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Cartas desde Londres (II): El sistema judicial inglés como ejemplo de tradición, diversidad y transparencia

Cartas desde Londres (II): El sistema judicial inglés como ejemplo de tradición, diversidad y transparencia
Rose Heilbron fue la primera mujer en casi todo en lo jurídico en Reino Unido. Juez del Tribunal Superior de Inglaterra, antes "barrister" en el periodo de posguerra. Fue la primera mujer en obtener un título de honor en derecho en la Universidad de Liverpool, la primera mujer en ganar una beca para la Gray's Inn, una de las dos primeras mujeres en ser nombrada "King Counsel", la primera mujer en sentarse en un tribunal penal de Old Bailey -el que aparece en la foto- y la segunda mujer magistrada del de la High Court después de Elizabeth Lane.
25/8/2020 06:44
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Actualizado: 05/1/2021 12:27
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Veíamos la semana pasada que los ingleses, a diferencia de otros países, lucen con orgullo su derecho y su tradición jurídica, por muy detestable que pueda parecerles el régimen en que se originó.

Seguramente sea debido al pragmatismo que les caracteriza, pero también por sabedores que la novedad legislativa no equivale necesariamente a un cambio a mejor, sino todo lo contrario.

No obstante, ese gusto por la tradición y por el boato de sus ceremonias, no les ha impedido preocuparse por los retos actuales en el sector legal como es la igualdad de oportunidades en el acceso a la judicatura, por ejemplo, siempre asociada con los estamentos más elitistas de la sociedad británica y formada exclusivamente por señores de piel pálida y apellidos netamente británicos, siendo llevado incluso hasta la parodia.

UN PODER JUDICIAL PREOCUPADO POR LA DIVERSIDAD

Celebrándose aún el centenario de la aprobación en 1919 de la ley que permitió el acceso a la mujer acceder a la profesión de abogado, mucho ha cambiado el sector legal en el Reino Unido en el que poco espacio parecía haber para mujeres.

Pero menos aún para personas de otras etnias o con apellidos más acorde con el origen colonial de sus antepasados, alejados de los verdes prados ingleses.

Otros casos como el primer “Magistrate” de color, Eric Irons, siguen siendo aún hoy auténticos referentes para las nuevas generaciones de abogados y jueces en el Reino Unido.

Conscientes de que la diversidad no es lo opuesto al mérito y que las mujeres y otras minorías no suelen tener la oportunidad de acceder a determinados cargos en el poder judicial, la realidad va cambiando de forma gradual.

Actualmente la judicatura inglesa se encuentra formada por más de un 50% de mujeres, pero aún se encuentra lejos de los criterios de diversidad correspondientes a una sociedad multicultural, afectando incluso a aspectos constitucionales.

Como muestran las estadísticas oficiales, los índices de diversidad en términos de género, procedencia social o “BAME” (abreviatura en inglés correspondiente a “etnias de color, asiáticas y minoritarias”) no han alcanzado los puestos más altos del sistema judicial que siguen con una representación muy baja, aún a pesar de importantes excepciones y medidas legislativas que apuestan por la discriminación positiva.

Un buen ejemplo de este cambio de tendencia es la juez Lady Brenda Marjorie Hale, distinguida popularmente como “Lady Hale”, quien ha sido la presidenta del Tribunal Supremo del Reino Unido hasta enero de 2020.

Conocida por abogar sobre la importancia de la diversidad como principio de igualdad, Lady Hale recordó haber trabajado de camarera en un pub, tirando pintas de cerveza en sus años mozos.

Ahí es nada para el clasismo inglés más heterodoxo, pero aún faltan muchas generaciones para alcanzar los niveles deseables, como puso de manifiesto el entonces también juez del Tribunal Supremo, Lord Jonathan Sumption.

TRANSPARENCIA Y «YOUTUBERS» JUDICIALES

Como vemos, la judicatura británica apuesta claramente por la diversidad de sus miembros, lo que redundará en una mayor imparcialidad del propio sistema de justicia, aumentando la confianza pública de esta administración como poder auténticamente independiente del país.

Este empeño en conformar una administración más abierta y trasparente también tiene su reflejo en sus instituciones.

Así, el propio Tribunal Supremo del Reino Unido cuenta ya con su página web, donde es posible seguir las vistas en directo o ver las grabaciones de estas sesiones con posterioridad.

Pero es que además tiene su propio canal en YouTube, donde pueden visualizarse a los “justices” ponentes leyendo el extracto de sus propias sentencias, ver las sorprendentemente sobrias ceremonias de jura, o incluso de despedida de sus jueces, entre otras muchas.

A ello se añaden además, las innumerables entrevistas en los medios de comunicación de sus jueces e incluso algún que otro documental sobre los miembros del Tribunal Supremo, donde se les puede ver cocinando, redactando sentencias o yendo en bicicleta al trabajo, como cualquier otro hijo de vecino.

De la misma forma, siguiendo la senda del Tribunal Supremo o la “Court of Appeal” (Tribunal de Apelaciones), a principios de 2020 se puso en marcha un proyecto que permitirá nada menos que el acceso de las cámaras al “Old Bailey”, el famoso tribunal penal central de Londres y hogar del entrañable personaje literario Rumpole, para poder conocer de primera mano, las decisiones judiciales de los procesos criminales más importantes en esta jurisdicción, despertando gran interés del público en seguir las declaraciones de Johnny Depp o al famoso de turno.

Pero esto no pasa porque sus señorías tengan interés en convertirse en actores o incluso en “youtuberos”, compitiendo así con los Auronplay o Elrubius ingleses, (“y yo que me alegro”). Sino por la importancia que las decisiones de los tribunales ingleses tienen en el Reino Unido y en el resto del mundo.

Pero, sobre todo, como señala reiteradamente en sus intervenciones públicas, Lord Burnett, “Lord Chief Justice”, (el equivalente al presidente del Poder Judicial inglés) se debe al propósito de que el trabajo de los jueces pueda ser conocido por toda la población. Que la actividad judicial deje de estar afectada de cierto esoterismo en sus formas, como ajena al resto de sus ciudadanos.

Un auténtico ejercicio de trasparencia, aunque como siempre, sujeto al típico humor inglés.

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