La pandemia hace realidad dos de las tomas de posesión más atípicas de toda la historia del Supremo
César Tolosa Triviño, el nuevo presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal, flanqueado por sus padrinos, Mariano de Oro-Pulido López –jubilado como magistrado del Supremo– y Octavio Juan Herrero Pina, magistrado de la Sala Tercera; al fondo, el presidente saliente, Luis María Díez-Picazo Giménez. Foto: TS.

La pandemia hace realidad dos de las tomas de posesión más atípicas de toda la historia del Supremo

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15/11/2020 06:50
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Actualizado: 15/11/2020 09:51
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Lo que tenía que haber sido una ceremonia que hubiera durado, como mucho, 25 minutos, se convirtió en dos rozando los doce minutos, en días sucesivos. Pero se llevó a cabo, todos enmascarados y a una media de poco más de un metro y medio de distancia cada uno.

Ambas ceremonias, teñidas por un tono de tristeza ceremonial, tuvieron lugar el miércoles y jueves pasado en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo, el mismo en el que se celebró el juicio contra los acusados de articular el proceso separatista en Cataluña.

Y, como es lógico, estuvo presidido por Carlos Lesmes Serrano, presidente en funciones del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, flanqueado por Francisco Marín Castán, presidente de la Sala de lo Civil, y Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal, quienes ocuparon una mesa ante la que, en condiciones normales, se sientan siete personas; los miembros de la Sala de Gobierno del Alto Tribunal.

El presidente en funciones del Tribunal Supremo y del CGPJ, Carlos Lesmes, el presidente de la Sala de lo Civil, Francisco Marín Castán, al fondo, y el presidente de la Sala de lo Penal, Manuel Marchena, en primer plano. Foto: TS.

Curiosamente, tanto Lesmes como Marín Castán aparecieron con dos mascarillas, una encima de la otra.

¿Aprehensión? Ya tienen una edad. Lógico. Los grupos de riesgo, ya se sabe.

En los asientos de ambos lados, donde caben 90 personas, tan solo hubo 14, todos togados. Incluyendo al teniente fiscal, Luis Navajas, que permaneció de pie, en una esquina, observando atentamente.

La mayor parte de ellos eran padrinos de los seis magistrados llamados a tomar posesión en cada día.

Tres de ellos como presidentes de Sala y tres como miembros de la Sala de lo Penal del Supremo, el 18,7 por ciento de la fuerza de trabajo de la que venía adoleciendo dicha Sala desde hace más de un año.

El público, solo 27 personas sentadas a los reglamentarios dos metros. A menos de un tercio de su capacidad.

Plano general del Salón de Plenos en época del COVID. Lleno a menos de un tercio de su capacidad. Foto: TS.

La sesión del miércoles fue dedicada a la toma de posesión de los tres presidentes que fueron elegidos por el Pleno del CGPJ del pasado 29 de septiembre.

Las ceremonias repitieron el ritual clásico, con el presidente del Supremo y del CGPJ tomando la palabra.

– Acto de toma de posesión de la excelentísima señora doña María Luisa Segoviano Astaburuaga nombrada presidenta de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo. El ilustrísimo señor secretario de Gobierno se servirá dar cuenta. 

La nueva presidenta de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo –la primera mujer de la historia del Alto Tribunal que ocupa esa responsabilidad–, María Luisa Segoviano, segundos antes de tomar posesión de su cargo. Le flanquean sus padrinos: Rosa María Virolés y Fernando Salinas. Foto: TS.

Ángel Tomás Ruano Maroto, igualmente enmascarado, leyó el Real Decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado, firmado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Apenas 5 líneas de formulario.

Fue un momento histórico. Era la primera vez en los 191 años de existencia del Tribunal Supremo –contando los 2 de la Constitución de Cádiz (1812-1814), los 3 del Trienio liberal (1820 a 1823) y los 186 desde su definitivo establecimiento, en 1834– que una mujer ocupa la Presidencia de una de las cinco salas del Alto Tribunal.

La elegida, la llamada a pasar a la historia, era, precisamente María Luisa Segoviano, la magistrada de la eterna sonrisa.

Mientras Lesmes daba bola a Ruano y este leía el BOE, Segoviano esperó fuera de la Sala, en solitario. Bueno, sola no, en compañía de los dos otros futuros presidentes de Sala, Jacobo Barja de Quiroga y César Tolosa Triviño.

Este ritual iniciático, aparte de una formalidad obligatoria, marca la transición del elegido –o de la elegida, como es el caso– de un estado anterior, el de magistrada, a presidenta de la Sala de lo Social, la «primus inter pares» (la primera entre iguales).

Una vez que Ruano terminó su lectura, Lesmes se dirigió a los dos padrinos, dos magistrados amigos para que, literalmente, salieran a buscar a la elegida fuera de la Sala y luego la condujeran ante su persona.

Segoviano eligió a su compañera Rosa María Virolés y a Fernando Salinas, recientemente jubilado y exvicepresidente del CGPJ.

En ese momento, todo el mundo se puso de pie.

Debido al miedo al COVID-19, ni Virolés ni Salinas la cogieron por el codo. Aire. Una vez ante la Presidencia, los tres hicieron las cuatro inclinaciones de rigor.

La primera ante la Presidencia, la segunda ante los magistrados y fiscales a la izquierda, la tercera al contrario y la cuarta al resto de la sala, de espaldas a la Presidencia.

Después, Lesmes, repitiendo el «conjuro mágico» de estas ceremonias le dijo:

–La excelentísima señora doña María Luisa Segoviano Astaburuaga puede disponerse a tomar posesión como presidenta de la Sala Cuarta. Sírvase vuestra excelencia de tomar asiento en señal de posesión.

Segoviano subió los dos escalones, se puso frente a Lesmes, se llevó la mano al corazón, hizo una inclinación en señal de agradecimiento y se sentó en el asiento más cercano a la derecha de la mesa presidencial, uno de los que solían ocupar los fiscales del juicio del caso del proceso separatista.

Los dos padrinos, por su parte, hicieron lo mismo, y regresaron a los asientos que les habían asignado.

La ceremonia se repitió a continuación, de la idéntica manera, con el nuevo presidente de la Sala de lo Militar, Jacobo Barja de Quiroga, que fue amadrinado por su compañera de Sala y vocal del CGPJ, Clara Martínez de Careaga y apadrinado por su compañero Fernando Pignatelli Meca.

El sucesor de Ángel Calderón y nuevo presidente de la Sala de lo Militar, Jacobo Barja de Quiroga, con sus dos padrinos, Clara Martínez de Careaga y Fernando Pignatelli, ambos miembros de la misma Sala. Foto: TS.

Y después el proceso se repitió con el nuevo presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, César Tolosa, quien culmina con este paso una más que brillante carrera, habiendo sido antes, además de magistrado de esa sala, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria.

Sus dos padrinos fueron sus compañeros Octavio Juan Herrero Pina y Mariano de Oro-Pulido López, ya jubilado.

El nombramiento de Tolosa viene a poner paz al periodo tormentoso de su antecesor, Luis María Díez-Picazo Giménez, el cual renunció a presentarse a un segundo mandato ante la improbabilidad de obtener un mínimo de 13 votos del Pleno del CGPJ, de los 21 existentes.

Díez-Picazo, precisamente, asistió al acto y cuando Lesmes le dijo a Tolosa que tomara posesión de su asiento, éste se movió a otro asiento, a dos metros de distancia, dejando el lugar a su sucesor.

EL 18,7 POR CIENTO DE LA «FUERZA DE TRABAJO» DE LA SALA DE LO PENAL

La Sala de lo Penal del Supremo, que preside Marchena, está, actualmente, compuesta por 16 magistrados, que llegan como agua de mayo a los 13 componentes actuales.

Representan el 18,7 por ciento de su «fuerza de trabajo».

A los nuevos magistrados les esperan jornadas de trabajo de entre 50 y 60 horas semanales. Cada uno de ellos debe producir, cada siete días, una media de dos sentencias y cuatro o cinco autos (sobre querellas, recursos de revisión, quejas y cuestiones de competencia).

No es moco de pavo. Y para nada un balneario.

Los elegidos fueron los magistrados Ángel Luis Hurtado Adrián, proveniente de la Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional, Leopoldo Puente Segura, cuyo destino anterior era la Sección de Apelación de la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, y Javier Hernández García, quien hasta ahora era presidente de la Sección número 1 de apelación penal de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Su toma de posesión tuvo lugar el jueves, al mediodía.

El padrino de Hurtado fue su ahora compañero de Sala, Antonio del Moral.

Hurtado tuvo que luchar con el vaho que se le formaba en las gafas, consecuencia de su respiración a través de la mascarilla. Lo que le llevó a ponérselas adelantadas. La apariencia era, como menos, curiosa.

Antonio del Moral imponiendo al nuevo magistrado de la Sala de lo Penal, Ángel Hurtado, el escudo del Alto Tribunal y el collar preceptivo. Foto: TS.

A diferencia de los nuevos presidentes de Sala, los nuevos magistrados del Supremo tuvieron que jurar o prometer su cargo mediante la lectura de la fórmula conveniente de una fotocopia.

Para evitar ningún riesgo se omitió la Constitución.

Leopoldo Puente fue amadrinado por Susana Polo García.

Y Javier Hernández por el magistrado jubilado de esa misma Sala, Perfecto Andrés Ibáñez, del que muchos dicen que es su sucesor.

Leopoldo Puente prometiendo su cargo. Foto: TS.

Javier Hernández prometiendo su cargo ante la mirada atenta de su padrino, Perfecto Andrés Ibáñez. Foto: TS.

Una vez que Hernández se sentó en estrados, Lesmes levantó la sesión y se terminó todo. Como se suele decir, cada mochuelo se marchó a su olivo. Son tiempos del COVID-19.

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