Firmas

Opinión | CDL: Costas y disuasión en la jurisdicción de Inglaterra y Gales

Opinión | CDL: Costas y disuasión en la jurisdicción de Inglaterra y Gales
Josep Gálvez, "barrister" de las Chambers de 4-5 Gray's Inn Square en Londres y abogado español, relata en su columna el caso de la firma CMS contra la empresa alemana Topalsson, que cortó su relación con el bufete, lo que finalmente dirimió un tribunal especializado de la High Court inglesa. Foto: JG.
01/4/2025 05:42
|
Actualizado: 31/3/2025 23:47
|

Ahora que ya tenemos la mediación impuesta a golpe de ley en España y van repartiéndose los nombramientos en comisiones por aquí y por allá, no deja de sorprenderme que algunos traten de justificar tal hipocresía procesal con lo que viene sucediendo en Inglaterra y Gales.

Como si algo tuviera que ver la velocidad con el tocino.

Y es que el modelo procesal civil inglés funciona, de hecho, al revés que el español ya que sufre un fenómeno de auténtica exclusión estructural en los tramos bajos debido a los altísimos costes de litigar.

Esto afecta sobre todo a las reclamaciones de menos de 10.000 libras esterlinas (unos 12.000 euros aproximadamente), que son precisamente las que saturan los juzgados y tribunales de toda España.

Por eso la mediación se usa en Inglaterra y Gales como una vía alternativa para quienes no pueden permitirse un litigio con ‘solicitors’ y ‘barristers’.

Así que, en esta última Carta desde Londres antes de las vacaciones, veremos un caso en materia de honorarios que ejemplifica cuánto cuesta un peine en esta jurisdicción.

Así que, por favor, abróchense los cinturones, que despegamos.

LOS HECHOS DEL CASO ‘TOPALSSON CONTRA CMS’

Topalsson es una empresa tecnológica alemana y, como tiene un cliente importante, a mediados de 2019 encarga a CMS para que le prepare un contrato bajo derecho inglés.

Todo va sobre ruedas: correos amables, minutas detalladas con esa contabilidad quirúrgica tan de aquí, y un maravilloso aroma a rosas Tudor reina en el ambiente.

El tiempo pasa y los servicios jurídicos se siguen prestando a Topalsson, asesorándole sobre el contrato de marras y se emite una nueva factura que incluye un trabajo adicional sobre algunas cláusulas del acuerdo.

Sin novedad en el frente.

Pero la Arcadia se acaba brúscamente el 16 de abril de 2020 cuando el cliente de Topalsson rescinde el contrato de un plumazo.

Ese mismo día, Topalsson consulta a CMS para responder a la inesperada rescisión del contrato.

Y aquí es cuando las zanahorias desaparecen del escenario y aparecen por la puerta los palos.

En efecto, visto el percal, Topalsson contrata los servicios de ‘litigation’ de CMS para reclamar contra el cliente de la alemana.

Total que CMS, con su equipo de ‘dispute resolution’, se pone manos a la obra.

Y lógicamente, a cada correo, cada borrador, cada reunión y cada llamada le acompaña su correspondiente facturita.

Puntual. Meticulosa. Inapelable.

¿El resultado?

Pues ahora lo veremos.

ALGO SE MUERE EN EL ALMA CUANDO UN CLIENTE SE VA (SIN PAGAR)

Al principio, Topalsson paga religiosamente todas y cada una de las facturas giradas por CMS.

Pero cuando las cifras empiezan a superar algunos dígitos y el pleito, lejos de resolverse, se tuerce aún más, los alemanes comienzan a levantar la ceja.

Seguramente recordando los viejos tiempos del Káiser y los cascos prusianos con pincho, la relación con los ingleses se va tensando cada vez más hasta el punto que dejan de pagarles las minutas.

Esto lleva a que CMS suspenda sus servicios hasta que se le abonen las facturas aún pendientes de pago.

Al final, Topalsson decide pagar medio millón de libras y los servicios de CMS se reanudan.

Total que la relación entre cliente y abogados se va complicando hasta que finalmente se rompe en mayo de 2022 cuando CMS resuelve formalmente la relación con Topalsson.

Y además emite su factura por un total de 1.7 millones de libras, todas con la jeta de su Graciosa Majestad.

Pero viendo que no está por pagar, CMS, lejos de pestañear, va directamente a la ‘High Court’ a reclamar sus honorarios contra la alemana.

Topalsson, que seguramente ya se olía el sablazo, contraatacó solicitando una ‘detailed assessment’, es decir, un detallado de las 27 facturas emitidas, amparándose en la famosa ‘Solicitors Act 1974’, una ley que regula el derecho del cliente a cuestionar los honorarios de su abogado.

Y aquí empieza la verdadera tragedia de Topalsson.

Y es que estos litigios son como las arenas movedizas: cuanto más te meneas, más te hundes.

¿UNA ÚNICA ‘“DOLOROSA” O VARIAS?

Con tres sesiones de audiencias, el caso fue juzgado por el juez Gordon-Saker, una de esas figuras del derecho inglés que inspira absoluto respeto en sus decisiones.

Y nada menos que ante la ‘Senior Courts Costs Office’, un tribunal especializado de la ‘High Court’ para la valoración y fiscalización de costas procesales en Inglaterra y Gales.

Para que nos entendamos, el debate no era si CMS cobraba mucho.

El tema estaba en si las 27 facturas giradas eran facturas independientes (‘Interim statute bills’) o si, por el contrario, constituían lo que se conoce como una ‘Chamberlain bill’, es decir, una serie de anticipos que, en su conjunto, forman una única factura final.

Ojo porque la diferencia no es menor.

Si eran independientes, Topalsson sólo podría discutir ante el tribunal las ocho últimas, por una cuestión de caducidad para reclamar.

Pero si se trataba de una ‘Chamberlain bill’, entonces podían discutirlas todas.

Y claro, la empresa alemana necesitaba esa segunda opción como quien necesita un paraguas en Londres.

Y el juez Gordon-Saker, con la flema que caracteriza a estos veteranos del ‘common law’, no se dejó impresionar por los lamentos ni las facturas en alemán.

La sentencia, dictada el pasado 23 enero en Topalsson GmbH v CMS Cameron Mckenna Nabarro Olswang LLP [2025] EWHC 118, es una auténtica gozada en materia de costas.

El juez concluye que todas las facturas eran efectivamente ‘interim statute bills’, es decir, facturas independientes y válidas que Topalsson no puede discutir ya por haberse pasado el plazo.

¿POR QUÉ LO LLAMAN MEDIACIÓN CUANDO QUIEREN DECIR DISUASIÓN?

Lo curioso es que la defensa de CMS no fue tanto técnica como brutalmente práctica.

Para ello, aportaron las pruebas de que el cliente aceptó las facturas, las pagó (en parte), pero no las cuestionó durante más de un año, y además todas seguían el mismo formato: descripción detallada, cómputo de horas, tarifas por profesional, etc.

Para entendernos, sabían lo que firmaban, sabían lo que pagaban, y ahora no podían hacerse “los suecos”… o los alemanes.

El juez Gordon-Saker, además, remata la faena recordando que las facturas no eran simples notas de gastos sino documentos profesionales detallados y hechos para resistir el escrutinio de la jurisdicción inglesa.

Por si fuera poco, Topalsson pidió que se revisaran sólo los honorarios de CMS pero no los del ‘barrister’ (‘counsel’s fees’) ni las tasas judiciales (‘court fees’), porque sería ilógico tener que discutir ahora también esas partidas al quedar dentro de una única ‘Chamberlain bill’.

En fin, la moraleja de este caso es tan clara como dolorosa: en Inglaterra y Gales, no se pleitea a la ligera dados los altísimos costes que se derivan.

A ello se añade que, gracias a los claros precedentes, todos los tribunales ingleses siguen unos mismos criterios, sin que haya auténticos reinos de taifas jurisdiccionales, como sucede en España, donde cada audiencia provincial o incluso cada juzgado tiene sus propias opiniones.

Por este motivo, la mediación se propone en Inglaterra y Gales para ayudar a quienes no pueden acceder a los tribunales por sus altos costes, no para añadir más trabas al proceso.

En comparación con España, donde las costas son una condena opcional y casi decorativa, en Inglaterra y Gales representan un sistema bien engrasado para la disuasión.

De hecho, esa es una de las finalidades de la condena en costas al prójimo.

Y si no funciona en España, pues por algo será.

Pero aquí, a las cosas se las llama por su nombre, sin necesidad de disfrazarlas de mediación.

En fin, nos despedimos con la frase que decía un célebre ‘barrister’ de por aquí:

“Los clientes que discuten las facturas pronto descubren que lo más caro es tratar de no pagarlas.”

Hasta después de las vacaciones, mis queridos anglófilos.

Josep Gálvez es «barrister» en las Chambers de 4-5 Gray’s Inn Square en Londres y abogado español. Está especializado en litigios comerciales complejos y arbitrajes internacionales. Interviene ante los tribunales de Inglaterra y Gales, así como en España, y actúa también como ‘counsel’ y árbitro en disputas internacionales en las principales instituciones de arbitraje.

Otras Columnas por Josep Gálvez:
Últimas Firmas