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Las 5 claves del éxito para iniciarse en la abogacía

Las 5 claves del éxito para iniciarse en la abogacía
Juan Gonzalo Ospina es abogado y diputado del Colegio de Abogados de Madrid.
09/8/2017 04:58
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Actualizado: 01/8/2017 12:02
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Cuando terminamos la carrera de derecho, a los juristas, nos inundan innumerables dudas: ¿Oposito? ¿Estudio un máster? ¿Me pongo a trabajar? No es para menos, queremos hacernos valer de aquello que hemos estudiado pero ¿cómo empezar? La facultad de derecho, de la universidad española, está a años luz de lo que es la realidad en el ejercicio del día a día profesional y el mercado laboral no está boyante para la profesión. Por lo tanto, ¿cómo sobrevivir ante esta situación?.

A continuación, presento algunos consejos que posiblemente ya se hayan pensado pero que sin embargo, pueden servir como orientación.

Puntos de partida antes de empezar a ejercer como abogado

Antes de comenzar con los medios para alcanzar nuestro fin, mi consejo, es que hagamos un profundo ejercicio de auto reflexión: ¿a dónde nos gustaría ir con el ejercicio profesional? ¿Qué nos gustaría ser y qué nos gustaría alcanzar? En definitiva, ¿cuál es nuestra meta? Todo proyecto profesional y humano tiene que empezar visualizando que queremos ser y una vez marcado el objetivo, consigamos las herramientas y camino para alcanzarlo.

Un despacho de abogados sin clientes es como un colegio sin estudiantes. Los clientes, no sólo son importantes, son la esencia de nuestra profesión. Sin clientes no podremos ejercer ni poner en práctica nuestros conocimientos, nuestros servicios. Un jurista podrá ser un gran letrado, o un excelente catedrático, pero si éste no tiene clientes no podrá ejercer. Por ello, los clientes serán siempre nuestro primer objetivo para el inicio de la profesión. ¿Y para captar clientes? Aquí algunos consejos:

1.- La ley no hace el jurista, el jurista hace la ley.

Sin embargo, no conseguiremos ser juristas si no hemos previamente estudiado la ley a fondo. Un jurista aplica el derecho al hecho del cliente, por ello, el estudio y aprendizaje continuo es la esencia de nuestra profesión. No sólo el estudio y el conocimiento de los códigos civiles, penales o procesales, eso es el mínimo, sino la lectura de los textos comentados, últimas sentencias y jurisprudencia, reformas legislativas, y como no, revistas especializadas o diarios jurídicos digitales, que resumen la actualidad jurídica. El cliente que acuda a usar nuestros servicios, conocerá perfectamente su caso y esperará una solución práctica del mismo por parte del abogado.

2.- La marca personal.

La abogacía es una profesión que se centra en los servicios, en la solución al problema jurídico del cliente. ¿Puede existir alguna profesión en donde la marca, lo que generamos como profesionales, sea tan importante? Tenemos que trabajar nuestra imagen personal y profesional constantemente, con fondo jurídico y con forma comercial para intentar producir en el cliente la percepción de que nuestra solución es la que necesita.

3.- Si no estás, no existes. Web, blog, redes sociales…

Vivimos en un mundo donde la comunicación nos inunda constantemente, en donde la información de ayer, hoy es historia y donde el conocimiento de hoy será la noticia del mañana. Por ello, tenemos que estar, generar opinión y, lo más importante, influir de la mejor forma posible sobre aquellos en los que queremos influir: los clientes.

4.- La oficina será tu centro de operaciones.

Siguiendo los consejos anteriores, nuestra oficina formará parte del compendio de elementos que queremos desarrollar como nuestra “marca”. ¿Podemos imaginar un doctor que operase en la sala de espera? La abogacía toca elementos muy sensibles de nuestros clientes, por lo tanto, debemos cuidar al detalle, citas, reuniones, y como no, el lugar de reunión de las mismas.

5.- Lo habitual se olvida, lo excelente perdura.

¿Nos acordamos todavía de aquel plato que ordenamos en el restaurante al que fuimos a celebrar ese momento especial? ¿Nos acordamos de ese perfume o de ese trato cordial recibido cuando fuimos al médico? Los pequeños detalles marcan la diferencia y si queremos triunfar en un mundo cambiante, en donde la competencia es asfixiante, sólo sobreviviremos si somos capaces de ser únicos. Por ello, mi último consejo es la búsqueda constantemente de la excelencia.

Recapitulando: Marquemos una meta y definamos la ruta para alcanzar la misma. Una vez focalizado el fin, pongamos los medios para alcanzarlo, trabajemos la continua formación, nuestra marca personal y seamos únicos, ya que sólo así podremos alcanzar el escalón final que es la excelencia. Como decía Kennedy: “no todos tenemos el mismo talento, pero sí las mismas oportunidades para desarrollar nuestros talentos”.

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