¿Qué es la igualdad de armas y el derecho al proceso debido?
En la serie de televisión "Cómo defender a un asesino" su protagonista, Annalise Keating (interpretada por Viola Davis), hace uso del "due process of law". AXN.

¿Qué es la igualdad de armas y el derecho al proceso debido?

Cuando un lego en derecho escucha eso de “la igualdad de armas” no puede dejar de imaginarse a los abogados y los fiscales subidos a caballo, dirimiendo sus diferencias como se hacía en los torneos de la Edad Media.

El término sugiere precisamente eso.

Dos partes a caballo, con armaduras negras, prestos a lanzarse a la carga, lanza en ristre, el uno contra el otro, bajo la supervisión de un juez, que, a modo de soberano, supervisa el lance.

Pues va a ser que no, aunque en esencia esa es la idea.

El principio de igualdad de armas es un principio básico sobre el que se rigen las reglas del juego de la Justicia española y de todas las justicias del orbe democrático.

Un hecho que queda muy bien reflejado en la famosa serie de televisión «Cómo defender a un asesino», interpretada por la famosa actriz de color Viola Davis, que encarna a la abogada Annalise Keating.

Este principio consiste en reconocer a las partes que comparecen en un juicio (acusación y defensa) las mismas “armas”, los mismos medios de ataque y de defensa, las mismas posibilidades jurídicas a la hora de definir y defender sus respectivos puntos de vista.  

Y todo bajo la dirección de un juez imparcial, independiente, neutral y profesional.

Así queda establecido en el artículo 24.1 de la Constitución.

Derecho al proceso debido

La igualdad de armas forma parte, a su vez, de un conjunto de garantías que nos protegen a todos y que se conocen colectivamente como “derecho al proceso debido”, o derecho a un proceso equitativo o justo.

Es la versión europea de la idea angloamericana del llamado “due process of law”, que es la esencia de las novelas del escritor estadounidense John Grisham. 

Para que un proceso sea justo, al igual que cuando se celebra un partido de fútbol, en el que cada equipo cuenta con once jugadores y puede hacer hasta tres cambios, es esencial que haya juego limpio, que el árbitro sea imparcial, que haya público en las gradas, que comience sin retrasos indebidos, y que ambas partes puedan echar mano de todos sus recursos para conseguir la victoria.

Todos, además, tienen que respetar las reglas.

Éstas son sagradas, en especial el derecho de defensa, que es una pieza esencial en nuestro sistema judicial. 

¿Puede imaginarse uno que, tras ser acusado de algo, el fiscal y el juez conocieran de antemano nuestra estrategia de defensa, la que hubiera construido nuestro abogado defensor?

Si eso sucediera, seriamos carne de prisión en estado puro. Por ello el derecho de defensa es sagrado. Es la protección con la que contamos los ciudadanos.

Si no fuera por el derecho de defensa, nuestro sistema de justicia saltaría por los aires.

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