La expresión «llevar los bártulos» tiene mucho que ver con el estudio del Derecho
Bártolo de Sasoferrato fue un jurista italiano de Renacimiento que, junto con Pistoya, Ubaldi y Maino, convirtieron el derecho compilado por el emperador Justiniano, en el siglo VI después de Cristo, en el derecho común de toda Europa, diez siglos después; sus libros eran de grandes dimensiones, como se puede ver en la imagen, de ahí la expresión "llevar los bártulos", los libros del profesor Bártolo de Sasoferrato.

La expresión «llevar los bártulos» tiene mucho que ver con el estudio del Derecho

La mejor forma de saber si una frase goza de salud en un idioma como el nuestro consiste en teclearla en un buscador de Internet –entre comillas- y darle al enter.

Una de ellas es la de «llevar los bártulos», que tiene sus raíces en el estudio del Derecho.

Esta expresión viene del Renacimiento y la utilizaban los estudiantes de Derecho cuando transportaban los manuales escritos por Bártolo de Sasoferrato, insigne jurista italiano y profesor de la Universidad de Bolonia, en Italia.

Bártolo de Sassoferrato era parte de los comentaristas o “consiliatores”, cuyas obras cerraron el ciclo del derecho medieval y abrieron el derecho moderno.

Sasoferrato, junto a Pistoya, Ubaldi y Maino fueron los auténticos fundadores de la jurisprudencia europea.

Con su trabajo convirtieron el derecho compilado por el emperador Justiniano, en el siglo VI después de Cristo, en el derecho común de toda Europa, diez siglos después.

Ni que decir tiene que los manuales de Bártolo de Sasoferrato eran muy voluminosos y pesados.

La imprenta inventada por Johannes Gutenberg, aunque trabajaba a toda velocidad, no producía todavía volúmenes de pequeño tamaño, como ahora, sino muy grandes y costosos.

Para transportarlos, los estudiantes de derecho los ataban con cuerdas o con cintas resistentes y se los echaban al hombro.

Para ellos era lógico, por lo tanto, llevar los «bártolees»  de un sitio a otro.

Los «bartolees», con el tiempo, se transformaron, en castellano, en bártulos y ahí se quedó la frase, hasta nuestros días, seis siglos después.

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