El marqués de la Ensenada, el hombre en “la oscuridad” que hizo posible la construcción del edificio del Tribunal Supremo
Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, fue secretario de la reina Bárbara de Braganza, quien ordenó la construcción del palacio de las salesas, donde hoy se levanta el Tribunal Supremo de España.

El marqués de la Ensenada, el hombre en “la oscuridad” que hizo posible la construcción del edificio del Tribunal Supremo

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02/1/2022 06:47
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Actualizado: 02/1/2022 00:53
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Muchas personas dan a la posteridad una gran importancia. Y a veces la posteridad se reduce al nombre de una calle, más o menos transitada y conocida y nada más.

Lo que hizo esa persona suele carecer de importancia para las generaciones presentes, más preocupadas con la supervivencia diaria y el mejoramiento de sus vidas.

Sin embargo, la pervivencia del nombre y apellidos del personaje sí puede ayudar a los interesados a saber qué hizo y por qué sus coetáneos decidieron honrarle de esa forma.

Ese es el caso de Zenón de Somodevilla y Bengoecheamarqués de la Ensenada.

Aclaramos que el Consejo General del Poder Judicial, órgano de gobierno de los jueces, se encuentra en el número 8 de la calle Marqués de la Ensenada, y que el Tribunal Supremo posee el número 1 de la misma calle.

El marqués de la Ensenada fue secretario personal de la reina Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, que fue la que mandó construir el edificio en el que se asienta el Alto Tribunal, en 1750.

Zenón de Somodevilla y Bengoechea jugó, por lo tanto, un importantísimo papel en hacer realidad el palacio de las monjas salesas, donde la reina deseaba vivir sus últimos años; un deseo que un cáncer de útero le impidió cumplir.

El marqués cumplió su cometido con matrícula de honor pues después, fue nombrado capitán general, ministro de Hacienda, de Marina, de Guerra y de Indias.

Hizo, lo que se dice, un carrerón.

EN LA CÚSPIDE DEL PODER

En 1748 llegó a la cúspide de su poder en España, haciéndose con las riendas del Gobierno. Los que le conocieron decían de él que era un hombre de carácter activo, enérgico, responsable y muy, muy autoexigente.

Se levantaba muy temprano y se acostaba bastante tarde.

Aunque no era un reformista, pasó a la historia precisamente por eso, por las reformas que llevó a cabo, las cuales devolvieron a España la prosperidad perdida y anhelada.

Para empezar, el marqués de la Ensenada firmó la llamada Paz de Aquisgrán con Europa, en 1743.

Aquello cortó de raíz una de las grandes sangrías económicas que tenía España, y le dejó las manos libres para concentrarse en la organización interior del Estado.

REORGANIZÓ LA HACIENDA PÚBLICA

El segundo gran paso que dio el marqués de la Ensenada fue el de reorganizar la Hacienda pública, administrando directamente las recaudaciones introduciendo algo que ustedes conocen muy bien: el catastro.

Hasta ese momento, el cobro de los impuestos lo llevaban a cabo los llamados asentistas, que contrataban con el Gobierno para proveerle de medios materiales.

El Gobierno, a su vez, les cedía, para cobrarse, la potestad de recaudar parte de las rentas que correspondían a la Hacienda Real, en el entendimiento de que los asentistas iban a ser honrados y le darían lo que les correspondía.

No era así.

Otro problema era el de las rentas enajenadas, es decir, impuestos que habían sido cedidos o vendidos por la corona a particulares.

INICIÓ EL CATASTRO

Con el marqués de la Ensenada se catastró, se censó en bienes, el Reino de Castilla y, aunque al final no tuvo todo el éxito que buscaba, puso la primera piedra de lo que sería nuestro mundo.

Como político avezado que era, sabía que la clave estaba en la economía.

Y solía decir, “Porque rica, la monarquía respetada de todos será, y pobre, de todos será despreciada”.

Como si hubiera nacido hoy.

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