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Violencia instrumental hacia los hijos

Violencia instrumental hacia los hijos
Ricardo Rodríguez y María José Garrido abordan este aspecto de la violencia sobre los hijos, una forma de agresión que, en muchas ocasiones, pasa desapercibida. Foto: UNICEF Montenegro / Dusko Miljanic.
21/2/2022 06:47
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Actualizado: 20/2/2022 22:53
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Con cierta frecuencia encontramos padres y madres que ejercen violencia instrumental, violencia vicaria, quizá menos grave de lo que socialmente los medios de comunicación informan (mayoritariamente solo trascienden los homicidios o asesinatos), pero hay diversas formas de hacer uso de los hijos al objeto de zaherir o hacer daño a la pareja o ex pareja y, en la mayoría de ocasiones, pasan desapercibidos.

Este tipo de comportamientos suceden especialmente en tipologías delictivas en el marco de los delitos contra las personas, mayoritariamente en abusos sexuales infantiles y/o violencia de género.

En España existen lamentablemente varios casos, algunos con mucha resonancia nacional e internacional, como el caso de los niños Ruth y José, de 6 y 2 años respectivamente, asesinados y calcinados por su propio padre José Bretón en el año 2011 o el caso más cercano de las pequeñas Olivia y Anna, desaparecidas junto a su padre el verano del año 2021.

La más pequeña, Anna, un bebé de un año, hallada en el fondo del mar, a unos mil metros de profundidad, después de una intensa y angustiosa búsqueda.

Afortunadamente, no hay que llegar al límite de cometer un crimen para ver determinados comportamientos preocupantes que quedan a la sombra del delito y que suceden con mucha frecuencia entre parejas, más de las que imaginamos, especialmente entre aquellas que están en proceso de separación o divorcio y uno de los progenitores rehace su vida personal o mantiene una relación con una tercera persona.

INFIDELIDADES, TRAICIONES Y RELACIONES PARALELAS

La realidad es que cuando se descubren infidelidades, traiciones o la existencia de relaciones paralelas, muchas personas, casi automáticamente, tienden a hablar mal de su pareja o ex pareja, sin importarle demasiado que están criticando al padre o a la madre delante de los menores o, lo que es más grave, haciendo daño -psicológico o emocional- a sus propios hijos.

Desde comentarios “mira tu madre lo fresca que es” o “tu padre no nos da dinero porque se lo está gastando con su nueva novia” hasta más delicados del tipo “cariño, tu padre nos ha abandonado” o “mamá se ha ido de casa porque ya no te quiere”.

Este tipo de comentarios, que en muchas ocasiones ya no hacen daño al progenitor directamente, generan un tremendo estado emocional negativo en los niños que puede tener variadas y diversas consecuencias psicológicas.

Recordemos que hasta aproximadamente los 17-18 años el cerebro de las personas se está formando y la figura de ambos progenitores es fundamental para el perfecto desarrollo evolutivo.

Escenarios como los ut supra expuestos, donde “papá” critica a “mamá” o, “mamá” insulta al “papá”, son experimentados como verdaderos conflictos emocionales en el interior del menor.

LOS NIÑOS VIVEN, EXPERIMENTAN, VISUALIZAN Y SUFREN LOS CONFLICTOS

A veces, esto va a más y los niños, los hijos de la pareja, viven, experimentan, visualizan y sufren estos conflictos, peleas, amenazas y similares, que quebrantan de alguna manera irrecuperable el bienestar psicológico y emocional de los menores.  

En este sentido, es conveniente destacar que, más que el divorcio o la separación, un factor que puede ser de riesgo o de protección, según lo gestionen los padres,  de esta estabilidad emocional comentada es el mensaje que los niños reciben de sus padres sobre lo que está sucediendo.

A veces se generan culpas en los propios niños por la propia ruptura de la pareja y, por eso, es importante no hacer participes a los menores de los conflictos intrafamiliares y, mucho menos, transmitir mensajes negativos sobre la persona o la conducta del otro progenitor.

Con relativa frecuencia, nos encontrábamos con los llamados falsos positivos, es decir, hechos que han sido denunciados al objeto de iniciar una investigación policial o judicial y no se han encontrado hallazgos compatibles con la existencia de delito

Además, por nuestra experiencia profesional (como guardia civil y como magistrado) hemos examinado, muchos testimonios de menores de edad, de muchos menores presuntas víctimas de abusos sexuales infantiles.

Y, con relativa frecuencia, nos encontrábamos con los llamados falsos positivos, es decir, hechos que han sido denunciados al objeto de iniciar una investigación policial o judicial y no se han encontrado hallazgos compatibles con la existencia de delito.

Algunas veces se trata de falsas interpretaciones; otras veces y, siendo significativo el número, lo único que se perseguía con la denuncia era igualmente zaherir al otro miembro de la pareja, al objeto de quedarse con la custodia o simplemente dañar a la otra parte, ex esposo/a o ex pareja, y con acusaciones verdaderamente graves (tocamientos, heridas en zonas genitales, principalmente de niñas de muy corta edad, cuasi bebés).

LA INSTRUCCIÓN E INVESTIGACIÓN DEL SUPUESTO DELITO PUEDE DURAR VARIOS AÑOS

A lo anterior debemos añadir que, cuando el denunciado es el padre y por tocamientos a su hija/s de corta edad (abusos sexuales infantiles), las consecuencias para él, de abrirse un procedimiento penal, son muy traumáticas y dolorosas, al acordarse, de forma inmediata y como mínimo, la pérdida del derecho a la custodia compartida y ver y disfrutar de sus hijos durante el tiempo de la instrucción, de no poder verlos salvo en un centro de mediación familiar por un tiempo muy limitado (una o dos horas) y en presencia de personas extrañas (asistente social, educador social, mediador familiar, etc.).

Instrucción e investigación del presunto delito que, como sabemos, puede durar varios años con lo que ello implica de perderse la infancia de sus hijos, quizá de las cosas más bonitas que un ser humano pueda disfrutar.

Padres y, especialmente, madres no dudan de instrumentalizar a sus propios hijos biológicos como moneda de cambio

Daño que, de archivarse el procedimiento, es irreparable y que no es resarcido con una condena hacia la otra parte como autor/a de un delito de acusación y denuncia falsa (artículos 456 y siguientes del Código Penal), al ser las penas a imponer, si el delito fuere leve de 3 a 6 meses; si menos grave de multa de 12 a 24 meses y, si grave, de prisión de 6 meses a 2 años y multa de 12 a 24 meses. Ninguna pena al causante del daño indemniza el dolor y perjuicio sufrido, nunca satisface y hace recuperar el sufrimiento padecido.

Y para ello, padres y, especialmente, madres no dudan de instrumentalizar a sus propios hijos biológicos como moneda de cambio y someterles a una investigación policial y posterior judicial, donde desconocidos agentes de la autoridad, médicos, forenses y el juez de instrucción les exploran (las declaraciones de menores se denominan, procesalmente, “exploraciones”).

Primero, los agentes policiales en su casa “invadiendo la intimidad familiar”, posteriormente siendo examinados en centros médicos y, si existe algún indicio, por poco que sea, ante la autoridad judicial.

GASTOS DIRECTOS E INDIRECTOS

Además -todo hay que decirlo- de los gastos directos e indirectos que esto genera para el Estado, ya no económicos, que también, sino que en tanto en cuanto se investiga este presunto hecho delictivo se deja de investigar otros por cuanto, de todos es conocido, que los recursos humanos, tanto policiales como judiciales, son muy limitados.

No estamos hablando de familias desestructuradas, disfuncionales, con trastornos o antecedentes, sino que también sucede en las denominadas, vulgo, “mejores familias”. Esto es, sucede en muchas familias, más de las que creemos, independientemente de la clase social.

Otras veces usan estereotipos, etiquetas descalificativas, insultos del siguiente tenor: “¿cuándo te recoge el malo?”, o “¿qué tal lo has pasado con la fresca de tu madre?”.

Los niños son vulnerables y su instrumentalización por parte de sus progenitores -en una demanda de divorcio, para conseguir una pensión alimenticia o cualquier beneficio patrimonial- es verdaderamente execrable y debe ser repudiado por la sociedad

Con tales abominables acciones y expresiones los niños pueden quedar psicológicamente marcados con este comportamiento irracional de sus progenitores. Ellos no tienen culpa alguna de la mala relación entre sus padres y no merecen nunca, pero nunca, que se les haga pasar por estos conflictos innecesarios que van a determinar y condicionar su comportamiento emocional a corto, medio y largo plazo.

Los niños son vulnerables y su instrumentalización por parte de sus progenitores -en una demanda de divorcio, para conseguir una pensión alimenticia o cualquier beneficio patrimonial- es verdaderamente execrable y debe ser repudiado por la sociedad.

Conviene reflexionar y concluir que el divorcio, tan frecuente hoy en día, es un asunto de adultos.

Independientemente del motivo de la separación, no debemos transmitir mensajes negativos a los hijos comunes o del otro progenitor y, así, evitaríamos una fuente de sufrimiento importante e innecesaria de los menores, además de una descarga de culpabilidad que a menudo les hace responsabilizarse del fracaso de la relación de sus padres.

Nuestros niños, nuestros hijos, lo merecen…, es lo más bonito y hermoso que tenemos.

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