Detectives privadas: «Para ser detective hay que ser cotilla, tener mucho morro y poca vergüenza»
«Que nadie piense que nosotras somos Los Ángeles de Charlie», advierte Arantxa riéndose. «Nosotras somos, más bien, las ‘Charlies’ mismas. Somos nuestras propias jefas y somos las detectives, las que hacen el trabajo de campo», añade Raquel.

Detectives privadas: «Para ser detective hay que ser cotilla, tener mucho morro y poca vergüenza»

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21/8/2021 01:00
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Actualizado: 21/8/2021 01:00
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Arantxa y Raquel (no pongo sus apellidos por petición expresa) son detectives privadas. Tienen 32 y 31 años, respectivamente, pero su madurez mental sugiere una edad psicológica sensiblemente superior.

Hace cinco años crearon la Agencia de investigación privada ADCHASE, con base en Madrid, y no les va nada mal, confiesan. Trabajan de lunes a domingo, pero son felices porque han hecho realidad su pasión.

La que les condujo a conocerse en la Universidad, estudiando criminología.

Cuando terminaron la carrera, sus caminos tomaron diferentes direcciones.

Aprendieron el oficio en sendas agencias de detectives privados y cuando la fruta estuvo madura, volvieron a reencontrarse para afrontar, como emprendedoras, este proyecto, convertido en realidad en un mundo, el de los detectives -son 6.000 los titulados–, donde las agencias tienen hombres a su frente.

«Que nadie piense que nosotras somos Los Ángeles de Charlie», advierte Arantxa riéndose.

«Nosotras somos, más bien, las ‘Charlies’ mismas. Somos nuestras propias jefas y somos las detectives, las que hacen el trabajo de campo», añade Raquel.

¿Qué aportan ustedes con respecto a los hombres en el mundo de la investigación privada?

Arantxa. Somos más atrevidas, más osadas. Si hay que subir y pedirle a un vecino que te deje grabar desde una de sus ventanas, pues lo hacemos. A los hombres les cuesta más hacer este tipo de cosas.

Raquel. También a la hora de mentir, de asumir un papel. A los hombres les cuesta más. Somos mejores actrices. Nosotras hemos representado la mayor parte de los roles. Hasta hemos pasado por miembros de una secta. Nos falta hacer de monjas, pero si hay que hacerlo se hace (se ríe).

¿La gente baja más la guardia ante las mujeres que ante los hombres?

Raquel. Sí, por supuesto. Y sí, además, eres joven, como nosotras, mucho más. Porque nos subestiman.

¿Las mujeres también?

Arantxa. Si además pones cara de tonta, es lo que mejor funciona.

¿Qué tipo de investigaciones realizan en ADCHASE?

Raquel. Asuntos de infidelidades, también malos tratos, bajas fraudulentas, fraudes a empresas, responsabilidades civiles y falsos robos, principalmente. Lo que nos pidan, si están dentro de la ley. No podemos investigar ni asesinatos ni homicidios, por poner dos ejemplos.

«Por nuestra experiencia, en lo que se refiere a las bajas de los trabajadores, entre el 70 y el 80 por ciento son fingidas»

¿Cuánto tiempo puede llevar la investigación de un caso de infidelidad?

Arantxa. Depende. Puede llevar un día o una semana.

Raquel. Recientemente tuvimos un caso, al que bautizamos como «el sexual» (a cada caso le ponemos un nombre), de un tipo que tenía diagnosticado adicción al sexo. Era el típico padre perfecto, con dos niñas de 3 y 4 años.

Quedaba con mujeres desconocidas a través de las redes sociales, pero como era un agarrado, y no se quería gastar dinero en hoteles, tenía sexo en su coche todos los días con mujeres desconocidas. O en el coche oficial del organismo para que el trabajaba, que tenía los cristales tintados y no se podía ver en su interior.

Arantxa. Las mujeres no eran prostitutas sino señoras normales. El hombre invertía muy poco tiempo cada vez. Ocho, diez minutos. Era visto y no visto.

Raquel. En este caso, además, maltrataba a la mujer, con la que llevaba 16 años casado. Él estaba por encima de los 40 años. En este caso invertimos siete días. La abogada alegó, en representación de su cliente, que podía pegarle alguna enfermedad de transmisión sexual. En el centro oficial en el que trabajaba también descubrieron después el uso que daba a los vehículos oficiales y le despidieron.

¿A ustedes quiénes les contrata?

Arantxa. Abogados, empresas nacionales y multinacionales, aseguradoras… Los clientes nos llegan a través del boca o boca o de Internet. Somos  muy profesionales.

Nuestro objetivo es convertirnos en una de las mejores agencias de detectives de España. Hemos crecido. Ya somos 5 personas y subcontratamos una buena parte de nuestro trabajo, pero lo controlamos al ciento por ciento.

Un aspecto del fraude a las empresas, o a las propias aseguradoras son las bajas fingidas, ¿no es así?

Arantxa. Por nuestra experiencia, en lo que se refiere a las bajas de los trabajadores, entre el 70 y el 80 por ciento son fingidas.

Arantxa y Raquel son completamente diferentes y, por ello, complementarias; en la foto, observando la estatua de Quevedo. No muestran sus caras para preservar su eficacia como investigadoras. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Cuáles han sido los casos más escandalosos que han investigado?

Raquel. Por ejemplo, un autónomo que decía haberse roto una rodilla. Nos lo encontramos trabajando sobre un tejado, equipado con un arnés. O un granjero, que afirmaba haber sufrido un ictus y tener medio cuerpo paralizado.

En este segundo caso, nos hicimos pasar por estudiantes de biología que estábamos haciendo un trabajo de fin de grado. Tras buscar la granja, que nos costó mucho encontrar, cuando lo encontramos, estaba perfectamente. Nos hicimos amigas de él.

Arantxa. Lo grabamos hablando con nosotras y luego conduciendo el tractor. Incluso nos fuimos a recoger paja al monte. Nos invitó a comer. Estaba con sus hijos y los trabajadores.

No fue a juicio. Fueron tan claras las pruebas que presentamos que desistió.

¿Y qué pasa cuando hay que ir a juicio y verse con el investigado cara a cara?  

Arantxa. Nada. Somos profesionales. Explicamos nuestra investigación ante el juez.

Raquel. Un caso como ese del que nos habla ha sido el de «la youtuber». Una mujer que trabajaba en una oficina y se dio de baja por jaquecas. Descubrimos que se había montado un canal en «Youtube», en el que salía y por el que tenía ingresos. Nos dijo que no tenía intención de volver.

«Una investigada nos dijo –y la grabamos– que ella no iba a volver a trabajar, Y que si le ponían problemas iría a juicio y alegaría depresión. Nos vino genial en el juicio, porque ya había confesado cuál iba a ser su táctica»

Su principal herramienta de trabajo son las grabaciones que llevan a cabo. ¿No hay problema para grabar en el interior de las viviendas, durante la investigación?

Arantxa. Eso la ley lo regula muy bien. Siempre que la persona investigada nos de acceso voluntariamente, se puede grabar el interior. Eso en propiedad privada.

Raquel. No podríamos utilizar un dron para grabar el interior de una vivienda. Igual que las conversaciones. No las puedes grabar a no ser que estés participando en ellas.

¿La información obtenida así es lícita?¿Se puede utilizar en los juicios?

Arantxa. Sí. De hecho, son esos testimonios los que más les gustan a los jueces. Porque saben que ahí es donde está la “chicha”.

Raquel. Una investigada nos dijo –y la grabamos– que ella no iba a volver a trabajar, Y que si le ponían problemas iría a juicio y alegaría depresión. Nos vino genial en el juicio, porque ya había confesado cuál iba a ser su táctica. Desde nuestra percepción, hay una falta de ética muy clara en nuestros días.

¿Entre los defraudares también hay delegados sindicales?

Raquel. Sí, claro. Hemos tenido cuatro casos en que los investigados eran miembros de comités de empresa. Hay que aclarar que las empresas tienen muchos reparos en contratar a detectives privados para investigar lo que están haciendo sus delegados sindicales. Por la protección de la que gozan.

Pero lo hacen. Porque es cierto que dichos delegados tienen unos derechos, pero también unas obligaciones que tienen que cumplir. Y si no las cumplen son como cualquier otro trabajador.

¿Qué hacían a los que investigásteis?

Arantxa. Uno había montado su propia empresa privada. Otra utilizaba el tiempo sindical para ir a la peluquería, de compras o de viaje. Por poner dos ejemplos.

¿Cómo que de viaje?

Raquel. La mujer se fue con su marido, su hijo y el perro de viaje a la playa. Acumulaba las horas sindicales en jueves y viernes y empalmaba el sábado y el domingo y se marchaba de vacaciones.

Supongo que cuando se vieron descubiertos, se resistieron.

Raquel. No, el que se había montado su empresa privada estudió el informe que hicimos, llegó a un acuerdo con la empresa y se marchó.

Arantxa. La del viaje también llegó a un acuerdo. Le quedaba poco tiempo para jubilarse. No trascendió.

«La ciberinformación es muy importante, vital. Antes de hacer cualquier investigación de campo, o de seguimiento esa información nos permite hacernos una idea de quién es la persona y quiénes forman su entorno»

Dice el CNI que el 95 por ciento de la información sobre sus investigados la sacan de las redes sociales. ¿Lo comparten?

Arantxa. Sí, claro. La ciberinformación es muy importante, vital. Antes de hacer cualquier investigación de campo, o de seguimiento. Esa información nos permite hacernos una idea de quién es la persona y quiénes forman su entorno. Además, qué le gusta, qué no le gusta… A qué se dedica, qué horario tiene.

A veces el cliente te da un nombre y ninguna imagen. ¿Cómo sigues a alguien que no sabes cómo es? Por eso la ciberinformación es importante.

Para ser detective hay que ser cotilla, tener mucho morro y poca vergüenza.

Raquel. Este trabajo te quita la vergüenza. Yo, que soy de natural más bien tímida, he hecho cosas de las que me he sorprendido a mí misma. Es la naturaleza de nuestro trabajo.

Arantxa, usted hace unos meses tuvo un bebé. ¿Cómo se compagina la maternidad con la investigación detectivesca?

Pues se compagina.

¿Se ha llevado a su bebé a alguna investigación?

Arantxa. Un bebé o el hecho de estar embarazada son dos llaves que te abren todas las puertas. Porque te subestiman de una manera increíble. Es de las mejores coberturas. Además, todo el mundo te ayuda a entrar en cualquier sitio.

Hay vigilancias que duran más de siete horas; para ello, se cargan de paciencia. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Han pasado miedo alguna vez?

Raquel. Sí, en la Cañada y en la Línea de la Concepción, en una zona muy turbia. Vimos una descarga.

Otro tipo de investigaciones que realizan mucho son las responsabilidades civiles, por encargo de las aseguradoras…

Arantxa. De eso hay mucho. Por ejemplo, un señor dijo que se había caído por unas escaleras en su casa y que a consecuencia de eso se había quedado inválido. Reclamaba 200.000 euros. Y no fue así. Porque, como tenía mal la cadera, se le rompió y se cayó. Eso ya no lo cubre el seguro.

Raquel. Cuando se suscribe un seguro hay que leerse las cláusulas muy bien. Porque no es lo mismo si sucede una cosa antes o después. En ese caso tuvimos que hacernos amigos de él, entrar en la vivienda…

También les toca investigar los falsos robos de móviles o de, incluso, viviendas. Los móviles son lo más común, ¿no?

Raquel. La gente se cree tanto sus propias mentiras que no saben salir y continúan mintiendo. Por ejemplo, en los robos de teléfonos móviles, que son una tontería –hemos hecho un millón– la gente se cree tanto lo que les ha pasado que al final no se dan cuenta de que lo que cuentan no cuadra.

¿Cuál es el caso que más les ha llamado la atención?

Raquel. Son todos muy parecidos.

Por ejemplo, este teléfono mío. Un Huawei. Costó, pongamos, 1.000 euros.

Raquel. Sí, el seguro le va a dar 300 euros.

«Las mujeres mienten mejor. Se quedan mejor con la versión que han dado una primera vez. Los hombres pueden variar mucho. Les preguntas por qué pasó esto. Te lo afirman cuando antes te lo habían negado»

¿Y por 200 o 300 euros la gente presenta denuncias falsas?

Arantxa. La gente miente mucho. Y eso que lo resolvemos telefónicamente, con dos llamadas, como mucho. ‘Estaba en una discoteca, me empujaron, me agredieron, me robaron el bolso…’.

Raquel: La gente te da una versión. Y con esa versión tú haces una reconstrucción de los hechos. Y vas apuntando lo que te dicen. Sobre lo que no te cuadra, le preguntas.

‘Ah, sí- ¿Y si estaba en una discoteca, donde estaba? Hubo algún testigo. ¿Pidió ayuda al personal de seguridad?’

Y te vas dando cuenta de que la historia que te están contando es mentira. Después haces gestiones, con la discoteca, con la compañía de teléfonos….

¿Cuánto tiempo lleva una investigación de este tipo?

Arantxa. Depende. Hace poco resolvimos uno en una hora. O un par de días. Mientras te envían documentación, facturas…

O sea, las aseguradoras no se tragan todo lo que se les pone por delante.

Raquel. No. De hecho, el primer filtro son los peritos, que detectan el fraude, y nos pasan la investigación. La ley dice que un perito tiene primero que los hechos, por ejemplo, los daños en un robo o en un incendio, qué ha pasado en esa vivienda, si realmente está revuelta, como dice el asegurado.

Arantxa. Todo eso se verifica. Y depende mucho del importe que denuncie el asegurado que le han robado, que a veces es desorbitado.

¿Quién miente mejor, los hombres o las mujeres?

Raquel. Las mujeres mienten mejor. Se quedan mejor con la versión que han dado una primera vez. Los hombres pueden variar mucho. Les preguntas por qué pasó esto. Te lo afirman cuando antes te lo habían negado.

Es el viejo sistema de la policía. Yo te pregunto varias veces sobre lo mismo de forma diferente y si varías tu respuesta, si no es la misma, es que me estás mintiendo.

Arantxa. Y buscamos varias versiones. Si hay dos o tres personas implicadas, hablamos con ellos a la vez. Una llama a una persona y la otra llama a una segunda persona. Luego contrastamos las versiones y, la mayoría de las veces, no tienen nada que ver. De ahí sale el hilo del que tirar.

¿Dónde suelen ir a parar los objetos que se han ‘autorrobado’?

Raquel. Lo venden en webs de segunda mano, como Wallapop, por ejemplo. Quedamos con los vendedores, hacemos fotos, resolvemos los casos.

Lo suyo es vocación. 

Arantxa. Sí, este es un trabajo vocacional de lunes a domingo. Yo tengo la suerte de que mi pareja me apoya mucho. Si hay que trabajar en fin de semana, él se queda con el bebé.

Pero a mí hay algo que me preocupa mucho: las nuevas generaciones. Salen de la carrera sin tener ni idea. Empiezan para probar. Les das la oportunidad. Y se cansan muy pronto. No pueden seguir un ritmo de una vigilancia de 7 horas.

Raquel. Son muy indolentes. No ponen interés. No van más allá. No aportan. Se creen que después de la carrera van a entrar en una empresa, cobrando 2.000 euros al mes. Y la vida no funciona así.

Esa no es la realidad. Una chica me dijo yo no quería madrugar para trabajar. Ahí se terminó la historia con nosotros.

¿Qué significa ADCHASE?

Arantxa. Son las primeras letras de nuestros respectivos apellidos. La palabra «chase» significa perseguir, en inglés.

¿No han querido ser otra cosa?

Raquel. Yo hice la oposición a la Policía Nacional, pero en cuanto me contrataron, la abandoné. Esta es mi pasión.

Arantxa. Yo no quise hacer otra cosa en la vida. Trabajé como dependienta y cuando acabé la carrera, me dediqué a lo que quería ser. Que es lo que soy. No podría desear otra profesión mejor. Para mí, no la hay.

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