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Indulto para Luis Hiniesto, el vendedor de la ONCE al que trató de asesinar su mujer

Indulto para Luis Hiniesto, el vendedor de la ONCE al que trató de asesinar su mujer
Luis Hiniesto es cojo desde los 10 años, cuando un cáncer se llevó su pierna derecha; trabaja como vendedor de cupones de la ONCE. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.
12/12/2016 05:59
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Actualizado: 11/12/2016 22:23
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Pocos indultos puede haber más justos que el que solicita Luis Hiniesto, el vendedor de la ONCE al que su esposa intentó asesinar a balazos. Salvó la vida porque se revolvió contra su agresora porque era cojo y no pudo salir corriendo. Con una bala incrustada en la columna vertebral, Hiniesto le hizo frente. Hasta siete balas llegó a disparar el revolver trucado.

La séptima, en el forcejeo consiguiente, se clavó en el estómago de la que había sido su esposa.

¿Por qué trató de matarlo? Hiniesto todavía no encuentra ninguna explicación. Jamás la maltrató, siempre la trató bien.

Pero ella trató de quitarle la vida, disfrazada a lo ninja y con guantes.

Él se defendió y consiguió sobrevivir. Salvó su vida.

Ahora le toca entrar en prisión el 24 de diciembre próximo.

Ha solicitado un indulto al Ministerio de Justicia, pero no ha tenido respuesta.

Si Hiniesto entra en prisión será una gran injusticia. La mayor injusticia de los últimos años.

Y es mi opinión, la de un ciudadano que tiene el oficio de escribidor.

Disfrazada de «ninja»

Los hechos sucedieron la madrugada del 30 de marzo de 2011.

La mujer nunca entró en prisión por el delito lógico de asesinato frustrado. Su abogada le aconsejó que dijera que era víctima de maltrato. Le aconsejó que mintiera. Y mintió.

Ella misma lo confesó en el juicio, celebrado el 25 de enero de este año en una de las secciones de la Audiencia Provincial de Madrid especializada en violencia de género.

“No, lo dije porque la abogada que me pusieron en ese momento, me dijo que lo dijera porque si no iba a entrar en prisión”, afirmó Hormigos con toda claridad ante el tribunal, respondiendo a la pregunta del abogado de su hoy exesposo.

La parricida frustrada evitó pisar ni un segundo la cárcel durante los cinco años que transcurrieron hasta que se celebró el juicio. El tribunal tampoco no dedujo testimonio de aquello para aclarar responsabilidades.

Se dejo correr.

Hiniesto fue juzgado como un supuesto maltratador, que no era en absoluto. Y le cayeron 8 años y medio de prisión. Los mismos que a su mujer.

Parricida frustrada

El tribunal estimó que, a pesar de que dos de los peritos forenses afirmaron que el disparo que recibió la mujer en el estómago era compatible con el forcejeo, él trató de matarla. No apreciaron el principio sagrado de «in dubio pro reo», en caso de duda a favor del reo.

No tuvieron ninguna duda.

Cero. Lógico.

Tampoco la fiscal del caso que llegó a preguntar a la parricida frustrada si quería reclamar económicamente por el disparo recibido. ¡El colmo de los colmos! ¡Ella trata de matarlo y encima tiene que pagarle por tratar de defenderse! Quedó grabado en el dvd  del juicio. No me lo estoy inventando.

El Supremo, de puño y letra del ponente José Manuel Maza, hoy fiscal general del Estado, rebajó el castigo de 8 años a 3 años y medio.

Pero no es suficiente. Hiniesto no tiene antecedentes. Si hubieran sido dos años, la condena hubiera quedado en suspenso. Pero al sobrepasar ese tiempo no tiene más remedio que entrar en la cárcel.

Si eso sucede, se estará enviando un mensaje equivocado a la ciudadanía, que no entiende -que no entendemos- por qué tiene que pagar con la cárcel por defenderse de una agresión mortal.

Hiniesto, cojo, trabajador, buena persona, cumplidor, va a pagar por algo que él no provocó en absoluto. Y le va a arruinar la vida. 

Si a eso se llama justicia, yo no la quiero.

Porque de justicia tiene solo la palabra.

Por eso espero que el Ministerio del ramo haga honor a su nombre y ponga las cosas en su sitio. Y si no es con un indulto, con un tercer grado automático. Porque eso también se puede.

Antecedentes haylos.

De políticos y de amigos y conocidos del poder.

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