César Pinto Cañón se llevó dos premios: la medalla de oro del ICAM y una gran ovación en pie por parte de sus compañeros
Manuel César Pinto Cañón, uno de los grandes abogados del turno de oficio, se llevó la ovación de la noche; el reconocimento pleno y público de sus compañeros. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

César Pinto Cañón se llevó dos premios: la medalla de oro del ICAM y una gran ovación en pie por parte de sus compañeros

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14/6/2022 04:13
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Actualizado: 18/7/2022 10:29
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César Manuel Pinto Cañón –su nombre completo– se llevó ayer la ovación de la tarde, por parte de sus compañeros, que se pusieron mayoritariamente de pie en reconocimiento a su brillante trabajo tras recibir la medalla de honor de manos del decano del Colegio de la Abogacía de Madrid, José María Alonso.

Pinto Cañón, al que se le podría bien definir como un «obrero del derecho» y uno de los puntales de turno de oficio de Madrid, tiene en su haber conseguido siete recursos de amparo del Tribunal Constitucional. De los cuales, seis lo fueron en casos del turno de oficio. Teniendo en cuenta que el 98,5  por ciento de los recursos de amparo -7.000 al año- suelen ser inadmitidos por el máximo tribunal de garantías de España, da una prueba de su eficacia.

Pinto Cañón hizo auténtica historia representando a un ciudadano, Rachid, cuya vivienda alquilada -junto con 2.992 viviendas más- había sido vendida por el IVIMA a un «fondo buitre». Perdió en primera y en segunda instancia, pero no ante el Tribunal Supremo, que admitió la causa por tener interés casacional.

Pinto argumentó que un inquilino podía impugnar la venta del piso que ocupa porque afecta a la esfera de sus derechos y lo deja en una situación de vulnerabilidad.El Supremo le dio la razón y retrotrajo el procedimiento a su origen.

También fueron premiados con la misma medalla, Enrique Arnaldo Alcubilla, magistrado del Tribunal Constitucional –y abogados–, Begoña Villacís Sánchez, vicealcaldesa de Madrid –y abogada–, Francisco Javier Cremades García, presidente de la World Jurist Association, Bernardo M. Cremades, María Ángeles Amador, Juan Alfonso Santamaría Pastor, Gaspar Ariño Ortiz y Luis Zarraluqui y Beatriz Monasterio, a título póstumo ambos.

“El colegio distingue con la medalla más alta de la corporación a los abogados y abogadas que se han distinguido por su labor en el ejercicio profesional y han contribuido al engrandecimiento del Colegio”, señaló en sus palabras de bienvenida el decano José María Alonso desde el escenario del Teatro Real, donde tuvo lugar el acto.

“Además de la excelencia, el esfuerzo y la defensa del Estado de Derecho, que constituye la esencia de la profesión de abogado, brillan de una forma especial unas virtudes muy significativas”.

Por ello, prosiguió Alonso, la Junta de Gobierno del ICAM no podía terminar su mandato sin premiar a quienes, a lo largo de su carrera profesional, “han demostrado una serie de valores que merecen un especial reconocimiento”.

Enrique Arnaldo, magistrado del Tribunal Constitucional –y abogado, ahora en suspenso– con el decano del ICAM. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.
Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid –y abogada–, tras recibir su medalla y su diploma. En la foto con el decano. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.
Javier Cremades, presidente de la World Jurist Association, también recibió su medalla y su diploma. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Foto de familia de los reconocidos por las medallas del ICAM: Javier Cremades, Manuel Cesar Pinto, Enrique Arnaldo, Bernardo M. Cremades, Gaspar Ariño, Begoña Villacís, Fernando Grande-Marlaska, José María Alonso, Victoria Ortega, María Ángeles Amador, Elena Zarraluqui, hija de Luis Zarraluqui, recientemente fallecido, la hija de Santiago Muñoz Machado, que no pudo estar, y Juan Alfonso Santamaría Pastor. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

400 LETRADOS

Cerca de 400 profesionales de la abogacía con 25, 50 y 60 años de colegiación fueron homenajeados también por el ICAM, en la ceremonia solemne celebrada con motivo del 425 Aniversario de la Institución.

Tras la jura de nuevos letrados celebrada la mañana del lunes con la presencia del Rey Felipe VI, el programa conmemorativo ha tenido como protagonistas en su segunda sesión a quienes acumulan mayor experiencia profesional.

Presidido por el decano José María Alonso, el acto contó con la participación del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien, junto a los diputados de la Junta de Gobierno del ICAM, y en compañía de la presidenta de la Abogacía Española, Victoria Ortega, y los decanos de la Abogacía de Barcelona, Jesús Sánchez, y Málaga, Salvador González Martín, entregaron a los homenajeados los diplomas y placas acreditativos de su trayectoria.

A continuación, el secretario de la Junta de Gobierno del ICAM, José Ignacio Monedero, y el presidente de la Agrupación de Jóvenes Abogados (AJA) Madrid, Alberto Cabello, anunciaron un reconocimiento especial a los miembros de las Juntas de Gobierno antecesoras en el cargo.

“Formar parte de la Junta de Gobierno constituye un honor, pero al mismo tiempo una grave responsabilidad. Estamos aquí no por una proyección institucional, sino, por encima de todo, para defender a la Institución y a todos los compañeros que la integran. Con mayor o menor acierto, nuestra obligación es trabajar de forma absolutamente altruista para engrandecer a esta Institución. Os agradecemos vuestra labor con el convencimiento de que aquellos que nos sigan en el futuro pondrán por encima de todo a la Institución”, declaró el decano.

Tras los homenajes, la actual Junta de Gobierno del ICAM ha procedido a la entrega de diplomas e insignias a más de 400 letrados y letradas por sus años de servicio a la profesión.

En primer lugar, se entregó una placa a los nueve letrados y letradas con 60 años de carrera profesional y, seguidamente, a quienes acreditaban 50 y 25 años de ejercicio profesional colegiado en Madrid, hasta un total de casi 400 personas, se entregaron diplomas acreditativos.

LIBERTAD E INDEPENDENCIA

Para finalizar, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska destacó la evolución del Colegio de Madrid desde su fundación a manos de 37 abogados hasta convertirse en el mayor Colegio de la Unión Europea: “pocas instituciones pueden presumir de tamaña antigüedad y menos instituciones que han tenido, tienen y tendrán un papel tan importante para la sociedad madrileña”. Una historia, la del ICAM, que es “un rotundo éxito no solo en términos cuantitativos, sino por el relevante servicio que los colegiadas habéis prestado y prestáis a la ciudadanía a la que servís”, jugando “un papel fundamental” en la administración de justicia, “de la que sois una parte esencial”.

Como magistrado, Grande-Marlaska trasladó su reconocimiento a una abogacía sin la que “no es ni siquiera concebible la justicia”, y cuyos profesionales, desde quienes prestan servicio en el Turno de Oficio hasta quienes ocupan las más altas responsabilidades en los despachos y asesorías jurídicas de empresas, hacen posible “con la máxima solvencia el derecho a la defensa y a un proceso con todas las garantías”.

Para el ministro del Interior, “la independencia del abogado resulta tan necesaria como la libertad del juez”, y su labor es fundamental para hacer realidad la defensa efectiva de los derechos individuales y colectivos “cuyo reconocimiento y respeto constituye la espina dorsal del Estado de Derecho”.  

En este sentido, reconoció que el compromiso de los abogados con la mejora del servicio público de la justicia “es una de las razones que explican la longevidad que hoy festeja el ICAM, casa común de una abogacía que al proteger los derechos de sus clientes y defender la causa de la justicia se convierte en un firme apoyo de los derechos y las libertades fundamentales reconocidas en nuestra Carta Magna”.

Así, “en una sociedad que proclama como valores fundamentales la igualdad y la justicia, los abogados ejercéis la función imprescindible de encarnar el derecho de defensa, requisito imprescindible de la tutela judicial efectiva sin la cual no hay forma de consolidar los valores superiores en los que se asienta la sociedad, pero también la misma condición humana”. Por todo ello, ha concluido, “quiero expresar mi profunda admiración y respeto a quienes hoy habéis sido reconocidos por décadas de ejercicio modélico de la abogacía”.

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