¿De dónde procede el término pucherazo que tanto VOX como el PP han utilizado para calificar la votación de la reforma laboral?
La diputada de VOX, Macarena Alona, y el líder del PP, Pablo Casado, han echado mano del término pucherazo para describir la victoria del Gobierno y de sus aliados en la votación de la reforma laboral del pasado jueves.

¿De dónde procede el término pucherazo que tanto VOX como el PP han utilizado para calificar la votación de la reforma laboral?

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05/2/2022 10:33
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Actualizado: 06/2/2022 01:16
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Pocos minutos después del resultado de la votación del pasado jueves, por la tarde, en la Cámara Baja, en la que se aprobó la Ley de reforma laboral, la diputada Macarena Olona, portavoz y secretaria general del grupo parlamentario VOX, utilizó un término, que hace tiempo que había desaparecido del léxico común y que residía en el desván de las palabras olvidadas: pucherazo.

De esa forma calificó lo sucedido poco antes, cuando el Gobierno y sus aliados pudieron sacar adelante la mencionada reforma laboral gracias al voto del diputado del PP, Alberto Casero, quien se había equivocado al votar telemáticamente desde su casa un tiempo antes, porque estaba enfermo, y quien trató de enmendar su error presentándose en Las Cortes. No pudo.

El líder del PP, Pablo Casado, y otros dirigentes de su partido utilizaron después el mismo término que Olona: pucherazo.

¿De dónde procede esta palabra tan española?

Pucherazo viene de puchero. ¿Y qué tiene que ver un puchero con la celebración de unas elecciones, cualesquiera que sean?

De esto conocemos mucho los españoles por nuestra historia.

Porque la práctica continua y constante de la manipulación de las elecciones, por parte de unos y de otros para hacerse con el poder, dio lugar a este término, el pucherazo.

La respuesta es muy simple. Cuando, a finales del siglo XIX, tenían lugar las elecciones generales o locales en zonas rurales, las papeletas de los electores jamás se introducían en urnas de metacrilato o de cartón, como las que disponemos hoy día.

No existían.

Entonces se utilizaban los pucheros, que por un día se transformaban en primitivas urnas.

Ese es el origen de la palabra pucherazo porque dependiendo del resultado que se pretendiera obtener, se quitaban o se añadían papeletas, como si de un guiso se tratara, hasta alcanzar el resultado esperado.

Había otros métodos de manipulación de la voluntad popular, como los llamados lázaros, que eran los votos de los fallecidos que, resucitaban ese día como el Lázaro de los Evangelios, o los llamados cuneros, que eran electores que se inscribían de un modo irregular en una circunscripción que nos les correspondía.

El término pucherazo acabó englobando todas las manipulaciones electorales, cualquiera que fuera la modalidad.

Lo grave del pucherazo es que se convirtió en algo normal y admitido como método de manipulación electoral, principalmente, durante el periodo de la Restauración borbónica en España, a finales del siglo XIX.

Con él se garantizaba la alternancia entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, lo que se denominó turnismo.

Sin embargo, la práctica continuó hasta, al menos, 1936, cuando tuvo lugar en Galicia el llamado “Santo Pucherazo”, que así ha pasado a la historia.

Fue, en concreto, el 31 de mayo de 1936. Ese día los gallegos votaron su primer Estatuto en referéndum.

Y para que fuera aprobado era necesario contar con el voto afirmativo de los dos tercios del censo electoral. La misión parecía imposible, a la vista de las deficiencias del censo y del tradicional abstencionismo gallego de entonces.

Pero ocurrió el milagro, si se puede denominar así. 

Lo grave del pucherazo es que se convirtió en algo normal y admitido como método de manipulación electoral, principalmente, durante el periodo de la Restauración borbónica en España, a finales del siglo XIX

Resulta increíble que de 1.343.00 electores acudieran a votar algo más de un millón y que de esos, 993.351 lo hicieran a favor, 6.161 en contra y 1.451 votaran en blanco.

El Estatuto salió aprobado. No podía ser de otra manera.

Un Estatuto que no entró en vigor debido a la Guerra Civil. Se dice que por él votaron hasta los muertos, por eso, lo de “santo pucherazo”. 

Hasta hoy, en España, los pucherazos y santos pucherazos formaban parte de la historia.

Y la palabra se había olvidado.

Porque, de hecho, desde la restauración de la democracia, en 1978, con la aprobación de la Constitución, todos los procesos electorales, ya sean elecciones municipales, autonómicas, generales o europeas, así como los referéndums, están vigilados por los jueces, a través de las Juntas Electorales.

Es decir, ellos, los jueces, verifican la limpieza de las elecciones. Y ellos son los que tienen poder para impugnar cualquier resultado que se produzca por una irregularidad, por ejemplo, en los votos por correo. 

Otra cosa son las votaciones parlamentarias, como esta del pasado jueves, sobre las que tanto VOX como el PP amenazan llevar al Tribunal Constitucional.

Aunque ya un abogado se les ha adelantado. Porque esa misma noche del jueves interpuso una denuncia, a través de Lexnet, ante los Juzgados de Madrid por dos supuestos delitos.

Uno contra los derechos fundamentales y un delito informático, que el magistrado del Juzgado de Instrucción 47, Adolfo Carretero, admitió a trámite.

Con lo que la cosa del supuesto pucherazo parlamentario ya está judicializado.

Pero lo más grave no es que un juez lo investigue.

Lo grave es que nadie se de cuenta es que suceso está haciendo trizas la confianza en el juego limpio que debe presidir el funcionamiento de nuestro sistema democrático y que los máximos responsables de los diferentes partidos no se hayan puesto a trabajar en encontrar una solución legal sea admitida por todos y dar carpetazo al asunto.

Nos jugamos mucho. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

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