Encarnación Roca: «Democracia no significa solo elecciones periódicas sino también reconocimiento de los derechos humanos»
Encarnación Roca, vicepresidente del Tribunal Constitucional, recibiendo el galardón de manos de su presidente, Juan José González Rivas. Foto: Carlos Berbell/Confliegal.

Encarnación Roca: «Democracia no significa solo elecciones periódicas sino también reconocimiento de los derechos humanos»

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16/11/2018 06:15
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Actualizado: 16/11/2018 01:47
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Encarnación Roca, vicepresidenta del Tribunal Constitucional, afirmó ayer, en su discurso de aceptación del Premio Pelayo a juristas de reconocido prestigio, que «democracia no significa solamente elecciones periódicas sino también reconocimiento de los derechos humanos».

Una frase que atribuyó a su compañero del Constitucional, Juan Antonio Xiol, presente en el evento -y del que dijo que había sido uno de sus maestros en el oficio de juez- y que hizo suya porque sintetizaba su pensamiento.

En un discurso brillante, estructurado en forma de cuento, Roca abordó los problemas que plantea la relación entre la globalización y el derecho económico.

Y planteó que hay que reconsiderar el papel que el derecho juega en esta liga, «porque la desregulación del mercado se va a producir a nivel global».

No fue una afirmación de pitonisa, sino cargada de razones.

«En una sociedad global, sin fuentes objetivas de creación del derecho, y regida únicamente por la autonomía de la voluntad de los operadores económicos, la democracia ha dejado de existir. La única posibilidad que se ofrece a los operadores jurídicos va a existir mediante la regulación, por medio de la aplicación directa y efectiva de los derechos fundamentales, que van a ser el único común denominador, las únicas reglas jurídicas efectivas, que van a proporcionar al juez las pautas para sus decisiones», afirmó.

Encarnación Roca durante su intervención. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

La premiada ante el auditorio de personalidades reunidas en el Casino de Madrid. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Y para dejarlo más claro aún, remachó: «En este tiempo y en el futuro, van a aparecer los derechos humanos como único elemento común al que todos los juristas y los jueces debemos atender«.

La entrega del Premio Pelayo le correspondió a su buen amigo, Juan José González Rivas, presidente del Tribunal Constitucional, en el marco del Casino de Madrid, institución centenaria a unas decenas de metros de la Puerta del Sol,  frente a un auditorio nutrido formado por personalidades de los mundos del derecho, de la justicia, de la política y de la empresa.

Y ante una mesa presidencial formada el mencionado González Rivas, la ministra de Justicia, Dolores Delgado; la fiscal general del Estado, María José Segarra; la presidenta del Consejo de Estado, María Teresa González de la Vega; el Defensor del Pueblo en funciones, Francisco Fernández Marugán; el delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Madrid, José Manuel Rodríguez Uribes; el presidente del jurado, Landelino Lavilla, expresidente del Congreso de los Diputados; y José Boada, presidente de Pelayo Mutua de Seguros, entre otros.

González Rivas dijo, antes de entregarle el galardón, una estatuilla conmemorativa, que su compañera había roto los techos de cristal en los puestos que había ocupado a lo largo de su carrera profesional y destacó su tesón y su constancia en el desempeño de sus responsabilidades.

UNA EXPOSICIÓN DE SINCERIDAD PERSONAL

El discurso de la magistrada Roca fue una exposición de sinceridad personal.

«Me molestan los elogios. Me educaron para que siempre tuviera presente que lo primero es cumplir con el deber», admitió. 

El premio, según ella, se lo han dado por su trayectoria. Por haber sido la primera mujer en ocupar una cátedra de Derecho Civil en la historia de España y por haber sido la primera mujer que fue magistrada de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo.

«Este ha sido el mejor periodo de mi vida profesional. Siempre lo he dicho y fue así. Como pueden ustedes comprobar y tal como dije ya en otra ocasión, no he planificado mi futuro. Me he limitado a trabajar en dos profesiones que no interesan a nadie, más que cuando plantean algún problema: la cátedra y la jurisdicción, ya sea ordinaria, como juez del Tribunal Supremo, ya sea la constitucional, en que ahora me encuentro sirviendo», dijo.

Una carrera que no es fruto del azar sino de una larga experiencia, en la que aprendió de muchas personas.

Sus maestros.

«Aprendí en la carrera y después, a lo largo de mi vida académica, de mi maestro, Francisco Fernández de Villavicencio, y de mi segundo maestro, Luis Díez-Picazo, así como luego en Oxford, de John Eekelaar y Mavis Maclean, los grandes del Derecho de familia», reveló.

«Aprendí método en el colegio de quien me enseñó latín, Ana Ariño. Aprendí también de quienes me han enseñado el oficio de juez, Francisco Marín y Juan Antonio Xiol. Aprendí de quienes me enseñaron moverme en la estrategia y la política, Josep M. Bricall y Francisco Pérez de los Cobos. Sigo aprendiendo de quienes me han enseñado a entender la música y el arte, José Luis Vidal, Eugeni Bou, Josep M. Bricall y Fernando Checa«.

Entre los asistentes se encontraban el vocal del CGPJ, Rafael Mozo -al fondo-, Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal del Supremo, Manuel Marín, homónimo del anterior en la Sala de lo Civil -al que Roca identificó como uno de sus maestros- y la también vocal del órgano de gobierno de los jueces, Nuria Díaz Abad. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

El salón donde se desarrolló el evento, estaba «lleno hasta la bandera», como se suele decir en estos casos. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

LA LAUDATIO DE ANTONIO PAU

Antes de que la magistrada Roca interviniera, Antonio Pau Pedrón, secretario general de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y miembro del Jurado de los premios, hizo una laudatio de la personalidad de la premiada, en la que sintetizó su personalidad.

«La magistrada Encarna Roca es una persona independiente incluso de sí misma. Encarna tiene su manera propia, íntima, de pensar y de sentir, pero es independiente también de su pensamiento y de su sentimiento y actúa como debe actuar: conforma al artículo 117 de la Constitución: Los jueces y magistrados deben actuar ‘sometidos únicamente al imperio de la ley’. Únicamente. Eso es lo que hace la magistrada Encana Roca, olvidarse de sí misma y aplicar la ley», dijo.

Landelino Lavilla, que también intervino, subrayó la acusada personalidad de la magistrada y la ponderación de sus criterios.

Sobre el estrado, Antoni Pau, haciendo la laudatio de la magistrada Encarnación Roca. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

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