La Abogacía reflexiona sobre las predicciones de Richard y Daniel Susskind en torno al futuro después del COVID-19
Richard y Daniel Susskind, padre e hijo, gurús de la gestión de despachos con el libro escrito al alimón detrás: "The Future of the Professions" (El futuro de las profesiones).

La Abogacía reflexiona sobre las predicciones de Richard y Daniel Susskind en torno al futuro después del COVID-19

Consideran que las empresas pasarán por cinco etapas hasta recuperarse de la crisis del coronovirus
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18/4/2020 01:45
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Actualizado: 21/4/2020 18:35
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Las escalas de tiempo no están claras, por supuesto, pero la dirección del viaje se puede trazar tentativamente. A dicha reflexión se puede acceder desde el artículo que han publicado Daniel Susskind, economista, profesor en el Balliol College de Oxford y coautor con su padre Richard Susskind de ‘El futuro de las profesiones’.

Uno de los anteriores libros de Susskind padre, «El abogado del mañana», acaba de ver la luz, a través de Wolters Kluwer España, que actualmente está preparando otro libro de este autor titulado «On line Courts and the future of justice».

Richard Susskind es reconocido por su trabajo como asesor de despachos y conferenciante. Aquí en España participó hace cinco años en el ‘Legal Management Forum’.

Ambos expertos señalan que las empresas líderes o bufetes deben tener estrategias y planes para cada una de las fases de recuperación que de alguna forma configuran esta pandemia.

La primera de ellas, afirman, “es de la movilización”, esto “implica la rápida transición de la oficina al trabajo remoto. Pocos estaban completamente preparados para esto, en términos de sus operaciones, tecnología y cultura. Para muchos, el enfoque aquí está en la supervivencia a corto plazo».

Durante esta fase, consideran que «las mejores empresas cuidan de su gente y ayudan a sus clientes y a ellos mismos». A su juicio, «las relaciones y la reputación a largo plazo se ganarán y perderán durante la movilización».

En otra segunda etapa, “la gran mayoría de los profesionales estarán encerrados, esencialmente trabajando desde casa, desconectados físicamente como nunca antes”.

Sin embargo, utilizarán “muchas tecnologías disponibles que permiten una buena comunicación y colaboración en línea, a veces excelente”.

La tercera fase, apuntan, “es más difícil de predecir, cuando las restricciones al movimiento se relajen y muchas personas se recuperen y vuelvan a las oficinas y a la vida cotidiana”.

En cualquier caso, durante la fase de emergencia, creen que «puede haber un nuevo cisma en la sociedad, entre los que se han recuperado y están en libertad y aquellos cuyas vidas aún están muy limitadas. Dos mercados diferentes que habrá que atender”.

También consideran que “cuando la gran mayoría de las personas haya emergido por completo, probablemente habrá un aumento en la actividad económica y en la confianza del mercado”.

Esta será la cuarta fase, en la que se recuperará algo de terreno perdido, con tratos y proyectos que se llevarán a cabo en marcos de tiempo comprimido.

Durante este aumento, los mercados financieros comenzarán su viaje hacia sus niveles anteriores a Covid-19, la industria y los negocios se regenerarán y prosperarán, y habrá una gran demanda de servicios profesionales.

A su debido tiempo, después del aumento inicial, se establecerá un nuevo equilibrio, pero en esta quinta fase no habrá una reversión a la vida profesional de finales de 2019.

A juicio de estos expertos, el cambio es inevitable “muchas de las tecnologías y técnicas que se han forjado en el fragor de la movilización y el bloqueo se considerarán preferibles a las formas tradicionales”.

Reacciones del sector legal

Sobre este escenario reflexionan para nuestra publicación, Rosa Vidal, socia directora del despacho Broseta; Javier Mourelo, director de personas de la firma de servicios profesionales RSM en España y Sara Molina, socia directora de la consultora NIze Partners, experta en gestión de despachos y transformación digital.

Para Rosa Vidal, “la expansión mundial del COVID-19 ha provocado una situación de emergencia sanitaria, social y económica como nunca antes en nuestro tiempo habíamos vivido”.

A su juicio, “la magnitud de su impacto ya es valorada por algunos de los principales organismos mundiales en la misma línea que en épocas pretéritas de postguerra, tanto en nuestro país como en las principales economías de nuestro entorno”.

Rosa Vidal, socia directora del despacho Broseta.

Vidal cree que será algo coyuntural “sin embargo, las repercusiones económicas y sociales permanecerán durante un tiempo y tendremos que afrontar como conjunto de ciudadanos una nueva forma de relacionarnos personal y profesionalmente. Vivimos una situación de alcance global que requiere flexibilidad, coordinación y agilidad en las respuestas”.

Sobre lo que comentan ambos Susskind, esta jurista señala que “en estas premisas encontramos algunas pautas sobre cómo adaptarnos a la nueva situación y cómo debemos afrontar el medio plazo para que todos salgamos fortalecidos».

En este sentido, se detiene en la primera y quinta fase, ya que son aquellas que considera que «tendrán una mayor incidencia en la adaptación de las organizaciones al nuevo entorno”.

“En la primera fase, la situación sobrevenida ha provocado un ‘shock’ inicial a nivel profesional muy importante, obligando casi de la noche al día a desarrollar una nueva forma de trabajar en remoto para la que quizá no todas las organizaciones estaban aún preparadas”.

Esta experta reconoce que “en el ámbito de la abogacía de negocios, las firmas con una mayor dimensión llevamos tiempo adaptando nuestras estructuras a los retos de la digitalización y en este sentido no me cabe duda de que en la mayoría de los casos se ha llevado a cabo esta situación con normalidad y con la garantía de la continuidad del negocio. Quizá firmas de menor tamaño hayan podido sufrir más esta situación”.

“En cualquier caso, el trabajo a distancia ha sido solo una de las primera consecuencias de una situación que, en su primer estadio, ha requerido una reacción muy ágil por parte de todos”.

«Reacción hacia nuestros propios empleados que demandaban una respuesta de su organización ante la emergencia sanitaria, logística y laboral y reacción hacia el cliente que necesita, ahora más que nunca, que como asesores de confianza estemos a su lado para contribuir a ofrecerle todo lo que está en nuestra mano para salir fortalecidos de esta situación”.

Sobre la quinta fase, la socia directora de Broseta, indica que “en relación a los nuevos retos que afrontaremos en la recuperación, efectivamente, y en línea con lo indicado por Susskind, creo que en buena parte sabremos aprender de las lecciones de estos días y aprovechar cómo la tecnología nos hace más eficientes”.

Para Vidal “como abogados de negocios es importante destacar que, de forma preferente, seguiremos desarrollando una profesión que es absolutamente relacional y de contacto, que requiere la intensidad y el enriquecimiento que se genera a partir del día a día en cada una de las firmas”.

Desde su punto de vista ser abogado “necesita también el contacto permanente con la realidad del cliente, con su centro de producción, con su negocio, que es lo que nos hace entender mejor sus verdaderas necesidades y poder ayudarle de la forma más completa y adaptada posible».

La importancia de la dirección de las firmas

Por su parte, Javier Mourelo, como experto en gestión de personas, está de acuerdo con el artículo de los Susskind sobre «las fases que atravesaremos a lo largo de esta situación, sin embargo, hay matices que resaltar”.

En estas fases todavía iniciales “hay una serie de cualidades que debe mostrar la dirección de las firmas para ganar la necesaria confianza tanto de sus clientes como de sus profesionales. Liderazgo en momentos complejos. Apoyo y acompañamiento constante tanto profesional como emocional y transparencia y comunicación creíble”.

A su juicio, “la reputación se obtiene con mucho esfuerzo y mucha coherencia a lo largo de años. Crisis tan brutales como la actual ponen a prueba la necesaria consistencia entre discursos y hechos”.

Javier Mourelo, director de personas de la firma de servicios profesionales RSM en España.

Este experto es partidario de que “en momentos tan duros como los actuales deben emerger valores que pueden estar más o menos ocultos en etapas de bonanza y calma, como pueden ser la solidaridad, la generosidad o la lealtad, principios y valores que, bien gestionados, hacen a una compañía mucho más cohesionada y resistente a las dificultades”.

Mourelo aclara que “las organizaciones, como las personas, son mucho más resilientes de lo que ellas mismas creen. Sin duda esta crisis ocasionará la desaparición de empresas y negocios, pero la mayoría sabrá adaptarse a las circunstancias para sobrevivir. La cultura del esfuerzo es más necesaria que nunca”.

A largo plazo, “una vez que toda esta pesadilla haya pasado y volvamos a la nueva normalidad, que nunca será como la anterior normalidad, habrá que ver qué sucede”.

Mourelo cree que con esta experiencia “habremos descubierto la enorme utilidad de la digitalización y del teletrabajo, que afortunadamente ya han llegado para quedarse. Sin embargo, también habremos descubierto que esos avances son complementarios, nunca sustitutivos”.

En su opinión, “el contacto humano, el valor de mirarse a los ojos en una reunión o negociación, por poner solo un ejemplo, no tienen precio y volveremos a ello en cuanto podamos. Apuesto por un modelo ‘blended’, mixto de trabajo”.

2020 un año de grandes cambios

Por su parte, Sara Molina advierte que este 2020 “es el año de la verdadera transformación en el sector legal donde está calando la actividad ‘legaltech’. La realidad tecnológica ha llegado sin avisar con la irrupción de una pandemia que está implicando unas devastadoras consecuencias a nivel humano, económico, empresarial, social… y que nos ha obligado a vivir en un nuevo paradigma de incertidumbre”.

“Si entendemos que el valor de los servicios profesionales lo dan las personas y que son ellas lo más importante centrarnos en su bienestar y auto realización requiere una verdadera transformación”, apunta.

Sara Molina, socia directora de la consultora NIze Partners.

En su opinión, “vivimos un momento en que no se trabaja a distancia sino que se trabaja desde la casa de uno, dónde los equipos no deben reunirse simplemente sino que tienen que organizarse de forma colaborativa, dónde la motivación y la productividad no se impulsan solamente con una retribución sino con un proyecto sobre todo humano”.

Destaca que Richard Susskind por medio de sus predicciones nos plantea de forma escalada la evolución prevista.

Para Molina, “estamos inmersos en la segunda fase dónde el tsunami de un nuevo escenario profesional ha irrumpido en forma de ola tecnológica. Una ola, a la que algunos estaban subiéndose y sobre la que empezaban a nadar, mientras que otros que no se habían preparado les ha tocado tragar agua y dejarse arrastrar por la corriente, teniendo que tomar medidas de urgencia a corto plazo”.

A juicio de esta experta, “este fenómeno no ha sucedido tan solo en los despachos y asesorías jurídicas, sino que también está afectando de pleno en la propia Administración de Justicia”.

Las fases intermedias que plantea Susskind requieren sobre todo un cambio más profundo y a largo plazo de la cultura, modelo de negocio y su posible impacto en el ‘partnership’, forma de trabajo, reducción de plantilla…”.

Desde su punto de vista, “si hay algo importante será asimilar a marchas forzadas las ‘soft skills’ de las que se vienen hablando desde hace un tiempo con el añadido de ser ahora digitales y digitalizadas: empatía, creatividad… deben evidenciarse en los medios ‘online’ que tenemos para conectarnos haciendo necesario más que nunca un cambio radical en el liderazgo”.

Esta experta se pregunta cuándo será la próxima vez que veamos a nuestros clientes cara a cara. “Es en esta situación donde la tecnología debe ser un instrumento de trabajo que nos genere seguridad y además evidencie la calidad de nuestro servicio”, apunta.

En su opinión, “la brecha tecnológica se acentuará no por tener mayores presupuestos destinados a software sino por ser capaces de trabajar con procesos más ágiles”.

Molina cree que “es necesario que nos empapemos de los valores que subyacen detrás de la metodología ‘agile’ nacida en el entorno tecnológico que se resumen en cuatro: valorar más a los individuos y sus interacciones que a los procesos y las herramientas, valorar más el software funcionando que la documentación exhaustiva, valorar más la colaboración con el cliente que la negociación contractual y valorar más la respuesta ante el cambio que seguir un plan”.

Para Sara Molina “el futuro es incierto y es ahora dónde la resiliencia, agilidad y el trabajo en equipo tienen especial importancia porque, esto también pasará y la clave es que ya no volveremos al punto de origen”.

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