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Opinión | «Phishing», «vishing», «smishing» y otras palabras malsonantes
05/11/2024 05:35
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Actualizado: 04/11/2024 23:51
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¡Ay! Estas palabras de sonido divertido pueden parecer inofensivas, pero se refieren a ciberataques muy reales y peligrosos. Como profesionales del derecho, tratamos con información sensible y confidencial a diario, lo que nos convierte en objetivos principales de este tipo de fraudes.
En primer lugar, ¿qué es «phishing»? Es una forma de fraude electrónico que consiste en enviar correos electrónicos, mensajes de texto o mensajes en redes sociales engañosos para obtener información personal y financiera.
Y no, no hablamos de «pesca» («gone fishing»), aunque a veces puede parecer que estamos nadando en un mar de correos interminable. Los ataques de «phishing» pueden provocar el robo de identidad y pérdidas financieras, lo que lo convierte en una grave amenaza para particulares y organizaciones.
Ahora, pasemos al «vishing»: una ingeniosa combinación de las palabras «voz» y «phishing». Como su nombre indica, consiste en utilizar la comunicación por voz para llevar a cabo actividades fraudulentas.
¿Qué es el «phishing»?
Como abogado especializado en ciberseguridad, con frecuencia me veo explicando a mis colegas y clientes la naturaleza intrincada y engañosa del fraude en línea. Una de las formas de delincuencia cibernética más extendidas y perjudiciales es el «phishing».
Esta práctica maliciosa implica el uso de medios fraudulentos para obtener información confidencial, normalmente a través de una comunicación electrónica que finge proceder de una fuente fiable.
Estos intentos engañosos no sólo son muy extendidos, sino también alarmantemente exitosos, lo que hace que sea esencial que las personas y las empresas estén bien informadas y sean vigilantes.
El «phishing» es un tipo de estafa «on line» que suele perpetrarse mediante correos electrónicos engañosos, mensajes instantáneos u otros canales de comunicación.
Los mensajes fraudulentos se elaboran cuidadosamente para que parezcan legítimos y, a menudo, instan al destinatario a realizar alguna acción, como hacer clic en un enlace malicioso o proporcionar información personal. El objetivo final de estas elaboradas artimañas suele ser robar información financiera, credenciales de inicio de sesión u otros datos sensibles.
Los ciberdelincuentes que orquestan ataques de» phishing» confían en su capacidad para engañar y manipular a personas desprevenidas, por lo que se trata de una forma especialmente insidiosa de fraude digital.
Cuando se trata de «phishing», es esencial comprender que puede manifestarse de diversas formas, cada una con sus propias características y métodos distintivos. Desde el «phishing» basado en correos electrónicos más tradicional hasta las sofisticadas y rápidamente evolucionadas tácticas de redes sociales y sitios web, la diversidad de esta actividad fraudulenta es tanto extensa como preocupante.
Con el potencial de causar estragos en la vida personal y profesional, está claro que combatir el «phishing» exige una comprensión exhaustiva de sus múltiples disfraces y un enfoque proactivo de la seguridad.
Aunque la prevalencia del «phishing» es sin duda una preocupación importante, la buena noticia es que hay medidas eficaces que las personas y las organizaciones pueden tomar para protegerse.
Al familiarizarse con las señales de alerta habituales y ejercer la precaución al interactuar con la comunicación electrónica y las plataformas en línea, es posible mitigar el riesgo de caer víctima de estos elaborados esquemas. Además, la implantación de herramientas robustas de ciberseguridad y de iniciativas periódicas de formación y concienciación puede servir como defensas inestimables frente a la amenaza omnipresente del «phishing».
Tipos de ataques de «phishing»
En el amplio ámbito del «phishing», existen varias variantes del ataque, cada una con su propio conjunto de tácticas y objetivos. Una forma prevalente es el «phishing dirigido», que implica mensajes fraudulentos altamente personalizados y cuidados, a menudo dirigidos a personas u organizaciones específicas.
Este tipo de «phishing» dirigido suele basarse en una investigación exhaustiva para que la comunicación engañosa resulte aún más convincente y se utiliza con frecuencia como medio para obtener acceso no autorizado a información o sistemas sensibles.
Otro subtipo significativo es el «whaling«, que, como indica su nombre, se caracteriza por centrarse en objetivos de gran valor, como ejecutivos de alto nivel o particulares con autoridad financiera significativa.
Estos ataques, que suelen ser cuidadosamente elaborados y a menudo sofisticados, están diseñados para engañar y manipular a personas con acceso a recursos sustanciales o información confidencial, por lo que son especialmente lucrativos y perniciosos para las organizaciones.
Al explotar la autoridad y la responsabilidad percibidas de estos individuos, los ciberdelincuentes que cometen ataques de «phishing» buscan defraudar a las empresas y causarles daños financieros y de reputación significativos.
Tenemos también la técnica del «pharming», que implica la creación de un sitio web o dominio fraudulento que imita a un sitio legítimo con la intención de redirigir el tráfico al sitio falso. En estos casos, los usuarios desprevenidos pueden ser engañados para que introduzcan sus datos sensibles, creyendo que están interactuando con una plataforma de confianza y auténtica.
Esta forma de «phishing» es especialmente insidiosa, ya que puede comprometer a un gran número de personas y a menudo resulta difícil de detectar sin tener en vigor medidas de seguridad robustas.
Comprender la diversidad de tácticas de «phishing» y ser capaz de reconocer las señales reveladoras de estas prácticas engañosas es esencial para las personas y organizaciones que deseen salvaguardar sus activos digitales y su información personal.
Siempre manteniéndose informados y adoptando una postura proactiva y vigilante, es posible combatir eficazmente la amenaza multiforme del «phishing» y minimizar su impacto potencial.
Tácticas comunes
Cuando se trata de las tácticas comunes empleadas en el «phishing», es fundamental ser conscientes de los métodos y estrategias que utilizan con frecuencia los ciberdelincuentes para perpetrar estos ataques engañosos.
Un enfoque muy utilizado es crear una sensación de urgencia o importancia en la comunicación fraudulenta, presionando al destinatario para que actúe de inmediato sin considerar cuidadosamente la autenticidad de la solicitud.
Al generar un sentimiento de pánico o necesidad, los autores del «phishing» tratan de pasar por alto la inclinación natural del individuo a cuestionar la legitimidad del mensaje y obligarlo a divulgar información sensible o hacer clic en enlaces maliciosos.
Además, el uso de marcas y logotipos conocidos o de confianza en estas comunicaciones fraudulentas es una táctica prevalente, ya que puede dar un aire de autenticidad a los mensajes engañosos.
Ya sea imitando la marca de una entidad financiera popular o aprovechándose de la identidad reconocible de una conocida empresa de tecnología, estos elementos se integran cuidadosamente en la comunicación fraudulenta para engañar al destinatario y obtener la respuesta deseada.
Al aprovechar el aura de confianza y familiaridad asociada a estas marcas, los ciberdelincuentes pretenden bajar la guardia del individuo y aumentar la probabilidad de que el ataque de «phishing» tenga éxito.
La ingeniería social, la manipulación psicológica de las personas para obligarlas a divulgar información sensible o realizar determinadas acciones, es una táctica común y prevalente en los ataques de «phishing». Al hacer presa en la psicología y la emoción humanas, los actores del «phishing» utilizan la ingeniería social para explotar rasgos inherentes como la confianza, la autoridad o el miedo y engatusar a sus víctimas para que cumplan sus peticiones fraudulentas.
Esta forma de manipulación psicológica es un pilar de muchos intentos de «phishing» que tienen éxito y pone de relieve la importancia fundamental de la educación exhaustiva en ciberseguridad y de las iniciativas de concienciación.
Es esencial que las personas y las organizaciones permanezcan muy atentas y perspicaces cuando interactúen con las comunicaciones electrónicas y las plataformas en línea, especialmente cuando se trata de solicitudes de información confidencial o se incita al individuo a actuar de inmediato.
Cultivando una cultura de compromiso cauteloso y crítico, es posible frustrar eficazmente las tácticas comunes empleadas en el «phishing» y fortalecer la defensa colectiva contra esta forma pervasiva e insidiosa de cibercrimen.
¿Qué es el «vishing»?
Ahora, vamos a adentrarnos en el mundo del «vishing», un término quizá menos familiar pero no menos insidioso que sus contrapartes «phishing» y «smishing».
El «vishing», una fusión de las palabras «voz» y «phishing», se refiere a un tipo de actividad engañosa que se realiza por teléfono, habitualmente a través de llamadas fraudulentas o manipulativas.
Esta forma de fraude electrónico aprovecha la comunicación por voz para engañar a las personas y que revelen información sensible, lo que la convierte en una táctica especialmente potente y preocupante en el ámbito de la ciberdelincuencia.
En su esencia, el «vishing» implica el uso de la comunicación telefónica para engañar y manipular a las personas, obligándolas a revelar información personal o financiera. Estas llamadas telefónicas fraudulentas suelen emplear diversas tácticas para generar confianza o inducir el miedo, con el fin último de coaccionar al destinatario para que revele datos sensibles o realice acciones que puedan comprometer su seguridad.
El «vishing» es una forma especialmente perniciosa de cibercrimen, ya que explota la propensión inherente de los individuos a confiar y la naturaleza autoritaria del teléfono, por lo que es esencial que las personas estén bien informadas y sean vigilantes.
Uno de los aspectos más preocupantes del «vishing» es la utilización de técnicas cada vez más sofisticadas y manipuladoras para dar un aire de legitimidad a las llamadas telefónicas fraudulentas.
Desde la falsificación del identificador de llamadas hasta la reproducción de voces u contextos organizativos oficiales, los actores del «vishing» no escatiman esfuerzos en sus intentos de engañar y estafar a personas desprevenidas.
Al explotar la naturaleza generalizada y de confianza de la comunicación telefónica, estas prácticas engañosas subrayan la necesidad crítica de medidas de seguridad sólidas y de concienciación exhaustiva para combatir eficazmente la amenaza generalizada del «vishing» .
Como abogado profundamente familiarizado con el complejo y en constante evolución naturaleza de las ciberamenazas, considero que es un imperativo profesional y ético informar y educar a mis colegas y clientes sobre la naturaleza polifacética e insidiosa del fraude electrónico.
El ámbito del «vishing» , con su capacidad para engañar y estafar a las personas a través de las llamadas telefónicas, aparentemente dignas de confianza, representa una preocupación importante y creciente en el campo de la ciberseguridad.
Al arrojar luz sobre las características definitorias y las tácticas engañosas del «vishing» , podemos trabajar colectivamente para fortalecer nuestras defensas y minimizar el impacto potencial de esta perniciosa forma de engaño electrónico.
Cómo funciona
Comprender los mecanismos y estrategias engañosos empleados en el «vishing» es fundamental para protegerse eficazmente contra esta insidiosa forma de fraude electrónico.
Por lo general, el «vishing» opera mediante el aprovechamiento de la confianza y la autoridad asociadas intrínsecamente a la comunicación telefónica, con frecuencia mediante interlocutores fraudulentos que asumen a menudo personalidades o contextos diseñados para inducir al cumplimiento y a la divulgación de información sensible.
Ya sea haciéndose pasar por representante de una entidad financiera de confianza, de un organismo gubernamental o de un supuesto agente de policía, los actores del «vishing» utilizan estos falsos pretextos para manipular y engañar a sus objetivos, obligándoles a divulgar información personal o financiera.
Además, el «vishing» suele incorporar la creación de escenarios o crisis diseñados para incitar al destinatario a actuar con celeridad, pasando por alto su inclinación natural a cuestionar la legitimidad de la llamada.
Ya sea fabricando brechas de seguridad urgentes, consecuencias legales inminentes o emergencias financieras, estas circunstancias fabricadas se elaboran cuidadosamente para inducir al pánico o a un sentimiento de necesidad, obligando al destinatario a cumplir las demandas del interlocutor.
Al explotar estos resortes psicológicos, los perpetradores del «vishing» buscan maximizar sus posibilidades de éxito en una interacción fraudulenta, lo que subraya la importancia crítica de una interacción informada y perspicaz con la comunicación telefónica.
Además, la interconexión digital de la información personal y la facilidad para obtenerla o falsificarla aumentan la potencia y prevalencia del «vishing» como táctica engañosa.
Con acceso a datos personales cada vez más sofisticados y capacidades para manipular entornos telefónicos, los actores del «vishing» pueden orquestar llamadas telefónicas fraudulentas altamente convincentes y manipuladoras, lo que las convierte en una forma especialmente desafiante y generalizada de fraude electrónico.
Por ello, es primordial que las personas y las organizaciones permanezcan constantemente vigilantes y adopten medidas de seguridad sólidas para mitigar eficazmente el riesgo de caer víctimas de estas prácticas engañosas.
Como suelo recordar, la naturaleza compleja y engañosa del «vishing» subraya la necesidad crítica de una educación exhaustiva, la concienciación y la aplicación de protocolos de seguridad sólidos para salvaguardarse contra la amenaza multiforme del fraude electrónico.
Al mantenernos bien informados y cultivar una cultura de compromiso cauto y crítico con la comunicación telefónica, es posible reforzar nuestras defensas colectivas y minimizar el impacto potencial del «vishing» tanto a nivel personal como profesional.
Al arrojar luz sobre las tácticas coercitivas y engañosas utilizadas en el «vishing», cada vez resulta más evidente que una educación y una concienciación exhaustivas son cruciales para mitigar el riesgo de caer víctima de estas formas insidiosas de fraude electrónico.
Como profesional del derecho dedicado a promover la importancia de la ciberseguridad, subrayo constantemente la necesidad crítica de que las personas y las organizaciones se mantengan.
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