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Cartas desde Londres: Cómo ejecutar una sentencia española en Inglaterra y Gales (II)

Cartas desde Londres: Cómo ejecutar una sentencia española en Inglaterra y Gales (II)
Josep Gálvez aborda en esta segunda entrega este arcano, para algunos abogados españoles, de cómo ejecutar una sentencia nuestra nacional en los tribunales de Inglaterra y Gales.
01/2/2022 06:48
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Actualizado: 18/2/2022 13:51
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Como recordarán, la semana pasada advertíamos que para ejecutar una sentencia debe ser definitivas, esto es, haber ganado firmeza.

De tal manera, la práctica procesal de los tribunales ingleses es particularmente reacia a la ejecución de decisiones que aún se encuentran ‘vivas’ en el país de origen.

Por este motivo, en cuanto el juez de la ‘High Court’ advierta -o le advierta el contrario- que la sentencia se ha recurrido en España, lo más seguro es que su señoría ponga el freno de mano de inmediato.

Esto es algo que puede sorprender al abogado español, acostumbrado a tener la ‘ejecución provisional’ y que le permite hacer efectiva una sentencia aunque esta no sea firme, siempre bajo una serie de garantías y pendiente del resultado final del pleito.

Pero en Inglaterra y Gales como no tengamos una resolución firme, lo tenemos claro.

Este es el llamado principio de ‘finality’, o de firmeza y que ha dado bastantes dolores de cabeza.

Ojo, todo ello aunque el anterior Reglamento (CE) 44/2001 y en el actual 1215/2012 no exigen la firmeza de la sentencia para su reconocimiento y ejecución en otro país.

Por lo tanto, aunque teóricamente sería posible la ejecución provisional de una sentencia bajo el paraguas comunitario, será realmente difícil obtenerla, dada la práctica del ‘common law’ inglés de rechazar la ejecución de resoluciones no firmes.

Y, como se imaginarán, si estando el Reino Unido en la UE, se constataba la singularidad de los tribunales ingleses al interpretar las reglas comunitarias siempre bajo el prisma de la tradición jurídica inglesa, ahora ya es que ni les cuento.

Resultado: que no me cuente su vida, oiga. Mire, de momento, la ejecución se queda aquí paradita hasta que me traiga una sentencia firme.

Pero firme de toda firmeza, ¿eh?

Pues de esto mismo trata el caso que veremos esta semana, el asunto ‘Areoflot’ que, aunque no tenga elemento español muestra claramente los problemas al interpretar el ‘principle of finality’ o principio de firmeza.

Así que abróchense los cinturones, suban las bandejas y pongan sus asientos en posición vertical porque partimos hacia los años noventa del siglo pasado.

EL ASUNTO ‘JSC AEROFLOT‑RUSSIAN AIRLINES VERSUS BEREZOVSKY & ORS’

Situémonos: el bloque soviético ha caído hace unos pocos años y, de entre todos los personajes de aquella época, destaca un multimillonario ruso, un magnate de los medios de comunicación rusos, Boris Berezovsky.  

Este oligarca, ingeniero, matemático y sobre todo amigo personal de Boris Yeltsin cayó en desgracia con la llegada de Vladimir Putin al poder, tomando las de Villadiego ya que pintaban bastos.

Berezovski decidió darse el piro con destino al Reino Unido donde se le concedió asilo político, arrejuntándose con otros en esta particular diáspora de oligarcas del llamado ‘Círculo Londinense de los exiliados rusos’, un batiburrillo de opositores a Putin que intentaban escapar de la justicia rusa como fuera.

Tras iniciarse un proceso penal en Rusia y, tras ser declarado en rebeldía procesal Berezovsky, él y otro acusado, Nikolay Glushkov, fueron condenados en 2007 a penas de seis años de cárcel por el denominado ‘fraude Andava’ que afectaba a la compañía aérea estatal ‘JSC Aeroflot’.

La sentencia, además fijaba la responsabilidad civil del delito en aproximadamente, 215 millones de rublos, esto es, más de 8 millones de euros; la cantidad con la que Berezovsky supuestamente se habría lucrado ilícitamente.

Pues bien, en 2011 Aeroflot obtuvo una segunda sentencia del tribunal ruso en la que recalculaba la indemnización a la que tenía derecho atendiendo a la inflación, pasando a ser de 2.118 millones de rublos.

Y ahora es cuando el caso se anima.

Aunque Aeroflot ya había recuperado los 215 millones de la primera sentencia por otros procedimientos en Suiza, sabían que Berezovsky y Glushkov tenían sus importantes activos en el Reino Unido, decidieron entonces iniciar una ejecución de la segunda sentencia por la diferencia ante los tribunales de Londres.

Para ello interpusieron la correspondiente solicitud de reconocimiento ante la ‘High Court’.

LA SENTENCIA DE LA ‘HIGH COURT’ INGLESA

Así es, Aeroflot inició un procedimiento de ejecución de conformidad con el ‘common law’ inglés, dado que no existe tratado bilateral en esta materia entre Inglaterra y Rusia.

Viendo las orejas al lobo ruso, Berezovsky y Glushkov se opusieron y solicitaron de inmediato la desestimación de la pretensión de Aeroflot.

En primer lugar alegaron que los tribunales rusos no tenían competencia para conocer y condenarles y, subsidiariamente, que el reconocimiento y la ejecución de la sentencia sería contraria al orden público inglés.

Total que, tras examinar minuciosamente cómo funciona el procedimiento penal ruso, el derecho aplicable y otras cuestiones el juez resolvió.

El ‘Honourable Mr Justice’ Floyd decidió que, tal como había alegado la defensa de Berezovsky, el principio de firmeza o cosa juzgada era una cuestión de orden público propia del derecho inglés, citándose para ello entre otras, la decisión en ‘The Ampthill Peerage [1977] AC 547’ que se expresaba en los siguientes términos:

‘La ley inglesa, y es seguro decir que todos los sistemas legales, colocan en lo alto de la categoría de los principios rectores que se pongan límites al derecho de los ciudadanos a […] reabrir disputas […].

Cualquier determinación de un hecho discutible puede y, la ley así lo reconoce, ser imperfecta: la ley aspira a proporcionar la mejor y más segura solución compatible con la falibilidad humana y habiendo alcanzado esa solución cierra el libro.

La ley sabe, y todos sabemos, que a veces se puede encontrar material nuevo, que tal vez podría llevar a un resultado diferente, pero en aras de la paz, la certeza y la seguridad, impide que se siga investigando.

Se dice que al hacer esto, la ley prefiere la justicia a la verdad. Puede que sea así: estos valores no siempre pueden coincidir.

La ley hace todo lo posible para reducir la brecha. Pero hay casos en los que la certeza de la justicia prevalece sobre la posibilidad de la verdad, […] y son casos en los que la ley insiste en la firmeza’.

De ahí que la ‘High Court’ en Joint Stock Company (Aeroflot – Russian Airlines) v Berezovsky & Anor [2012] EWHC 3017 decidiera darles la razón a Berezovsky y Glushkov, echando por tierra la demanda de reconocimiento y ejecución de Aeroflot.

Como señaló el Juez Floyd, la cuestión clave en este caso era si el derecho inglés se aplicaba a todas las cuestiones derivadas de la aplicación del principio de firmeza y, en particular, si la sentencia del tribunal extranjero es definitiva y vinculante (‘final and binding’) a efectos de cumplir con ese principio.

La ‘High Court’ contestó afirmativamente a estas cuestiones y desestimó la demanda basándose en que la decisión del tribunal ruso de reabrir la sentencia para permitir la actualización infringía el principio de firmeza porque ni habían salido a la luz hechos nuevos ni la reclamación de actualización en la segunda sentencia era una acción independiente.

Como es lógico, Aeroflot apeló la decisión del Juez Floyd.

LA DECISIÓN DE LA ‘COURT OF APPEAL OF ENGLAND AND WALES’

Devuelto el recurso al tribunal de apelación, Lady Justice Arden, y los Lores Kitchin y Toulson fueron los encargados de analizar el caso y resolver.

Pues bien, en la decisión Joint Stock Company (Aeroflot -Russian Airlines) v Berezovsky & Anor [2014] EWCA Civ 20, la ‘Court of Appeal’ dio la vuelta a la tortilla completamente.

Lady Justice Arden fue la ponente de la sentencia, quien por cierto, se jubiló la semana pasada en el Tribunal Supremo del Reino Unido, en una emotiva ceremonia de despedida que les recomiendo encarecidamente que vean.

Así que Lady Arden, con la conformidad de los jueces Lord Kitchin y Lord Toulson, consideró que la conclusión alcanzada por el Juez Floyd era contraria tanto al principio de firmeza como a la base doctrinal del precedente, esto es, la autoridad a la que citaba.

Aunque coincidió con la ‘High Court’ en que el tribunal debe determinar si un asunto infringe el orden público inglés por referencia a su derecho, por el contrario, al considerar el principio de firmeza, la cuestión inicial que el tribunal debe examinar se refiere a los aspectos de la sentencia extranjera inicial que chocan con la posterior.

Para ello, la ‘Court of Appeal’ consideró si la primera sentencia habría impedido a la parte vencida iniciar un nuevo procedimiento en la jurisdicción extranjera.

Así, como conforme al derecho ruso, la primera sentencia rusa precluía otro proceso posterior, aunque una segunda sentencia contemplara aumento de la indemnización por la inflación, el principio de firmeza no había sido quebrantado, estimando así el recurso de Aeroflot y procediendo a la ejecución.

El punto final a este proceso lo puso el Tribunal Supremo del Reino Unido al denegar el permiso para recurrir la decisión de la ‘Court of Appeal’.

Como curiosidad, Boris Berezovsky protagonizaría ese mismo año uno de los pleitos más sonados y caros de la historia de Inglaterra contra quien fue su amigo, Roman Abramovich en el famoso asunto Berezovsky v Abramovich [2012] EWHC 2463, y que, además, fue el último juicio de Jonathan Sumption como ‘barrister’ antes de catapultarse como juez del Tribunal Supremo.

En 2013 Berezovsky apareció ahorcado en su mansión de Berkshire, al oeste de Londres, desatando todo tipo de rumores y especulaciones dados los numerosos intentos de asesinato que había sufrido y que él atribuía a maniobras del Kremlin para eliminarle.

La semana que viene, más.

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