Entrevista| Lorenzo Silva, abogado y escritor: «Abogados y novelistas tienen como misión principal la persuasión»
El abogado y escritor Lorenzo Silva defiende la necesidad de un lenguaje "comprensible" dentro de la administración de Justicia. Foto: Confilegal

Entrevista| Lorenzo Silva, abogado y escritor: «Abogados y novelistas tienen como misión principal la persuasión»

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19/6/2024 06:30
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Actualizado: 18/6/2024 19:22
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Lorenzo Silva se ha posicionado como uno de los escritores más significativos del panorama nacional. Especialmente, gracias a novelas como las protagonizadas por los agentes de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro.

Sin embargo, este escritor también cuenta, en su experiencia profesional, con más de diez años de experiencia dentro del mundo de la Abogacía, habiéndose licenciado en Derecho.

Una experiencia que no sólo le permite escribir sus novelas con un enfoque único, sino que también le permite entender el mundo desde el prisma de aquellos que tratan con gente «que afronta dificultades de todo tipo». Un vínculo entre abogacía y narrativa que explica para Confilegal.

Estudiaste Derecho, ejerciste como abogado, ¿con qué experiencia te quedas de esos años?

Estuve 12 años en la abogacía. Primero estuve en un despacho multinacional, y luego en una gran compañía del IBEX. Tuve una práctica jurídica muy amplia. 

Yo creo que lo que más me enriqueció de esos años fue que yo no me especialicé en absolutamente nada. Quizás tenía más especialización en temas mercantiles, fiscales, administrativos… pero he hecho derecho penal, civil, de residuos, nuclear… hice tantísimas cosas, que me dio una panorámica muy grande de la sociedad en la que vivo. Y de la diversidad de suertes que las personas tienen en esta sociedad. Como abogado, el mismo día podía estar tratando con una persona que tenía un avión privado, y con una persona que estaba arruinada y no sabía dónde dormiría esa noche.

Y me parece que eso es bueno para tomar conciencia. Una cosa buena que te da la abogacía pensando en quien además es novelista, es que tratas con mucha gente que afronta dificultades de todo tipo. 

¿Un momento bonito de tu experiencia como abogado?

Yo vi un momento bello en un juicio penal, en el que yo iba como acusador a pedir cárcel, algo ingrato de pedir. Y en ese momento, me encontré con un delincuente, que era peligroso para la sociedad. 

Vi que el hombre era un infeliz, drogadicto… un pobre hombre. Y su abogada de oficio, que parecía no haber tenido mucho tiempo para preparar el caso, pasó por alto un punto débil muy importante, que era que los policías que lo habían detenido, no recordaban bien los hechos. 

Y el juez, que era un juez de lo penal, les hizo a los policías las preguntas que no hizo la abogada, para que el acusado pudiera acabar condenado, pero como no tenía antecedentes, no entrara en prisión. 

El juez podría haber pasado de ello, pero se tomó la molestia de que a ese hombre, aunque no tuviera buena defensa, el sistema le ofreciera garantías suficientes. Ver el sistema funcionar de esa forma humana me pareció hermoso. Y a mí me dejó dormir mejor esa noche. 

Has hecho Derecho, eres escritor… ¿Cómo influye esa parte de abogado en ti como escritor?

Me da una visión del mundo. No sólo por la experiencia, y por las personas que conocí como abogado, sino por la visión que te da de la realidad la formación jurídica. 

Cuando uno vive en una sociedad compleja, vive en medio de un entramado infinito de normas, que afectan en todos los ámbitos. Es muy difícil para alguien que tenga formación jurídica no ver esas normas. Porque están ahí. Y por ejemplo, mis personajes, que son agentes de policía judicial, cuya actividad está reglada desde que se levantan hasta que se acuestan… ¿Cómo me voy a olvidar de ello? Incluso tengo la certidumbre, como narrador, de que si no contara eso, estaría contando mal la historia.

Lorenzo Silva
Lorenzo Silva, en la celebración de una conferencia en el CGAE. Foto: Confilegal

¿Crees que puede haber una cierta relación entre la profesión de escritor y la de abogado?

En una observación empírica, te encontrarás muchísimos casos de literatos que, a su vez, han sido juristas, o han estudiado Derecho. Camilo José Cela, estudió derecho. Kafka. 

Hay algo en común, que cuando has ejercido la abogacía, y practicas la escritura literaria, ves con mucha claridad: tanto el abogado como el novelista tienen como misión principal persuadir.

El abogado tiene que persuadir a un tribunal, a un abogado contrario, a su propio cliente. Y la herramienta fundamental no es el conocimiento de las leyes. El juez conoce las leyes igual que tú. Pero realmente, para articular esa persuasión, es a través del lenguaje, de las palabras. 

Y un novelista si consigue persuadir al lector, está claro que es a través de las palabras. Ambos son profesionales que intentan persuadir con la palabra.

¿Crees que los abogados deberían utilizar un lenguaje más sencillo para sus clientes?

Sin ninguna duda. Y creo que no es sólo una obligación de los abogados, sino de la Administración de Justicia, de la Administración Pública… de todos los que representan algún tipo de autoridad o Poder del Estado. Los poderes públicos no se ejercen sobre los ciudadanos, sino para los ciudadanos. 

Y es un absurdo que el poder se ejerza para el ciudadano, si ni siquiera es inteligible el discurso que el poder tiene frente a él.

Tiene que haber una manera de traducir la sofisticación del lenguaje jurídico a algo que el ciudadano entienda y que le proporcione la certidumbre de que sus derechos se están defendiendo, respetando y garantizando.

Tú eres escritor, te has apartado del Derecho, pero te mantienes como presidente del Consejo Editorial de la revista Abogacía. ¿El que se hace abogado, muere abogado? ¿Es para siempre?

Estoy convencido de que la Abogacía cumple una función social. Y que además puede ser enormemente enriquecedora para la sociedad si las leyes son justas y los abogados son competentes, y además actúan de buena fe y con lealtad a los intereses que representan.

¿Crees que ahora mismo se está deteriorando la democracia? ¿Estamos yendo hacia atrás en derechos?

Creo que se están produciendo algunos deterioros claros. Yo veo en nuestra sociedad ámbitos de violencia verbal, moral e incluso física que no veía hace diez años. Veo una crispación que no existía. Y eso puede ser un fracaso del Derecho: porque si la gente recurre a la violencia de cualquier tipo, el derecho no está acertando a funcionar.

Hay movimientos en el mundo para desmantelar derechos concretos. Y esto es una evidencia. Lo que no extraería de esos fenómenos en estos momentos, es una visión apocalíptica de que el sistema de Derecho se está desmoronando. 

El desmoronamiento de los derechos existe. He visto a niños trabajando. He visto a niñas de 12 años convertidas en mercancías. Y lamentablemente existe. Pero nosotros estamos a la vanguardia del sistema de Derecho.

Si tuvieras que quedarte con un libro, una recomendación, ¿Qué libro sería el de cabecera?

La segunda parte de El Quijote. Toda ella, pero en particular, los consejos de Don Quijote a Sancho. 

Vale para cualquier persona en su ámbito personal, un funcionario público, cualquier jurista… no he encontrado un libro más rico que El Quijote.

¿Tendremos un libro de Lorenzo Silva con un protagonista juez?

Hay varias dificultades del juez como protagonista. Una, que tiene una cierta percepción remota por parte de la ciudadanía. Los personajes suelen ser cercanos, y el juez es una figura lejana. Lleva ropa negra, está elevado… es una figura con la que la gente no empatiza. 

Luego, ejercen poder. Y el poder es atractivo desde el punto de vista literario. Pero el poder excesivo del dictador. El poder del juez está burocratizado. Es intenso, pero no tiene fuerza literaria. 

Yo reflexioné sobre ello, y para mí esto no limita al juez como un personaje narrativo. Puede ser interesante, me lo plantee en abstracto. Ahora, de esa consideración teórica nunca he pasado a la práctica.

Yo creo que abogado me costaría. Del mismo modo que en mis novelas tampoco suele haber escritores. A mí me interesa la literatura como forma de explorar las vidas ajenas, no para excavar en la mía.

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