El Constitucional presenta «Los derechos constitucionales, un paseo por el Prado», un gran esfuerzo divulgador de los derechos fundamentales
Plano general del acto en el que se presentó la obra. En la mesa, de izquierda a derecha, Pedro González-Trevijano, codirector; Javier Solana, presidente del Patronato del Museo del Prado; Juan José González Rivas, presidente del Tribunal Constitucional; Encarnación Roca, vicepresidenta del TC y codirectora; y Miguel Falomir, director del Museo del Prado. Foto: TC.

El Constitucional presenta «Los derechos constitucionales, un paseo por el Prado», un gran esfuerzo divulgador de los derechos fundamentales

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15/10/2020 06:48
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Actualizado: 10/4/2023 18:00
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El Tribunal Constitucional (TC) presentó ayer una valiosa obra, de un gran potencial educativo y divulgador: «Los derechos constitucionales, un paseo por el Prado». Un material que todos los profesores de Secundaria, e incluso de Derecho, van a considerar –porque lo es– oro en paño.

Y lo va a ser más una vez que el máximo tribunal de garantías lo adapte a su portal. Cuando haga eso será, sin duda, uno de sus contenidos más visitados y –si lo convierten en pdf– más descargados.

¿En qué consiste? Veinticuatro cuadros del Museo del Prado vinculados a los derechos contemplados en la Constitución Española. Cada uno de ellos aparece con un derecho numerado en la Constitución y explicado por cada uno de los 12 magistrados que conforman el Tribunal Constitucional.

Así, el primero es el «Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga». Es un óleo de 1888, pintado por Antonio Gisbert. Es el artículo 10.1 de la Carta Magna. La dignidad de la persona. Pedro González Trevijano hace una estupenda explicación, empezando por quién fue el general Torrijos, cómo fue sorprendido en un desembarco, detenido y fusilado en esas mismas playas por Fernando VII. Y terminando por el sentido y el valor de la dignidad humana.

«Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga», de Antonio Gisbert, sobre el que Pedro González-Trevijano explica lo que es el derecho a la dignidad.

María Luisa Balaguer aborda el artículo 14, el derecho a la igualdad, sobre dos óleos de 1507 de Alberto Durero, «Adán» y «Eva».

Santiago Martínez Vares explica el 16.1, artículo que garantiza la libertad de pensamiento; como referencia, una estatua de la diosa griega Palas Atenea. También el 16.1, el derecho a la libertad ideológica, sobre el óleo de Francisco de Goya sobre «Melchor Gaspar de Jovellanos».

El derecho a la libertad –artículo 17.1– es explicado por Juan Antonio Xiol Ríos partiendo de tres dibujos de Goya: «Muchos an acabado así», una ejecución por garrote vil, «No deges ninguno» y «Divina libertad», realizados entre 1814 y 1823. También el derecho a la intimidad –artículo 18.1–, con «Susana y los viejos», de Guercino, 1617, y el derecho a la libertad de expresión, del 20.1, con «San Esteban acusado de blasfemo, de Juan de Juanes, datado entre 1555 y 1562.

Antonio Narváez, por su parte, cuenta en qué consiste el derecho de asociación, del artículo 22, desde el óleo de Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina, autor de «Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor», de 1846.

Cándido Conde-Pumpido Tourón comenta en qué consiste el derecho a la tutela judicial efectiva del artículo 24.1 nada menos que desde el «Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid», que Francisco Rizi pintó en 1683.

La vicepresidenta del Constitucional, Encarnación Roca, impulsora junto a González-Trevijano de este libro ilustrado, relata en qué consiste el derecho al honor, contemplado en el artículo 18.1, desde la pintura de Jacopo Tintoretto «José y la mujer de Putifar», de 1555.

A través de la pintura de Jacopo Tintoretto «José y la mujer de Putifar» Encarnación Roca explica el derecho al honor.

También el derecho al matrimonio, contemplado en el artículo 32.1, con «Micer Marsilio Cassotti y su esposa Faustina», el óleo que Lorenzo Lotto pintó en 1523, y el derecho a la propiedad privada y la herencia, del artículo 33.1 y 2, con «Isaac y Jacob», de José Rivera, datado en 1637.

Y así hasta los 24 derechos mencionados.

LA PANDEMIA MALOGRO LOS ITINERARIOS PERO NACIÓ ESTA OBRA

La presentación de la obra tuvo lugar ayer en el salón de actos pequeño del Tribunal Constitucional, en una ceremonia que presidió su máxima autoridad, Juan José González Rivas, flanqueado por los dos codirectores, la vicepresidenta Roca y el magistrado García-Trevijano, junto al presidente del Real Patronato del Museo del Prado, Javier Solana, y el director de la institución, Miguel Falomir. 

La idea primigenia de «Los derechos constitucionales, un paseo por el Prado» consistió en eso, en un itinerario por los cuadros, dibujos, grabados y estatuas más relevantes asociados a derechos sociales, políticos, económicos y culturales recogidos en la Carta Magna.

Tenía un motivo común, y una doble celebración: la creación de El Prado, hace 200 años, y el nacimiento del Tribunal Constitucional, hace 40. 

La idea quedó temporalmente aparcada por causa de la pandemia. A cambio, sin embargo, ha dado a luz esta importante merced al impulso de Roca y García-Trevijano, cosa que fue reconocida públicamente por Javier Solana, durante su intervención.

Solana calificó la obra de «documento extraordinario». 

Los asistentes. De izquierda a derecha, en la primera fila, Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno y codirectora de la obra; Juan José González Rivas, presidente del Tribunal Constitucional (TC); Encarnación Roca, vicepresidenta del TC; y Javier Solana, presidente del Patronato del Museo del Prado; detrás, Pedro González-Trevijano, magistrado del TC y codirector de la obra, Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior; José Manuel Rodríguez Uribes, ministro de Cultura y Deporte, y Miguel Falomir, director del Museo del Prado.

Para la vicepresidenta Roca, el  libro puede abrir una vía para la reflexión sobre el problema de la incomunicación de nuestros saberes: “Hace ya mucho tiempo que creo y defiendo que el común denominador de todas las ciencias es la interpretación, sean quienes las practican de ciencias o letras, de derecho o de medicina, de ingeniería o bellas artes. El resultado de toda obra humana se manifiesta al exterior y quienes no son autores de una determinada propuesta, tienen el derecho a leerla y la obligación de opinar. Es decir, a interpretarla, con independencia de la especialidad de su autor”.

Con palabras de Häberle, Roca ha destacado la conveniencia de relacionar la Constitución con las obras que custodia nuestra primera institución cultural, el Museo del Prado, por medio de quienes la aplican, los magistrados del Tribunal Constitucional: “La Constitución no se limita a ser un conjunto de textos jurídicos o un mero compendio de reglas normativas, sino la expresión de un cierto grado de desarrollo cultural, un medio de autorrepresentación propia de todo un pueblo, espejo de su legado cultural y fundamento de sus esperanzas y deseos«.

González-Trevijano, por su parte, subrayó que el libro «resalta el fecundo hermanamiento entre dos ámbitos tradicionalmente comprendidos como dispares, cuando no antitéticos. A saber, el derecho y la pintura. La excusa, el tratamiento conjunto de nuestros derechos constitucionales y su reflejo/reconstrucción, al hilo de algunas obras señeras del Museo del Prado».

El magistrado destacó el papel de la pintura como un instrumento sin igual para, dependiendo del contexto histórico, desplegar funciones como facilitar la comprensión de las normas jurídicas, reseñar su valor simbólico y auspiciar su mejor desarrollo y aplicación presente. «Si como decía Oscar Wilde, la naturaleza imita al arte, qué mejor que la pintura y la escultura para rejuvenecer y colorear los secos y rígidos preceptos jurídicos», afirmó.

A la presentación de la obra, editada por el Tribunal Constitucional y por el Museo Nacional de El Prado, asistieron, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes y el Defensor del Pueblo en funciones, Francisco Fernández Marugán. 

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