Villarejo dice que hizo un «favor» a su «amiga» Ana Rosa, «desesperada» por los «tejemanejes» de su marido
Villarejo ha dedicado buena parte de su comparecencia en esta décima sesión del juicio a la pieza 'Pintor' del caso Tándem. Foto: EP.

Villarejo dice que hizo un «favor» a su «amiga» Ana Rosa, «desesperada» por los «tejemanejes» de su marido

Ha defendido que actuó como mero intermediario en un asunto en el que ha asegurado que estuvo implicado el CNI
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12/1/2022 05:14
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Actualizado: 12/1/2022 05:25
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El comisario jubilado José Manuel Villarejo ha aseverado ante el tribunal que le juzga por tres piezas separadas de ‘Tándem’, una referida al supuesto encargo de espionaje que recibió del marido de Ana Rosa Quintana, Juan Muñoz Támara, que en realidad no fue un trabajo porque cobró «cero» euros.

Enfatizó que fue un «favor personal» para su «amiga» porque estaba «desesperada» por los «tejemanejes» de su esposo.

Villarejo ha dedicado buena parte de su comparecencia en esta décima sesión a la pieza ‘Pintor’.

En esta se le acusa de buscar información económica y personal de un socio de los hermanos Muñoz Támara, Mateo Martín Navarro, y del abogado de este último, el exmagistado Francisco Javier Urquía. Para evitar que el antiguo socio se declarara insolvente y recayera sobre ellos el pago de una deuda.

«Fue un favor personal que no me pidieron (ellos) sino mi buena amiga Ana Rosa Quintana», ha dicho Villarejo.

Ella estaba «desesperada» por la repercusión pública que pudieran tener las supuestos negocios de su marido, su cuñado y su suegro. A los tres el policía retirado se ha referido como «blanqueadores habituales» que se dedicarían a confeccionar «facturas falsas».

Villarejo defendió que actuó como mero intermediario en un asunto en el que aseguró que estaba implicado el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

El «centro», afirmó Villarejo, «tiene muchísimo interés en personajes tan relevantes y mediáticos como Ana Rosa Quintana».

Porque ella tenía «excelentes relaciones con el presidente del Gobierno» y «estaba perfectamente enterada de la ‘Operación Gamba’ para atentar contra la imagen de la reina Letizia».

A raíz de sus alusiones a la monarca consorte, el fiscal Miguel Serrano le llamó la atención, pidiendo incluso al tribunal que le exigiera ceñirse en sus respuestas a lo preguntado sin aludir a «cuestiones totalmente ajenas como la Casa Real».

Villarejo se excusó alegando que necesitaba «contextualizar» por qué le pidió ayuda la conocida presentadora.

Como parte de ese contexto, Villarejo relato que a lo largo de los años Quintana le pidió «muchos favores», entre los que mencionó el problema del «plagio de su libro».

Por eso, no le dio «mayor trascendencia» a este nuevo asunto.

«Se trataba simple y llanamente de salir de una situación complicada que le había surgido como consecuencia de esos tejemanejes» de su marido, ha resumido.

«¿DÓNDE ESTÁ EL ENCARGO?»

Así, explicó que se limitó a reunirse con los Muñoz Támara para que le expusieran el caso.

Llevó a cabo las gestiones para que otras dos personas –supuestos agentes del CNI– hicieran las veces de detectives a fin de obtener la información que buscaban el marido y el cuñado de Quintana.

En este punto, quiso precisar que Juan Muñoz Támara dejó 20.000 euros en efectivo en su despacho para cubrir los «gastos» de estos dos agentes, que inmediatamente después se llevaron el dinero.

«¿Dónde está el encargo?, ¿dónde está CENYT (su grupo empresarial) facturando?, ¿dónde está el beneficio, más allá de haber trasladado los 20.000 euros de un lado a otro? Cero», ha reivindicado.

También hizo en que «nunca» se ha metido «con la vida sexual ni privada de nadie», desmarcándose de este modo de los vídeos que, conforme dijeron los Muñoz Támara, acompañaron el informe elaborado por CENYT sobre Martín Navarro y Urquía.

En esas imágenes, según describieron, se podía ver al ex juez consumiendo droga y en con prostitutas.

Villarejo negó cualquier implicación en la obtención de dichas grabaciones, que atribuyó al CNI.

De acuerdo con su versión, la Inteligencia española se encargó de registrar esas escenas hacía tiempo porque estaban «cansados» de las maniobras de Urquía como juez, supuestamente, «arreglando sumarios» a cambio de dádivas.

El fiscal Serrano cuestionó por qué, dada la animadversión entre el CNI y el comisario, mantuvo el contacto con la agencia de Inteligencia.

Villarejo respondió que siguió colaborando con ellos incluso después de jubilado porque diferenciaba entre su director, Félix Sanz Roldán, y los agentes.

«Estuve colaborando con ellos para intentar arreglar el entuerto del famoso atentado del imán de Ripoll, que al final fue un error grave del señor Sanz Roldán, que calculó mal las consecuencias por darle un pequeño susto a Cataluña», subrayó.

Villarejo elevó el tono al hablar de su hijo.

El comisario cree que se ha imputado a su hijo mayor como una forma de presión hacia él para que guarde silencio, afirmando que había recibido numerosos «recados» de Fiscalía y otros actores en ese sentido.

«Pero a mí no me van a callar la boca», advirtió.

La intervención de su hijo en este tema, relató, fue «entrar, enchufar un cable y salir» de la sala de reuniones donde se vio con los hermanos Muñoz Támara para ayudar con una cuestión informática porque él es un «patoso».

Horas después, el hijo de Villarejo corroboró las palabras de su padre, manteniendo que acudió para conectar el cable y que tras ello abandonó la habitación para no volver a entrar.

«Podría haber obviado muchas cosas si no se hubiera hecho mención a mi hijo (…) Con los hijos no se juega», zanjó Villarejo, achacando esta supuesta utilización de sus familiares a una «bellaquería» del marido de Quintana, a la que ha dicho apreciar.

Por otro lado, el fiscal interrogó a Villarejo sobre la relación que tenía con el exjefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, Enrique García Castaño, para intentar determinar si había un pacto entre ellos por el cual el antiguo responsable de esta unidad policial proporcionaba datos de acceso restringido a su compañero para que los usara en sus investigaciones no oficiales a cambio de dinero o contraprestaciones como el pago de alquileres de viviendas o el disfrute de coches de alta gama.

Villarejo, al igual que hiciera el propio García Castaño en su comparecencia del pasado 16 de diciembre, negó pacto alguno, circunscribiendo la relación entre ambos a asuntos oficiales como «operaciones sobre ETA, yihadismo o crimen organizado».

Sus peticiones, aseguró, eran «esporádicas» y, como había «recelos» entre agentes de Inteligencia, «es probable» que García Castaño verificara las solicitudes realizadas por Villarejo con «altos mandos» del CNI, Policía o Interior.

FELIPE GONZÁLEZ, UN ASUNTO OFICIAL

El fiscal Serrano quiso saber el apodo preciso con el que Villarejo se dirigía a García Castaño para establecer si las referencias a ‘Big’ en las agendas personales del comisario y en los documentados incautados en los registros policiales son en realidad alusiones al exjefe de la UCAO.

Villarejo contestó que solía llamarle ‘El Gordo’, admitiendo que en alguna ocasión pudo endorsarle el alias de ‘Big’, pero como a otras muchas «grandes fuentes de información».

El fiscal ahondó en unos documentos donde se solicita a ‘Big’ información sobre tráfico de llamadas de las personas a las que Villarejo estaba investigando por encargo de la empresaria Susana García-Cereceda.

El comisario partió de la premisa de que están manipulados por Asuntos Internos y CNI, apostillando que en todo caso podría tratarse de una petición dirigida al Centro Nacional de Inteligencia, dado que este sí era un asunto de «carácter oficial» porque afectaba a «personas de confianza» del ex presidente del Gobierno Felipe González.

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