Firmas
Sobre la ética y el uso de las redes sociales por los fiscales
27/10/2018 06:15
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Actualizado: 26/10/2018 23:13
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El fenómeno de las redes sociales y el atractivo que suscitan como globalizada forma de comunicación hacen que millones de personas en el mundo caigan rendidas ante ellas, sin calibrar en ocasiones el efecto mariposa -positivo o negativo- que un mensaje en la red puede tener.
Así, un simple «tweet» puede ser capaz de crear un auténtico tsunami virtual con tremendas repercusiones sociales, que en muchas ocasiones pueden afectar negativamente a personas, colectivos o instituciones.
En el uso de redes sociales no existe código ético, encontrándonos -como antes indiqué- ante potentes plataformas de comunicación en las que impera el «todo vale», provocando así (a mi entender) la aparición de lo que en términos aristotélicos -recordando la obra «Etica a Nicómano»-podríamos llamar «nueva forma de akrasia«: Un estado mental irracional donde, a sabiendas, dejamos de lado la prudencia, la razón y las consecuencias, para ir tras una decisión que entendemos no será buena para nosotros (y pese a ello actuamos).
Soy fiscal, tanto yo como muchos de mis compañeros hacemos uso de las redes sociales, donde bien sabemos que muchas veces se entremezclan temas banales con temas de calado político o social.
Es por ello por lo que, en cuanto que formamos parte de la alta magistratura del Estado inequívocamente comprometida con la legalidad, me pregunto ¿deberíamos emplear algún tipo de cautela o comportamiento a la hora de navegar por la web?
La labor de un fiscal está sujeta a patrones de comportamiento como son el actuar con diligencia, conocimiento, ciencia y conciencia, procurando por lo tanto extremar la prudencia en nuestro quehacer cotidiano.
Todos estos postulados deben tener proyección a la hora de hacer uso de redes sociales, valorando los efectos que pueden tener manifestaciones que podemos hacer y el efecto mariposa al que antes hicimos referencia, más aun cuando al lanzar el mensaje en ese universo digital lo hacemos en nuestra condición de fiscales.
No debemos olvidar que la función constitucional que ejercemos nos determina a incorporar en nuestro código de conducta valores y virtudes como los ya citados y todo ello para evitar -en el caso de uso de redes sociales- caer en esa nueva forma de akrasiaa la que antes me refería.
IMPRUDENCIA
Decía Apiano de Alejandría que «La imprudencia suele preceder a la calamidad», aplicando tal pensamiento al mundo de la cíber-comunicación, debemos ser prudentes para evitar precisamente la calamidad, y en caso de querer lanzar mensajes en la red, valorar las consecuencias y emplear lenguaje adecuado, evitando así faltas de respeto o de consideración a iguales, superiores jerárquicos, ciudadanos, jueces, magistrados, y en general cualquier persona o institución que pueda verse afectada por el comentario.
Sólo así evitaremos que un comentario efectuado en redes sólo por el simple deleite de lanzar una opinión personal, en un lenguaje inadecuado y sin calibrar las repercusiones, pueda poner en jaque a nuestra carrera.
No está de más recordar uno de los pasajes del discurso de la fiscal general del Estado en la apertura del año judicial, donde abordaba un tema tan candente como el de Cataluña: «Durante el año 2017 asistimos en Cataluña a un desbordamiento del orden constitucional y estatutario, (…), que como no podía ser de otra manera, se encontró con la firme actuación de las Instituciones del Estado de Derecho, y también del Ministerio Fiscal, en su inequívoco compromiso con el principio de legalidad. (…). Finalizo este punto con un mensaje de respeto a todos los profesionales de la Justicia, en general, y a los Fiscales en particular que, de una u otra forma ejercen la difícil labor de ofrecer una adecuada respuesta ante la grave situación generada en Cataluña.»
Así, podrá gustarnos o no una determinada noticia y podremos comentarla en cualquier chat o foro en el que participemos, lo que en todo caso deberíamos evitar –puesto que en absoluto dignifica nuestra carrera- es emplear términos o expresiones que descalifiquen o cuestionen gravemente la actuación de personas, instituciones o poderes públicos.
Toda esta reflexión me lleva a concluir que, como fiscales de vocación que somos -entregados a un trabajo serio, responsable y absolutamente escrupuloso con el principio de legalidad- en caso de participar en los foros digitales y antes de escribir, es aconsejable que pensemos y valoremos, y si finalmente optamos por lanzar el mensaje…, actuar como decía William Shakespeare «penséis lo que penséis, creo que no están de más las buenas palabras».
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