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Opinión | Las «red flags» en el marco del Compliance
Javier Puyol es socio director de Puyol Abogados & Partners. Es uno de los grandes especialistas en Compliance. En esta columna explica la importancia que, para el cumplimiento normativo, tienen las "red flags". Foto: Confilegal.
28/1/2025 05:35
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Actualizado: 28/1/2025 01:37
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En un modelo de cumplimiento normativo o Compliance, el término «red flags» se refiere a señales de alerta o indicadores que apuntan a la posible existencia de riesgos de incumplimiento, irregularidades o comportamientos que puedan contravenir las normativas legales, regulatorias o las políticas internas de una organización.
Estas señales no necesariamente implican que exista un incumplimiento concreto, pero actúan como indicadores que requieren una investigación adicional para confirmar o descartar la existencia de conductas indebidas, es decir, son indicadores que requieren atención, análisis y, potencialmente, una acción correctiva.
Las «red flags» son esenciales dentro del ámbito del Compliance, ya que permiten identificar de forma temprana posibles problemas, mitigar riesgos legales, financieros y reputacionales, y evitar situaciones que puedan poner en peligro la sostenibilidad y la integridad de la empresa, si no se gestionan de manera adecuada y eficiente.
Por tanto, el significado de las «red flags» radica en su función como herramienta preventiva.
En el ámbito del Compliance, las «red flags» abarcan una amplia variedad de áreas, como la prevención del blanqueo de capitales, la lucha contra la corrupción y el soborno, el cumplimiento de normativas ambientales, la protección de datos, los derechos laborales y las prácticas éticas en general.
Las «red flags» son una herramienta clave para implementar controles internos sólidos y garantizar que la organización opera dentro del marco legal y ético.
Ignorar estas señales puede derivar en sanciones legales, daños a la reputación y una pérdida de confianza por parte de los clientes, inversores y socios comerciales.
Son un mecanismo de control que permite a las organizaciones detectar comportamientos, situaciones o patrones que podrían derivar en incumplimientos normativos o éticos.
Las «red flags» se manifiestan en diferentes formas, dependiendo del contexto en el que se encuentren.
CÓMO SE MANIFIESTAN LAS «RED FLAGS» EN EL MARCO DEL COMPLIANCE
En el ámbito financiero, por ejemplo, podrían ser transferencias sospechosas de dinero o transacciones con jurisdicciones consideradas de alto riesgo; en la gestión de relaciones comerciales, podrían ser contratos con términos ambiguos o socios que rechacen someterse a auditorías; y, en general, podrían ser cualquier actividad inusual o poco transparente que no se alinee con las prácticas comerciales habituales.
Desde una perspectiva de Compliance, el concepto de «red flags» está estrechamente ligado al principio de diligencia debida (due diligence).
Las organizaciones tienen la responsabilidad de identificar y gestionar de manera adecuada estos indicadores de riesgo para prevenir el incumplimiento y protegerse frente a sanciones legales, pérdidas económicas y daños reputacionales.
Las «red flags» representan, en este sentido, un llamamiento a la acción, ya que ignorarlas o manejarlas de forma inadecuada puede ser interpretado como negligencia o falta de diligencia por parte de la empresa.
La identificación de las «red flags» no es un proceso aleatorio, sino que debe estar basado en una combinación de controles internos, sistemas de monitorización y capacitación continua.
Los sistemas de Compliance más avanzados integran herramientas tecnológicas, como análisis de datos y monitorización automatizado, para detectar patrones sospechosos en tiempo real.
Al mismo tiempo, la formación de los empleados es fundamental, ya que muchas «red flags» pueden surgir a través de interacciones humanas, como comportamientos inusuales de clientes, proveedores o socios comerciales.
FORTALECEN LA CULTURA DE CUMPLIMIENTO
En el marco de un modelo de cumplimiento normativo, el significado de las «red flags» también tiene una dimensión proactiva, ya que no solo se enfocan en detectar posibles problemas, sino en fortalecer la cultura de cumplimiento dentro de la organización.
Cuando una empresa implementa políticas claras sobre cómo manejar las» red flags», fomenta una cultura de transparencia, integridad y responsabilidad, lo que genera confianza entre sus empleados, socios comerciales y demás partes interesadas.
Además, las «red flags» tienen un significado importante en el contexto regulatorio.
Muchos marcos legales, como la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés) o la Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales, exigen que las empresas implementen controles adecuados para identificar y responder a señales de alerta.
En estos contextos, no actuar ante una «red flags» puede tener consecuencias legales graves, ya que las autoridades podrían interpretar la falta de acción como complicidad o negligencia.
Por lo tanto, las «red flags» no solo son herramientas preventivas, sino también un elemento clave para cumplir con las expectativas de los reguladores y demostrar la eficacia del sistema de Compliance de una organización.
El significado de las «red flags» también incluye su capacidad para evolucionar y adaptarse a los cambios en el entorno empresarial y regulatorio.
Las señales de alerta que eran relevantes en el pasado pueden no serlo en el futuro, y viceversa.
REVISAR Y ACTUALIZAR CONSTANTEMENTE LOS SISTEMAS DE COMPLIANCE
Esto subraya la importancia de que las organizaciones revisen y actualicen constantemente sus sistemas de Compliance para incluir las «red flags» más relevantes y alineadas con los riesgos emergentes.
Las «red flags» representan un modelo de cumplimiento normativo o Compliance. Son señales de alerta que indican posibles riesgos de incumplimiento, irregularidades o conductas inusuales que podrían derivar en violaciones legales o éticas.
Su significado radica en su función como herramienta preventiva para detectar y gestionar riesgos de manera proactiva, fortalecer la cultura de cumplimiento y garantizar que la empresa opere dentro del marco normativo aplicable.
La adecuada gestión de las «red flags» es fundamental no solo para prevenir sanciones legales y daños reputacionales, sino también para promover la integridad, la transparencia y la sostenibilidad a largo plazo de la organización.
En lo que se re refiere a las implicaciones de las «red flags» en el ámbito del Compliance, debe indicarse que las mismas tienen implicaciones tanto operativas como estratégicas dentro de una organización.
En primer lugar, tal como ha quedado indicado anteriormente, actúan como un mecanismo de alerta temprana que permite a las empresas identificar vulnerabilidades en sus procesos y prevenir situaciones que puedan derivar en incumplimientos normativos.
La detección de una «red flags» no solo requiere atención inmediata, sino también una revisión de los controles internos y de los procedimientos para determinar si son suficientemente robustos.
IMPLICACIONES LEGALES
Por otra parte, las «red flags» también tienen implicaciones legales.
Las organizaciones están obligadas a actuar con la llamada «diligencia debida» al gestionar estos indicadores, lo que significa investigar, documentar y, en su caso, tomar medidas correctivas.
La falta de acción ante una «red flag» puede interpretarse como negligencia y derivar en responsabilidades legales para la empresa y sus directivos.
Además, los reguladores suelen considerar que ignorar una «red flag» es un agravante en el caso de que se detecte un incumplimiento, lo que puede traducirse en sanciones más severas.
En términos estratégicos, las «red flags» también impactan en la relación de la organización con sus partes interesadas.
Una empresa que demuestra capacidad para detectar y gestionar estos riesgos de manera efectiva refuerza su reputación y genera confianza, mientras que una gestión inadecuada puede deteriorar su imagen pública y su credibilidad.
Las implicaciones de las «red flags» en un modelo de cumplimiento normativo o Compliance son amplias y afectan directamente la forma en que una organización identifica, gestiona y previene riesgos relacionados con el incumplimiento normativo, ético o legal.
Estas señales de alerta no solo tienen un impacto interno, al influir en los procesos y controles de la organización, sino que también repercuten externamente, afectando la relación de la empresa con sus partes interesadas, como reguladores, clientes, proveedores y la sociedad en general.
Su importancia radica en que son elementos clave para mantener la integridad y la sostenibilidad del sistema de Compliance, ya que actúan como indicadores tempranos que permiten abordar problemas potenciales antes de que se materialicen en consecuencias negativas más graves.
IMPLICACIONES DE LAS «RED FLAGS»
En lo que atañe a las diversas implicaciones que tienen las «red flags» en este contexto debe señalarse a dichos efectos lo siguiente:
a). En primer lugar, una de las implicaciones más importantes de las «red flags» es que representan un desafío directo para la capacidad de la organización de cumplir con la diligencia debida («due diligence»).
La identificación de una «red flag» pone de manifiesto que existe una situación que podría derivar en incumplimientos normativos si no se aborda de manera adecuada.
La presencia de una «red flag» obliga a la empresa a investigar y documentar las acciones realizadas para mitigar el riesgo asociado, ya que la falta de una respuesta proactiva puede interpretarse como negligencia, tanto por parte de las autoridades regulatorias como por otras partes interesadas.
b). Otra implicación clave de las «red flags» es su impacto en los controles internos y en los sistemas de gestión de riesgos de la organización.
La aparición de una señal de alerta puede indicar deficiencias en los controles existentes, como la falta de procedimientos claros para supervisar determinadas operaciones o la ausencia de mecanismos de monitorización en tiempo real.
Esto significa, que la empresa debe evaluar y, en su caso, reforzar sus políticas y procesos internos para garantizar que las red flags se detecten de manera temprana y que se actúe adecuadamente en respuesta a ellas.
Desde una perspectiva regulatoria, las «red flags» tienen implicaciones críticas en la relación entre la empresa y las autoridades.
Muchos marcos normativos, como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en Europa, la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA) en Estados Unidos, o, las normativas sobre prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo exigen que las organizaciones implementen sistemas efectivos para identificar y gestionar riesgos.
SANCIONES
La detección de una «red flag» y la falta de acción ante ella pueden interpretarse como un incumplimiento de estas obligaciones legales, lo que podría derivar en sanciones significativas, incluidas multas millonarias, restricciones operativas e incluso responsabilidades penales para la empresa y sus directivos.
Por otro lado, una gestión adecuada de las «red flags«, acompañada de una documentación rigurosa, puede ser un elemento mitigador en caso de investigaciones regulatorias, ya que demuestra que la organización ha actuado con la diligencia debida.
En el ámbito reputacional, las «red flags» también tienen profundas implicaciones.
Una empresa que ignora o gestiona inadecuadamente señales de alerta puede enfrentarse a un daño significativo a su imagen pública si estas derivan en casos de corrupción, fraudes, incumplimientos normativos o prácticas no éticas que salgan a la luz.
Por el contrario, una empresa que gestiona de manera transparente y efectiva las «red flags» refuerza su reputación como una entidad ética y responsable, lo que puede traducirse en ventajas competitivas a largo plazo, como una mayor fidelidad de los clientes y un mayor atractivo para los inversores.
Las «red flags» también tienen implicaciones en la cultura organizacional y en el compromiso de los empleados con los valores de la empresa.
La forma en que una organización responde a las «red flags» envía un mensaje claro a sus empleados sobre la importancia que se otorga al cumplimiento normativo y a la ética en el lugar de trabajo.
Si la empresa actúa de manera diligente y transparente ante una «red flag«, fomenta una cultura de integridad y responsabilidad, donde los empleados se sienten empoderados para identificar y reportar posibles irregularidades.
Sin embargo, si la empresa ignora las «red flags» o minimiza su importancia, puede generar desmotivación entre los empleados y un debilitamiento de la cultura de cumplimiento, lo que aumenta la probabilidad de que ocurran conductas indebidas en el futuro.
RIESGOS SISTÉMICOS E IMPLICACIONES FINANCIERAS
Una cuestión relevante que tomar en consideración es la que hace referencia a que las «red flags» pueden revelar riesgos sistémicos, o, patrones recurrentes dentro de la organización.
La identificación frecuente de señales de alerta similares, como pagos inusuales o conflictos de interés no declarados, puede indicar problemas más profundos en los procesos operativos o en la estructura organizativa.
Esto subraya la importancia de analizar las «red flags» no solo de forma individual, sino también en conjunto, para identificar tendencias o áreas de mejora.
Por último, las «red flags» también tienen implicaciones financieras.
Ignorar estas señales de alerta puede derivar en pérdidas económicas significativas para la organización, ya sea por sanciones legales, costos asociados a investigaciones regulatorias, fraudes no detectados o pérdidas de contratos debido a daños reputacionales.
Además, la falta de una respuesta adecuada puede afectar la capacidad de la empresa para acceder a financiamiento o atraer inversores, especialmente en un entorno donde las consideraciones ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) están adquiriendo un peso cada vez mayor en las decisiones de inversión.
Las «red flags» tienen profundas implicaciones en un modelo de cumplimiento normativo o Compliance, ya que afectan la capacidad de la organización para gestionar riesgos, cumplir con las normativas aplicables, proteger su reputación y mantener la confianza de sus partes interesadas.
Actuar de manera diligente ante las «red flags» no solo es una obligación legal y ética, sino también un elemento clave para garantizar la sostenibilidad y la resiliencia de la organización en un entorno empresarial cada vez más complejo y regulado.
La gestión adecuada de estas señales de alerta requiere, en definitiva, un enfoque integral que combina controles internos sólidos, tecnología avanzada, formación continua, y, un compromiso genuino con los principios de cumplimiento y responsabilidad por parte de las organizaciones y las personas jurídicas.
Todo ello supone, gestionar eficazmente las «red flags» en un modelo de cumplimiento normativo o Compliance requiere una combinación de políticas claras, controles internos robustos, capacitación continua, herramientas tecnológicas avanzadas, canales de denuncia efectivos, procedimientos estructurados y una sólida cultura de cumplimiento.
Estos requisitos permiten a la organización identificar y abordar de manera proactiva las señales de alerta, minimizando los riesgos legales, financieros y reputacionales y fortaleciendo su integridad y sostenibilidad a largo plazo.
Por ello, se puede afirmar que, las «red flags» son un componente esencial en el ámbito del Compliance, ya que actúan como herramientas preventivas para identificar y gestionar riesgos. Su adecuada identificación, análisis y resolución son imprescindibles para proteger a la organización de sanciones, fraudes y daños reputacionales.
Ignorar estas señales no solo implica un riesgo legal y financiero, sino que también puede comprometer la sostenibilidad a largo plazo de la empresa en un entorno empresarial cada vez más regulado y exigente.
Por lo tanto, las organizaciones deben priorizar la implementación de sistemas y procedimientos robustos que permitan una gestión efectiva y proactiva de las «red flags».
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