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Cómo me convertí en inspector de Hacienda

Cómo me convertí en inspector de Hacienda
Pablo Fernández Miser, inspector de Hacienda, es autor de esta columna sobre las oposiciones en España.
19/6/2021 06:46
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Actualizado: 19/6/2021 06:46
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La semana pasada tuve el placer de publicar mi primer libro ‘Como me convertí en inspector de hacienda’ y aquí vengo a ‘hablar de mi libro’.

Tengo que agradecer a la Editorial Colex, especializada en libros de contenido jurídico, la confianza depositada y la libertad que me ha dado para escribir un relato que no se limita a las experiencias profesionales.

Y es que, narra la historia de un muchacho granadino que, en los años noventa, decide preparar oposiciones a la Agencia Tributaria, primero, muy jovencito, al cuerpo técnico de Hacienda, para posteriormente, ya en la treintena, volver a encerrarse y sacrificar su vida personal para estudiar la promoción interna a Inspección de Hacienda.

A través de los distintos capítulos se narran las experiencias en los variados destinos en las áreas de recaudación, gestión, aduanas e inspección, en un viaje por numerosas zonas de la geografía española, como Barcelona, Lanzarote, Ceuta, Valdepeñas, Algeciras o La Línea, en los que se pretende acercar la figura de un universitario, que se convierte en opositor, afronta numerosos retos y decepciones para finalmente, lograr su sueño de convertirse en inspector de Hacienda.

El relato no es de tipo técnico, abunda en vivencias que dibujan el escenario de la sociedad de esos años. De esta forma, en las primeras páginas se formula la siguiente pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor?

Es deseable una reforma que introduzca mejoras en las pruebas

A lo largo del texto, se irá revelando la respuesta a esa pregunta y las razones que explican que dedicara mi vida a la función pública.

Hoy en día, 40 años después, mal que le pese al ministro responsable de Función Pública, Miquel Iceta, y algunos partidarios de acabar con el sistema de oposiciones, tal y como lo hemos conocido, los jóvenes siguen queriendo ser técnicos e inspectores de Hacienda, y la Agencia Tributaria goza de un gran prestigio y reconocimiento internacional basado sobre todo en la calidad de los funcionarios, y desde luego muy superior al de la clase política.

El Gobierno defiende, por el contrario, que el acceso a la función pública no resulta atractivo para los jóvenes debido a las exigencias de las oposiciones, en especial las de mayor nivel.

Manifiesta que “las exigencias de tiempo, esfuerzo y dedicación que precisan muchas oposiciones pueden expulsar a candidatos que por una cuestión de tiempo o capacidad económica no pueden optar a dichos puestos”.

Por supuesto, que es deseable una reforma que introduzca mejoras en las pruebas, que afronte la necesidad de una mayor formación en digitalización e idiomas y quizás, suprima o disminuya algunos temas teóricos no relacionados directamente con las funciones de los distintos cuerpos de funcionarios.

Pese a que los datos demuestran lo contrario, (en el caso de los inspectores de Hacienda, el aumento de las plazas convocadas y el prestigio del Cuerpo han hecho que se duplique el número de opositores en los últimos 5 años, de 495 a 1.187) se ha optado por la política de hechos consumados sin contar con los inspectores de Hacienda o altos funcionarios del Estado, dejando las decisiones en manos de una comisión política.

Dentro del argumentario de los que pilotan la cruzada contra el actual sistema de oposiciones como acceso a la función pública, también se repite la obsesión por denigrar la memoria como parte del conocimiento.

Quiero recordar a Gregorio Luri, filósofo, pedagogo, ensayista y defensor de la formación en numerosos textos, afirma que «el aprendizaje se basa en la memoria. Lo que no está en la memoria, sencillamente no existe».

He empezado el texto recordando la frase formulada en 1993 por el genial Francisco Umbral, “yo he venido a hablar de mi libro”.

Los jóvenes universitarios que terminan ilusionados sus estudios en las facultades con clases semipresenciales o virtuales seguramente no saben de lo qué estoy hablando, y quizás no conocen a Francisco Umbral. Seguro que conocen a Mercedes Milá, la presentadora de aquel programa, pero no como periodista de temas de actualidad, sino como conductora de realities, como Gran Hermano.

Lo que quiero destacar es que aquel programa “Queremos saber” de Antena 3, en horario de máxima audiencia, se dedicaba a la presentación de un libro por un novelista “de verdad”, nada que ver con los pseudoescritores, youtubers o “famosetes” que abundan ahora. En aquellos días, se había producido un escrache ante una conferencia de Felipe González en la Universidad Complutense.

Han pasado veinte años y la parrilla de la televisión ha cambiado de forma radical. ¿De verdad creen que ha mejorado? Hoy en día sería impensable dedicar un programa en ‘prime time’ a un grupo de universitarios y a un novelista. Muchos pensamos lo contrario, que la televisión actual se ha convertido en una sucesión de programas vulgares.

¿Hacer cambios? Claro que sí, actualizar, modernizar, pero para mejorar.

Francisco Umbral, por cierto, pese a su literatura iconoclasta, que criticaba a políticos, presidentes e incluso al propio Rey, respetaba la figura del opositor, al que dedicó algunas letras, en esta tribuna, que pese a ser publicado en “El País” en 1978, está hoy en día más vigente que nunca. (Para adictos a literatura periodística, forma parte del recopilatorio ‘Diario de un snob’).

«Los socialistas y otros enemigos de la sociedad pretenden suprimir las oposiciones de la vida nacional. Una de tantas medidas demagógicas de la izquierda….».

«Una larga tradición se viene abajo si quitamos las oposiciones, como quieren los socialistas, que seguramente no han ganado nunca una oposición, y de ahí el resentimiento. Porque lo de menos de la oposición es la oposición, señores socialistas: lo importante son los valores eternos».

Mantengamos los valores, lo que funciona y respetemos el trabajo de los opositores.

La seguridad es fundamental para esa etapa tan dura.

La mayoría de ocasiones en que leemos a los inspectores de hacienda en la prensa se ocupan de normas tributarias, análisis de Hacienda Pública, complejas reformas fiscales, etc.

A lo largo de mi relato, a través de los retazos de mi vida, cuento mi infancia, las dificultades de la vida, también las alegrías, el baloncesto, mi afición por la literatura, los problemas personales, las decepciones profesionales y el reto de las oposiciones en dos etapas distintas de la vida. Espero que les guste y que se acerquen a esa otra visión del inspector de hacienda.

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