Crónicas de un abogado de oficio: Cuando la realidad imita a la ficción
Sobre estas líneas, el autor de la obra, Anselmo Carrasco.

Crónicas de un abogado de oficio: Cuando la realidad imita a la ficción

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28/7/2019 06:15
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Actualizado: 28/7/2019 00:59
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Cuarenta relatos con alta dosis de realidad conforman el libro “Crónicas de un abogado de oficio, ficciones de la vida real”, de Anselmo Carrasco Merlo, publicado por la editorial Sepín.

Recoge vivencias e historias propias y ajenas de un letrado aficionado al cine y a la escritura que todavía tiene muchas otras en el tintero, porque doce años como abogado de oficio dan para esto y mucho más, según ha relatado su autor a Confilegal.

La obra es una recopilación de relatos cortos, historias a veces truculentas que son un fiel reflejo de las experiencias del autor y de sus compañeros en el turno de oficio.

Todas son narraciones independientes que transcurren en el mundo jurídico a través de la visión de su protagonista, el letrado Juan Antonio Medina, que cuenta sus vicisitudes y su forma de entender el ejercicio de su profesión.

Subyace sin embargo una historia común como eje de todo el libro.

Anselmo Carrasco comenzó a escribir estas historias hace dos años en el blog de la asesoría jurídica Agemfis. “Siempre me gustó escribir y las aventuras y desventuras de un defensor de oficio son un buen ejemplo de la naturaleza humana.

En parte se basan en mi experiencia y en la de mis compañeros, y aunque unas son más reales que otras   y siempre se cambian los nombres, a veces la realidad es suficiente porque va mucho más allá de la ficción” declaró a Confilegal.

El autor ha querido también ser muy fiel a todos los aspectos relativos al procedimiento judicial, pero huyendo del lenguaje más enrevesado para que todos los lectores puedan entender cómo funciona el turno de oficio, sus abogados, jueces, policías y todos los implicados en cada caso.

Durante doce años Anselmo Carrasco trabajó en el turno de oficio de Madrid, y por eso  ha querido también hacer “un homenaje a todos los abogados de oficio, un oficio a veces no tan agradecido, esforzado y de mucha dedicación, que debería estar más valorado”.

Actualmente trabaja como abogado de familia y penal.

UN GUIÑO AL CINE

Cada historia del libro es un caso concreto, aunque a veces tienen continuidad, y todas llevan como título el de una película, porque el autor es también un gran aficionado al cine.

“He querido hacer un guiño a las películas, no sólo de abogados, sino también a los clásicos, y aunque los títulos encajan el argumento de la película no tiene que ver  necesariamente y en todos los casos con la historia”.

Así, en Dies Irae, un judío converso es condenado a la muerte por la Inquisición para despertarse en una celda actual acusado de lesiones y atentado contra la autoridad en una duermevela donde sueño y realidad de entremezclan una y otra vez.

En Qué he hecho yo para merecer esto, una mujer de nombre Carolina muere a manos de su pareja y el padre de éste intenta cargar con el crimen sin mucho éxito.

En el nombre del padre, es una historia de corrupción judicial con fondo inmobiliario y Encuentros en la tercera fase, por poner otro ejemplo, es una delirante historia de abducciones extraterrestres para justificar el incumplimiento de una orden de alejamiento por violencia doméstica en la que finalmente el agresor acabó internado en un psiquiátrico.

ALGÚN FINAL FELIZ

Son, pues, historias que van desde el acoso en redes a la violencia sexual, el robo con fuerza, la enfermedad mental, la violación, los conflictos familiares y laborales, un resumen de todo el catálogo de maldades humanas y que sin embargo a veces hasta tienen un final feliz.

“Como la de una chica que tenía la cara destrozada por una paliza de su pareja. El hombre entró en la cárcel y al cabo del tiempo ella pudo rehacer su vida con su hijo”, cuenta Anselmo Carrasco.

El abogado recuerda anécdotas vividas aterradoras e incluso violentas.

“A una compañera, que además es mi mujer, le tocó en el turno de Extranjería un hombre muy violento, y tanto los policías como nosotros pasamos muy mal rato porque parecía que en cualquier momento podía arrancarse hacia ella”.

En otra ocasión, “me tocó un caso en un pueblo de la sierra de Madrid, un hombre con orden de alejamiento de sus padres porque les había quemado la casa con ellos dentro, aunque afortunadamente habían podido salir a tiempo y salvarse. Me dijo que oía voces que le ordenaban que hiciera cosas, era algo pavoroso y encima fue uno de mis primeros casos. Al final, el hombre terminó internado”.

Dice el autor que las personas engañan y mienten mucho a su abogado de oficio y que la policía “a veces nos ve como los malos de la película, los que vienen a soltar a los que ellos han conseguido detener”.

Pero nada de esto importa cuando ve que “sobre todo en los casos de violencia de género, las mujeres ven a en ti una luz, una esperanza, y se abren y confían”.

Pero en casos de robo con fuerza, añade, “resulta que nunca han sido ellos”.

UN OFICIO POR AMOR AL ARTE

El del turno de oficio, para Anselmo Carrasco, es un oficio que se hace un poco “por amor al arte”.

Se cobra poco y tarde, es muy cansado y quema mucho porque lleva mucho trabajo, “pero también es gratificante y sirve para aprender el funcionamiento del sistema jurídico” aunque aclara que los abogados de oficio están muy preparados desde el principio, “al menos en el plano teórico”,  a pesar de que “luego venga la realidad a abrirnos los ojos”.

El letrado tiene todavía muchas historias que contar, “doce años de turno de oficio dan para mucho” y piensa seguir haciéndolo.

Le gustaría que sus historias sirvieran de base para una serie, “porque aparte de la histórica “Turno de oficio” de los años ochenta del pasado siglo, las actuales no se parecen nada a la realidad”.

Lo dicho, que en el turno de oficio es la ficción la que intenta imitar a la realidad.

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