Firmas

Opinión | Más allá del humo: el verdadero coste para la seguridad israelí tras el 7 de octubre de 2023

Opinión | Más allá del humo: el verdadero coste para la seguridad israelí tras el 7 de octubre de 2023
Jorge Carrera, abogado, exmagistrado, exjuez de enlace de España en Estados Unidos y consultor internacional, aborda la guerra que libra israel desde un enfoque económico y político. Los resultados son sorprendentes. Foto generada por IA.
19/6/2025 05:35
|
Actualizado: 19/6/2025 00:38
|

Desde el 7 de octubre de 2023, las operaciones de Israel en Gaza han sido presentadas, por algunos, como una victoria necesaria en la búsqueda de seguridad.

Sin embargo, un análisis riguroso y desapasionado de los costes y beneficios para Israel revela una verdad mucho más compleja y matizada.

Lejos de una victoria contundente que garantice la seguridad a largo plazo, la nación se encuentra en un terreno estratégico más inestable, enfrentando desafíos sin precedentes en múltiples frentes.

La pregunta imperante no es si Israel ha ganado, sino a qué coste y con qué consecuencias para su futuro. Vamos a ocuparnos a continuación de ello.

La persistencia de los «proxies»: ¿realmente han desaparecido Hamás y Hezbolá?

Las operaciones militares de Israel han logrado una «degradación militar significativa» de Hamás en Gaza, eliminando entre 17.000 y 20.000 combatientes y diezmando gran parte de su liderazgo de nivel medio.

Además, la infraestructura de Gaza ha sido devastada, con casi siete de cada diez estructuras anteriores a la guerra dañadas o arrasadas, y una parte significativa de la red de túneles de Hamás supuestamente destruida.

No obstante, la erradicación completa de Hamás no se ha materializado.

La organización ha demostrado una notable «capacidad de adaptación y persistencia», reclutando a 15.000 nuevos combatientes durante el conflicto. A pesar de los golpes a su estructura de mando, el control de Hamás sigue siendo funcional, como lo demuestra su capacidad para negociar acuerdos de rehenes.

Sorprendentemente, el apoyo a Hamás en la Franja de Gaza aumentó ligeramente a 37% en mayo de 2025, y la mayoría de los gazatíes se opone a su desarme.

Esta dinámica se asemeja al concepto de «cortar el césped», donde la capacidad militar de Hamás se degrada, pero la organización persiste como una insurgencia resiliente en una sociedad civil colapsada.

En Líbano, Hezbolá también ha sufrido «daños severos», incluyendo la eliminación de comandantes de alto rango y la pérdida temporal de la capacidad operativa de su unidad de élite Radwan para infiltrarse en Galilea.

No obstante, Hezbolá está «lejos de desaparecer», manteniendo un arsenal estimado de 120.000 a 200.000 cohetes y misiles, y una considerable cantidad de sistemas aéreos no tripulados y misiles guiados antitanque.

La escalada de violencia con más de 4.400 incidentes desde el 7 de octubre subraya que, aunque degradada, Hezbolá sigue siendo una amenaza latente con capacidad significativa. Las acciones preventivas de Israel y el continuo compromiso de Hezbolá crean un ciclo de retroalimentación que puede llevar a una escalada.

En contraste, el colapso del régimen de Bashar al-Assad en Siria el 8 de diciembre de 2024, tras una ofensiva rebelde, representa el golpe más decisivo al «Eje de Resistencia» liderado por Irán.

Israel ha aprovechado esta situación con cerca de 500 ataques aéreos en los días posteriores a la caída de Assad, destruyendo gran parte del armamento sirio y debilitando la posición de Irán en Siria.

Sin embargo, este vacío de poder introduce «nuevas incertidumbres», con Israel inseguro sobre las intenciones del nuevo régimen sirio, liderado por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), y el riesgo de que Siria se desintegre o surja un eje islamista sunita respaldado por Turquía.

En síntesis, la amenaza no ha desaparecido, sino que se ha transformado, adoptando nuevas formas y complejidades.

El alto precio de la ‘seguridad’: Un balance financiero, político y diplomático para Israel

La supuesta «seguridad» obtenida por Israel ha conllevado un «coste económico sin precedentes».

El gasto financiero de la guerra se estima en 250.000 millones de NIS (aproximadamente 67.000 millones de USD) hasta mayo de 2024, ascendiendo a 300.000 millones de NIS si se incluye la expansión del conflicto a Líbano.

El PIB de Israel se contrajo un 20% en el cuarto trimestre de 2023, y las previsiones para 2024 anticipan un crecimiento negativo del -3,1%.

El déficit presupuestario se disparó a entre el 8% y el 9% del PIB en 2024, y la inversión extranjera directa disminuyó un 29% en 2023.

Sectores clave como la construcción, la agricultura y el turismo se han visto gravemente afectados. Estos costes financieros son un lastre considerable para la prosperidad a largo plazo de Israel. Son magnitudes macroeconómicas que ningún país quisiera para sí.

En el ámbito político interno, la guerra ha provocado una «creciente fragmentación social». La esperanza de una solución de dos estados se encuentra en un mínimo histórico del 13%.

La sociedad israelí experimenta una «preocupación generalizada por la situación social», y las tensiones han aumentado, destacando la ira hacia los ultraortodoxos. La falta de un plan claro para el «día después» en Gaza agrava la incertidumbre política.

«Los logros militares tácticos de Israel, aunque innegables, han desencadenado una cascada de consecuencias negativas en las esferas económica, social y diplomática, alterando fundamentalmente la estabilidad y la posición de Israel antes de la guerra».

A nivel diplomático, la posición de Israel se ha deteriorado significativamente. Aunque inicialmente recibió un fuerte apoyo occidental, las críticas han aumentado gradualmente, especialmente de Estados Unidos, en relación con las cuestiones humanitarias y las bajas civiles en Gaza.

Organismos internacionales como la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la Corte Penal Internacional (CPI) han tomado medidas contra líderes israelíes. Las conversaciones de normalización con Arabia Saudita, aunque reanudadas, ahora están explícitamente condicionadas al establecimiento de un estado palestino independiente.

China y Rusia se han alineado con Irán, manteniendo una postura hostil hacia Israel, aunque respecto a Rusia existen matices que deben ser tenidos muy en cuenta que hacen que el alineamiento no sea tan absoluto como pudiera ab initio parecer. Este aislamiento diplomático limita el apoyo internacional de Israel y su capacidad de maniobra a largo plazo.

Un «coste indirecto evidente» de la guerra ha sido el «aumento alarmante del antisemitismo global». En Estados Unidos, se registró un aumento del 270% entre septiembre y noviembre de 2023, y un 200% en 2024.

Europa experimentó un aumento del 400% en las actividades antisemitas. Este fenómeno, impulsado por una combinación de extremismo de extrema izquierda, extrema derecha e islamista, es una «amenaza de seguridad y social significativa» para las comunidades judías en todo el mundo.

En suma, los logros militares tácticos de Israel, aunque innegables, han desencadenado una cascada de consecuencias negativas en las esferas económica, social y diplomática, alterando fundamentalmente la estabilidad y la posición de Israel antes de la guerra.

¿Problema resuelto o incubadora de nuevas amenazas?

Objetivamente, la guerra no ha «solucionado» el problema de seguridad a largo plazo de Israel, sino que lo ha «transformado profundamente». Hamás persiste como una insurgencia resiliente, y Hezbolá sigue siendo una amenaza significativa.

La caída de Assad en Siria, si bien elimina un aliado iraní, crea un vacío que podría conducir a nuevas formas de inestabilidad, con la posibilidad de que Irán reafirme su influencia o que surja un eje islamista sunita hostil a Israel.

Han surgido o se han intensificado nuevas amenazas y desafíos.

El riesgo de una escalada regional más amplia se ha acentuado, y el aumento global del antisemitismo representa un desafío de seguridad y social significativo. La fragmentación política interna de Israel y el creciente aislamiento diplomático desafían su cohesión nacional y su capacidad de gobernanza.

Además, el conflicto ha generado «consecuencias imprevistas o efectos ‘boomerang’. Se ha producido una «normalización involuntaria de lo impensable». Acciones militares de una escala sin precedentes en Gaza y ataques directos a activos iraníes, antes considerados altamente escalatorios, ahora son una realidad.

A pesar de la oposición del Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, las acciones de Israel han intensificado el enfoque internacional en la creación de un estado palestino, con amenazas de reconocimiento por parte de potencias europeas y el reconocimiento formal por parte de tres cuartas partes de los estados miembros de la ONU.

Esto sugiere que el mismo conflicto destinado a asegurar a Israel ha, de manera involuntaria, impulsado el impulso diplomático para un estado palestino.

La devastación en Gaza y la consiguiente crisis humanitaria no son sólo preocupaciones humanitarias, sino también multiplicadores de amenazas de seguridad, creando un terreno fértil para la radicalización y un ciclo perpetuo de conflicto.

La escalada con Irán: El futuro más incierto de Israel

La confrontación entre Israel e Irán ha evolucionado «significativamente», pasando de un conflicto indirecto a implicar cada vez más enfrentamientos directos. Israel percibe este período post-7 de octubre como una oportunidad para «alterar decisivamente el equilibrio de poder», creyendo que Irán está más débil.

Los ataques israelíes han apuntado a la cúpula de liderazgo iraní y a zonas civiles, con la intención declarada de atacar la infraestructura económica de Irán, iniciando un ciclo de «ojo por ojo» de represalias.

Sin embargo, esta escalada presenta riesgos sustanciales para Israel.

Los ataques podrían impulsar a Irán a acelerar su programa nuclear, al percibir que la disuasión convencional es insuficiente. Esto podría llevar a una «guerra regional amplia», involucrando a otros actores y, potencialmente, a fuerzas estadounidenses. Económicamente, una escalada podría provocar un aumento de los precios del petróleo y afectar negativamente a la economía global.

Las acciones unilaterales de Israel corren el riesgo de socavar el derecho internacional y aislar aún más a Israel diplomáticamente. Además, los ataques podrían fortalecer a los líderes de línea dura iraníes.

Existe una «posibilidad real» de que esta confrontación lleve a Israel a una «situación estratégica, económica o de seguridad mucho peor» de la que se encontraba. Si Irán acelera su programa nuclear, Israel enfrentaría una amenaza existencial más inmediata. Una guerra regional más amplia desviaría inmensos recursos, causaría bajas significativas y desestabilizaría gravemente todo Oriente Medio.

Esta dinámica actual puede entenderse como una «trampa de disuasión nuclear». La postura agresiva de Israel, destinada a debilitar a Irán y prevenir su nuclearización, podría «irónicamente acelerar la búsqueda de armas nucleares por parte de Irán como una disuasión definitiva percibida».

Conclusión: una falsa victoria y un horizonte incierto

La narrativa de una «victoria contundente» para Israel tras el 7 de octubre se desmorona bajo un análisis frío de los hechos.

Si bien se han logrado éxitos tácticos innegables en la degradación de las capacidades militares de Hamás y Hezbolá, y el colapso del régimen de Assad es un golpe significativo al «Eje de Resistencia», estos «beneficios» son predominantemente militares y de corto plazo.

Los «costes», por el contrario, son «amplios y sistémicos», erosionando la estabilidad económica, la cohesión social y la legitimidad internacional de Israel a largo plazo.

La guerra no ha «solucionado» el problema de seguridad de Israel, sino que lo ha «transformado», generando una insurgencia persistente en Gaza, una amenaza latente de escalada regional, y un aumento alarmante del antisemitismo global. Ese incremento del antisemitismo podria verse magnificado hasta limites insospechados si Israel acaba generando una disrupcion economica mundial de grandes proporciones.

La confrontación directa con Irán, si bien se percibe como un beneficio estratégico, conlleva riesgos sustanciales de acelerar las ambiciones nucleares iraníes y de desencadenar una guerra regional más amplia, lo que podría llevar a Israel a una situación estratégica, económica y de seguridad considerablemente peor..

En última instancia, la justificación de estos amplios costes sistémicos, cuando se examina a través de una lente estratégica holística y a largo plazo, es «altamente cuestionable».

Israel se encuentra en un entorno más volátil e incierto, con divisiones internas acentuadas y un panorama de amenazas transformado, en lugar de eliminado.

¿Ha cambiado Israel el equilibrio de poder a su favor o se ha adentrado en una trampa de escalada perpetua? ¿Es la búsqueda de una seguridad absoluta, a un coste tan elevado, un camino viable para la estabilidad regional?

Y, fundamentalmente, ¿qué futuro le espera a una nación que, en su búsqueda de seguridad, parece haber comprometido su propia esencia y su lugar en el orden global?

Las respuestas a estas preguntas definirán el destino de Israel y de la región en las décadas venideras.

Israel posee pleno derecho a defenderse y a garantizar la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos, del mismo modo que cualquier otra nación tiene el derecho de vivir en paz.

No obstante, debe hacerlo con prudencia y con respeto a las normas universalmente reconocidas por la comunidad internacional.

Otras Columnas por Jorge Carrera Domenech:
Últimas Firmas