El II Congreso de la Abogacía Humanista resumido en 9 claves
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29/11/2024 05:35
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Actualizado: 29/11/2024 01:06
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La síntesis del II Congreso de la Abogacía Humanista corrió a cargo de Beatriz Martí Sánchez, socia directora de Iberassets Asset Management y responsable del departamento de derecho concursal, reestructuraciones y deuda, y de Fernando Fanego Castillo, abogado especialista en responsabilidad civil del programa «El quitamiedos», lo que sirvió de colofón a dos días intensos de debates sobre la práctica del Derecho, encuentros y «networking» en la sede de ISDE, en Madrid.
Fue un espacio de aprendizaje a la par de una llamada al corazón de la profesión: el humanismo, la ética y el servicio a los demás.
Las 9 claves, o conclusiones. marcan no solo son un recordatorio de la esencia del Derecho, sino también un desafío para todos los profesionales que lo ejercen.
La abogacía, coincidieron los dos abogados, debe ser una herramienta de transformación social, guiada por la ética, la empatía y el respeto hacia los demás.
Al final del día, el verdadero éxito no se mide en plazos cumplidos o sentencias ganadas, sino en el impacto positivo que se deja en la vida de quienes confían en los abogados. Las 9 claves marcan un camino claro hacia una abogacía más consciente, empática y comprometida.
Son estas:
1. Gratitud como punto de partida
El primer mensaje resonó con fuerza: agradecimiento. A cada asistente, ponente e interlocutor que enriqueció el encuentro con su conocimiento y experiencia, recordando que el Derecho no es solo técnica, sino también emoción y humanidad.
2. Sin humanismo no hay justicia
El Derecho sin humanismo pierde su esencia. Como se destacó, nuestras leyes y principios están impregnados de valores provenientes de la tradición romana y cristiana.
En este marco, se subrayó la responsabilidad individual de cada abogado para contribuir al bien común, ya sea mediante acciones probono, la defensa ética de causas justas o el simple acto de escuchar con empatía a un cliente en su lucha por justicia.
3. Ética personal y empatía en la abogacía
El abogado, como guardián de valores éticos, debe ser una buena persona antes que un técnico del Derecho. Ejercer con empatía y dedicación, más allá de las horas facturables, es esencial para una práctica digna.
Como se señaló, las largas jornadas y los plazos son una realidad, pero es imperativo equilibrar estas demandas con la vida personal y el autocuidado, promoviendo una inteligencia espiritual que permita conocerse y tratarse a uno mismo con compasión.
4. El amor a la palabra
La palabra es el arma y el arte del abogado. Comunicar desde el corazón, con amabilidad y atención, fomenta el diálogo auténtico y el pensamiento crítico. Este enfoque no solo fortalece la relación con los clientes, sino también con la sociedad.
5. Liderazgo interior
Un abogado efectivo no solo lidera en el ámbito profesional, sino también dentro de sí mismo. La resiliencia, el autocuidado y la visualización de objetivos claros permiten un ejercicio pleno y consciente de la profesión, orientado al servicio de los demás.
6. El abogado como hilo conductor
El respeto y la confianza son fundamentales en la abogacía. Ser un puente que transmite optimismo y equilibrio emocional es tan importante como dominar la técnica jurídica.
El amor y el humor, lejos de ser superficiales, refuerzan el acompañamiento humano en momentos de conflicto.
7. La importancia del honor
El honor, estrechamente ligado al humanismo, es el pilar de una abogacía ética y responsable. La confidencialidad, la palabra dada y el cumplimiento de la ley con integridad son elementos irrenunciables en esta profesión.
8. Ética universal: una lección desde Dante
Inspirándose en La Divina Comedia, se recordó que la abogacía debe abrazar una ética universal que trascienda épocas y contextos.
Así como Dante guió a sus lectores a través del infierno, el purgatorio y el paraíso, el abogado debe acompañar a sus clientes en su búsqueda de justicia con sabiduría y compasión.
9. Inteligencia artificial: herramienta, no reemplazo
Finalmente, se abordó la creciente presencia de la inteligencia artificial en el Derecho. Aunque esta tecnología puede ser útil, se advirtió que nunca debe reemplazar la conexión humana que define la práctica jurídica.
Un robot puede procesar datos, pero no comprender las circunstancias personales, familiares o espirituales de un caso. Por ello, el Derecho debe permanecer anclado en el humanismo, manteniendo al hombre como su centro y objetivo.
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