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Los «caza-pseudoterapias”: ¿Científicos o pseudocientíficos y camelistas?

Los «caza-pseudoterapias”: ¿Científicos o pseudocientíficos y camelistas?
De izquierda a derecha y de arriba a abajo, Fernando Cervera, José Manuel Gómez y Fernando Frías, directivos de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas, a quienes se refiere el profesor Felicísimo Valbuena en esta columna.
02/4/2019 06:15
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Actualizado: 03/4/2019 13:50
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Prometí que iba a ocuparme más sobre los «caza-pseudoterapias” después de haber escrito una columna sobre este asunto. Ha pasado nada menos que un mes.

¿Es que me había olvidado del tema?

Lo único que he hecho es echar el sedal aguas arriba y, desde luego, he encontrado pesca abundante, que da para más y más columnas.

LA CARTA ABIERTA A LA MINISTRA MARÍA LUISA CARCEDO: AVIONES, TANQUES Y OLIVOS DE CARTÓN

Ante todo, examiné la carta abierta que habían dirigido a la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, en octubre de 2018, quienes están detrás de toda esta caza de las “pseudoterapias”: Los de la Asociación para proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP).

La ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo.

Así empezaba la carta:

Seamos claros: las pseudociencias matan. Y no solo eso, sino que son practicadas incluso por médicos colegiados y con el respaldo de los colegios de médicos. Han llevado a la muerte a miles de personas solo en nuestro país, y lo siguen haciendo. En algunos casos, como en la muerte de Mario Rodríguez, se trata de personas que no son médicos pero ejercen con impunidad desde centros que incumplen la legislación de centros sanitarios».

“En otros casos, como la muerte de Rosa, son médicos colegiados que actúan con el conocimiento de los colegios de médicos, que les permiten seguir engañando a enfermos graves y llevarlos, en el mejor de los casos, a caer en un engaño, o en el peor, a la muerte”.

Hablan de miles de muertes, pero solo presentan dos casos. 

Este estilo, en periodismo, recibe los adjetivos de sensacionalista y, amarillista.

Es el estilo de algunos  programas del corazón. Esa Asociación encajaría muy bien en esos programas.

Sus directivos tienen unos egos muy apropiados para esos espacios de televisión. Parecen encontrarse en su salsa preparando pánicos colectivos.

En cine, hay películas que comienzan con una panorámica y la cámara acaba metiéndose por la ventana de una casa.

Lo que no vemos es que el director emplee continuamente esa técnica, porque los espectadores acabarían cansándose muy pronto.

La forma de presentar los hechos en esta carta evoca lo que los ingleses hicieron durante la Segunda Guerra Mundial.

Para que el mando militar alemán creyese que el Reino Unido era una potencia difícil de vencer, llenaron numerosos aeródromos de aviones de cartón y cañones hinchables.

Y a finales del siglo, campesinos italianos llenaron sus campos de olivos de cartón, para que, cuando los técnicos europeos sobrevolasen esos campos, tomasen como reales los olivos falsos y así cobrar más subvenciones.

Viéndolos desde la Teoría de la Ciencia de la Ciencia de Gustavo Bueno, la más rigurosa que conozco, lo que hacen los firmantes de esa carta es amalgamar  las Metodologías Alfaoperatorias que prescinden del sujeto humano, como aquí cuando hablan de “miles” y las Betaoperatorias, que tienen en cuenta el sujeto humano, como Mario y Rosa-.

El filósofo Gustavo Bueno, de quien aquí habla el profesor Valbuena, falleció en agosto de 2016 a los 91 años.

¿CÓMO PODRÍA TOMAR ALGUIEN EN SERIO UNA CARTA COMO LA DE LOS ABAJO FIRMANTES?

Pues muy sencillo: Imitando el modo de trabajar de Ben Goldacre, el médico y divulgador inglés que ha escrito dos libros, «Mala ciencia» y «Mala forma» (2012).

“En la década de 1980, los médicos comenzaron a prescribir fármacos a pacientes que habían sufrido infartos de miocardio… Administrar fármacos antiarrítmicos a cuantos habían sufrido infarto de miocardio era una medida sencilla, lógica y preventiva.

“Por desgracia, resultó que era una medida errónea; una práctica con la mejor de las intenciones y según el mejor de los principios, pero que en realidad mataba personas. Y como los infartos de miocardio son muy frecuentes, las mataba en grandes cantidades: más de 100.000 personas innecesariamente antes de que se llegara a advertir que la proporción entre beneficios y riesgos era muy distinta en los pacientes sin una arritmia demostrada».

“¿Podría haberlo previsto alguien? Lamentablemente, sí».

Y Goldacre sigue explicando la historia de la lorcaidina, un antiarrítmico de 1980.

“Nueve de 48 personas tratadas con lorcaidina murieron, frente a una de las 47 a las que se administró placebo”. (Pág. 27).

Los firmantes de la carta dan muestras de que no dominan el método científico.Por eso, a muchos de los caza-“pseudoterapias” les gustó mucho el primer libro de Goldacre, pero no el segundo.

Además, ¿cómo iban a mentar determinadas cifras de muertos por praxis médica a una ministra médico? 

Sin ejercer, eso sí, pero médico.

Ella sustituyó a Carmen Montón en el Ministerio de Sanidad.

Montón formaba, con Pedro Duque, un dúo al que la Asociación citada consideraba suyo en su plan de «lobby» para cambiar la legislación, es decir, el código-fuente con los pasos que iban a seguir los dos ministros. 

A Montón la sucedió Carcedo y la Asociación citada debe de sentirse muy fuerte para considerar que tiene a los dos ministros en sus manos.

También, los firmantes tendrían más autoridad si mostrasen algún caso contrario a sus tesis.

Por ejemplo, el del célebre Iván Illich, autor del libro “Némesis Médica. La expropiación de la salud”.

Le sobrevino un cáncer y sobrevivió veinte años mediante la meditación y el yoga; no quiso tratarse con medicamentos.

El libro de Ivan Illich, a quien se refiere el profesor Valbuena.

En cuanto a las apelaciones al Código Deontológico, pongamos las cosas en claroHay veces en que una Asociación señala que alguien ha infringido uno o varios puntos de un Código Deontológico.

El sambenitado acude a los tribunales en defensa de su honor y los jueces le dan enteramente la razón.

¿O es que no es posible que alguien utilice el Código Deontológico de una manera torticera para vengarse?

¿Es posible hacer frente a la embestida de la carta? Por supuesto que sí. Además, es más fácil lograrlo de lo que algunos piensan. Uno de los medios para conseguirlo es mostrar los puntos débiles de la actividad de esa Asociación.De eso trato en esta columna.

EL  PRIMER INFORME SOBRE FALLECIDOS A CAUSA DE PSEUDOTERAPIAS EN ESPAÑA

Con copyright de 2018 y publicación en la Web de la APETP en 2019,  aparece este Informe. Después de leerlo, vemos que la carta era un mal resumen de un mal Informe.

Como autores figuran tres directivos  de esa Asociación: Fernando Cervera es biólogo y autor del libro “El arte de vender mierda”, José Manuel Gómez, ayudante doctor del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante,  y Fernando Frías, abogado.

Es decir, ninguno es profesional sanitario, como tampoco lo son los restantes miembros de la junta directiva de esa Asociación.

Sin embargo, es mejor referirse a ellos como ego-Cervera, más ego-Gómez y gran ego-Frías.

Es que se necesita tener mucho ego para hacer lo que comenta “Marino” en el blog de  Miguel Jara: “Sin ser expertos ni prácticos en nada relacionado, se sientan en toda tertulia, mesa de redacción, ponencia y debate que se precie sobre recursos naturales no convencionales, con ceño displicente y media sonrisa de perdonavidas”.

En tres ocasiones, hacen constar que “ninguna de las personas que han elaborado este informe tiene un conflicto de intereses a la hora de realizarlo y ha sido elaborado de manera desinteresada y sin recibir ninguna compensación económica”.

La Retórica clásica llamaba “captar la benevolencia” a lo que hacen los tres.

Si en lugar de mirar al pasado, imaginamos el futuro, es fácil deducir que están  dispuestos a hacer la vida imposible a miles de profesionales, dejarlos sin trabajo y todo lo que esté en su mano para llevarlos a los tribunales.

Lo que resulta confuso y sin fundamentos sólidos esa el terreno argumental en el que se mueven.

“Se trata de una primera aproximación para abordar un problema que, como se verá a lo largo del informe, causa miles de muertes al año que no quedan reflejadas en ninguna estadística ni estudio oficial, siendo este un grave problema de salud pública sobre el que las autoridades competentes no realizan un control”.

¿A que este tipo de escrito suena ya en la carta a la Ministra?

Pues lo que va a hacer este trío de egos es dedicarse a fabricar aviones y olivos de cartón, y a inflar tanques.

A la vez, se meten en un lío, porque al comprobar la mercancía averiada que ofrecen, los llevan a los Tribunales. Efectivamente, bien a partir de la carta de la ministra, bien porque el citado Informe ya era conocido, un grupo de Asociaciones presentó ante la Comisión Europea, ya en el mes de Noviembre pasado, una denuncia contra el Plan del Gobierno para la Protección frente a las «pseudoterapias».

La Comisión aceptó la denuncia a trámite.

LA FALACIA DE «LEER LA MENTE»

En el siglo XIX, Jeremy Bentham escribió una obra sobre las falacias de los políticos.

Hacia mediados del siglo XX, David Hackett Fisher publicó un libro profundo, detallado y, a la vez, muy divertido, sobre las falacias de los historiadores.

También, Edith Ephron identificó treinta y tres falacias de los periodistas.

Con el paso del tiempo, una profesión aprende las falacias de la otra.

Pues bien, los autores del Informe han empleado varias falacias. Dada la limitación de espacio, sólo destacaré una.

Quizá dedique una columna a identificar todas las falacias de ese informe tan deficiente.

EDITH EFRON EXPLICA ASÍ LA FALACIA DE «LEER LA MENTE»

El profesional pretende que está informando con autoridad sobre los puntos de vista de varios seres humanos, que van desde individuos hasta conjuntos de muchos millones de personas.

De forma inconfundible, ‘informa’ sobre los sentimientos internos, las emociones enterradas, los pensamientos ocultos y los objetivos y motivaciones psicológicas inconscientes de: personas individuales; pequeños grupos; multitudes que van de diez mil a medio millón; clases socioeconómicas; habitantes de grandes áreas geográficas, estados y naciones; todos los votantes del país; todas las razas. E invariablemente, el profesional extrae grandes generalizaciones políticas de este ‘informar'».

Esta técnica, por absurda que parezca a primera vista, se eleva a cimas ridículas cuando el profesional no se limita a informar de lo que 600.000 personas piensan sobre un asunto o de lo que siente una minoría en un determinado estado o qué emoción está experimentando «la mayoría de la clase media» sino que acomete la «múltiple lectura de las mentes».

LAS TÁCTICAS GRAMATICALES DE GRAN EGO-FRÍAS

Que la Comisión Europea haya aceptado a trámite esa denuncia constituye un paso, pero solo eso.

Si esas Asociaciones no estudian detenidamente los pasos siguientes, todo se puede venir abajo y los egos se envalentonarán mucho más.

Sobre todo, gran ego-Frías, que puede abrir un bufete para explotar todas las quejas contra las “pseudoterapias”.

George Orwell escribió “1984” y ese libro sigue y seguirá perdurando porque el autor se centró en el lenguaje. 

Pues lo mismo conviene hacer en este caso.

El abogado gran ego-Frías parece dominar el pensamiento de coartada, porque todo el informe rezuma falsa neutralidad.

Eso es lo que los abogados de esas Asociaciones han de dejar claro si llega a haber juicio. Pondré algunos ejemplos.

“Se trata de una primera aproximación para abordar un problema que, como se verá a lo largo del informe, causa miles de muertes al año que no quedan reflejadas en ninguna estadística ni estudio oficial, siendo este un grave problema de salud pública sobre el que las autoridades competentes no realizan un control”.

O sea, gran ego-Frías ya tiene la coartada. Si no logra cuantificar los muertos, la responsabilidad será de las autoridades que ni elaboran estadísticas ni hacen estudios ni controlan. Así da gusto trabajar. El éxito está asegurado. Una forma más de tirar la piedra y esconder la mano.

Veamos otra de sus artimañas preferidas.

“No obstante, el estudio es del año 2003, por lo tanto, las expectativas de vida de los pacientes que no usan pseudoterapias posiblemente habrán mejorado gracias a los avances de la última década. Aunque, por otro lado, como indican los propios autores, puede existir una distorsión en los datos si los enfermos más graves optan más a menudo por complementar con pseudoterapias. A pesar de que hay que tomar estos porcentajes con cautela, si intentamos extrapolar los datos, estaríamos hablando de que habría un 14%32 más de fallecidos entre los creyentes en pseudoterapias”.

Gran ego-Frías, como abogado que es, quiere nadar y guardar la ropa. Por eso, encadena adversativas y concesivas, como sosteniendo la balanza en equilibrio.

Y un lector incauto puede tomarle por una persona imparcial. Pero si el lector repasa bien las líneas, comprobará que gran ego-Frías hace sonar su prosa como una música celestial para adormecer y salirse con la suya.

Cuando peor lo tiene es cuando quiere hacer ver que un quiropráctico puede provocar un ictus.

Es lógico pensar que, cualquier día, una Asociación de quiroprácticos le denuncie ante un tribunal. Entonces, él prepara su coartada: “No obstante, que algo esté relacionado no implica que exista causalidad. Revisiones más recientes concluyen que la relación entre la quiropráctica y los accidentes cerebrovascularespodría deberse a que la gente con síntomas previos de un accidente cerebrovascular acude al quiropráctico en lugar de a un médico para tratarse esos síntomas.

“Además, en España la figura del quiropráctico es algo difusa, entremezclándose en muchos casos el nombre con la vertiente pseudoterapéutica de la osteopatía y con la vertiente legítima y basada en la evidencia de la fisioterapia, por lo que es posible que algunas personas que ante el CIS responden que acuden al quiropráctico, en realidad esté acudiendo a clínicas publicitadas bajo esa denominación, pero que no realizan las manipulaciones vertebrales clásicas de la pseudoterapia quiropráctica”.

ESTUDIO DE BERNE SOBRE LA ESTRUCTURA DE LAS FRASES

Para impedir las artimañas de gran ego-Frías, bueno es acudir al estudio que hizo Eric Berne  sobre la estructura de las frases.

“Algunas personas, cuando hablan, tratan de equilibrarlo todo: “Está lloviendo, pero pronto saldrá el sol”. “Tengo dolor de cabeza, pero el estómago está mejor.” “No son muy simpáticos, pero en cambio parecen animados».

La directriz en este caso parece ser: “No mires nada demasiado de cerca”.

Efectivamente, lo que gran ego-Frías parece intentar es que ni el lector ni el abogado profundicen en lo que de verdad importa: que ni Frías ni sus dos egos compañeros prueban los fallecidos en España. 

Valbuena refiere aquí el estudio que hizo Eric Berne, sobre estas líneas, en torno a la estructura de las frases.

Se dedican a proyectar, a extrapolar unos pocos, poquísimos casos sucedidos durante años hasta dictaminar que las pseudoterapias causan entre 1.210 y 1.460 muertos al año.

Marino, que participa en el Blog de Miguel Jara, dice que todo ese cálculo es una “ceremonia de la exageración” y que los autores del informe ponen esos muertos “encima de la mesa del Parlamento”.

Desde luego, una hipótesis plausible es que, quien está detrás de los aspectos jurídicos de la carta y del informe es el abogado “independiente” gran ego-Frías.

En mi última columna, invitaba a los periodistas jóvenes a que investigasen en todo este asunto. Hoy les recomiendo que sigan el Blog del citado Miguel Jara, que me parece muy bueno.

También, tienen una auténtica guía para investigar en este asunto en un Bloguero que firma como Zezetic 1.

Mientras tanto, habría que investigar las relaciones del todavía ministro de Ciencia con la APETP. Porque si la relación es de apoyo o, más aún, de apoyo descarado, sería el momento de plantear abiertamente el papel que ha jugado Pedro Duque en todo este lío. Averiguarlo es mucho más importante que lo que ha ido buscando la prensa sobre el patrimonio del astronauta.

EN MEDIO DE ESTE ESCRITO VUELVE A SALIR ANGELO FASCE CLEMENTE

¿Recuerdan que, según hice constar en mi anterior columna, la citada APETP había encargado a Angelo Fasce Clemente que elaborase la lista de las 139 “pseudoterapias”? (Ver el excelente Informe de la Asociación Erich Fromm, que cité en mi anterior columna).

Pues bien, Fasce ha salido de la APETP y ha escrito una crítica muy dura sobre el Informe.

¿Quedan saldadas las cuentas que Fasce tiene pendientes con miles de profesionales a los que ha calificado como “pseudoterapeutas” en solo dos, o tres líneas?

Mis fuentes me dicen que no.

Ni mucho menos.

Ángelo Fasce Clemente en la ficha en la que aparece en la página web de la APETP.

Ha hecho demasiado daño en la reputación como para que una crítica borre todo lo anterior. Así es que lo que debe hacer es reparar lo que ha hecho con tanta ligereza.

Una muestra de lo que digo: Su descalificación del Psicoanálisis como “pseudoterapia”, en dos pantallas.

Dentro del Psicoanálisis, aunque no en su corriente freudiana, Carl Gustav Jung escribió “Tipos Psicológicos”.

Pues bien, uno de los mejores científicos sociales, Russell L. Ackoff, diseñó y dirigió una extensa investigación sobre “¿Por qué la gente bebe?”.

Él explicó esa investigación con todo detalle en un Curso que impartió en la Escuela de Organización Industrial, de Madrid. Y llegó a clasificar a los bebedores en los cuatro tipos psicológicos de Jung.

Al actuar con la ligereza de que ha dado muestra, la lista de Fasce se parece mucho al Índice de Libros Prohibidos,ya desaparecido hace mucho tiempo.

UN POSIBLE SENTIDO DE LA VIDA DE LOS «CAZA-PSEUDOTERAPIAS»

Un posible sentido de la vida de los caza-“pseudoterapias”

Los de la APTP parecen hablar, sobre todo, de Homeopatía, Acupuntura, Quiropraxia… No, ellos y Fasce, se lleven bien o mal, quieren acabar con la Psicología Humanista y con todo lo que no coincida con ellos.

Sí, también quieren hacer lo mismo que el Índice.

Pero ¿quiénes se creen estos egos que son?

En el filósofo Gustavo Bueno encontramos un diagnóstico que podría aplicarse a los «caza-pseudoterapias”, dado el activismo que desarrollan para dejar sin trabajo a miles de profesionales, entre los que habrá muchos que, probablemente, sean más o mucho más valiosos que ellos.

“Un individuo obsesionado por construir una máquina dotada de movimiento perpetuo de primera especie, capaz de salvar a la humanidad de su crónica miseria energética, desarrollará una conducta teleológica orientada por una finalidad precisa, la máquina de referencia.

Puede decirse que la conducta de ese individuo será considerada como una conducta teleológica, acaso dotada de una alta capacidad integradora de la vida psicológica del supuesto inventor.

Sin embargo, desde el punto de vista de la termodinámica, habrá que decir que la conducta de tal individuo carece de sentido objetivo, puesto que el perpetuum mobile es imposible, un círculo cuadrado.

Ni siquiera podrá nadie considerar inventor a ese sujeto, puesto que jamás podrá llegar a construirse semejante máquina.

La morfología del artilugio urdido por el citado individuo no puede decirse que tenga sentido.

Y si la obsesión del supuesto inventor, juntamente con sus recursos, fueran tales que nuestro individuo pudiese llegar a consagrar prácticamente su vida entera a la consecución de esa máquina imposible, habría que decir que esa vida carecía de sentido, incluso que era una vida estúpida, aunque difícilmente podríamos afirmar que carecía de finalidad subjetiva.

Es cierto que no faltarán psicólogos que den por suficiente la finalidad subjetiva como criterio del sentido de la vida.

Sobre todo si esa finalidad subjetiva logra organizar e integrar los actos del aparente inventor y mantiene su equilibrio psicológico proporcionándole un objetivo firme, un rumbo seguro que le permite sobreponerse a las adversidades, y aún desarrollar las virtudes más elevadas de tenacidad, probidad, & c., del trabajador.

Pero este diagnóstico sólo podrá mantenerse al precio de ignorar la distinción entre sentido de la vida, en su acepción filosófica y moral, y el sinsentido o pseudo sentido (o, si se quiere: el sentido meramente subjetivo o psicológico) de una vida que será tanto más estúpida cuanto más tenaz y proba se mantenga en la persecución de lo imposible.

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