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Opinión | Trump y su “Big Beautiful Bill”: un desafío directo al modelo europeo
Jorge Carrera, abogado, exmagistrado, exjuez de enlace de España en Estados Unidos y consultor internacional, explica la importancia y lo que supone la aprobación de la "One Big Beautiful Bill Act” impuslada por el presidente estadounidense Donald Trump; su calado es mucho más profundo de lo que se pudiera pensar. Foto: Generada por IA.
05/7/2025 05:35
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Actualizado: 05/7/2025 03:16
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Con la “One Big Beautiful Bill Act” (OBBBA), el presidente Donald Trump no solo ha querido reconfigurar Estados Unidos desde dentro.
Ha lanzado, de facto, una doctrina legislativa que confronta el consenso económico y político liberal sobre el que Europa, y también los Estados Unidos, han construido su identidad en las últimas décadas.
Lo que se presenta como un ejercicio de reconciliación presupuestaria es, en realidad, una pieza estratégica de su programa: más nacionalismo económico, menos multilateralismo, Estado fuerte, crecimiento a cualquier precio y hegemonía sin complejos.
Los tiempos dorados del pasado han quedado atrás. Estados Unidos afronta ahora serios problemas presupuestarios y desafíos de gran calado, lo que ha provocado un giro radical en su política exterior.
El poder blando y la diplomacia del cheque han llegado a su fin. En su lugar, se impone una estrategia orientada al retorno: los aliados deben contribuir a cubrir el enorme déficit mediante aranceles, compras masivas de armamento y la deslocalización de industrias hacia territorio estadounidense.
Una ley que va mucho más allá de las fronteras de EE.UU.
Aprobada en el marco del 119.º Congreso como ley de reconciliación, la OBBBA se ha estructurado como una herramienta para ejecutar una reorientación completa del presupuesto federal: refuerzo masivo del gasto militar, desregulación ambiental y financiera, blindaje de sectores industriales estratégicos, incentivos fiscales al capital nacional y endurecimiento de políticas migratorias.
Más que una simple ley, se trata de una reafirmación ideológica del trumpismo como proyecto de poder en el siglo XXI. Y eso, por supuesto, no ocurre en el vacío: las consecuencias llegan de inmediato al otro lado del Atlántico.
Una economía dirigida desde la Casa Blanca
Frente al tradicional discurso republicano de “menos gobierno”, Trump apuesta por un Estado interventor, selectivo y unilateralista, que actúa como promotor directo de la economía nacional.
Se recortan impuestos a los sectores estratégicos (energía, defensa, manufactura), se canalizan fondos hacia grandes contratistas americanos y se imponen barreras disfrazadas de subsidios internos que afectan a las exportaciones europeas.
En otras palabras, Europa pierde competitividad por el diseño legislativo. La OBBBA no es proteccionismo accidental, sino política industrial agresiva. Ya se observan señales de desplazamiento de inversiones desde Europa hacia EE.UU., especialmente en sectores como baterías, defensa y tecnologías críticas.
La promesa de estabilidad regulatoria y energía barata está funcionando como imán.
La dimensión geopolítica: ¿fin de la alianza tradicional?
Desde Bruselas hasta Berlín, pasando por París o Madrid, la aprobación de esta ley se interpreta como una reorientación estructural de Estados Unidos hacia una estrategia transaccional, donde el liderazgo global se redefine como dominio económico y militar, sin cargas diplomáticas ni compromisos multilaterales.
Europa, que aún busca una voz común en materia de defensa y autonomía estratégica, ve cómo Washington reconfigura el tablero sin esperar. La reducción de aportes a organismos internacionales, la imposición de aranceles estratégicos a productos europeos y la creación de mecanismos de subvención interna a empresas nacionales vulneran principios de la OMC y agravan la brecha transatlántica.
No se trata solo de un nuevo ciclo político, sino de una transformación del orden internacional post-1945. Y Europa, sin una política exterior unificada, queda en el centro de una tensión entre su dependencia de EE.UU. y su necesidad de construir resiliencia propia.
¿Y los valores democráticos?
Más allá de lo económico, el “Big Beautiful Bill” apunta a un modelo de democracia muscular: un poder ejecutivo hipervitaminado, apoyado en el Congreso, que legisla con rapidez bajo la lógica de “emergencia nacional” o “interés estratégico”. Los controles y equilibrios ceden paso a la eficiencia política, y el relato nacionalista justifica casi cualquier decisión.
Este modelo, cada vez más presente en democracias iliberales de Europa Central, encuentra ahora una legitimación desde Washington. Para países con tensiones internas, populismos emergentes o democracias jóvenes, el modelo trumpista legislado en la OBBBA puede convertirse en referencia peligrosa.
Una llamada de atención para Europa
La aprobación de la OBBBA obliga a la Unión Europea a replantearse su estrategia industrial, fiscal y de seguridad. Ya no basta con declaraciones diplomáticas: se impone la necesidad de una política comercial más firme, de inversiones estratégicas coordinadas y de autonomía energética y tecnológica real.
El viejo modelo de libre comercio global, multilateralismo normativo y confianza ciega en la interdependencia ha sido desafiado frontalmente. Y esta vez, no por China o Rusia, sino por el socio más antiguo del proyecto europeo.
El fin de la inocencia atlántica
La “Big Beautiful Bill” no es solo una ley estadounidense. Es un símbolo de ruptura, una advertencia y una invitación a redefinir el equilibrio de poder en el siglo XXI. Para Europa, representa una oportunidad y una amenaza: depende de si opta por adaptarse con autonomía o por quedar atrapada entre gigantes con agendas propias.
La historia está en marcha. Y esta vez, el centro de gravedad no está en Bruselas… sino en una oficina oval donde se legisla el futuro a golpe de reconciliación presupuestaria.
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