El último episodio del Foro Confilegal reunió a Rafael Catalá, Cristina Jiménez Savurido (en el centro) y Ana Fernández para hablar de la mediación empresarial. Foto: Confilegal.
Mediación empresarial: la vía del diálogo en la justicia del siglo XXI
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22/5/2025 05:35
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Actualizado: 22/5/2025 09:32
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«No queda otra». La afirmación no es pesimista ni resignada, sino profundamente esperanzadora: en un sistema saturado, complejo y cada vez más exigente, la mediación empresarial emerge como una vía eficaz, rápida y menos costosa que el juicio, promoviendo el acuerdo sobre la confrontación.
Esta fue la principal conclusión de una nueva entrega de Foro Confilegal, que reunió a tres importantes figuras para el avance de la mediación en España: Rafael Catalá, presidente del Centro Español de Mediación, abogado y exministro de Justicia, Cristina Jiménez Savurido, presidenta de FIDE, «think tank» jurídico-económico y Ana Fernández Pérez, profesora de la Universidad de Alcalá.
FIDE y Fernández Pérez fueron galardonados con el II Premio del Centro Español de Mediación. La institución que preside Jiménez Savurido por su trayectoria ejemplar en la promoción de la mediación empresarial y Fernández Pérez, por coordinar una obra colectiva publicada por la Editorial Aranzadi bajo el título “Avances para una justicia sostenible”.
Este «podcast» llevó por título «Mediación empresarial: La vía del diálogo en la justicia del siglo XXI» y fue presentado y dirigido por Carlos Berbell, director de Confilegal.
Un cambio de paradigma jurídico y cultural
Desde la entrada en vigor el pasado 3 de abril de la Ley de Eficiencia Organizativa, el uso de los métodos adecuados de resolución de conflictos (MASC) ha pasado de ser una alternativa voluntaria a convertirse en un requisito procesal en determinados casos, marcando un antes y un después en el acceso a la jurisdicción.
Rafael Catalá definió este momento como un cambio cultural sin precedentes. “Por fin el derecho español tiene una regulación relevante sobre mediación, que manda un mensaje claro: antes de ir a los tribunales, intente llegar a un acuerdo dialogado y pactado”, aseguró.
Catalá reconoció que los cambios culturales siempre son complejos y necesitan de normas para materializarse. “Cuando algo no es obligatorio, su aplicación es desigual. La ley ha acertado, aunque haya debate sobre la obligatoriedad de intentar previamente una solución consensuada”, indicó.
Las resistencias: ¿rechazo o desconocimiento?
Cristina Jiménez Savurido fue rotunda: “No hay resistencia real de los empresarios a la mediación, lo que hay es desconocimiento”. Explicó que los empresarios están habituados a negociar constantemente en todos los ámbitos de su actividad, y que el gran obstáculo es la mentalidad heredada de que todo conflicto debe resolverse en los tribunales. En su opinión, lo que se necesita es mover las sillas de las zonas de confort y promover el cambio cultural desde la práctica.
Recordó, además, su experiencia como jueza: “En muchas ocasiones las partes llegan a juicio sin haberse visto nunca, sin conocerse los abogados siquiera. Eso es ineficiente”.
La clave, a su juicio, es que los abogados empiecen a informar proactivamente a sus clientes sobre estas vías, algo que considera no solo legalmente correcto, sino éticamente necesario.
La universidad como motor del cambio
Ana Fernández Pérez insistió en que la formación es fundamental para consolidar este cambio cultural. Desde su facultad han puesto en marcha proyectos educativos dirigidos tanto a estudiantes universitarios como a alumnos de secundaria y empresarios, para introducir el valor del diálogo en la resolución de conflictos.
“Formamos a futuros abogados, a abogados en ejercicio, y también a ciudadanos. Lo primero que escuchamos es: ‘te voy a denunciar’, ‘voy a poner una demanda’. Esa es la reacción automática. Nos falta educar en la capacidad de ser parte activa de la solución de los conflictos”, dijo.
Fernández alertó de que el litigio sigue siendo la lógica predominante en la formación jurídica, y subrayó que cambiar eso requiere introducir las herramientas de negociación, mediación y conciliación desde el primer curso de Derecho.
¿Y los retos? Homogeneidad, coordinación y voluntad
Uno de los aspectos más críticos señalados por los participantes fue la falta de uniformidad en la aplicación práctica de la ley. Como explicó Catalá, la acreditación del intento de mediación varía de un juzgado a otro, lo que genera confusión.
“El Ministerio de Justicia debió fijar criterios claros. No puede ser que en Gerona se interprete de una manera y en Huelva de otra”, afirmó.
Jiménez, por su parte, pidió dejar de ser “creativos en el incumplimiento” y empezar a serlo “en el cumplimiento”, señalando que hoy existen medios digitales suficientes para acreditar de buena fe un intento de solución amistosa, si hay voluntad.
El valor de la mediación: eficacia, economía y cumplimiento
Los beneficios de la mediación fueron ampliamente discutidos: Es más económica, porque no solo en costes directos, sino en tiempo y desgaste emocional y reputacional, es más rápida, porque permite solucionar conflictos en días o semanas frente a años de litigio y es más eficaz porque los acuerdos alcanzados por las partes tienen una tasa mucho más alta de cumplimiento que las sentencias judiciales, que en un 65% no se ejecutan, según datos de los procuradores.
Además, la mediación protege relaciones personales y comerciales, algo vital en entornos familiares y empresariales.
¿Cómo será el futuro?
Dentro de cinco años, todos coincidieron en que la mediación será una herramienta consolidada y un recurso estratégico en el mundo empresarial y jurídico español. La clave estará en fortalecer las instituciones de mediación, generar casos de éxito visibles, promover la formación transversal y normalizar el diálogo como forma legítima y eficiente de justicia.
Como concluyó Cristina Jiménez: “Las grandes empresas ya lo hacen. Pagan por una mediación bien hecha porque saben que es la mejor solución. ¿Por qué no vamos a hacerlo todos los demás?”.
La mediación empresarial no es una utopía, es una necesidad. Una justicia del siglo XXI no puede sostenerse sin diálogo, cooperación y responsabilidad compartida. El camino ya ha empezado.
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