscalía Provincial de Málaga. Fotos cedidas por Melilla Hoy/Javier Albiñana.

13 cosas que a los fiscales no les gustan de los jueces y 13 cosas que a los jueces no les gustan de los fiscales

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13/2/2018 06:15
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Actualizado: 13/2/2018 11:13
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¿Es posible que un juez y un fiscal sean amigos? Por supuesto, es bastante habitual. Los hay incluso que se han casado entre sí. Los que suscribimos este artículo lo somos, aunque nuestra amistad comenzó precisamente el día en que se iba a decidir nuestro futuro profesional.

Nos conocimos en el año 2005, en el acto de elección de carrera. En la puerta del Consejo General del Poder Judicial, 250  personas esperábamos nerviosas a que comenzara el acto, contactando con aquellos que nos parecían más afines, entre otras cosas para ir buscando compañeros de piso para los meses de la escuela.

Conectamos enseguida, pues si a una cierta y evidente afinidad le unimos que ambos proveníamos de Málaga y que éramos las dos únicas personas con el mismo nombre compuesto que conocíamos, se podría decir que el destino nos unió, aunque por poco tiempo.

Ambos pensamos que el otro sería el mejor candidato para compartir piso, pero cada uno tenía firmemente decidido ser Juez/Fiscal, y aunque hubiéramos aceptado de buena gana la alternativa, los dos teníamos buen número y seríamos lo que eligiésemos.

Y así fue.

Una inolvidable semana en el Centro de Estudios Jurídicos durante el periodo escuela y doce años después, grandes amigos como somos desde entonces, uno propuso al otro escribir a medias este artículo, con el confesado propósito de repartir responsabilidades y suavizar el posible impacto sobre las respectivas carreras.

El otro aceptó sin pensarlo, kamikaze como somos y en la confianza que nos tenemos. Que a ambos nos gustase escribir era un regalo que justificaba una petición hecha por amistad, puro nepotismo.

Las conclusiones que aquí traemos no son exclusivamente de nuestra cosecha, sin perjuicio de que las podamos compartir. Cierto que tras una década ejercicio profesional alguna opinión nos hemos formado, pero es imposible abarcar todo el muestrario cuando son tantas las formas de entender las respectivas profesiones como personas hay.

De ahí que hayamos pedido opinión a otros compañeros, que han colaborado gustosamente y a los cuales damos las gracias desde estas líneas, habiendo consistido nuestro trabajo fundamentalmente en una imprescindible labor de síntesis.

Lo que así exponemos son, sobre todo, los vicios que hemos podido observar puntualmente en la llamada “carrera hermana”, vicios a los ojos del juez o del fiscal, que pueden no serlo a los ojos del otro cuerpo, algunos de los cuales están asentados en la práctica de unos pocos.

Hay que advertir que, según observamos en nuestros respectivos destinos, las relaciones entre ambas carreras son, en general y salvo raras excepciones, magníficas, de colaboración, comprensión y respeto mutuo.

Al fin y al cabo, provenimos de la misma carrera universitaria, aprobamos (muchos de nosotros) la misma oposición y solo nos diferencia una elección personal, o la falta de posibilidad de elección de aquellos que se tuvieron que conformar con lo que no querían.

Entiéndase por ello este artículo con el mejor espíritu de conocimiento y comprensión entre ambas carreras, más que con ánimo de crítica. Se trata de hacernos reflexionar como forma de mejorar el ejercicio profesional y el entendimiento entre ambos cuerpos.

Sólo así deben ser entendidas estas líneas.

13 cosas que a los fiscales no les gustan de los jueces

1) Que piensen que los fiscales somos todos jueces frustrados a los que no nos llegó la nota. Y que si les dices que elegiste fiscal, te miren extrañados. ¿Qué tiene de extraño, no somos “inmortales”, no vivimos tan bien?

2) Que sean contrarios a que el Fiscal lleve la instrucción penal y, sin embargo, comiencen la instrucción de la causa con autos del tenor: «incóense diligencias previas y pase al Ministerio Fiscal para que informe».

3) Que cuando no saben qué hacer durante la instrucción, tiren del clásico «pase al Ministerio Fiscal para que informe sobre la continuación del procedimiento o sobre las diligencias a practicar y procedimiento a seguir”, como si Ley de Enjuiciamiento Criminal fuese un arcano solo comprensible para los miembros del Ministerio Fiscal.

4) Que te pasen la causa para informar, informes y luego ignoren tu informe; o que copien en los fundamentos jurídicos de una resolución, como único argumento, el informe del fiscal sin siquiera mencionarlo.

5) Que suspendan las declaraciones en instrucción de causas complejas si el Fiscal que lleva el asunto no puede acudir ese día, para no tener que estudiárselas e interrogar.

6) Que los jueces de instrucción no entiendan lo que requieren los jueces de lo penal, y que éstos a su vez no recuerden su época de jueces de instrucción, y que por ello, y entre otras cosas, se nieguen a transcribir las declaraciones grabadas en soporte informático.

7) Que te llamen para que pases por su despacho para hablar de un asunto o le encarguen a un funcionario del juzgado que te llame para decirte que el juez quiere verte, refiriéndose a nosotros como un «individuo del Ministerio Fiscal» con una medio sonrisa muy expresiva o pidiendo que venga “un Fiscal” como quien pide una de boquerones. Por cierto, nosotros también tenemos despacho y estaríamos encantados de recibir su visita.

8) Que insistan al Fiscal para que se conforme a la baja y evitarse tener que celebrar el juicio y dictar sentencia, o te digan de entrada que ellos no lo ven claro con la misma intención.

9) Que durante un juicio interrumpan tu interrogatorio para preguntar ellos o, cuando acusaciones y defensas han terminado su interrogatorio, pregunten precisamente lo mismo que tú acabas de preguntar.

10) Que señalen la continuación de un juicio y pregunten a los abogados qué tal les va tal día para seguir, ignorando al Fiscal que ha empezado el juicio y si puede o no venir, como si entre los fiscales nos transmitiéramos por ósmosis lo que ya se ha practicado.

11) Que al acabar un juicio te hagan el típico comentario de «que bien que vivís los fiscales porque ahora te vas a tu casa, pero yo tengo que poner la sentencia», como si la preparación previa al juicio no contase como trabajo.

12) Que se tomen los recursos como algo personal. Y que se piquen con el Fiscal cuando la Audiencia Provincial nos da la razón.

13) Que dediquen gran parte de sus quedadas a ponernos a caldo, incluso si hay un fiscal delante (aunque sea en calidad de pareja de juez) en situación de clara inferioridad.

13 cosas que a los jueces no les gustan de los fiscales

1) Que se retrasen en elaborar informes o interpongan los recursos mucho más allá del plazo legal, como si no fuesen parte y los plazos no fuesen con ellos.

2) Que pidan prisión provisional aún a sabiendas de que no procede, y que encima te lo digan y se excusen en que «así puedes elegir».

3) Que digan «reproduzco mi escrito de acusación por vía de informe», manteniendo la acusación, para querer indicar que en verdad lo que procede es la absolución, pero no pidan ésta.

4) Que sean más corporativos que nosotros los jueces, mucho más. Es envidia.

5) Que digan «he archivado» o «he metido en prisión» cuando ellos no lo hacen puesto que no deciden, solo lo piden.

6) Que parezca que solo se esfuerzan en penal, pero no en el resto de jurisdicciones.

7) Que no vayan a los juicios civiles alegando que basta con que les des traslado para conclusiones, arrastrando su profesión como si está no consistiera además en pedir pruebas y participar en su práctica.

8) Que vengan a una ratificación de prisión provisional o a un juicio no penal y lo primero que hagan al sentarse es preguntarte «de qué va esto, hazme un resumen rápido».

9) Que pidan diligencias indispensables que no lo son para no tener que calificar. El colmo es que lo hagan después de que tú les hubieses dado traslado durante la instrucción para ver qué diligencias a practicar y te contesten «las que procedan en derecho».

10) Que los fines de semana te pidan que transformes la petición de orden de protección (544ter) en medida de alejamiento (544bis) para no tener que ir al juzgado a hacer la comparecencia.

11) Que, en general, se molesten contigo cuando tienen que ir el fin de semana al juzgado de guardia por algún detenido o medida, como si fuese culpa tuya.

12) Que digan en voz alta que quieren la instrucción de los delitos y luego te confiesen en voz baja que en verdad no, para nada, en absoluto.

13) Que de media cobren más que los jueces. Y que lo nieguen.

 

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