De cómo Abraham Lincoln, siendo abogado, salvó a un acusado de asesinato gracias un almanaque
Henry Fonda interpretando a Abraham Lincoln en "El joven Lincoln", donde se cuenta esta historia.

De cómo Abraham Lincoln, siendo abogado, salvó a un acusado de asesinato gracias un almanaque

Abraham Lincoln, el hombre que después se convertiría en uno de los grandes presidentes de los Estados Unidos, comenzó a brillar ante los tribunales de justicia apenas dos años después de convertirse en abogado. Fue un caso de asesinato. El caso del almanaque y la luna. Ocurrió en octubre de 1857 en el condado de Cass, Illinois. 4 años antes de convertirse en el 16 presidente de los Estados Unidos.

En aquel momento Lincoln era uno de los mejores abogados del Estado en materia civilista. Poseía una experiencia de 20 años. Por sus manos habían pasado más de 4.000 casos. Sólo un puñado habían sido penales. Y de todo ellos, apenas una docena de asesinatos; y había perdido la mitad de ellos.

El acusado era el joven William «Duff» Armstrong. La víctima, James Preston Metzker. La muerte tuvo lugar la noche del 29 de agosto de 1857, en torno a las 11. Metzler fue golpeado violentamente por dos individuos en una arboleda cercana a sus casa. El hombre pudo volver a caballo a su casa, pero dos días más tarde falleció.

Junto a Armstrong fue detenido también James Norris, quien fue juzgado en un juicio aparte, anterior, y condenado por homicidio imprudente a 6 años de cárcel.

Lincoln había sido amigo del padre del acusado, Jack Armstrong, ya fallecido, cuando  estudiaba derecho en la Facultad de Derecho de Nueva Salem, Illinois. Al enterarse de lo sucedido, Lincoln escribió a Hannah, la viuda de su amigo, y le ofreció sus servicios gratis, o «pro bono», como se dice en ese país.

El juicio se celebró, por el procedimiento del tribunal del jurado -como es lo normal en Estados Unidos- en el Palacio de Justicia de Beardstown, en el mismo estado.

El momento decisivo del juicio tuvo lugar cuando Lincoln interrogó al testigo principal, el testigo de cargo de la acusación, Charles Allen.

Según este hombre, había visto con toda claridad esa noche cómo Dull Armstrong le había golpeado a Metzker.

Lincoln le pregunto a Allen que a cuanta distancia se encontraba.

-A 45 metros.

-Era de noche, ¿verdad? -prosiguió Lincoln.

-Era de noche, sí. Pero vi como lo golpeaba con toda claridad gracias a la luz de la luna. Había una luna llena que lo iluminaba todo -contestó Allen.

-Luna llena, ¿verdad?

-Luna llena.

Lincoln lo miró fijamente. Se volvió a su mesa y tomó el almanaque que había llevado para ese acto.

-Señor Allen, de acuerdo con este almanaque, la noche del 29 de agosto no había luna llena, como usted afirma. El almanaque dice la luna va baja. A las 11 de la noche la luna se estaba poniendo. No estaba en lo alto, como dice. Por lo tanto, es prácticamente imposible que hubiera luz suficiente para que usted pudiera haber visto, con toda claridad, la agresión -le espetó el abogado Lincoln.

El futuro presidente de los Estados Unidos, a continuación, entregó una copia del mismo almanaque al juez del caso, su señoría James Marriott, otro al fiscal, Hugh Fullerton, y otra al jurado.

Fueron apenas unos minutos. Suficientes para percibir en el ambiente que el testimonio de Allen había quedado hecho pedazos. Y su credibilidad.

El fiscal Fullerton ordenó de inmediato a uno de sus asistentes que fuera a comprar más almanaques para contrastar la argumentación de Lincoln.

El joven volvió con dos copias publicadas por dos empresas diferentes que ratificaban la argumentación de Lincoln.

No se sabe qué almanaque utilizó Lincoln. Si el Jayne’s Almanac, el Goudy’s Almanac, el Ayer’s American Almanac, el Old Farmer’s Alamanck o el Illustrated Family Christian Almanac, que eran los que se publican entonces. Ni con cuales regresó el asistente del fiscal.

Pero el impacto que tuvo la estrategia de Lincoln en ese juicio está fuera de toda duda. Los 12 hombres que componían el jurado absolvieron al acusado con un veredicto de no culpabilidad.

La historia forma parte de la película «El joven señor Lincoln», estrenada en 1939, con Henry Fonda en el papel estelar del mítico presidente del país de la bandera de las barras y las estrellas.

 

 

 

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