Silvia Madrid: “Los abogados de empresa son la asignatura pendiente del ICAM”
Su primera vocación fue la de ser médico, pero el destino le llevó por los caminos de la abogacía de empresa, donde está reconocida como una de las profesionales punteras con 28 años de profesión fuera y dentro de España. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Silvia Madrid: “Los abogados de empresa son la asignatura pendiente del ICAM”

Candidata a vicedecana por la candidatura "Ahora Abogacía", que lidera Juan Gonzalo Ospina
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08/12/2022 06:50
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Actualizado: 08/12/2022 08:14
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La sonrisa y la risa es algo característico de Silvia Madrid, candidata a vicedecana en el “ticket” electoral que capitanea Juan Gonzalo Ospina bajo el lema “Ahora Abogacía”.

Es la abogada “in house”, como a muchos gusta ahora de definir a los abogados de empresa en un “Spanglish” que quiere invadirlo todo, en la banca UniCredit.

Tiene 51 años, está casada y tiene cuatro hijos adolescentes. Está muy ilusionada con este reto al que se enfrenta. Trae ideas nuevas para hacer del Colegio de la Abogacía de Madrid lo que debería ser, dice: la casa de todos.

Son, en total, 28 años de ejercicio profesional fuera y dentro de España.

¿Por qué se ha embarcado en esta historia?

Como abogada de empresa, siempre he sentido una desafección absoluta hacia el Colegio de Abogados. Para mí, el Colegio ha sido simplemente un edificio administrativo donde te colegias y te dan tu carné.

Realmente, no he tenido nunca mucha vinculación con el Colegio hasta hace dos años, que empecé a formar parte de la sección de Derecho Bancario. A partir de ahí he tenido más vinculación en el colegio.

Pero me contactó Juan Gonzalo Ospina para comentarme el proyecto que tenía tan ilusionante para el ICAM. A raíz de eso me di cuenta de que los abogados de empresa somos un sector totalmente desapegado del Colegio de Abogados y que esta es una oportunidad histórica de ponernos en valor y formar parte de un proyecto ilusionante para convertir a la institución en un colegio moderno, integrador, dinámico y digital.

Todos estamos aquí por las ganas y por la ilusión que tenemos de algo.

Sabe que no cobraría nada como diputada del ICAM, ¿verdad?

Por eso lo digo. A la edad que tengo he cumplido todas mis expectativas profesionales y personales. Y este es un proyecto que me hace mucha ilusión por devolver de lo que he recibido. He recibido mucho, he tenido mucha suerte en la vida, tanto a nivel personal como profesional, y es el momento de poner de mi parte y poner mi persona y mi profesionalidad a disposición de un proyecto que creo que es el mejor proyecto para modernizar el colegio. 

Sorprende que, con el potencial tan grande que tiene el ICAM, esté tan infrautilizado. Se comprende que en estos años solo hayan votado un 7 o un 8 % de los colegiados. Es una prueba del desapego hacia el Colegio

¿Cuánto tiempo lleva siendo abogada?

28 años.

¿Y dónde ha trabajado en ese tiempo?

Acabé la carrera y empecé a trabajar en la asesoría jurídica del BCH [Banco Central Hispano]. Estuve par de años. Me mandaron a Nueva York a llevar la asesoría jurídica de Nueva York, Miami, San Francisco de Puerto Rico.

Estando en Nueva York, el Santander nos absorbió con lo que se cerró allí el BCH. Me integré en el Santander, pero como quería seguir en Nueva York y aprovechar todas las oportunidades que me ofrecía la ciudad, me fui a trabajar a un despacho de abogados.

Empecé un lunes y el martes se cayeron las Torres Gemelas. Dos años más tarde volví a España porque mi marido quería regresar. Como la firma para la que trabajaba no tenía oficinas en Madrid, comencé a moverme. Me contrataron en el Royal Bank of Scotland para montar el departamento de Legal y «Compliance».

Estuve con ellos doce años. Acabé siendo la directora para todo el sur de Europa de Legal. De ahí me fui a UniCredit, que es la mayor entidad financiera italiana. Era 2016 y como el Royal Bank of Scotland, acababan de abrir en España. Me contrataron para montar el departamento de jurídico y de «Compliance». Jugó mucho a mi favor que hablo italiano.

Respondiendo a su pregunta, llevo prácticamente toda mi vida profesional, desde 1994, trabajando.

silvia madrid
Silvia Madrid apuesta por ampliar las prácticas de grado de los graduados en derecho a las asesorías de jurídicas de las empresas, las grandes desconocidas. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Cómo se tomó UniCredit que a su directora de Legal y Compliance le ofrecieran ir de candidata a vicedecana en una de los siete “tickets” electorales?

Se sintieron muy orgullosos de que tenga la oportunidad de representar a los abogados de empresa y a una institución financiera como la suya, primero.

¿No tuvieron ninguna reserva? Porque el Colegio de Abogados requiere su tiempo.

Me conocen. Saben que soy una persona muy responsable y que no tengo ningún problema a dedicarle los huecos que tenga, a costa de mi sueño y de mis actividades personales. Saben perfectamente que compatibilizaré, si soy elegida, mis labores en el banco con el Colegio y que mi trabajo no se resentirá en absoluto.

¿Y qué idea tiene para potenciar la presencia de los abogados de empresa en el ICAM?

Lo primero de todo, crearíamos una comisión con los abogados de las asesorías jurídicas. Quisiera contar con los jefes de dichas asesorías para que el Colegio tenga el pulso de la empresa.

Además, hay que darles visibilidad en las universidades. Porque las prácticas están muy enfocadas hacia los despachos. Queremos que las prácticas de grado, cuando acaban la carrera, se hagan también en las asesorías jurídicas de empresas. Para que los futuros abogados sepan que, al acabar, aparte de trabajar en una firma, existe también esta posibilidad.

Otra cosa que queremos hacer es crear foros de “networking” dentro del Colegio de Abogados. Yo, que he trabajado siete años en Nueva York, he visto cómo funciona el bar [Bar Association o Colegio de Abogados, en español].  

Allí los abogados se sienten absolutamente orgullosos de ser miembros del bar, de las instalaciones que tienen. Tienen un restaurante estupendo donde van con compañeros y con clientes. Es un centro de reuniones sociales y profesionales. Queremos potenciar esto en el ICAM. El Colegio tiene que acercarse al colegiado y el colegiado al Colegio.

A pesar de la existencia de la sentencia del TJUE, 12 países de la Unión tienen reconocido el derecho al secreto profesional de los abogados de empresa, 13 países no lo reconocen, y 2 no lo tienen claro. No existe unanimidad. Nosotros, desde nuestra candidatura, defendemos que se reconozca y vamos a luchar por ello

O sea, abrir una cafetería, un restaurante para abogados…

Queremos que el Colegio sea el lugar donde los abogados queramos ir para relacionarnos. Esta es una candidatura integradora que, por lo que se refiere, a los abogados de empresa, incluye a los de las grandes, las medianas y las pequeñas, también a las firmas unipersonales y a los abogados de “Compliance”, que también son los grandes olvidados.

Hoy en día, entre los abogados de empresa y la abogacía de los negocios existe la percepción de que el Colegio de la Abogacía de Madrid es una institución del turno de oficio.

Nuestra candidatura pone también mucho énfasis en el turno de oficio. No puede ser de otra manera. Pero somos una candidatura integradora. En el ICAM, con nosotros, el turno de oficio tendrá su lugar, pero también la abogacía de empresa. Queremos sumar.

Supongo que habrán hecho números.

El Colegio de la Abogacía de Madrid tiene 77.000 colegiados, entre ejercientes y no ejercientes. Los compañeros que se dedican al turno suman 5.000 personas. Un 6,4 %, si no me equivoco. Son un colectivo muy relevante, pero la abogacía de Madrid la componen más colectivos.

Queremos romper esa percepción. El ICAM es la casa de todos. De la misma manera que lo sienten los abogados de Nueva York.

Durante mi estancia allí formé parte de la “Comisión de Banking”, como abogado extranjero. En sus instalaciones manteníamos reuniones, con comidas incluidas en su restaurante. Esto atraía a abogados de todas las áreas.

El lugar es un centro muy dinámico de la abogacía de Nueva York. Puedes palpar la actividad, la energía, la ilusión, las ganas. Te encuentras, además, con un montón de compañeros. Eso no tiene nada que ver con lo que tenemos aquí.  

Hoy por hoy, los abogados de empresa son la asignatura pendiente del ICAM.

Lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad. Le sorprende que algo tan evidente no se haga aquí, ¿no?

Sorprende que, con el potencial tan grande que tiene el ICAM, esté tan infrautilizado. Se comprende que en estos años solo hayan votado un 7 o un 8 % de los colegiados. Es una prueba del desapego hacia el Colegio.

Silvia Madrid
Según Silvia Madrid, el potencial del ICAM está infrautilizado. Las ideas que su plantea su candidatura son innovadoras. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Supongo que le preocupa el contencioso sobre el secreto profesional de los abogados de empresa.

Por supuesto. Los abogados de empresa tenemos derecho al secreto profesional como el resto de nuestros compañeros.

¿Dónde está el meollo del problema?

En 2010 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó una sentencia en la que decía que los abogados de empresa no podían acogerse al secreto profesional. A esta jurisprudencia precisamente se acogen tanto la Agencia Tributaria como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia para argumentar su inexistencia.

Pero es que se han encontrado con el Estatuto General de la Abogacía, aprobado en 2021, que reconoce, en su artículo 39, nuestro derecho al secreto profesional. Es una batalla que estamos librando y en la que el ICAM juega un papel fundamental.

¿Y cómo lo contemplan el resto de los 26 países de la Unión?

Pues a pesar de la existencia de la sentencia del TJUE, 12 países de la Unión tienen reconocido el derecho al secreto profesional de los abogados de empresa, 13 países no lo reconocen, y 2 no lo tienen claro. No existe unanimidad. Nosotros, desde nuestra candidatura, defendemos que se reconozca y vamos a luchar por ello.

Tenemos que acabar con esta dicotomía de una vez por todas.

Dentro de sus competencias, en su banco, están comprendidas el cumplimiento normativo y la protección de datos. Existe una corriente que afirma que no tienen que mezclarse. ¿Qué opina usted?

Es cierto. Hay un gran debate al respecto. De hecho, hay muchas empresas que tienen separada la parte de legal, la parte de “Compliance” y la parte de protección de datos. Otros lo tienen todo junto.

Esto depende un poco del tipo de empresa y del tamaño. Si eres una empresa mediana o pequeña, ¿puedes tenerlo separado? Depende de las circunstancias de cada compañía y del presupuesto que puedan dedicar.

En mi banco somos relativamente pocos. Tenemos un empleado que me ayuda con la protección de datos, pero por el volumen o por el número de personal no hay nada que justifique el tenerlos separados.

Pero respondiendo a su pregunta, desde luego, si se tiene la oportunidad por el volumen y por el presupuesto de separar Legal y “Compliance”, lo mejor es tenerlo separado.

Antes se percibía al abogado de empresa, los “in house”, como también se les denomina utilizando la descripción anglosajona, como frenos. Eran los que ponían chinas en la maquinaria de los negocios…

Es totalmente lo contrario. Los abogados de empresa somos los potenciadores y los facilitadores de las operaciones de las transacciones. Es la parte que me apasiona de mi trabajo. Porque soy y me siento parte del negocio. Trabajas con ellos. Eres uno más.

Tienes que ayudar a que el negocio salga, con las limitaciones legales que emerjan de “Compliance”. Pero para eso estás tú, para solucionarlas.

Los abogados de empresa somos facilitadores de lo que tenga que salir de una manera u otra, preservando la legalidad. Lo que te hace ser muy creativo para buscar soluciones.

Queremos que el Colegio sea el lugar donde los abogados queramos ir para relacionarnos. Que sea un centro de reuniones sociales y profesionales.

Me está rompiendo los esquemas.

Cuando trabajas con el negocio, tú eres parte del negocio. Las operaciones tienen que salir y te tienes que buscar la vida, jurídicamente hablando, para que salgan. Por ejemplo, durante la pandemia teníamos el problema de las firmas.

¿Cómo podemos ejecutar este documento?, me plantearon. Para eso estaba la firma electrónica. Es un ejemplo muy simple, pero que da una idea del trabajo que hacemos.

También especialistas en derecho internacional, en derecho societario, en contratación, en fiscalidad internacional, en protección de datos, en cumplimiento normativo, en mercantil, en regulatorio, en laboral… ¿Dónde se consigue formación para tanto?

Yo siempre digo lo mismo: lo que sé hacer lo hago muy bien y lo que no me entero [se ríe]. Hay que ser muy espabilado.

Si no son mis temas, me entero. Llamo a cualquier socio, de los muchos que conozco. Oye, cuéntame esto. Cómo funciona. Lo estudio y como no soy tonta me lo aprendo y voy al director general y le digo: ‘Mira, esto funciona así y lo vamos a hacer de esta manera’.

Es un trabajo que te mantiene en constante estudio de los temas. Por ejemplo, ahora está el tema de las criptomonedas, del “blockchain”. A mí me apasiona todo eso. Estoy haciendo cursos. Me estoy enterando. Porque hay que estar también a la vanguardia de todas las tendencias del sector y de la industria.

¿Qué profesión tenía su padre?

Notario.

¿Y su madre?

Física nuclear.

Y usted, ¿por qué se hizo abogada?

Esa es una gran pregunta. Yo era de ciencias puras. Lo que mejor se me daba era la física, la química, las matemáticas. Me fui a Massachusetts a hacer el COU. Entonces no había Internet.

Un día me llamó mi madre y me dijo que, por si acaso, me inscribía en Derecho, en Madrid. Yo le dije, ‘a ver qué parte no me has escuchado. Yo quiero hacer medicina’. En Pamplona.

Con “la madurez” de los 18 años, de saber lo que quieres en la vida, con la felicidad de estar con los amigos, decidí quedarme y hacer Derecho.

El resto es historia. La verdad es que no me arrepiento de la decisión que tomé. La vida se ha portado bien conmigo. Me encanta lo que hago y lo disfruto.

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