Álvaro Écija, socio director de ECIX Group: «La Inteligencia Artificial va a separar a los abogados listos de los tontos»
Dicen que lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad. En esta ocasión, Álvaro Écija explica esa evidencia de la que pocos parecen darse cuenta y mucho menos reflexionar. Y lo hace con la pasión del que se sabe poseedor de un conocimiento destilado de la experiencia y de la reflexión. En esta entrevista lo explica todo. Foto. Carlos Berbell/Confilegal.

Álvaro Écija, socio director de ECIX Group: «La Inteligencia Artificial va a separar a los abogados listos de los tontos»

|
16/7/2023 00:45
|
Actualizado: 16/7/2023 01:26
|

Lo dice con todo el respeto del mundo. Sin ánimo de molestar. Con el objetivo de ser lo más didáctico y claro que se pueda ser. Y lo dice con ese convencimiento cimentado en miles de horas de experiencia y de reflexión. No en vano, ECIX Group, la firma de la que es socio director y fundador Álvaro Écija es una de las punteras en los campos del cumplimiento normativo –el «Compliance»– y la ciberseguridad. Muchas de las empresas del IBEX 35 son clientes suyos.

MIA, su Inteligencia Artificial, es la primera solución de esta naturaleza especializada en detectar –y tapar– brechas legales en la línea del «Compliance».

Écija habla con pasión sobre el futuro, sobre los cambios que nos deparará este cambio tecnológico en el que estamos cabalgando sin darnos casi cuenta, de cómo transformará –para bien, opina– el sector de la abogacía.

De sus palabras se puede deducir que no va a ser como el meteorito que impacto sobre la tierra hace 65 millones de años y que acabó con los dinosaurios, pero cree que es necesario comenzar a tomar medidas para adaptarse a los nuevos tiempos.

¿Cómo va a ser la abogacía de aquí a 20 años, en 2043?

En estos momentos se está produciendo una revolución del conocimiento. La revolución industrial de los siglos XVIII y XIX cambió el mundo en el aspecto socioeconómico. Estaban el capital burgués, el rico, por una parte, y el trabajador, el campesino pobre, por otra. Y unas diferencias sociales que transformaron el mundo. Ahora viene la revolución del conocimiento, y la Inteligencia Artificial es la invención de la invención.

Es una revolución que va a separar el mundo de los abogados listos del mundo de los tontos, expresado de una forma muy simple y sin que nadie se ofenda ni se de por aludido.

Más rápidos y más eficaces, sí.

Entonces, ¿cómo va a afectar la IA, por ejemplo, o el ciberespacio, a la transformación de la abogacía? Tenemos antecedentes: las bases de datos. Antes se hacían en CD, ¿te acuerdas? Antes de esas bases de datos tenías que ir a la Biblioteca a buscar jurisprudencia y ahora te la da Google con un buscador. Eso ya lo ha hecho el ciberespacio.

Y el negocio de las editoriales del conocimiento jurídico se ha transformado. Se han convertido en empresas de creadores de software de gestión. Ya no venden conocimiento jurídico.

Ahora el ChatGPT y la inteligencia generativa va a sustituir, bajo mi punto de vista, a todos los trabajos junior.

El trabajo tonto de la abogacía lo va a hacer la máquina. Mucho mejor que un abogado sin ese “expertise”, sin ese ese conocimiento experto.

Va a sustituir a lo que en Estados Unidos llaman “paralegals” y va a transformar la profesión de los primeros cinco años de los juniors.

Y va a haber un salto. Los que lleguen van a tener que saber posicionarse como un abogado experto sin haber tenido ese “expertise”. 

O sea, que en vez de tener esos equis años de rodaje que se tienen ahora mismo van a tener que…

Ser listos y aportar valor añadido. Si no, se quedarán al lado de los tontos.

La mayor parte de los abogados en ejercicio, casi un 90 %, trabajan en bufetes de una, dos, tres y hasta cuatro personas. ¿La Inteligencia Artificial va a suponer algún tipo de ventaja para ellos?

Sí, bajo mi punto de vista, les va a ahorrar el 60-70 % el trabajo, de escribir.

Estamos hablando de denuncias o demandas…

Demandas, denuncias, escritos, un acta de una junta mercantil, una carta de reclamación de una factura de gas, un burofax reclamando a la contraparte una compensación, un informe de un abogado para un cliente pyme. Todo eso la inteligencia generativa lo va a hacer igual de bien. Y un 99 % más rápido.

Si un humano tarda en hacer un folio una hora, un folio bien escrito, se entiende. O media hora. Luego 30 folios tarda en escribirlos, estoy haciendo una estimación, 30 horas.

La inteligencia artificial te hace esos 30 folios en un minuto.

Álvaro Écija
El socio director de ECIX Group cree que la implementación de la Inteligencia Artificial en la Justicia contribuirá de forma decisiva a desatascarla. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Vosotros en ECIX tenéis una Inteligencia Artificial legal entrenada en este campo…

Nuestra Inteligencia Artificial, que se llama mi abogado lo que hace es redactarte el documento con una aproximación que, desde el punto vista porcentual, es muy alta. Te ahorra trabajo. Te voy a dar un ejemplo clarísimo. Nuestra firma consultora es experta en ciberseguridad y privacidad.

Si yo ahora cojo un abogado de mi equipo y le digo mira, tengo un cliente multinacional que opera en 200 países y nos ha pedido un informe porque va a desembarcar en el sudeste asiático. Un informe sobre cuáles son las leyes de ciberseguridad de Singapur, Tailandia, Indonesia y Vietnam.

Mi abogado no tiene ni idea. ¿Cuánto crees que tardaría en hacer ese informe, muy genérico?

¿En condiciones normales? ¿Si corre mucha prisa? Una o dos semanas, por lo menos.  ¿Y con la Inteligencia Artificial?

50 segundos. La aproximación a la certeza y a la realidad puede ser de entre un 85 y un 90 %. ¿Tú crees que ha ahorrado trabajo al abogado? Yo no he dicho que le sustituya. La realidad es que le va a ahorrar entre el 70 y el 80 % del trabajo.   

La Inteligencia Artificial te da, muy bien redactado, cuáles son las leyes de ciberseguridad de esos cuatro países. Y sobre eso, mi abogado aprende y pasa a ser más listo. Porque lo matiza, lo orienta y le pone elementos de valor añadido. Ese informe nuestro software, ahora mismo, lo hace a una velocidad asombrosa.

Pero no va a sustituir a la profesión…

Yo creo que no, pero la abogacía se va a ver transformada entre un 20 y un 30 %. Porque el conocimiento que van a aplicar para generar ese derecho va a venir de la Inteligencia Artificial.

¿Y en lo referente a los arbitrajes?

El impacto va a ser mayor. En muchos casos van a ser cortes virtuales.

«Si jugamos a las probabilidades –el mundo cuántico es el de las probabilidades, no es el mundo de la certeza al 100 %–, la inteligencia artificial va a tener una tasa de éxito de más del 90 %»

La Inteligencia Artificial, es evidente, va a tener –está teniendo– su aplicación en la Administración de Justicia. ¿Su irrupción será para bien? Hay mucha gente que recela.

Es evidente que las justicias europeas y la española, en particular, tienen un problema tremendo. Porque una justicia lenta no es justicia. Que una persona tenga una sentencia condenatoria o no condenatoria 7 o 17 años después de haber cometido la infracción no es admisible.

Desde el punto de vista ético y de justicia social no tiene ninguna justificación. Meter a una persona en la cárcel 14 años después no tiene sentido. Ya sea para reincorporarle a la sociedad, para que cumpla su pena o para mandar un mensaje de castigo y de pena a la sociedad. No tiene ni pies ni cabeza.

La jurisdicción española tiene un problema de atasco. Lo sabemos todos. Es muy complejo. Y hay que desatascarlo.

¿Cómo? Sin duda, de aplicarse la Inteligencia Artificial acabaría en gran parte con el atasco que sufre actualmente la Justicia.

Cuando estudié la relación de las matemáticas con el derecho y lo puse en relación con la ética y la filosofía, comenzando por los pilares del orden social, te das cuenta que la justicia está representada por una balanza.

La balanza que a través de los pesos y de la gravedad no te dice que es 100 % correcta. No existe la certeza, sino que estás jugando sobre un porcentaje de la balanza hacia quién le da la razón.

Sí, claro.

El derecho no es una ciencia exacta ni determinista. De hecho, se acerca mucho al mundo cuántico de las probabilidades.

Por lo tanto, exigir que la Inteligencia Artificial tenga que ser cierta y real es una interpretación, una esperanza del ser humano para querer llevar la razón y decir que la inteligencia artificial se va a equivocar.

Si jugamos a las probabilidades –el mundo cuántico es el de las probabilidades, no es el mundo de la certeza al 100 %–, la inteligencia artificial va a tener una tasa de éxito de más del 90 %.

¿Tú te jugarías algo en una moneda de la que sabes que en el 90 % de las veces va a caer de tu lado? Vas a ganar siempre. A veces puede ocurrir que la moneda caiga del lado del 10 %, es verdad.

Sin embargo, el porcentaje de acierto de la Inteligencia Artificial va a estar siempre por encima del 90 %.

Abogado Robot
La Inteligencia Artificial aplicada al sector legal va a tener unas implicaciones muy profundas en la forma de trabajar no solo de los abogados sino de todas las profesiones de este mundo.

El presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, cuando tomó posesión de su asiento como Académico de Número de la Real Academia de Doctores de España, expuso una ponencia sobre la Inteligencia Artificial y su aplicación en la Justicia. La considera una buena herramienta de ayuda, pero no para que dicte sentencias. Ese control debe ser siempre del juez.

Ahora no. Date cuenta que los sistemas democráticos le dan el Poder Judicial a unas personas que intentan que con la balanza de la justicia ellos interpreten, sin grandes sesgos morales, sino aplicando la ley, quien tiene la razón en el conflicto. Ese es el poder hoy. Pero yo, hablando ya del futuro, de los próximos años, te digo que la Inteligencia Artificial resolverá casos simples.

Por lo tanto, ves a los jueces robots en España, ¿no? ¿En cuánto tiempo? ¿Diez, quince años?

Sí, yo creo que en futuro habrá jueces robot en España. ¿Dónde los veo? Sobre todo en las reclamaciones simples. Todavía queda tiempo, pero llegarán.

De hecho, ya están operativos. No en nuestra justicia pero sí en las aplicaciones que solemos utilizar como ciudadanos. Por ejemplo, el bloqueo de una cuenta de Instagram. Ya hay un robot que hace justicia. Lo que pasa es que la gente no lo quiere llamar así.

De hecho, Zuckerberg en Meta, el dueño de Instagram y de Facebook. decide si Trump tiene una cuenta abierta o no. No lo hace una jurisdicción tradicional. Lo hace la propia Meta. Y Meta le castiga y le quita la cuenta.

¿Sabes cuál es el problema de jurisdicción que hay ahí?

¿Cuál?

Que en el entorno virtual del ciberespacio no hay aplicación física de la ley. ¿Sabes quién es el juez? Es un Estado absolutista. «El rey», Mark Zuckerberg, decide cuál es la ley y cuál es el tribunal competente. Y decide bloquearle la cuenta al señor Trump.  

Por lo tanto, ya hay jurisdicción. Si sale una foto de un pezón en Instagram se suprime. Porque tiene un algoritmo que dice que eso tiene que ser así: La foto es ilegal. Y hay tribunales virtuales.

Lo que pasa es que no está en manos de un organismo jurisdiccional. Está en manos de una empresa privada. Es como si en un ayuntamiento el alcalde fuera, a la vez, el juez y en los conflictos importantes el alcalde decide.

Instagram tiene un sistema de resolución de conflictos sin tribunales. Yo si fuera Mark Zuckerberg le diría que separara el poder judicial del poder ejecutivo. Porque si no va a tener el problema de aglutinar demasiado poder. Y el gobierno estadounidense le va a decir que tiene le va dividir la empresa.

Ya ha ocurrido en el pasado. Existen precedentes.

Ya se está negociando. Es más inteligente para su supervivencia que los conflictos sobre si una esvástica, o un pezón, incumple las leyes que lo resuelva un tribunal independiente a la empresa. Lo que podría ser una corte de arbitraje privada.

«Sí, yo creo que en futuro habrá jueces robot en España. ¿Dónde los veo? Sobre todo en las reclamaciones simples. Todavía queda tiempo, pero llegarán»

Otra de las innovaciones tecnológicas que también tendrá su impacto en el futuro de la abogacía española serán esas aplicaciones que te permiten traducir en tiempo real lo que estás diciendo a tu interlocutor estadounidense, francés, ruso o kazako…

Sobre todo, por lo que nos cuesta a los españoles aprender inglés. O lo que les cuesta a los norteamericanos aprender español.

El cerebro aprende a través de repeticiones y de patrones. Los niños pequeños aprenden su realidad física repitiendo las cosas. Las máquinas van a sustituir eso. Podemos aprender un idioma. O siete. ¿Pero aprender 47? No tenemos tiempo. Por lo tanto, vendrá la Inteligencia Artificial con un aparatito –de hecho, ya está aquí–, que puede ser externo, un auricular, que nos permitirá traducir lo que decimos en tiempo real y escuchar lo que nos contestan, también en tiempo real.

Pero imagínate que ese aparatito fuera interno, que estuviera dentro del tímpano. Inmediatamente podríamos estar escuchando la voz de otra persona traducida en nuestro cerebro.

Casi ciencia ficción.

Te recuerdo que mi visión personal es la de que es una revolución de la información y del conocimiento. Una revolución que no va a separar la sociedad en ricos y pobres. Va a separar la sociedad en tontos y en listos. Es la revolución del conocimiento, no la revolución económica.

La revolución del conocimiento no cambia la materia externa del ser humano. La ciencia ha cambiado la realidad externa, la revolución del conocimiento cambia el cerebro. Cambia el conocimiento que la gente absorbe.

Y va a cambiar algo mucho más complejo que es la información que recibe la gente para aprender.

Venimos consumiendo información procedente del ciberespacio durante los últimos 20 años. Información que es mala para el cerebro. Como, por ejemplo, Tik Tok. Tik Tok se asimila a la comida ultraprocesada.  

Llena, pero no alimenta. Es como el Burger King. Sabes que si todos los días comes o cenas en el Burger King te va a subir el nivel de colesterol en sangre en muy poco tiempo, por el índice que tiene de grasas saturadas y por la sal que tienen las patatas.

Álvaro Écija
El ser humano se halla ante un cambio de paradigma similar al que sufrió con la revolución industrial solo que esta, la revolución del conocimiento, va a tener implicaciones más profundas, según Álvaro Écija.

A los de Tik Tok ya les han salido competencia en Google.

Así es. El ciberespacio hoy ya se ha convertido en un lugar privado donde el cliente es un consumidor final de información.

Como no hay un espacio público, no se equilibran los intereses. Es un centro comercial donde la gente entra a consumir. Y hay información maravillosa, como la Wikipedia. Hay libros, pero cuesta más esa información. Está menos rica que la información “fast info”.  

Wikipedia es la verdura y el brócoli, que todo el mundo sabe que tiene propiedades nutricionales, pero la gente y los niños, sobre todo, prefieren algo más grasiento que les genera más adicción, que es el azúcar y la sal. Hoy consumimos información. ¿Que está ocurriendo? Que cuando consumes información no sufre tu cuerpo físicamente sino que lo que está sufriendo el cambio es tu cerebro.

Evidente.  

La revolución industrial cambió el mundo físico y el cuerpo de los seres humanos. Aparecieron nuevas enfermedades producidas por la industrialización, entre ellas el cáncer.

¿Qué ocurre con la revolución del conocimiento? Que va a cambiar la mente, no el cuerpo. Estaremos ante una especie de singularidad donde los próximos 20, 100 años vamos a cambiar nuestra concepción del conocimiento.

A la gente hoy le cuesta mucho más concentrarse y leer libros. La capacidad de reflexión se ha disminuido…

Como individuos biológicos ya sabemos que para estar saludable hay que moverse, hay que comer bien y no estar estresado.  

¿Qué necesita la mente para estar bien nutrida? Lo mismo. Necesita alimentarse bien y entrenarse, lo que a veces requiere un esfuerzo que no te apetece. La mente necesita entrenar y el entrenamiento de la mente es leer y estudiar cosas que desconoces porque te van a exigir un esfuerzo para entenderlas.

La gente debería leer cosas, no recibir información pasivamente, sino leer activamente y esforzarse por hacerlo una hora diaria.

«Si somos 250.000 abogados, los listos se adaptarán a las nuevas tecnologías. Acogerán el ChatGPT como una máquina de producción. Se darán cuenta de que la inteligencia generativa o la Inteligencia Artificial de resolución de conflictos les ahorra mucho tiempo para producir el mismo bien y cobrarlo»

Por eso hablas de la revolución de los listos y de los tontos.

Ni lo dudes. Y habrá gente que lo comprenda y que se adaptará al nuevo entorno que viene y otros que no. Y vuelvo a repetir que la descripción que hago no trata de ser ofensiva para nadie sino para que nos entendamos bien.

No estoy hablando de un futuro, como en esas películas. donde los ricos de las nuevas tecnologías viven en una ciudad estupenda de verde y los pobres viven en los subterráneos.

Como Elyseum, por ejemplo.

No estoy hablando de un conflicto físico, económico, materialista, capitalista. Estoy hablando de la capacidad intelectual.

Entonces, volviendo a los abogados, si somos 250.000 abogados, los listos se adaptarán a las nuevas tecnologías. Acogerán el ChatGPT como una máquina de producción. Se darán cuenta de que la inteligencia generativa o la Inteligencia Artificial de resolución de conflictos les ahorra mucho tiempo para producir el mismo bien y cobrarlo.

Igual que los burgueses capitalistas cogían máquinas de vapor para producir envasado de forma más eficiente, más rápida y producir bienes de consumo y venderlos.

Y después el vapor hizo que la logística y los trenes, esos bienes de consumo, se pudieran distribuir.

Si ese informe de los cuatro países del sureste asiático del que te hablé se puede hacer en una hora y cobrar 1.000 euros es mejor que cobrar 1.000 euros y que haya costado 100 horas.

¿La revolución tecnológica pondrá en peligro determinadas profesionales?

Sí, claro. Es que la liberalización económica va a poner en serios aprietos a los procuradores, notarios y la fe pública de terceros. Porque va a cambiar el concepto de seguridad jurídica.

El ius naturalismo está desfasado. Lo mismo que el positivismo. Seguramente, la teoría filosófica que más se va a adaptar al ciberespacio y a la Inteligencia Artificial es el realismo jurídico.

¿Que es…?

El que las leyes tienen que ser eficientes y eficaces y cumplir el objetivo para las que han sido concebidas. Para lo que sirven.

Ciber Abogado
La Inteligencia Artificial es un recurso que liberará a los profesionales de la abogacía de tareas repetitivas y consumidoras de tiempo, según Álvaro Écija.

Bueno, ese debería ser el objetivo básico de todas las leyes, ¿no?

¿Tú conoces a algún gobierno democrático que revise diez años después qué leyes han cumplido el objetivo marcado?

No. De hecho, la crítica más extendida es que sufrimos de híper regulación en todos los sentidos.

Porque entran leyes y no salen leyes. ¿Por qué no salen leyes? Porque nadie revisa si de las 460.000 normas positivas aprobadas y publicadas en el BOE o en las Comunidades Autónomas han cumplido su objetivo. Ya sea para reducir las emisiones de CO2, la violencia de género, la criminalidad, el narcotráfico o los accidentes de tráfico.

Es verdad que los gobiernos y el Poder Ejecutivo cada cuatro años se expone a la soberanía popular. Pero no existe esa confrontación contra una realidad. Por eso yo le llamo realismo jurídico. No hay un orden que revise las normas.

Lo que supone una amenaza para la propia viabilidad del sistema democrático.

Ahora mismo, la principal amenaza procede del ciberespacio. Porque amenaza la soberanía de los estados. La cibersoberanía virtual es una amenaza.

El ciberespacio, al no tener territorio, pero sí islas virtuales, lo que se llaman sitios, hace que Meta –Facebook e Instagram– tenga mil millones de ciudadanos en su sitio.

Cuando hablo de Meta no lo hago mal. Es una empresa lícita y legítima que trata de hacerlo bien. Lo pongo como un ejemplo que conoce todo el mundo.

Meta le supone un reto a las soberanías parlamentarias. ¿Por qué? Porque lo que sucede en Meta es virtual ya, pero real. Lo perciben nuestras cabezas.  

Sí, claro.

Ese el reto que tienen la Unión Europea, Estados Unidos y los países democráticos: regular una nueva realidad virtual.

Las leyes soberanas que se publican en el BOE no resuelven los conflictos en Internet porque no tienen jurisdicción ni poder físico para resolverlos

¿Y tú crees que realmente tanto los gobiernos de Estados Unidos y de los países de la Unión son conscientes de esto?

Sí, claro que son conscientes. La que no es consciente es la soberanía popular.

Estoy convencido que los cuatro o cinco líderes españoles de los cinco seis principales partidos políticos, son muy conscientes.

Saben que la cibersoberanía plantea un problema a la seguridad del Estado. Eso lo sabe el presidente del Gobierno actual, el candidato a presidente y los partidos políticos. De hecho, tema no se trató en el debate, cara a cara del otro día. Los políticos saben que el pueblo es ignorante y que no es un problema que vea el pueblo. Por eso no se habla de ello.

«La Unión Europea ya está intentando regular los algoritmos, con el Reglamento de Inteligencia Artificial –de forma bastante acertada, desde mi punto de vista–, cuáles son las reglas de juego sobre las que se deben mover»

De lo que estás hablando es de la existencia de un Estado dentro del Estado.

No, es un estado dentro del estado, de muchos estados al mismo tiempo, más grande. Cuando digo amenaza no sabemos si es bueno o malo. Supone un reto, una oportunidad, un problema.

¿Cómo se ordena? Yo ya te he dado un ejemplo sobre lo que habría que hacer con el Meta de Zuckerberg.  

No hemos hablado de los algoritmos y sus sesgos. ¿Cómo afrontar este desafío?

Hay que regular los sesgos del algoritmo. Los algoritmos son creados por seres humanos. Todos van a tener sesgos morales y éticos y van a recoger los valores de una sociedad y sus principios jurídicos.

Es verdad que los programadores tendrán que trabajar con equipos de abogados para saber si lo que están regulando o lo que están programando cumple o no el orden constitucional predeterminado.

Lo primero que hay que definir es cuál es el orden de normas aplicables. El creador de Google, o de la OpenAI, tiene que saber cuál es el marco aplicable. ¿Las leyes de Arabia Saudí o las leyes estadounidenses? Son valores contradictorios.

La Unión Europea ya está intentando regular los algoritmos, con el Reglamento de Inteligencia Artificial –de forma bastante acertada, desde mi punto de vista–, cuáles son las reglas de juego sobre las que se deben mover.

¿Esta revolución del conocimiento también afecta a las empresas? Por ejemplo, en la aplicación del cumplimiento normativo, el “Compliance”.

Nosotros tenemos MIA. Analiza el nivel de incumplimiento normativo de empresas y organizaciones mediante el uso de modelos y algoritmos matemáticos basados en Inteligencia artificial y, en particular en aprendizaje automático (machine learning) y redes neuronales.

A través de MIA, detectamos las brechas legales de las empresas, y planteamos soluciones en tiempo real en materia de “Compliance”. Sin duda alguna, es una de las herramientas más eficaces para saber si se están haciendo las cosas bien. Y si no es así para ponerles remedio de inmediato en las tres líneas de defensa.

Las empresas tienen que adaptarse al ciberespacio, que ya es una realidad hoy, y al nuevo mundo que viene de la Inteligencia Artificial. Lo antes posible. Si no se van a quedar fuera del mercado. Lo van a lamentar.

Noticias Relacionadas:
Lo último en Profesionales