Tras la derrota final de Trump en la Corte Suprema, sus seguidores culminan su mandato invadiendo el Capitolio como protesta
Los manifestantes llegaron a ocupar la Cámara Baja, donde se hicieron fotos de recuerdo.

Tras la derrota final de Trump en la Corte Suprema, sus seguidores culminan su mandato invadiendo el Capitolio como protesta

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07/1/2021 06:50
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Actualizado: 07/1/2021 12:36
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El presidente saliente Donald Trump siempre pensó que la Corte Suprema de los Estados Unidos, en la que 6 de los 9 jueces son conservadores, jugaría la baza partidista e invalidaría la victoria de su rival, Joe Biden, en las últimas elecciones a la Presidencia.

De hecho, Trump había acelerado el nombramiento de la juez ultraconservadora Amy Coney Barrett para sustituir a la progresista Ruth Bader Ginsburg por si se daba esta tesitura.

Era su última baza y pensaba que, gracias a ella, en forma de recurso interpuesto por el fiscal general del estado de Texas, el republicano Ken Paxton, podría retener su sillón en la Casa Blanca.

Le dio, incluso, un nombre: «the big one», en referencia a que era la más gorda de las decenas que se presentaron en su defensa antes. Todas ellas infructuosas.

Pero el 11 de diciembre pasado, a las 18.30, Trump se encontró sin suelo bajo sus pies.

Por unanimidad –incluyendo Amy Coney Barret– los nueve jueces hicieron público un escueto comunicado que terminaba diciendo: «La moción del estado de Texas», concluye, «es denegada por falta de base».

Paxton había tratado de que la Corte Suprema anulara 20,4 millones de votos emitidos por correo en Pensilvania, Wisconsin, Michigan y Georgia, estados que votaron en  2016 por Trump y que este año le dieron la espalda, en gran parte como castigo por su mala gestión contra la pandemia del COVID-19, para apostar por el candidato demócrata, Joe Biden.

IMPEDIR QUE EL CONGRESO CONFIRMARA LA ELECCIÓN DE JOE BIDEN COMO PRESIDENTE

Ese fue el objetivo principal que movió a los seguidores de Trump a irrumpir por la fuerza en el Capitolio, en Washington, ayer  por la mañana: impedir que el Congreso confirmara la elección del demócrata Biden. Un acto protocolario, de puro trámite, que tuvo que suspenderse. Al igual que el Pleno del Senado.

Esa fue la consecuencia de la manifestación que previamente había sido convocada por seis grupos afines a Donald Trump, a las afueras de la Casa Blanca, en Washington D.C., en la que el presidente saliente afirmó que «no cederemos nunca, nunca concederemos», «jamás reconoceré la derrota».

Un día negro en el que se confirmó que su partido, el Republicano, había perdido el control del Senado, tras la victoria de los dos candidatos demócratas en las elecciones del estado de Georgia, Raphael Warnock y Jon Ossoff.

Tras esa concentración, los manifestantes, muchos de ellos armados, se dirigieron al Capitolio para ocuparlo. Llegaron, incluso, al Salón de Plenos de la Cámara de Representantes.

Los seguidores de Trump presentaban vestimentas como las de la foto.

Otra imagen de los ocupantes, seguidores de Trump.

Una mujer murió de un disparo en el pecho tras ser tiroteada por las fuerzas de seguridad en el interior del edificio sin que se conozcan todavía las circunstancias que provocaron el hecho.

De la misma forma, un joven de 24 años resultó herido de forma crítica tras precipitarse al vacío en los aledaños del Capitolio. Trece  personas fueron detenidas por sus agentes, todas ellas «de fuera de Washington».

Los congresistas fueron rápidamente evacuados.

Fue el vicepresidente Mike Pence –no Donald Trump, como tendría que haber sucedido– el que dio la orden de desplegar a la Guardia Nacional para hacer frente a esta crisis de seguridad.

El senador republicano –del partido de Trump–, Mitt Romney declaró: «Esto es lo que el presidente ha provocado hoy, esta insurrección».

BIDEN: LOS ASISTENTES SON LA «MAFIA»

Biden fue el primero en salir, desde Wilmington, estado de Delaware, calificando la ocupación «ataque sin precedentes a nuestra democracia» y exigió a Trump que compareciera en televisión condenando el acto, porque «las palabras de un presidente importan».

Antes de marcharse calificó a los asaltantes de «mafia».

El presidente electo, Joe Biden, llamó a los ocupantes del Capitolio «mafia» y conminó a Trump a que interviniera para parar la ocupación.

Cosa que Trump hizo a través de un vídeo que se distribuyó a través de Twitter.

Pero sus declaraciones arrojaron más gasolina al incendio: «Estas son las cosas y los sucesos que ocurren cuando una victoria electoral aplastante y sagrada es arrebatada de manera brutal y sin ceremonia a los grandes patriotas que han sido maltratados durante tanto tiempo. Id a casa con amor y en paz. ¡Recordad este día para siempre!».

Un vídeo que también se distribuyó a través de Facebook y de Youtube y que los responsables de las tres redes sociales suprimieron.

En declaraciones a BBC, Facebook explicó que «Las violentas protestas en el Capitolio hoy son una vergüenza. Prohibimos la incitación y los llamamientos a la violencia en nuestra plataforma. Estamos activamente revisando y eliminando cualquier contenido que rompa estas reglas».

YouTube dijo haberlo eliminado porque «violaba las políticas de difusión del fraude electoral». Una línea que también siguió Twitter: disminuir el riesgo de violencia.

Con el paso de las horas, los ocupantes fueron dejando el edificio y se concentraron ante la puerta. La alcaldesa de Washington D.C., Muriel Browser, a las 5 de la tarde, hora local -11 de la noche, hora española-, compareció anunciando la imposición de un toque de queda entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana.

¿DEPONER A TRUMP?

Los acontecimientos provocaron que dos congresistas, Ilhan Omar y David Cicilline, plantearan la puesta en marcha de los mecanismos legales para destituir a Trump a dos semanas de que deje de ser presidente, mediante la aplicación de Vigésimo Quinta enmienda, lo que que supondría una rebelión dentro del propio Gobierno.

Otros, como Ted Lieu o Ayanna Pressley, reclamaron abiertamente la expulsión directa de Trump por los sucesos del Capitolio.

La mencionada enmienda estipula en su sección IV que el vicepresidente –en este caso Mike Pence– y la mayoría de los miembros del Gobierno pueden plantear por escrito al Congreso que el presidente no puede seguir en el cargo.

En ese  escenario hipotético, Pence asumiría el poder. A Trump solo le restaría impugnar el proceso, sin margen de maniobra ante el poco margen de tiempo ante la llegada de Biden.

La citada enmienda fue invocada dos veces, por razones médicas, durante la Presidencia de George W. Bush, si bien no se aplicó la sección IV sino la III, por la que el presidente cede temporalmente el mando del país a su «numero 2» por incapacidad.

Sería la primera vez que se aplicara a un presidente para apartarlo de su puesto.

REPULSA INTERNACIONAL

Lo sucedido ha tenido como consecuencia la repulsa internacional de los líderes políticos, que han ratificado su compromiso con la democracia y con el deseo de una transición «pacífica» de poderes entre ambas administraciones.

Así, el primer ministro británico, Boris Johnson, tildó lo ocurrido de «vergonzoso». «Escenas vergonzosas en el Congreso de Estados Unidos», señaló a través de su cuenta de Twitter, en la que recordó que EE.UU. «defiende la democracia en todo el mundo» y «ahora es vital que haya una transferencia de poder pacífica y ordenada».

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, aseguró que seguía el desarrollo de la situación «con gran preocupación». «La violencia es incompatible con el ejercicio de los derechos democráticos y las libertades», añadió. Y mostró su «confianza» en la «fortaleza y robustez» de las instituciones estadounidenses.

La primera ministra de Noruega, Erna Solberg, calificó de «increíbles» las imágenes llegadas desde Washington y ha aseverado que el asalto al Capitolio es un «inaceptable ataque a la democracia». «Sobre el presidente Trump reposa la gran responsabilidad de parar esto», zanjó

El ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, afirmó que Trump y sus seguidores «deben aceptar finalmente la decisión de los votantes estadounidenses y dejar de pisotear la democracia».

Su homólogo francés, Jean Yves Le Drian, condenó lo ocurrido y calificó «los violentos actos» contra las instituciones estadounidenses como «un grave ataque contra la democracia». «La voluntad y el voto de las estadounidenses debe respetarse», remachó también a través de Twitter.

Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó «enérgicamente» los «actos de violencia» registrados en el Capitolio.

De forma paralela, urgió al Estado a «restablecer la seguridad y el funcionamiento parlamentario», así como a «investigar rigurosamente los hechos y a las personas que han incitado la violencia y los ataques contra instituciones democráticas, castigando a los responsables y garantizando que no se repetirán».

«La CIDH pide a los involucrados que eviten usar la violencia y usen los canales institucionales para sus demandas», ha continuado, urgiendo a los líderes estadounidenses y a los líderes de las protestas a «respetar los procesos e instituciones democráticas».

Por su lado, la Organización de Estados Americanos (OEA) condenó y «repudió» lo que ha tildó de «atentado contra las instituciones».

«El ejercicio de la fuerza y el vandalismo contra las instituciones constituye un grave ataque contra el funcionamiento democrático», indicó en un comunicado.

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