Firmas
José Juan Pintó Ruiz, una vida consagrada al Derecho
30/8/2020 06:47
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Actualizado: 31/8/2020 12:07
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En el bosque de edificios, al oscurecer, se puede ver la luz encendida a través de la ventana de un despacho de abogados. Allí un abogado escribe rodeado de libros y documentos.
En la intimidad de ese despacho, el abogado escribe para fundamentar la defensa de los intereses de su cliente.
Realiza una doble función de gran interés social,
Defender los legítimos intereses de una persona y, en su caso, contribuir a mejorar el ordenamiento jurídico, pues esa demanda puede llegar al Tribunal Supremo y generar jurisprudencia que complemente el ordenamiento jurídico de conformidad a lo establecido en el número 6 del artículo 1 del Código Civil.
Así, pero con mayor acierto, iniciaba con frecuencia mi padre sus intervenciones sobre la función del abogado.
Y es que, además de un gran abogado, era un extraordinario docente.
Recuerdo un día que le presenté un borrador de una extensa demanda. La leyó y al terminar me dijo “está bien fundamentada desde un punto de vista normativo, pero falta más precisión y detalle en la descripción de los hechos acaecidos. Las normas, las leyes aplicables, los jueces ya las conocen pero lo que no conocen los jueces son los hechos acaecidos, éstos sólo los conocen los abogados, por ello es fundamental presentarlos al juzgador con máxima precisión”.
Útil lección.
Además de regalar continuamente consejos sabios para la práctica diaria de la abogacía en ISDE y en su despacho, conseguía que los abogados que le rodeaban, se sintieran importantes por el simple hecho de actuar en calidad de abogados.
Siempre recordaba que sin una abogacía libre e independiente era imposible que hubiera justicia, por ello consideraba de extrema importancia proteger el secreto profesional pues sin él el derecho de defensa perecería.
El último día que estuve con él fue en la Cerdaña, fuimos a buscar gasolina para los tractores del jardín, empezamos tratando de motores de arranque y acabamos hablando de la importancia de la «causa» como elemento esencial de los contratos.
Siempre nos recordaba que el agradecimiento es un deber moral y jurídico, y yo no quiero desaprovechar esta ocasión para agradecer todas las muestras de cariño y admiración que nuestra madre y todos los hijos y resto de familia hemos recibido de tantísimas personas a las que él tanto quiso.
Mi padre nos enseñó a creer en Dios, y eso nos ha hecho libres y valientes para disfrutar y entender la vida, también la muerte, como un paso a la nueva vida.
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