Presión de los actores de la versión teatral de «La vida de Brian» para eliminar la escena de Loreta: ¿censura o libertad creativa?
Fotograma de "La vida de Brian", de Monthy Python. John Cleese (el segundo por la izquierda), actor y coguionista de la película, reveló durante un monólogo que varios actores de la nueva versión le habían dicho que la escena donde los personajes discuten el deseo de un hombre de quedarse embarazado "ya no se puede hacer hoy en día". En la imagen Eric Idle, como "Stan/Loretta", Cleese, como "Reg", Michael Palin, como "Francis", y Sue Jones-Davies como "Judith".

Presión de los actores de la versión teatral de «La vida de Brian» para eliminar la escena de Loreta: ¿censura o libertad creativa?

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24/5/2023 06:31
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Actualizado: 26/5/2023 15:59
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«La vida de Brian», legendaria comedia del colectivo inglés Monty Python, vuelve a suscitar polémicas más de cuarenta años después de su estreno con la eliminación de una de sus escenas en su adaptación teatral en Londres, que verá la luz en 2024.

John Cleese, actor y coguionista de la película, de 83 años, reveló durante un monólogo que varios actores de la nueva versión le habían dicho que la escena donde los personajes discuten el deseo de un hombre de quedarse embarazado «ya no se puede hacer hoy en día».

«Es algo sobre lo que no ha habido una queja en cuarenta años, que yo sepa, y de repente no podemos hacerlo porque podría ofender a la gente. ¿Qué se supone que hay que hacer con eso», se ha cuestionado el actor, que tuvo que enfrentarse a la prohibición de la película en Irlanda y Noruega por acusaciones de blasfemia.

La película cuenta la historia de Brian Cohen (interpretado por Graham Chapman), que nace en un pesebre el mismo día, y muy cerca de Jesús, y al que se le confunde con el Mesias. Su madre es una prostituta judía y su padre, un soldado romano.

«La vida de Brian» es una sátira religiosa evidente. Cuando fue estrenada provocó grandes polémicas y protestas de grupos religiosas, quienes suscitaron acusaciones de blasfemia.

Financiada por el exBeatle George Harrison, se convirtió en la cuarta película más taquillera del Reino Unido en 1979 y la producción británica más taquillera ese año en Estados Unidos. Rodada en Túnez, ha sido considerada la mejor película cómica de todos los tiempos por varias revistas y cadenas de televisión.

Cleese ha admitido que existen cambios en el guión del montaje.

Sin embargo, no ha revelado si omitirá la escena, que tiene lugar en las gradas de un circo romano.

En la misma toman parte Eric Idle, como «Stan/Loretta», él mismo, como «Reg», Michael Palin, como «Francis», y Sue Jones-Davies como «Judith», todos miembros del Frente Popular de Judea, uno de los muchos movimientos independentistas pendencieros que pasan más tiempo luchando entre sí que contra los romanos, y que incluye el siguiente diálogo:

REG: Además, es derecho de todo hombre…

STAN: O mujer.

REG: ¿Qué fijación tienes con las mujeres, Stan? Nos estás distrayendo

STAN. Las mujeres también tienen derecho a participar en nuestro movimiento.

FRANCIS: ¿Por qué te preocupas tanto por las mujeres, Stan?

STAN: Yo quiero ser mujer. Desde ahora quiero que me llaméis Loretta.

REG: ¿Qué?

STAN. Es mi derecho como hombre.

JUDITH: ¿Por qué quieres ser Loretta, Stan?

STAN. Porque quiero tener hijos.

REG: ¿Quieres tener hijos?

STAN: Los hombres también tienen derecho a tener hijos si quieren.

REG: ¡Pero tú no puedes parir!

STAN: No me oprimas.

REG: No es que te oprima, Stan, es que no tienes matriz. ¿Dónde vas a gestar el feto? ¿Lo vas a meter en un baúl?

La escena objeto de polémica.

Libertad artística y dignidad

Belén Álvarez, socia de Gabeiras y Asociados, destaca que Cleese, como cocreador de «La vida de Brian», tiene el derecho moral a que la nueva obra teatral se divulgue de la manera en que fue creada» la película, que identifica como «un producto cultural de un momento histórico determinado y que tuvo repercusión», pero añadió que, de acuerdo al mismo derecho también puede adaptarla voluntariamente.

Sin embargo, «si un actor exige al guionista que adapte la obra por ser políticamente incorrecta, es censura porque limita el posible disfrute del contenido», coartando su libertad artística, como afirma la abogada.

«Aunque Cleese, como creador, siempre tiene la última palabra, ya que la adaptación necesita de su consentimiento, eliminar la escena puede ser una forma de autocensura, ya que omite una secuencia porque no está bien vista por terceros», dice.

Álvarez insiste en que no existe una obligación legal para «adaptar [el guion] al momento actual», algo que considera una equivocación porque «se pierde la riqueza de representar un momento histórico».

Como ejemplo, explica que «sería un error considerar una obra de arte en un museo, creada en un momento donde se mantenían actitudes diferentes, un atentado contra la igualdad.

Belén Álvarez, socia de Gabeiras y Asociados

«Otra cosa son los atentados contra los derechos fundamentales», aclara. La ponderación de la libertad artística y de expresión y los derechos y la dignidad de las personas es «muy casuística», según la abogada, ya que hay que tener en cuenta la posible vulneración de un derecho sobre otro. «Es positivo avanzar en derechos, pero es censura adaptar los contenidos de cuando no se reflejaba la realidad actual».

En este sentido, Álvarez insiste en que «el contenido es de una película de ficción, del género de la comedia, que existe desde antes, que no tiene ánimo de infringir un derecho fundamental», dado que en 1979 no había tanto reconocimiento por los derechos de las personas transgénero, y que «es diferente si se crea una obra en la actualidad que reproduzca estos diálogos, que podrían resultar ofensivos, pero no significa que ahora no se pueda hacer».

Otras instancias de modificaciones de contenidos creativos enturbian la discusión. Durante el 2016, la Motion Picture Association of America (MPAA) enfrentó una demanda que exigía que los actores no pudieran aparecer fumando en películas dirigidas a menores de edad, una situación frente a la cual reclamaron que se trataría de una limitación de su libertad de expresión, algo que tampoco «respeta al contenido» por tratarse del condicionamiento de factores externos, según Álvarez.

También señala las acusaciones a la productora Disney por eliminar escenas donde aparecen personajes homosexuales para sus proyecciones en territorios como China, donde se censuran películas en las que se representen este tipo de interpretaciones, así como la violencia gráfica o «creencias supersticiosas», entre las que incluye el cristianismo.

«La realidad es que una película es un contenido comercial, algo que sí la condiciona, aunque opino que no debería y el contenido cultural debería presentarse tal y como quiera el creador», dice. Así, indica que los «factores de inversión» diferencian a las películas de creaciones como las esculturas, tratándose de «algo más industrial».

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