Polly Higgins: La Tierra ha perdido a su abogada
Polly Higgins con los campos de Olivos de Torres, Jaén, al fondo, donde tuvo lugar el curso en el que participó, hace dos años. Carlos Berbell/Confilegal.

Polly Higgins: La Tierra ha perdido a su abogada

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23/4/2019 06:30
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Actualizado: 23/4/2019 10:27
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El pasado domingo 21 de abril falleció Polly Higgins, más conocida como la abogada de la Tierra.

Un cáncer agresivo diagnosticado hace poco más de un mes pronosticaba su desaparición inminente y, con ella, la de una de la mayores activistas y expertas en protección del medioambiente.

Polly Higgins era letrada escocesa.

Hace años decidió colgar la toga para desarrollar una rama del Derecho en la que creía firmemente: el derecho medioambiental. Todo en su vida giraba en torno a la defensa de la naturaleza.

Sus libros, sus conferencias y el trabajo de su organización dan buena cuenta de ello.

Uno de los hitos de Polly Higgins fue definir y proponer la tipificación de lo que debe ser, y algún día será, un nuevo crimen internacional: el ecocidio.

Se trata de “la pérdida, el daño o la destrucción extensa del ecosistema o ecosistemas de un territorio determinado, ya sea por la acción humana o por otras causas, hasta un punto tal que el disfrute pacífico de los habitantes de ese territorio se vea -o se verá- gravemente menoscabado”.

En definitiva, y siguiendo una denominación parecida al genocidio como crimen internacional por el que se destruye en todo o en parte a un grupo por razón de religión, nacionalidad, etnia o raza; el ecocidio representa la destrucción grave de un ecosistema.

EL ECOCIDIO PARTE DEL CRIMEN DE GUERRA MEDIOAMBIENTAL 

Su construcción no es caprichosa; parte ya del crimen de guerra medioambiental recogido en el Protocolo Adicional I de los Convenios de Ginebra (artículo 35.3).

También de trabajos preparatorios de Naciones Unidas, entre ellos, los del Estatuto de Roma.

Polly comprendía que la persecución de los delitos medioambientales en tiempo de guerra, tal y como venían recogidos por el derecho internacional eran insuficientes para hacer frente a semejante lacra.

Por un lado era necesario que se cometiesen en el contexto de un conflicto armado, por otro sus requisitos cumulativos eran tantos (que se pruebe que los daños son extensos, duraderos y graves) que difícilmente se podría poner en práctica.

Esto queda evidenciado por la poca jurisprudencia internacional que se ha ocupado de esta materia.

Es evidente que la actual regulación internacional está lejos de ser suficiente. Es necesario criminalizar el ecocidio.

RECOPILÓ LA LEGISLACIÓN DE OTROS ESTADOS SOBRE EL ECOCIDIO 

Polly Higgins recopiló entonces la legislación de otros Estados que ya incorporan el ecocidio en sus códigos penales (Georgia, Armenia, Ucrania, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán o Vietnam entre otros), luchó por su inclusión en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, recorrió el mundo compartiendo sus propuestas y planteó su persecución a través de la jurisdicción universal.

Es aquí donde se cruzó su camino con el de la Fundación Internacional Baltasar Garzón (FIBGAR).

Por aquel entonces FIBGAR trabajaba en los Principios de Madrid-Buenos Aires de Jurisdicción Universal donde dos artículos, el 2 y el 3, promueven la jurisdicción universal, no sólo para los delitos clásicos, sino también para los crímenes económicos y medioambientales.

Juntos, FIBGAR y Polly Higgins, diseñamos proyectos para evidenciar la falta de protección efectiva a nivel internacional del medioambiente, se planteaban denuncias ante la Corte Penal Internacional y profundizamos en la idea de que la jurisdicción universal, como herramienta para luchar contra la impunidad a la disposición de las víctimas de todo el mundo, también debía servir para proteger al planeta.

De todo ello se da buena cuenta el documental en el que participó «The Code» producido por FIBGAR y en el libro «No a la impunidad», en el capítulo referido al futuro de la Jurisdicción Universal.

Otra línea de colaboración se materializaba con la presencia de Fidel Jaramillo, jurista ecuatoriano que, financiado por la organización de Polly Higgins, investigaba desde FIBGAR el contenido, extensión y dificultades de corte jurídico del crimen de ecocidio. Junto con el arquitecto Nabil Ahmed y otros miembros de FIBGAR como Rodrigo Lledó o Manuel Vergara, los proyectos entre ambas organizaciones seguían materializándose.

En medio de esta apasionante aventura, que compartíamos y que continuaremos, el Policy Paper de 15 de septiembre de 2016 de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional abría la puerta a la investigación de crímenes de guerra, genocidio o contra la humanidad que fuesen cometidos a través de actos que manifestasen una naturaleza económica o medioambiental.

Nuestras ideas iban experimentando una mejor recepción y aceptación. Poco a poco.

La desaparecida Polly Higgins con Baltasar Garzón en una foto tomada hace dos años. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

POLLY HIGGINS SE NOS HA IDO CUANDO MÁS LA NECESITÁBAMOS

Como persona, como activista y como experta en defensa de la naturaleza, ha conseguido cotas muy altas, pero nos era necesaria para continuar luchando.

Nos deja un testigo y un fin justo por el que combatir.

Hasta sus últimos momentos no perdió la esperanza, la ilusión y la fuerza por vencer a las injusticias y por dejar un andamiaje jurídico sólido y estable que sirviese para salvaguardar un lugar por el que ya no transitaría más: la Tierra, pero en la que permanecerá siempre y por ello, ahora, ella será también defendida por nosotros como parte de la misma.

Lo hizo para proteger este mundo cada vez más dañado, para las futuras generaciones, la fauna y el mundo vegetal. Su generosidad y entrega resultan obvias y constantes.

Su obra es grande y su pérdida irreparable.

Desde la Fundación Internacional Baltasar Garzón deseamos honrar su memoria, su trabajo y afirmar que recogemos su testigo para que, junto con el resto de activistas y organizaciones comprometidas con la causa, sigamos luchando para que el crimen de ecocidio y su persecución sean una realidad pronto.

La Tierra ha perdido a su abogada, pero quedamos sus discípulos para continuar en esta ardua labor que debe superar no solo los obstáculos legales, sino también los políticos y los económicos de los mas poderosos.

¡Descanse en paz!

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