Luis Hiniesto: “Mi mujer trató de asesinarme y a mí me condenaron por defenderme”
Luis Hiniesto lleva, todavía hoy, alojada en su columna vertebral, la bala que le disparó su exmujer cuando trató de asesinarlo; en la foto, en el puesto en el que trabaja vendiendo cupones de la ONCE. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Luis Hiniesto: “Mi mujer trató de asesinarme y a mí me condenaron por defenderme”

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19/7/2019 02:15
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Actualizado: 19/7/2019 02:34
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Luis Hiniesto, de 55 años, recuperó parcialmente la libertad el 31 de octubre pasado, y de forma completa –aunque condicional–, en diciembre pasado.

Después de cumplir un año y once meses, en la cárcel de Aranjuez.

¿Su culpa?

Ser cojo desde los 10 años, cuando un cáncer se llevó su pierna derecha.

Esa condición física personal, y desplazarse con muletas, le impidió echar a correr la madrugada del 30 de marzo de 2011.

Ese día su mujer, María del Carmen Hormigos, con la que llevaba casado 25 años y tenía dos hijos mayores, ya emancipados –disfrazada a lo ninja, con una máscara–, trató de asesinarlo a balazos en el garaje de la casa que tenían en Valdemorillo, localidad al oeste de Madrid.

Una de las seis balas que le disparó impactaron en su columna vertebral.

Ahí se encuentra todavía hoy.

«La noto, sobre todo, cuando cambia el tiempo», cuenta. No se la pueden extirpar porque existe el riesgo de quedarse parapléjico.

Hiniesto se defendió a la desesperada, consiguió aferrarse al arma que la mujer llevaba y tras un forcejeo, la pistola se disparó en el vientre de la agresora.

Este vendedor de la ONCE es de esas personas que recuerdan las dos estrofas de «Retrato», el poema de Antonio Machado: Es,»en el buen sentido, de la palabra, bueno». No existe una mejor síntesis.

La mujer de Luis Hiniesto había incurrido en deudas cuantiosas sobre las que él no sabía nada. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Lo pude comprobar de primera mano, nuevamente ayer –y de primera mano– en el mercado del centro de Madrid, en el que se gana la vida vendiendo cupones.

Sus clientes son todo amabilidad, cariño. Saben por lo que ha pasado. Están con él.

Lo mismo que la ONCE, que le guardó el puesto mientras cumplió condena, a quienes está eternamente agradecido.

«Sí, mi historia puede resumirse así: ‘Mi mujer trató de asesinarme y me condenaron por defenderme'», resume con cierta tristeza.

«No pude hacer otra cosa». 

Tuvo mala suerte.

Si cuando sucedió todo un medio de comunicación importante hubiera contado su caso, lo más probable es que le habría pasado lo mismo que a Borja, el joven que mató accidentalmente a un «tironero».

Porque de agredido, de víctima, pasó a ser acusado de maltratador y tratado como tal por el sistema judicial.

No importa que jamás hubiera faltado ni de palabra ni de obra a su esposa.

Su mujer, María del Carmen Hormigos, hoy de 59 años, reconoció en el juicio, abiertamente, y sin coacción de ningún tipo, que la acusación de maltrato era mentira.

«No, lo dije porque la abogada que me pusieron en ese momento, me dijo que lo dijera porque si no iba a entrar en prisión», afirmó Hormigos con toda claridad ante el tribunal, respondiendo a la pregunta del abogado de su hoy exesposo, Fernando Gómez-Chaparro. 

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Acuciada por deudas con entidades como Cofidis, Mediatis, Banco Sigma y Cetelem –debía más de 18.000 euros–, y pensando en los seguros y en el valor inmobiliario del chalet, que en aquel momento alcanzaba los 500.000 euros, Hormigos trató de tomar un atajo quitando la vida al hombre con el que había tenido dos hijos y por el que ya no parecía sentir nada.

«Se impuso el discurso contra la violencia de género, aunque no existiera prueba alguna», apunta Gómez-Chaparro.

La mujer de Luis Hiniesto mintió durante los cinco años que duró el proceso, y logró su objetivo: llevar un delito de asesinato en grado de tentativa como si fuera un asunto de violencia de género para que recayese en la sección de la Audiencia Provincial de Madrid, especializada en esa materia. Como así ocurrió.

La abogada de Themis, diez días antes del juicio, cedió el testigo al abogado Carlos Rodríguez Arias, quien defendió a María del Carmen Hormigos en la vista en la Audiencia Provincial.

Fue en ese preciso momento, justo al comenzar la vista, la propia mujer cambió de estrategia, afirmando que nunca habían existido malos tratos en su matrimonio.

Luis Hiniesto es cojo desde los 10 años, cuando un cáncer se llevó su pierna derecha; trabaja como vendedor de cupones de la ONCE. La imagen está tomada en octubre de 2016. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Pese al informe de los médicos forenses, Ovidio Fernández Martín y Elisa Hernández que afirmaron que, desde sus respectivos puntos de vista, el disparo en el estomago de la parricida frustrada pudo deberse a un forcejeo, y no a un deseo de venganza de este vendedor de la ONCE, el tribunal de la Sección 26 de la Audiencia Provincial de Madrid, condenó a ambos a 8 años y medio de prisión.

Una condena que el Tribunal Supremo -con ponencia de José Manuel Maza– redujo, en el caso de Luis Hiniesto, a 3 años y medio de cárcel, al apreciar una eximente incompleta de legítima defensa y tenencia ilícita de armas y retirar la agravante de parentesco.

Para Gómez-Chaparro la condena de Luis Hiniesto fue una gran injusticia. 

“Yo todavía me acuesto todos los días preguntándome cómo es posible que a mi cliente, a Luis, con todos estos hechos y pruebas, le hayan condenado. Y no encuentro la respuesta”.

«Luis no disparó contra su esposa, que trató de matarlo. El disparo en el estómago fue fruto del forcejeo, como han admitido los forenses que pudo ocurrir. Debería haberse aplicado el principio de ‘in dubio pro reo’, en caso de duda a favor del reo, y no lo contrario. Nos perjudicó que se le considerara, desde el principio, un maltratador y desde ahí todo se torció», afirma.

UNA QUERELLA QUE NO PROSPERÓ 

El abogado de Hiniesto interpuso después una querella por falso testimonio contra la parricida frustrada, que, a pesar de su confesión, no prosperó.

«Los argumentos de la juez ‘a quo’ para acordar el sobreseimiento provisional son que al declarar en ambos momentos procesales a la acusada le amparaba su derecho a no declarar y a contestar lo que estimara conveniente en el ejercicio de su derecho de defensa», dice la sentencia de apelación desestimatoria.

«El querellante fue condenado en el mismo sumario como autor de un homicidio intentado, lo que ya constituye un maltrato en su grado máximo», añade el fallo.

Luis Hiniesto no pudo salir corriendo debido a su cojera cuando su mujer trató de asesinarlo, por lo que no tuvo más remedio que hacerle frente. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

NO LE GUARDA RENCOR 

Luis Hiniesto entró en la cárcel de Aranjuez el 24 de diciembre, día de Nochebuena, de 2017.

«Nadie entra aquí en un día como este», le dijeron cuando le vieron aparecer.

«Al comienzo del cumplimiento fue duro. Sobre todo los primeros nueve meses. El hecho de ser discapacitado te convierte en blanco de abusos. Luego, cuando me cambiaron al módulo 3, la cosa mejoró. Hice, desde el principio, de mi cuidado personal una prioridad. Es muy fácil abandonarse allí dentro. Y leí, leí mucho. Los responsables de la prisión me trataron bien», cuenta este vendedor de la ONCE, al que no dejan de saludar y de comprarle cupones mientras hablamos en una mesa del bar del mercado.

«Trabajo, entre unas cosas y otras, entre 10 y 12 horas diarias», señala. «El café está rico, ¿verdad? Lo hacen muy bien».

Reconozco que cuesta hacerle la pregunta, para no molestarle.

Pero no hay otra: ¿Le guarda rencor a su exesposa?

¿La perdonaría?

Hiniesto se sonríe y reflexiona durante unos segundos.

«Lo que más me gustaría tener sería un cara a cara con ella. Querría que me explicara por qué intentó matarme aquella mañana. Por qué. Cuáles fueron sus razones. Porque por más que las busco no las encuentro. No fui un mal marido. Hoy por hoy no le tengo odio, pero tampoco pienso en ella», confiesa. 

«¿Y perdonarla? Estaría dispuesto a perdonarla. Pero quien perdona es Dios. Y yo no soy quien para juzgarla». 

La vida de Luis Hiniesto ha vuelto a ser como la de antes, aunque vive económicamente muy ahogado.

La hipoteca del chalet ha tenido que asumirla él porque, aunque son copropietarios. Ella no tiene dinero y tampoco interés porque se venda, cuenta.

También, hasta hace poco tiempo, Luis Hiniesto ha tenido que abonarle una paga compensatoria. Pero ya no tendrá que hacerlo, después de que su abogado recurriera y ganara el pleito.

«Hoy por hoy vivo en casa de mi hermano», cuenta este vendedor de la ONCE.

«Y doy gracias a Dios por haber podido recuperar mi vida y mi trabajo. Por tener gente que me quiere. Amigos, familiares y clientes. Jamás me han abrazado y me han besado tanto. También estoy orgulloso de formar parte de una organización, la ONCE, que me ha demostrado un apoyo sin fisuras».

Luis Hiniesto sigue confiando en la Justicia.

«Quizá le resulte extraño escuchar esto. Pero sí, la Justicia es necesaria, aunque conmigo se haya equivocado de pe a pa», concluye.

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